Runstorming Runstorming

Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

Entradas etiquetadas como ‘equipamiento corredor’

Construyendo un podcast deportivo. Diez canciones para correr

Debido a que es un tema que engancha y que muchos pedís información, dejadme que recopile material sobre cómo escoger unas zapatillas y cómo conservarlas, usarlas y donde hacer horas etra para poder pagar todo este desembolso.

Mientras, he seleccionado diez temas musicales que contienen o el ritmo, la temática o la necesaria dosis de idoneidad para meterlos en tu cabeza mientras vas corriendo.

Obviamente hay más gustos que colores. Los que corren solos no tienen por qué pretender relajación o motivación o compañía trascendental. O parcialmente sí. También hay música para momentos de debilidad, de sueño (sí, puede llegar a dar sueño corriendo) o de emociones encontradas.

Canciones que pueden evocarte paisajes idílicos por los que dejar que discurra el flow. Ritmos asesinos que te saquen lo mejor de dentro. Herramientas de motivación o de compañía, estos son mis diez escogidos. He dejado al lado mi archienferma lista de canciones que yace en el mp3 más baqueteado del hemisferio norte. En mi lista musical no hay más que berridos y barbaridades. Pero no me dejaron este hueco para hablar de mí, así que vayamos a lo útil.

¿Propones tus canciones favoritas para salir a correr?

Las mías, por colocar diez fijos de mi atolondrado torrao.

1. Run to the Hills. Iron Maiden. Es necesario que prevengamos sobre intentar correr al ritmo que propone Bruce Dickinson.

2. Where are we runnin’. Lenny Krawitz. Al pobre le suena el despertador y tiene que salir a pencar. A esa hora muchos estamos en el último sueño de la fase REM (roncar es mundanal). Son las cosas de no trabajar en Hollywood. No haremos comentarios sobre la pareja respectiva que comparte lecho. Ni sobre los vicios de cada uno ni del empolvado de la nariz. Centrémonos en el mensaje. ¿Hacia donde tiramos?

3. I’m feeling fine. The Beatles. Mira que tienen melodías los chicos. Mira que son pegadizas. Pues esta me hace saltar desde el mismo punterazo inicial a la cuerda, que se queda como sostenido en el aire. Aunque es más idónea para hacer bicicleta. ¿Nadie se ha dado cuenta del ritmo espídico del narizotas de Ringo en este vídeo?

4. Highway Star. Deep Purple. La estrella de las autopistas puedes ser tu. Con tus ruedas gordas antideslizantes, doble embrague y sonando las excreciones de tu nariz a los laterales del recorrido. El clásico de la velocidad. Malos pelos, cardado y sintetizador organillero. A Alix le encanta.

5. Supergrass compuso Mansize Rooster y pocas canciones arrancan tanta adrenalina como la del grupo de Oxford. Echadle un ojo y subid el volumen. Patillas y cuerdas vocales subidas de tono con alicates.

6. Romperlo todo, de La Perrera (aka, a posteriori, como Nuevo Catecismo Católico). Estos bilbaínos consiguieron resucitar un corredor semicadáver que había caído en una espiral de calambres y desánimo. Nadie ha dicho que mis gustos sean estables. Este temazo está tan lleno de guitarras como mis mallas de invierno de enganchones.

7. Carlotta. Alguien podrá decir que correr a este ritmo es complicado. No lo es. Renato Carosone pondrá en tus patas un masaje fortissimo. Este napolitano convertirá tu perrería matinal en un 1-1-2-2 imparable con el que sortearás cagadas de perro por el parque y yo que sé cuantas cosas más.

8. Rossini es conocido en mi casa como el de las trompetas. Todo viene de una confusión con Verdi pero todo esto es secundario. Rossini compuso la Tarantella Napolitana, una endemoniada tarantella que todo cristo debería colocarse a todo trapo en mitad de un cambio de ritmo. A correr, ragazzi. No confundir con la Tarantella que salía en El Padrino.

9. El tradicional y emotivo monumento a la épica. Conquest of Paradise, de Vangelis. En el Ultra Trail del Mont Blanc esta canción indica que ya no hay manera de escapar de la zona de salida. Estos franceses se ponen y son imparables. Casi compran a Mike Olfield y lo rebautizan como Michel de Vieauxterre. Por los pelos.

