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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

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¿Serías capaz de seguir su ritmo?

El canal YouTube de AsicsAmerica ha colgado un vídeo en el que se te ofrece la oportunidad.

¿Seguirías el ritmo del maratoniano norteamericano Ryan Hall?

¿Durante más de uno o dos minutos?

Colgados de un arnés, los que han querido probar han visto a la velocidad que hay que mover el cuerpo para alcanzar los fatídicos veinte kilómetros por hora.

Todo forma parte de una campaña de Asics de cara a este fin de semana. Se ha instalado en el corazón de Nueva York, donde el domingo se celebra el gran espectáculo del año: el ING New York City Marathon. El mito trasladado al mundo del corredor de la calle y del parque.

Pues bien. Esa es la velocidad que sostendrá cualquiera de los diez primeros clasificados en la carrera.

No lo intentéis en casa. Va en serio.

Una montaña en medio de Barcelona

Collserola. Una montaña que está en mitad de la ciudad, del área urbana. Y la vamos a usar para correr hasta que nos caigan los goterones de sudor por la rabadilla.

De hecho ya se usa para eso. El Parc de la Collserola es un pulmón extra que le surge a toda la comarca del Barcelonés en las últimas décadas del siglo pasado. Antes de ser transformado en un terreno a preservar, los barceloneses teníamos aquella referencia como el lugar donde estaba instalado el parque de atracciones del Tibidabo, su basílica, el cementerio y los depósitos de gas de la carretera de Cerdanyola y algunas barriadas donde las pendientes nos hacían aprender a caminar cuesta arriba y cuesta abajo.

Llegaron los años del diseño previo a los Juegos de Barcelona’92. Algo había que hacer aparte de plantar la torre de comunicaciones. Así que en 1987 se creó el Parque de Collserola, una entidad de 8.465 hectáreas. Y se fue convirtiendo en un lugar con estupendos caminos para correr, montar en bicicleta de montaña. Con este panorama tan al lado de casa, el próximo 23 de Noviembre se lanzan a organizar el Compressport Ultratrail Collserola de la ciudad de Barcelona.

 

En medio, dos nombres expertos y un ramillete de marcas. Tanto Mònica Aguilera como Marc Ràfols, dos corredores con gran recorrido dentro del mundo de la competición de larga distancia, forman parte de la organización de la competición.

¿Es apetecible aprovechar las sendas y caminos de un entorno así? Cómo no. Pero además, Barcelona cuenta con un privilegio parecido al de otras ciudades españolas. A menos de una hora de desplazamiento, prácticamente la totalidad de sus habitantes pueden disfrutar de un entorno natural.

Por lo tanto no podremos paladear esas laderas sobre las que escribía Eduardo Mendoza en «La ciudad de los Prodigios»:

Además de aquellas maravillas el jardín tenía recodos innumerables, pabellones, quioscos, templetes e invernaderos, avenidas misteriosas, de trazado deliberadamente confuso, por las que el paseante podía extraviarse sin temor y en cuyas revueltas podía toparse inopinadamente con la estatua ecuestre del emperador Augusto o con el semblante grave de Séneca o Quintiliano en sus pedestales respectivos, a través de cuyos setos conversaciones clandestinas podían ser oídas, citas amorosas sorprendidas y besos apasionados espiados a la luz de la luna. En los prados que se extendían en siete terrazas escalonadas en la falda de la montaña evolucionaban parejas de pavos reales y grullas egipcias.

Pero vamos a dar rienda suelta a toda la fiesta de correr por el campo. Caminos para mí desconocidos, vistas con las que me crié, una mezcla de sensaciones. En el mismo centro de Barcelona. A dos patadas del Carmelo o del Turó.

¿Se asentará esta prueba y pasará el corte de un calendario cada vez más saturado? . Para la Ultratrail de 74km y la Mitja Volta al Parc de 43km hace tiempo que no hay dorsales disponibles y las bajas se han ido cubriendo con la lista de espera. O sea, casi 1.500 corredores que ya hemos confiado en el caramelo.

Lo veremos en nada.

Él, runner. Ella, no runner.

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Hace unas semanas la estupenda bloguera y mejor corredora Rosa Asensio me lanzó un guante. En ese duelo de zarzuelilla la chica era la corredora. Él, bueno. Eso. Afortunadamente las tornas cambian. Se lo devuelvo.

Él (corredor).

