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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

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Pesadilla en la oficina (despistes del runner)

La rutina se rompe en ocasiones. Terribles ocasiones. La secuencia es sencilla: salgo esta mañana a correr con mis amigos Juan y Prado. Me traigo la mochila para una ducha en el trabajo. Llego, abro todo, toalla, champú, calcetines, todo.

¿Todo?

Todo menos los vaqueros. ¡Se me han olvidado los pantalones! ¡Y llevo mis piratas de topos Salomon Exo! La ropa menos casual ni apropiada. ¿Qué hacer? ¿Nunca os ha pasado?

Mi casa está a otros veinte minutos de coche, atravesar media ciudad… Menos mal que mis compañeros son deportistas -sí, los mismos que están ahora despiporrándose- Decido aguantar porque, afortunadamente, no hay atención al cliente prevista.

De todos modos creo que iré a mediodía a comprar unos pantalones de vestir o de chándal. Los dejaré en la oficina por si esto tiene todas de ser un despiste neuronal creciente.

Con afecto, desde la oficina.

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Zapatillas para correr deprisa

Nota mental: corregir el título de este post a «Zapatillas para correr deprisa (si es que podemos)». En realidad, correremos más deprisa si queremos acelerar el ritmo. Puntualmente o de manera sostenida. Para ello tendremos que contar con mejor forma física, aunque sea durante unos segundos, o durante kilómetros.

Pero sí, asumamos que existen ayudas externas y legales. Una de ellas es este segmento de zapatillas que tu cuñado -el runner, como dice él- te muestra cuando bajáis al garaje. Son unas zapatillas chillonas, super ligeras y extrañamente mutiladas. Es como si te pasase un prototipo de zapatilla. Algo sin terminar y un tanto bacaladero. En tus manos, por unos segundos, tienes una zapatilla minimalista, natural, voladora, racer, ligera o salazariana. ¿Qué?, ¿todavía no se le ha ocurrido a nadie encumbrar a Alberto Salazar como paradigma del vuelo raso maratoniano? Pues les cedo la idea.

Minima… ¿qué?

Si en ese momento comparas tu zapatilla de deporte con lo que tienes en la mano, verás que la zapatilla rápida no pesa nada. A costa de recortar en armazón y de invertir, a costa de la protección del juego pie-tobillo-pierna, la industria ha ido recortando para volver a… las zapatillas de los años setenta.

Un número 43 puede pesar doscientos gramos. Menos del embutido que echarías a un buen bocadillo. En tanto que tu deportiva, o la que has comprado para iniciarte en el correr, está montada sobre suelas de taqueado diferente y refuerzos diversos, este invento específico quita de tu zancada hasta doscientos gramos. Te preguntas si es tan crucial pesando ochenta y cuatro kilos, pero hay tipos que pesan cincuenta. Y corren que se las pelan. Claro que una ley de eficiencia energética hace que a ellos les ayude tanto o más su ligereza que una evolución de zapatilla que les suprima treinta gramos de peso. Pero esto de la especialización deportiva es así de difusa y confusa.

Se toma como ley que, para carreras en carretera, el pie no necesitará refuerzo lateral porque no pisará ni barrancos ni raíces. Salvo chaparrón previo, el agarre sobre el asfalto será sumamente sencillo. Esto permite que el peso caiga en picado. Y en ese sentido irá toda zapatilla rápida.

¿Las contrapartidas?

A todo cuesta acostumbrarse. Ojo, no estoy hablando de cambiar a correr con tecnología minimalista ni barefoot. Sobre esto tengo mi opinión guardada para pasados unos meses o quizá unas décadas. Necesito pruebas concluyentes a largo plazo. A lo que me refiero es que el primer día notarás que has dejado media zapatilla en la caja. Y cuando corras te dolerán tendones y huesecillos que creías acostumbrados a tu peso. Pero tu peso y la manera en que pisas no están acostumbrados aún.

Entonces ¿las abandonamos hasta que perdamos diez kilos o qué? Hay que entender una cosa. La zapatilla voladora no es lesiva cuando estás corriendo de una manera eficiente. Ese es el problema: que la mayoría corremos en un modo para el que no está construida esa zapatilla. Más que correr, vamos tirando. Echamos un pie y luego el otro.