10. Es ponerla y se me quitan los dolores. No podía faltar el mayor himno a los movimientos corporales. Recuperador de agujetas. Calentamiento de invierno y brinco para salir zumbando de un área de avituallamiento. Menea el bullarenque con Siniestro Total.

These boots are made for walking

You keep playing where you shouldn’t be playing

El planeta runner juega sin cesar. De Lunes a Lunes. Su juguete luce colores y costuras termoselladas. Sistemas de amortiguación y palas de nylon. Cordones o mocasín con cierre. Son las zapatillas, tenis, deportivas; poseen una docena de nombres y setenta apelativos adyacentes. Desde «mis excelentes» porque nos han acompañado hasta el infinito y seis kilómetros más, hasta «esas hijas de su madre que me causaron la fascitis plantar de la que hoy aún me recupero».

SANYO DIGITAL CAMERA

Ellas. Las botas que están hechas para comer kilómetros, entre otras cosas.

And you keep thinking that you’ll never get burnt

Y es que con ellas no se juega. Una mala elección o un diseño incompatible con nuestro eterno mal cuerpo, que (como dice un amigo) parece que lo tengamos hecho adrede para pegarnos con la tecnología, supondrá un dolor que podrá evolucionar a lesión. La lesión es frustración y tiene mil consecuencias indeseadas. La primera, dejar de correr.

Well, I’ve just found me a brand new box of matches

¿Tienes tus tiranteces con el calzado deportivo? ¿Las tirarías al fuego después de una vil y traicionera relación?

El gasto en zapatillas de correr es una inversión suficiente como para evaluar pros y contras previos a la compra. Pero ¡cuantas leches nos hemos dado contra la pared!. Una primavera de los lejanísimos años ochenta topé con unas coloristas zapatillas voladoras. Su aspecto eran de una deliciosa aerodinámica, eran económicas, yo era joven, andaba más tieso que el jamón de rata y compré unas enormes mierdas con cordones que terminaron deshaciéndose por la suela interior. El servicio de calidad de aquella marca británica se libró de que les enviase a mis tropas.

and what he knows you ain’t had time to learn…

¿Alguien te aconseja en la elección de tus ‘boots‘? La compra. La específica búsqueda, en la red, en las tiendas especializadas, las generalistas, otro campo más al que dedicar tiempo y energías. El corredor es un especimen que intenta equilibrar las finanzas, las tendencias. La presión del grupo de compra equipara a la recibida por la literatura. El medio publicado y la información circulan a tal velocidad que superan los tiempos de producción.

Del modo contrario, las necesidades de la industria del tiempo libre retroalimentan la velocidad del marketing. Ya en 2011 el 65% de las marcas de moda estaban vendiendo online. Y, en medio, ahí estás. Decidiendo si dejarte convencer por la necesidad de uno o de otro. Menudo tiempo este.

En pleno crack del 2012 el consumo privado absoluto de material deportivo en el entorno europeo se resiente y todo tirita. Según el blog del corredor y especialista de trail Sergio Fernandez los gigantes cierran plantas de producción, se presentan concursos de acreedores y se eliminan competidores mutuamente. Y, en el mercado de las zapatillas para correr, los nuevos catálogos, las copias, ediciones específicas para grandes superficies, nuevas incorporaciones y falsificaciones (también) son los personajes que gorjean en una opereta sin un final aparente.

Pero cuando transcurren seiscientos, ochocientos o mil kilómetros de uso por tus zapatillas, ‘the boots’ empiezan a mirarte con cara de  que ya te conocen demasiado. Lleváis tiempo juntos. Te soportan a diario.

…these boots are made for walking, and that’s just what they’ll do

¿Te has atrevido a mirarlas fijamente a los cordones? No les pides nada extraordinario porque están hechas para eso. Correcto. Pero pocas cosas de las que tienes almacenadas por tu apartamento te conocen de un modo tan íntimo.

Estás avisado:

One of these days these boots are gonna walk all over you

Nancy Sinatra llevó en 1966 este tema «This boots are made for walking» (Reprise, CA) durante cuatro semanas al número uno de las listas británicas. Aquí tenéis el enlace al vídeo.