El sábado es su cumpleaños. Lo tengo todo controlado. He pensado que es el momento en que se inicie en esto de correr. Tenía que comprar unas medias de compresión y mirar las rebajas -ando con un par de zapatillas con más de seiscientos kilómetros- así que me ha solucionado el regalo.

He visto unas mallas pirata que le van a sentar de miedo. También tenían una faldita corta de corredora pero no me he atrevido. Así que eso y un modelo de pronadora para chica. Para ellas diseñan unos colores brutales. Aunque dudo que sepa qué es ser pronador o supinador. No me hace mucho caso cuando pasa por detrás de mí y gira la vista a mis intervenciones en foros o en facebook.

Verás que sorpresa. Ahora podremos compartir más tiempo juntos, aunque yo tenga que entrenar rápido y ella, bueno, podemos calentar y estirar juntos y ducharnos. Sí. Este año he acertado con la compra. Cuando me meto con los complementos suelo ir de fracaso en fracaso. Termino de hacer el café y algo sólido y se lo llevo a la cama.

-«Hola amor. ¡Toma, tu regalo de cumpleaños!»

(Un silencio helador se extiende por el apartamento mientras ella abre el envoltorio de una evidente tienda de deporte)

——

 Ella (no corredora).

¡¡Por fin es sábado!!! No, un sábado cualquiera, ¡¡¡noooooo!!!  Es el sábado de mi cumpleaños.

La verdad es que no sé si prefiero que él se acuerde o no de mi cumpleaños. Yo sé que pone interés pero …. No hay año que acierte con el regalo, o escoge bolsos que sólo llevaría su madre o joyonas de esas que nunca me ha visto puestas y sabe detesto pero que aún así me regala. Debe ser eso de las carreras, tantos kilómetros no le dejan mucho más para pensar.

De cualquier manera, que se acuerde es un detallazo. Así que, sea lo que sea, me gustará aunque espero no haya perdido el ticket-regalo.

Ahí está. Trayéndome el desayuno a la cama. Lo miro. Ya estamos con la papilla esa de avena que toman los runners. Le miro. Sonrío.

– «Gracias, cariño».

Y de repente le veo que saca algo de debajo de la cama. ¡Mi regalo! Lo miro con detenimiento. Ni idea de la tienda donde lo ha comprado. Miedo me da. Rompo el papel de regalo de la “tienda desconocida” y…. ¿qué es esto?

Sonrío intentando disimular mi cara de: “Qué coño es esto?, ¿Por dónde me lo pongo? ¿Para qué ocasión?»

– “Son unas mallas pirata”, me dice emocionado. Mira que tiene ganas de que salga a correr, pero buffff, la sola idea de ponerme a sudar me da pereza. ¿Unas mallas pirata? ¿Para qué? ¿para jugar a los piratas mientras ese micro-pantalón me comprime de tal manera que no puedo ni respirar y me salen las lorzas por encima de la cinturilla?…Sonrío.

Aún hay más. ¡Unas zapatillas!

– “Son pronadoras”, me dice. Prona… ¿qué? Le miro como preguntándole si me está insultando. La verdad es que las bambas estas son chulas. De colorines y molan hasta los cordones. Quizás pueda llevarlas con los vaqueros que me compraré cuando descambie la otra prenda del demonio.

Sonrío y le beso. «Gracias cariño».

Aprovecharé cuando se vaya a correr a buscar el ticket regalo.

El gimnasio me mata (2)

Nosotros corremos. Ya os conté el otro día que corremos tanto que deterioramos algunas partes del organismo. No es que correr sea malo. Ni agresivo. Tienes que ser muy cafre para cascarte algo. Oye, que sucede. Pero el límite de lo cafre, ya sabes,»¿Dónde está el límite?«.

Correr es tan simple que abandonas grupos musculares casi enteros. Pasan los kilómetros y adelgazas, pierdes masa muscular. Y es cuando toca ir a por esas máquinas y compartir ducha con esos máquinas. En definitiva, hay que hacer uso de ese bono anual de camino hacia la tonificación, la salud integral del corredor y no sé cuantas cosas más. Al gimnasio, por la gloria de mi madre.

Hoy tocaba algo resumible en un tweet pseudomatemático.

Y luego encontrar el aire perdido, y seguir sudando mientras uno se ducha, seguir sudando más con las pulsaciones todavía buscando su ser, y salir a la calle.