Dejar caer el peso sobre uno y otro pie alternativamente, llevando una zapatilla ligera, no es nada más que provocar una lesión. Pero cuando enseñamos a correr con esa retahíla de ejercicios que mejora nuestra técnica de carrera, empezamos a correr y no a reptar. E impulsamos y los vectores de fuerzas se reparten de otra manera. Hay algo más que la gravedad y el arrastrar los pies por el parque.

¿Y qué pasa si, al contrario, me siento más ligero y voy progresando en mis ritmos, sin lesiones, ni problemas, y quiero probar?

Probablemente hayas empleado ya mucho tiempo en bucear por internet y leer y sondear opiniones de otros corredores. Pero si te pica la curiosidad, encontrarás un par de ejemplos en estas dos zapatillas: las Go Ride3 de Sckehers (238gr) y las Asics Super J33 (209gr). Mira y compara con lo que llevas puesto.

El running ¿correr o concepto?

Lone runner
Fuente: Wikicommons

Correr. Un pie. Otro pie. El paso siguiente a caminar. Asisto atónito a la reinvención constante de cosas «que se hacen» en conceptos «que se definen».

Y este entretenimiento que es correr, el proceso de vestirse y ponerse en movimiento, queda convertido en una etiqueta. Lo hizo en los años setenta, cuando los EEUU popularizaron el trotar. La nación se lanzó a correr y las empresas de ventas de material deportivo se lanzaron a colgarle posibilistas etiquetas. Joggers por todos los lados, footing llenando las marquesinas de los autobuses urbanos de California.

En los noventa nos terminó de inundar el concepto de ser un runner. Por muchas veces que intento reescribir mis pensamientos, y no molestar a esa buena banda de amigos míos que publican mensualmente en la revista homómina, me salen una y otra vez los mismos gruñidos. ¿Por qué no cuajó la misma revista bajo un sencillo ‘correr’?

Ser un corredor -asumo- tenía connotaciones ya birladas por otros deportes. Un corredor podía trabajar en bolsa. Había corredores pero de apuestas. Estaba el «hemos comprado un butacón y una alfombra larga para el corredor». Y el corredor de la muerte. Y las aves corredoras.

Imagino que en plena era del branding un corredor no podía dar empaque moderno a su afición de salir en colores chillones y con tecnología punta compartiendo término en el diccionario con un pasillo. O con la antesala de la silla eléctrica. En aquellas que, al mero hecho de movernos, nos invadía una reflexión deontológica. Cuando en realidad lo que se trataba era que el máximo de personas de este maldito país se lanzase a hacer ejercicio.

Como en tantas ocasiones, era más importante ser que hacer. El definir algo frente a practicarlo. ¡Cuánta equivalencia a otros momentos de la vida! Ser de izquierdas o ser un defensor del toro o ser del Fútbol Club Barcelona o ser de la cofradía del santo sepulcro.

¿Necesita de verdad una práctica deportiva ser un marchamo, un concepto?

Creo que no. Lo ayuda, pero no lo necesita. Después uno abre los comentarios de este blog y lee los típicos «Vaya idioteces que escribes sobre una cosa tan simple». Y ¿sabéis? Entiendo en parte la ira que levantan nuestras preocupaciones nimias sobre cada detallito, cada tontería relacionada con el simple hecho de ser corredor. Nos hemos convertido en caricaturas de nuestra práctica deportiva. Y no hacemos más que multiplicar las posibilidades. Ya no es que correr por el condenado monte sea «trail running» sino que admitimos como operación de oportunidad y riesgo que surja el «urban trail running» o el «park and city urban trail».

Y nos quedamos tan anchos. Porque hay una explicación detrás . Estamos tan acostumbrados a la explicación que apenas paramos a buscar la nuestra.

Hasta la explicación de este blog resulta un ejercicio vacío. Salid a correr y dejad al mundo tranquilo.

 

Algunas cifras sobre el Ultra Trail del Mont Blanc 2014

Algunas cifras que deberíamos saber, con el objetivo de comprender qué hay detrás de esa apasionante atracción de la carrera de montaña más solicitada del planeta.

El The North Face Ultra trail del Mont Blanc mueve estos números. Y no ha hecho más que empezar.