‘Eserelojdecorrer’ (Todo lo que quisiste saber sobre los regalos que ahora miras)

¿Quién no ha deseado tener la combinación de detener el tiempo, amalgamar la materia y parar las ideas malignas de los villanos? Estás repasando esa pila de bolsas de plástico que contienen papel con el que se podría envolver Groenlandia. Lees en la etiqueta de la lycra para corredores palabras traducidas por google. En las instrucciones del reloj de plástico se apiñan comas mal situadas, las zapatillas para maratón son una bota malaya y te cortan la circulación sanguínea de un dedo y dos uñas giran en sukahara carpado hacia dentro, tu delicada carne. No han sido muy hábiles con los regalos de navidad.

 

Tienes, además, diez mejores ideas sobre qué regalar a un corredor. Esa inscripción a tu primer maratón, el posicionador de tus rutas por satélites hasta hace poco de uso antimisiles o esas sesiones con el mejor fisioterapeuta, para dejar de lado las sobrecargas de la fascia ileotibial.

¿Es que no fuiste claro? Pues haberlo sido.

Tienes hasta las próximas celebraciones para construir una cultura proactiva para con tu Liga de los tipos en ropa deportiva. Es un momento complicado de la existencia humana y debes afrontarlo

¿Conciliación paterno-filial o esa amortiguación para pronadores?

¿La poderosa atracción de ese ultratrail por sendas alpinas o el bono de los parques reunidos?

La ilusión de un hijo hace que en mi muñeca haya un reloj con una correa imitando piezas de Lego. Pesa como una chirimoya y los digitos están construidos en 16bits. Y es que si definimos las fiestas navideñas como familiares, no cabe duda que los lazos entre mi hijo y yo quedarán indisolublemente soldados. Hemos pasado veinte minutos alicates en mano para quitar un pasador de metal entre dos piezas de gomilla y hacer el engendro más ajustado a un reloj. Para alejarlo de la nave alienígena de juguete. Porque salir al día siguiente a rodar 18km con una suerte de omnitrix de Ben10, eso hay que ponerlo en perspectiva emocional.

– Tiene gracia, hijo. No sé cómo has llegado a deducir que me hacía falta un reloj para correr.

Cuando entrabais a la tienda multisecciones con la idea de finiquitar la lista de los regalos navideños, tu cuerpo quería seguir a tu mujer y niños hacia la planta de juguetes educativos y libros. Tu lenguaje corporal y los ojos, sin embargo, eyectaban fuego. Salían despedidos a la sección del podómetro.

¿Te has enfrentado alguna vez en batalla a muerte entre los miembros de tu familia? ¿En Navidad?

– Amor. El año que viene…

Viaje de negocios: correr como escapada

00.00am/04.00am (hora local). Medianoche. Terminal de tránsitos del aeropuerto de Dubai. Miras y remiras por los pasillos semivacíos y cierras los ojos un segundo. Poco que hacer salvo repasar mentalmente la reunión de pasado mañana. Salvo comentar con tu (quizá) compañero de empresa lo mucho que hay programado y la escasa cantidad de horas que dispondrás cuando aterricéis mañana en Hong Kong, ciudad por la que no te importaría vagar una semana entera y … what the heck! ¿por qué no? salir a correr.

Pero dispones del tiempo que dispones. Ante estas reuniones maratonianas (sobre el uso de este adjetivo podríamos estar echando sapos y culebras otro día, me lo apuntaré), ¿cómo encajar una sesión ligera de correr por la ciudad a la que te ha tocado ir por negocios?

Regresemos en el tiempo. Sírvete un gin-tonic y acomódate, que vamos a viajar a tu pasado. Si no tienes pasado ya puedes ir fabricándote uno. Aunque sea irreal e inventado.

Estás en casita. Son las 18.17pm. Faltan apenas unas horas para salir de viaje. Ufano y emocionado o renegando de tu maldita suerte y posición en el escalafón laboral de tu empresa. Andas preparando lo básico. El viaje incluye un cambio de huso horario y de latitud. Para qué vamos a engañarnos, no tienes la mente fría en estos momentos. Pero, de tenerla, deberías afrontar los siguientes inconvenientes.