Y coger frío. Solamente por no coger frío es cuando uno se mete al bar y comparte barra y periódicos de fútbol con los habitantes de la zona industrial deshabitada.

¿Qué podía haber salido a correr por el campo? También. Pero si me hubiese dado ese lujo a las siete de la mañana ahora estaríamos hablando de un ritmo en progresión, de qué cantidad de conejos se han reproducido por los montes y parques de la periferia madrileña. Todo sería más psicotrópico. Y no habría quedado nada de espacio para esa maquinaria fordista de producción de músculos en masa. Siete kilómetros, corriendo hasta que salía un ciento ochenta en el monitor de pulso. Mañana cuento qué pasa con esas zapatillas que salen volando cuando soplas. No se me olvidará, por lo bucólico o por lo penal.

Odio eterno al Running moderno.

¿Puedo alternar caminar y correr?

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En muchas ocasiones empezar a correr es todo un dilema. ¿Tenemos que empezar a correr cuando apenas estamos seguros de aguantar dos minutos seguidos sin escupir el corazón?

Por eso en los planes más tradicionales, en aquellas guías que inundaron los Estados Unidos en los años setenta, se introducía el caminar como una herramienta de ayuda. De descanso y de ayuda, siendo más exactos.

Y es que correr es sencillo pero una persona sin apenas forma física debe tomarse las cosas con tranquilidad. Caminar unos minutos de manera alterna con el incipiente trote cumple dos funciones, para que nos entendamos.

Por un lado baja la intensidad del trabajo cardiaco. Las famosas pulsaciones bajan del nivel «alerta submarino nuclear con fuga en los reactores» a «desactivar alertas, era solo un calentón».

Por otro, no paramos sino que aprovechamos para seguir trabajando a intensidad baja o moderada. No vamos a desgranar lo sano que es caminar, porque hay mucho escrito. Cuando estamos trotando de manera intensa no sólo es la velocidad de latido de nuestro corazón sino también la intensidad con que bombea. Eso que nuestros mayores de cuarenta se miden constantemente: la presión arterial. Pues bien, al detenernos después de un trote intenso la tensión se desajusta y desciende. Si paramos, corremos el riesgo de un desajuste con cierto peligro. Si seguimos caminando la diferencia entre alto y bajo es menor y, por tanto, más conveniente para nuestro organismo.

 

A otro nivel ¿debo alternar la carrera con caminata?

Tu caso no es este. Ya eres un runner experimentado. ¿Qué sacar de esto? Vamos a dejar de lado las recuperaciones puntuales entre ejercicio máximo. Cuando un corredor está entrenando con mucha intensidad, haciendo intervalos a toda pastilla, lo frecuente es detenerse para recuperar esas casi doscientas pulsaciones. Pero hay otros muchos casos donde no solamente se debe introducir la caminata sino que nos hará más fuertes.

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En la carrera por el campo, hasta hace quince o veinte años, todo se subía corriendo. Por muchas cuestas que tuviera el campo, caminar era detenerse: fracasar.

Pero el desarrollo de las carreras de ultradistancia y la montaña más dura nos ha mostrado que es preciso caminar. Es más. Hay que entrenar la caminata. O eso, o te arrancarán las pegatinas en mitad de tu crisis de corredor y maldecirás a esos tipos que se escapan cuesta arriba, ¡andando!

 

¿Un ejemplo para mí, que soy un principiante?

Hay un lote para los que queréis arrancar. Una especie de guía para el «día cero».

Como calentamiento, camina a ritmo vivo durante 5 minutos (que te dé la sensación de que a ese ritmo te iría mejor trotando).
Trota 30 segundos, camina a ritmo vivo 90 segundos (minuto y medio).
Ahora repite esa secuencia cuatro veces más.
Para enfriar el cuerpo, camina a ritmo vivo otros 5 minutos.

¿Ha sido mortal? ¿Lo puedes afrontar? Si has podido con ello, la rutina te debería llevar a aumentar esos bloques de trotar y caminar por tramos de medio minuto. No tienes ninguna prisa. Debes -además- incidir en ejercicios generales de fortalecimiento y estiramiento.

Con estas premisas tan asequibles, quién se va a resistir.

Próxima parada de los grandes maratones mundiales: Berlín

Dicen los que han ido que es una de las mejores exposiciones de la mezcla entre deporte y una fiesta para la ciudad. Berlín será la siguiente del gran show de las maratones denominadas como ‘majors‘. Las más grandes. El domingo 29 de Septiembre. Pelotones interminables de corredores. Hileras de público en los cuarenta y dos kilómetros del recorrido. Fest.