1. Este año, más de 14.000 corredores han respondido a la llamada de las inscripciones. De todas ellas, habrá 7.500 que se plantarán en las líneas de salida de las 5 carreras representando 77 naciones, movilizando más de 2.000 voluntarios y desplazando 50.000 espectadores

2. En el total de las 5 pruebas : 52,1% de corredores extranjeros y 47,9% de corredores franceses Es el primer año en el que habrá más corredores extranjeros que franceses en las carreras del Ultra-Trail®
El top 5 de países sigue idéntico al de 2013. Tras Francia, viene España: 8,93 % ; Italia : 8,90% ; el Reino Unido: 6,22% ; Japón : 3,73%. Vienen a continuación Bélgica, Suiza, Alemania y los Estados Unidos.

En 2014: España ha pasado por delante de Italia, ¡y los japoneses han doblado a los belgas!

3. En todo este fregado habrá 77 naciones representadas. ¿Mundialización? ¿No es esta una de las premisas para ser incluido en el programa olímpico?

Entre estas 77 nacionalidades hay 3 pequeñas novedades: Brunei, Mauricio y San Marino.

4. Un plantel de élites de más de 300 dorsales. En concreto 317 corredores (mujeres y hombres) con el «potencial top 10» según los criterios de la International Trail Running Association.

5. Ellas. En 2014, las mujeres inscritas representan el 13,3% de los corredores, es decir, una progresión del 3% en relación a 2013. Están bien representadas en la OCC (más de la cuarta parte de los inscritos). El UTMB® es la carrera con menos representación, con sólo un 8,14% de mujeres.

6. Edades. ¡De 20 a 70 años y más!
Los de más de 70 años prefieren un recorrido menos largo: 10 inscritos en la OCC de los cuales 2 son mujeres y 4 en el UTMB® entre los cuales hay una mujer.
Los más jóvenes (categoría Espoir a partir de 20 años – edad mínima para inscribirse) prefieren también la OCC : 32 inscritos en la OCC contra 5 en el UTMB®.

7. En la prueba de iniciación, colapso ya desde su primera edición. La nueva carrera lanzada en esta edición 2014 ha visto un verdadero éxito y ha hecho necesario un sorteo: la organización ha recibido 2.443 solicitudes de inscripción para 1.000 plazas disponibles.

8. ¿Experiencia? Cada vez hay más corredores nuevos, entre los deportistas que vienen de otras disciplinas. La cantidad de participantes que vienen por primera vez al evento aumenta regularmente en la mayor parte de las carreras.

Todo esto completa un escalón más en esta ascensión imparable que invita a recorrer durante horas, subiendo y bajando, los contornos del macizo del monte blanco.

Algo tendrá el agua cuando la bendicen.

Los mejores tuits del running

Es tan tentador.
Es tan absolutamente emotivo ver cómo esa gran familia de corredores plasman en ciento cuarenta caracteres lo que a otros les cuesta una vida entera.
Es tan, tan, que tengo guardados unos favoritos. Mis tres gemas de esta primera tanda (habrá más). Mis tuiteros de cabecera cuando no voy ni para atrás.

Nacido hace relativamente poco, @ArmandoRampell es un alquimista. Vive frente a los retos imposibles de unos, los momentos-pose de otros y la vigilancia permanente de la cotización del cupcake de calçot. Ácido (cierto, en este blog no sale casi nadie amable o correcto) y luchador contra la tontería. Produjo hace no mucho esta síntesis.

 

El @LuchoRunner es un tipo amabilísimo que está constantemente tirando de la lengua a los tuiteros de habla hispana. Sus preguntas al bazo son fuente de debate. Y ante ‘ese’ espinoso tema, mostró un cuadro+tweet casi a mitad de camino de composición pictórica barroca, rostro de cemento del tipo que se coló, resumen de hacia dónde van las carreras de calle… Todo.

 

El tío del megáfono es un tipo majísimo y con incontinencia verbal. El amigo Barrantes, @AlbBarrantes en twitter, sufre de manera denodada para vencer a sus inseparables torrijas oculares. Madrugar y correr se revuelven en su contra. Pero él se rehace, finta y se coloca el traje de #Legañaman. En acción.