En tu zona (en este caso saldré de la fría Europa en mitad de Enero) incluirías capas y capas. Pero viajas a un entorno donde:

(a) todo va a ser interior, salas acondicionadas, oficinas con un ambiente recargado

(b) se te ha dispuesto un alojamiento de categoría en el que, si quieres hacer cualquier cosa – insisto, cualquier cosa – podrá ser materializado indoors, a cubierto

En este momento desearías encerrarte en el wc. Agárrate. ¿Para qué llevar entonces mucha ropa de abrigo? ¿Preparo un maletón gigante con tal de poder meter mi calzado de correr? ¿Y las capas interiores? ¿Guantes? ¿Gorro? ¿Mallas largas o cortas?…

Todo este monumento a la indecisión logística te come durante días pero, claro, ahora son las 18.20 ya, y en media hora tienes que salir camino del aeropuerto. Y tiemblas y recorre tu espalda un sudor frío que no recordabas desde el último entrenamiento en Agosto. O desde aquel día que te dijeron que ibas a ser padre. O del último expediente de regulación de empleo de tu empresa.

Y tu capacidad de pensar con cabeza se reduce. Pasas a las preguntas-descarte, o sea, las típicas estupideces fruto de los nervios y de cierta falta de oxígeno en el cerebro:

¿Llevo una maleta con los asuntos de negocios y otra para los trastos del correr? ¿Dejo en casa el ordenador portátil para hacer sitio a un cortavientos?

Moreover, ¿Qué haría Murakami en mi lugar?

Retornamos a las 16.54pm (hora en algún punto sobre el sudeste de Asia). El hotel donde te reciben para el check-in está encajado en una ciudad que ha colocado sus edificios como las púas de una tabla de faquir y piensas que, esta vez sí, será imposible. En este entorno, con calles que desconoces y, previsiblemente, grafía de carteles que no hay manera de descifrar, no podrás salir a correr.

O, si sales, acabarás preguntando a mil millones de viandantes y los mil millones te harán pasar un mal rato. O te perderás y serás presa de un guión cinematográfico mientras tu jefe envía constantes correos electrónicos a la sede corporativa preguntando por el imbécil que no tenía otra cosa que hacer.

¡Basta!

Prometo la próxima vez seguir los sabios consejos de este blog:

  1. Prepara de antemano un mapa en internet con las posibles escapadas desde y hasta tu hotel. Ir a correr con un papel en la mano no es incómodo si te salva la vida (recuerda lo mal que se pasaba en Pekín Express)
  2. Sé razonable y acomoda tu esquema de entrenamiento a la realidad: mejor sesiones de 40 minutos y unos sprints, que hacer sí o sí esas diecisiete millas que tocan.
  3. Asume que es un entorno extraño. No es tu barrio. Ni tu parque o bosque local. Puedes viajar a Los Angeles o a Paris y encontrar zonas amables para correr, pero posiblemente no estén tan acostumbrados a un loco saltando carriles sin mirar en Shenzhen o Atlanta.
  4. Porta una pequeña riñonera y que te sirva para documentación, dinero en moneda local y bebida (ver foto más abajo).
  5. Recuerda ante todo, que deberás volver sano y a tu hora al hotel. Viniste a la ciudad a trabajar por mucho que te joda. No retrases a tu entorno por mucho que odies a tu jefe y pienses que sí, esta vez puedes sabotear su contrato en el Middle East y hacerle pagar aquello…
  6. Contacta con websites que te indiquen rutas para correr, con corredores locales que te orienten sobre particularidades de la ciudad, usa twitter o facebook para algo útil por una vez en tu vida.
  7. Pregunta en recepción si tienen alguna experiencia recomendando sitios para runners visitantes, aunque siempre como última opción y mejor la noche anterior que a las cinco de la mañana.

 

 

Es muy posible que esto (me refiero a las anteriores indicaciones para runner viajero, no a ‘esto’ de arriba, a mi cara de torrijas) rompa tu concepto romántico de correr en libertad, quizá perturbe ese importantísimo plan de entrenamiento o te haga volver a los carriles del jogging que juraste abandonar el día que saltaste a una categoría superior.

Te insisto y recomiendo que no. Correr es solamente una cosa más. Simplemente mete las zapatillas, un pantalón y un par de camisetas y calcetines en un esquinazo del equipaje. Lo demás debería llegar solo.