¿Berlín? ¿Pero las grandes y famosas no eran Nueva York y Boston y…?

Veamos algunas de las razones por las que quizá Berlín sea la prueba más amable. Quizá la mejor.

Un millón de espectadores. O quizá millón y medio. ¿Quién tiene la herramienta para contar tantos alemanes? Vale. Los propios alemanes. Si sus cifras son esas, no somos nadie para no creerlas.

Berlín fue el escenario en el que aquel fondista genial y sonriente saltó al reinado planetario. Haile Gebreselassie había estado dominando durante los últimos noventa. Campeón del Mundo de atletismo en diversas distancias y uno de los generadores de vídeos emocionantes en cualquier repaso de youtube, en 2005 surgía de una operación de Aquiles para correr en la mejor marca mundial del año en Amsterdam. Sería en Berlín donde Gebreselassie colocó el récord del mundo (que quitó a su archirival en pista y cross Paul Tergat) y donde lo dejó a las puertas de lo imposible. El misil con el nombre de Patrick Makau tomó en cierto modo ese cetro mundial y se propuso desmochar los topes humanos. Dónde si no. En Berlín. Dos horas y tres minutos fueron suficientes para recorrer la ciudad del Spree. Nuevo reto increíble del hombre corredor.

Y es que Berlín es una ciudad llana. Con avenidas rectas y un frescor eterno. Se corre aunque no se quiera. Los purasangre del atletismo se colocan a velocidades inmensas, sin freno. El último tiempo ‘lento’ de un vencedor, digamos 2h09, se pierde en los tiempos de Abel Antón. Todo lo demás han sido velocidades de más de 20 kilómetros por hora en hombres. Los esfuerzos de los organizadores y la evidente disparidad en mujeres hacen que el ránking femenino sea menos lustroso. Además la densidad de corredoras a altísimo nivel no es tan escalofriante como en categoría masculina.

Está cerca de media Europa. Es fácil desplazarse hasta allí. Es fácil y atractivo desplazarse al centro motor de la GrossDeutschland de la que tanta tinta se vierte. Seamos fans de la música electrónica, del arte, de los bonos financieros o de la maquinaria, Berlín llama como vórtice. Hasta se ha situado en el ránking de las ciudades más visitadas.

En cualquier caso, Berlín es también una cita a la que se agolpan los solicitantes de un dorsal. La masa puja por encontrar plaza entre los cuarenta mil dorsales. Y no es sólo correr sino que el fin de semana ha puesto la ciudad entera a los pies de la fiesta deportiva. Patinadores en línea y carreras infantiles durante todo el sábado, el maratón el domingo. Esto es así y conduce a que millones encuentren otra excusa para enorgullecerse de la ciudad. No es un hecho aislado, lo sabemos. Fiestas tecno, días del orgullo gay, trasladarse a Tiergarten a hacer un picnic, Berlín mueve el culo. Así de sencillo.

Los domingos berlineses son como son. La ciudad habitualmente ya tiene plan. Los desayunos interminables, los Sonntag Frühstück, se trasladan a la orilla de esa fiesta en la que no queda sitio para ver pasar a los corredores en la puerta de Brandemburgo o el Ku-damm.

Con envidia nos tocará de nuevo leer sobre las listas de participantes. Escucharemos en primavera cómo amigos afortunados han programado sus vacaciones corredoras en Septiembre.

Van a participar de eso que los alemanes hacen con tanta eficacia: desplazar miles de personas. Si bien, en este caso los retornan ordenadamente a la zona de meta, tras haber recorrido unos cuantos kilometros. Cuarenta y dos.

La vuelta al cole de un corredor

La Frontera cantaba aquello de «chirría el casco de mi viejo galeón». El Capitán Akhab se refería sin duda a ese retorno a salir a correr después del parón veraniego. Rodillas que retiemblan, medios kilos extra en abdomen, pecho y muslo, ya sabes.

Pero es que Akhab es muy viejo. En su época se paraba en verano. O Akhab pensó que el calor del verano era demasiado extremo para seguir con ese hobby recién iniciado con la primavera. Pero no. Ahora está el trail, la montaña, la pasión por llevar el GPS a las vacaciones y subir nuevas rutas playero-costeras a wikiloc…

Aunque sigue siendo cierto que por varios motivos Septiembre supone una especie de vuelta al cole. Retomamos la actividad.

Veamos qué es lo que nos chirriará.

1. La psicología de los nuevos propósitos.

Septiembre. El mes de los coleccionables, del final de la ropa de verano, los regresos de las fiestas locales y en el que, por fin, se puede dormir a gusto echándose una sabanita extra por encima. Con la primavera llega la ‘operación bikini’ del running. En septiembre llega la ‘operación ropa de trabajo’. Claro, una vez sacamos de nuestra cabeza la tercera cuesta del año, la de los libros de texto.

Algo ha pasado en nuestro cuerpo después de las parrillas, barbacoa, cervecita con limón y diversos ‘grandes momentos de la historia de la humanidad’ leyendo bajo esa higuera o domando al león con siestas que se podrían medir en eras geológicas.

2. Asumámoslo. Sí. Hemos ganado peso.

En el peor momento. Al volver a nuestra urbe -asumimos que el 80% de los lectores de este blog siguen las tendencias de urbanización de Europa Occidental- nos damos cuenta de una cosa: el resto del grupo de trote o colegas de entrenamientos no ha parado. Están negros como tizones. Secos como la mojama. Sus gemelos son dos perniles de conejo de monte. Y nos va a costar un par de semanas quitar ese lastre que tan simpáticamente nos quedaba con la ropa de verano. Dos semanas en las que nos quedaremos en el primer acelerón o la primera cuesta. Al bloc de notas: «el verano que viene no paro».

Ante esto, tengamos paciencia sin límite. Correr intentando recuperar todo lo perdido será un billete para las lesiones. El peso extra cargará los tendones más. De ahí deriva la mayoría de las lesiones por sobrecarga.

3. Las marcas deportivas sacan catálogo nuevo.

Bueno. El catálogo viejo no está tan mal. Las rebajas de verano son un cesto donde aún podemos pescar. Pares sueltos antes de que lleguen esas preciosidades y esa ropa y esos complementos.

«Hay que afrontar el invierno bien equipados», pensamos muchos. ¿Y eso? ¿Eres un personaje de Juego de Tronos? ¿Te van a atacar los habitantes del otro lado del muro?

Pero es cierto. Tantos días rebuscando en los cajones para encontrar la camiseta más fina o el pantalón más liviano, tanto calor pasado. El primer día que un corredor ve los cortavientos de Salomon o los guantes finos de Raidlight, se da cuenta que así no puede sobrevivir.

4. Y es que tenemos un año más.

Darse cuenta de esto nos hará vivir más tranquilos el retorno al correr. Interioriza que este año puede que no recuperes tan rápido. También podría ser que ya no progreses más en tus tiempos.

Al final mucho de todo este blabla se reduce a la ecuación «Cuanto quiero arriesgar a correr ahora para poder seguir corriendo durante toda la vida».

¿Qué? ¿Te va a costar más este año?

 

El maratón de Boston de 2014 será algo grande

El próximo día 9 se abren las inscripciones para poder participar en el maratón de Boston. Lo anunciaba el Boston Globe esta mediodía.

 

El baile de cifras promete ser espectacular. Para empezar, la inscripción online (exclusivamente, salvo corredores élite que son contratados) pondrá a disposición de la comunidad de corredores del mundo un total de 36,000 dorsales. Nueve mil más para poder acoger a los damnificados por la edición de 2013.

¿Es la mayor manifestación maratoniana de la primavera? Por descontado, y no solo en Estados Unidos. Más todavía cuando el terror atacaba la línea de meta de Boston hace un año. No es el summum en participación de los héroes de la primavera runner. Londres aportará unos miles más, sin duda. Además viviendo una explosión global después de los Juegos de 2012. París congregará otros cuarenta mil unos días antes y los paseará por el Bois de Boulogne, Roland Garros y el Arco del Triunfo.

Pero Boston es Boston. Este año, aún más. 

Treinta y seis mil lugares reservados son, en términos relativos, la crema de la crema del planeta maratoniano. El particular método de aceptación de la carrera que encogía el estómago de medio mundo el pasado mes de Abril reserva bloques de inscripción por edad. ¿Qué significa esto?

Existe una tabla de edad y unos tiempos mínimos de calificación. Así, un corredor de 30 a 35 años deberá acreditar 3h10 en algún maratón previo. Una corredora de 50 a 55 años deberá demostrar 4h00. La tabla completa está disponible en la web de la BAA. O sea, los más rápidos de cada una de esas edades del hombre tienen la oportunidad de exprimirse un poco más en el clásico recorrido, que está vigente desde 1898.

Con este sistema se ha pretendido contener la avalancha que supone ser el maratón más solicitado de los clásicos. Su edición número 117 ha sobrevivido -probablemente- gracias a un control estricto de los participantes. Y se optó por el corte en mejores marcas personales. ¿Un método justo y equitativo?

No se sabrá nunca. Muchos pedirán tener una oportunidad de disfrutar de la carrera del unicornio (el anagrama de la Boston Athletic Association). Más aún tras la edición de 2013, que convierte a la de este próximo Abril en una carrera altamente simbólica. No sabremos si la prueba habría sobrevivido al éxito con otro método, como el de la venta a los operadores exteriores de todo el mundo que usa su prima lejana, el maratón de Nueva York.

Nos imaginamos que el añadido de los atentados de 2013 ha hecho temer por un serio bloqueo de los sistemas de aceptación y reserva. Por todo ello, se ha dado una (¿injusta?) vuelta de tuerca a la calificación; supongamos que hay 4.000 dorsales para un grupo de edad. Es de prever que este año no serán 8.000 sino 15.000 los aspirantes. Pues tendrán preferencia los que acrediten no menos de 20 minutos de rebaja sobre esa marca.

Una decisión que traerá cola, os lo garantizo.

Un día de los patriotas diferente

Este próximo año la prueba irá al Lunes festivo estadounidense, Patriot’s Day, que se celebra el 21 de Abril. Una festividad muy marcada para todos los ciudadanos de Massachussets. En Abril pasado, una discutible relajación de la seguridad en esta fecha tan señalada trajo consigo una concatenación de fatalidades.

El ataque de unos demenciados con aspiraciones terroristas produjo muerte, terror y la solidaridad del mundo del deporte. La organización es sensible a las condiciones especiales de esta nueva primavera, por lo que anuncian un incremento de la seguridad y de todos los medios posibles.

Como colofón no hay mejores palabras posibles que las que extraemos de la web oficial. Todo el mundo estará mirando a Boston y la prueba no puede hacer sino responder como mejor sabe a esta demanda.

Adjuntamos las palabras del Director Ejecutivo de la prueba, Tom Grilk. [www.baa.org]

“The B.A.A. is aware of the significantly increased interest in registering for the 2014 Boston Marathon,”  “The rolling admission schedule will provide runners with the fastest qualifying times in their age and gender group the ability to have their entry accepted in an orderly and systematic manner. We understand many marathoners and qualifiers want to run Boston in 2014, and we appreciate the support and patience that the running community has demonstrated because of the bombings that occurred this past Spring.”

 

Correr en Lunes es…

Se ha terminado la semana y ¡arranca otra!. Te levantas sin tiempo. Arreglarte, desayuno, tuyo y de los demás, si te toca. Es posible que tengas que ocuparte de preparar bolsas de trabajo, escolares o demás tareas.

#¡YaesLunes!

Eso. De nuevo y gracias a Dios, como decía el otro. Como dice mi amigo el @arquitectador, vecino de blogs, no tenéis ninguna gracia tuiteando.

Y como muchos de nosotros, probablemente tengas programada una salida a correr. Normalmente las obligaciones de los corredores con el comienzo de semana dependen si:

(a) Están siguiendo un plan de entrenamiento determinado
(b) Acaban de comenzar con esto del correr
(c) Adoran el trote bajo cualquier circunstancia, libres como los pájaros.

Si no te importa, vamos a dejarte a un lado si eres atleta profesional. Para tí es como para todos, hay que correr sí o sí.

Si estás metido hasta las cejas en un plan de entrenamiento los lunes son maravillosos días de descarga (si el tute te lo diste el Domingo) o de transición (si tu rodaje largo tocó el sábado). Salvo que vivas en un entorno donde las carreras las organizan los Sábados, el Lunes toca contar batallitas, soltar dolores varios o acudir a fisioterapia, masajista u osteópata.

Los corredores ocasionales o los principiantes miran al Lunes como jornada de descanso. Al igual que el caso anterior, son fáciles de encajar en la agenda semanal. Quizá seas un corredor de fin de semana y hoy sea una mañana en la que camines como robocop. No te preocupes. Entrar en esa 38 o mantener el tipo para el resto de la semana tienen estas pequeñas contrapartidas.

Los apasionados del running, que son cada día más, correrán sea Lunes de Pascua o Jueves del Día del Juicio Final.

Pero ¿con qué cara? y… ¿a qué hora?

A muchos os cuesta reanudar los ritmos de madrugar, preparar esa corbata o escoger los zapatos que peguen con el vestido. El Lunes está más cargado que de costumbre. Si es jornada escolar, tus chicos necesitan diez minutos más de activación y se te queda corta la matinal, si eres de los que corre antes de ir a trabajar.

Si esperas a la tarde, es posible que encuentres en la cocina alguna nota con una lista de cosas para comprar. O un post-it con recordatorios, ajenos si pertenecen a la esfera familiar o de la pareja, o propios si eres de los que se colocan ‘buenos propósitos’ en los imanes de la nevera.

Y es que la vida en la ciudad está llena de connotaciones y extras siempre asociados a los Lunes. Como más la población mundial tiende a concentrarse en áreas urbanas, un día el mundo oirá un grito a coro: » ¡A correr, que es Lunes!».

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Foto: 20minutos

Campeonatos del Mundo de Atletismo (II): España, historia de nuestra participación

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Los Campeonatos del Mundo de Atletismo no son equitativos. Son crueles.

En los Juegos Olímpicos, la fiesta del deporte reserva un hueco a los países con representación en los comités olímpicos continentales. Por ello tenemos todos los Juegos esas imágenes en las que un velocista palestino o un nadador africano muestran la gran diferencia entre los mejores del planeta y los esforzados semiprofesionales.

En Moscú se verán pocos ejemplos así. En las series clasificatorias habrá todavía sitio para el romanticismo pero se verán hasta cinco atletas por país. Las condiciones permiten que los líderes del año en la Diamond League y los campeones de cada área acudan adicionalmente. El todopoderoso órgano (que hace lo que quiere con su evento, para eso es quien lo monta) de la Federación Internacional de Atletismo ha pensado en acumular lo mejor de lo mejor.

Y los espectadores españoles se llevan las manos a la cabeza.

-Pero ¿no somos capaces de ganar ni una medalla?
-En esa carrera ¿no hay más que (por ejemplo) negros? ¿Y los españoles dónde están?

La cultura deportiva está basada en la asunción del deporte como una realidad económica y social. Pero, cuando no hay cultura, esa realidad queda machacada por los medios de comunicación de los -pongamos- países-fútbol. Si no hay españoles ganando, no hay deporte. Si hay victorias, hay medios de comunicación. Portadas y minutos de noticieros. El waterpolo femenino, la Fórmula 1, el baloncesto femenino o el hockey sobre hierba. Ejemplos de deportes que no existieron durante décadas.

El Campeonato del Mundo no es el mejor escenario para que demostremos ser la crema de la crema. No se trata de invertir 300 millones de euros en la mejor cuadrilla posible de futbolistas. El atletismo trata de talento individual, al que se le inyecta apoyo, tecnología y dosis enormes de entrenamiento.

O sea, que no vamos a ganar mucho. Habrá que participar por estar entre los mejores del planeta, en el deporte más extendido entre la raza humana.

¿Ha sido siempre así de imposible? ¿Qué han logrado los atletas españoles en la corta historia de los Mundiales?

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Los hispanos que acudieron a la primera cita, en Helsinki.83, estaban inmersos en el desarrollo de la propia generación (la gran quinta del 57) y un semillero global gigantesco. El mundo estaba dominado por europeos que corrían y norteamericanos que volaban. Colomán Trabado no pudo superar su semifinal de 800m bregando contra el campeón mundial Willi Wülbeck (otro alemán) o el brasileño Guimaraes, de una generación donde no paraban de salir galgos de la verde-amarelha. Antonio Corgos superaba los ocho metros para ser séptimo en una final donde volaban bajo Mike Conley o Carl Lewis.

Abascal y González, que apuntaban alto en la crema del mediofondo europeo, tuvieron que manejarse entre los intocables Ovett, Aouita, Scott o Steve Cram. Aún así Abascal pudo ser un amargo 5º puesto en la final mientras que González, que había vencido en la versión de bolsillo de los Europeos de pista cubierta, quedó fuera de la misma. En 5.000 y 10.000 había, sencillamente, demasiada diferencia entre los puestos de podio y el nivel de Jordi García y el Taca, Antonio Prieto. Esto no era el cross sino que había un hueco imposible con los Eamon Cloghlan, Alberto Cova y compañía (la compañía, de nuevo, alemanes del Este como Schildauer o Kunze). Pilar Fernández quedaba lejos en las series de 3.000 y Mariajo Martínez en las de 110 metros vallas.

El maratón español enviaba al toledano Ricardo Ortega y a Juan Carlos Traspaderne. Los tiempos del récord nacional se movían en 2h11 (marca que mejoró el Traspa en Helsinki) y De Castella era un tiburón que ya corría en 2h08. La historia se repetía cada vez que afrontábamos la realidad mundial. Sólo una excepción. José Marín se hacía con la plata en 50km marcha tras el gigantesco marchador Ronald Weigel, responsable de los éxitos propios y posteriores con el equipo australiano.

Youtube: 1500m Roma 1987.

En los Campeonatos del Mundo celebrados en Roma en 1987 se pudo contrastar la voracidad de González, sacándose la espina con una medalla de plata en 1.500, y la polivalencia de Marín con un bronce en la siempre discutida prueba corta de la marcha.

Roma’87 fue una barra libre donde se batieron récords de los campeonatos, continentales y del mundo. Ben Johnson se salió de la pista y de la barra. Los jueces introdujeron un último salto de longitud cuarenta centímetros más largo de lo que había saltado en realidad el local Evangelisti. Las alemanas del este corrieron hasta quemar la goma del estadio. Todo era excesivo, muy romano, casi neorrealista.

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Contra tipos que saltaban casi 2m40 como Sjoeberg, Avdeenko o Igor Paklin, poco podía hacer Arturo Ortiz (2.27 en calificación). Un descomunal Jose Alonso Valero fue finalista en 400 metros vallas frente a nombres legendarios como Edwin Moses y Danny Harris o Harald Schmid. Merche Calleja y Maria Luisa Irízar hicieron un silencioso pero espectacular top20 en un maratón femenino donde imperó Rosa Mota. Abel Antón iría sembrando para recoger en el futuro sobre distancias superiores. Y una joven Mayte Zúñiga se exponía a esos procesos de aprendizaje que significan mandar a los leones a atletas con ajustadas mínimas B.

Para el atletismo español las cosas tenían que empezar a cambiar ya. En 1991 la IAAF mandó a los Mundiales a Tokio. Barcelona acogería los Juegos el año siguiente en medio de una expectación inusitada.

La cosecha en el más difícil de los escenarios atléticos fue la de una medalla de bronce de la nacionalizada Sandra Myers y unas sobresalientes actuaciones que quedaron en puertas. Fermín Cacho y Valentí Massana prologarían el libro de los éxitos en Barcelona un año después. Tomás de Teresa fué octavo contra, atención estadísticos y aficionados al atletismo, Barboza, Konchellah, Ereng, Mark Everett, Johnny Gray y demás sputniks. Y Antonio Peñalver fue octavo en el decatlón, dejando asombrado al país que leía algo más que los titulares.

Para evaluar el nivel de Tokio es necesario recordar que Sergei Bubka saltó casi seis metros en pértiga. Mike Powell batió con 8.95m de una tacada a Carl Lewis y el viejo récord de Bob Beamon. Dan O’Brien se acercó a los míticos nueve mil puntos de decatlón o que Alina Ivanova batió el récord de los campeonatos con 42 minutos en diez kilómetros …¡marcha!.

¿Medallas?

Hablar de medallas quedaba tan lejano como acercarnos a la tecnología que aquellos días desarrollaban en el MIT o siquiera saber qué demonios era aquello de Windows.

A pesar de ello, una oleada de energía recorrió los programas de ayuda al deporte español en la década de los noventa. Todo subía como la espuma y la cosecha de éxitos de Barcelona’92 debía recolocar nuestros atletas en la siguiente cita. Dos campeonatos olímpicos, una plata y un bronce, además de dos finalistas más, eran un buen paso adelante.

Esperaba Stuttgart. Solo dos años después de Tokio.

La Federación Internacional de Atletismo no podía dejar que el show se enfriase. El periodo de espera se reducía a dos años. Nuestros corredores, saltadores y lanzadores tenían que aprovechar aquella resaca olímpica del Amigos Para Siempre.