Año nuevo, vida nueva. Has empezado a correr y…

Y te duele todo el cuerpo.
Y te lo has pasado de miedo.
Y te ha salido caro, pues la san silvestre te ha costado quince pavos en inscripción, setenta en zapatillas, un pantalón abrigadito por otros veinte…

Haberlo pensado antes. Si escogiste el 31 de Diciembre para escamotearle el último esfuerzo a tu vida sedentaria, debes saber una cosa: pocas personas han podido parar o dar marcha atrás a ese impulso. Salvo lesiones o haber entendido muy mal qué significa empezar a corretear como entretenimiento, el que empieza a trotar, aunque sea de manera ocasional, queda enganchado a ello.

Lo dicen los médicos y lo recomiendan los terapeutas.

(Archivo 20Minutos)

Ahora bien. No es gratis

Si querías otro comienzo menos sufrido, haber comenzado con la dieta Dukan o con una buena y completa colección. Hobbies hay a patadas y muchos habrían sido más reposados. Correr significará molestias físicas y esfuerzos aparentemente inhumanos. Probablemente madrugarás para sabe dios qué estiramientos y tomarás desayunos exprés en lugar de café, zumo, cigarro y bocatín. Procesarás el tiempo y los alimentos a otro ritmo. Tendrás que dejar de lado algunos vicios.

Una cosa sí es cierta. Corras o no, te vas a morir lo mismo. De interrupción de la vida.

«Me enganchaste a correr»

Dudas que te lo estén diciendo de corazón. Pero es cierto. Alguien te confiesa que te ha leído y que se ha animado a correr. Más que animado, se considera enganchado. ¿Tan rápido?

¿Tanto daño hace un discurso alrededor de un hábito saludable?

Además llevo perdidos ocho kilos.

Y, claro, en casa te miran raro. Confiesas y te dicen que no, que muy bien. Que sigas. Y piensas que ha sido una buena decisión y que podías haber descubierto el ejercicio más fácil del mundo años antes.

Ya estás dentro, cachorro.

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¿Tenéis algún conocido que hoy ve como algo lejano aquel día en que os hizo caso? Personalmente, adoro rememorar con ellos todos aquellos momentos en que te bombardeaban con preguntas. Sus dudas, su miedo a parecer ridículo. Hoy asumen como natural el hecho de reservar un hueco de domingo, quizá a las siete u ocho de la mañana, sea invierno o verano, para correr. Ayer te preguntaban y hoy te agradecen.

Te hablan de los comienzos en la cinta de correr del gimnasio. Buscan tu dirección de correo para preguntar por carreras, cortas, pachangas, pero ya son otros. Es difícil abstraerse de esa simpática sensación de culpa.

Más contento aún si ese «me enganchaste a correr» viene de un post en este blog.

Doce veces más intenso es este sentimiento, siendo uno de los entrevistados que nunca correría. Que me pasó dos emails previos asegurándose de que la entrevista no fuera una burla a los que no participan de la cosa de las zapatillas.

Más pistas: es pelirrojo, es uno de los hombres de negro del banquillo de un equipo de la Liga Endesa ACB.

Eso es. Javier Cabrerizo me confesó que ya trota hasta veinticinco minutos seguidos y que está encantado. Encantado es casi homófono de enganchado.

¿Corres igual que conduces?

O, contrario sensu, ¿conduces igual que practicas tu deporte favorito?

Ayer viví un episodio de homicida montado en un coche, haciendo barbaridades y poniendo en peligro seriamente a varios conductores. Tras dar parte a la Dirección General de Tráfico (cuya línea de twitter está abierta), me dio por pensar cómo sería en la vida real este hijo de tres padres -expresión de mi santa madre.

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Fuente: Propiedad del autor del blog.

Es más. ¿Cómo haría deporte? En el caso de que lo practicase.

Parece irremediable comparar nuestras actitudes haciendo el deporte que adoramos con la actitud del día a día. En mi casa siempre se dijo que no todos son capaces de echar paciencia durante meses frente a un deporte tan duro como correr. ¿Os imagináis a esas personalidades violentas que tienen que agachar las orejas frente a esa falta de aire en mitad de una cuesta? ¿Asentiría y sonreiría cuando le diéramos esos ánimos o esa palmadita en la espalda? ¿O nos soltaría un bufido lleno de espumarajos?

¿Alguien me puede decir qué ocurriría con un impulsivo y vehemente ciudadano en plena carrera, en la que ha calculado mal el ritmo y ve que le adelantan decenas de compañeros de todas las edades y tamaños?

Esto me lleva a preguntarme cómo sería. Por un lado me parece que correr es un excelente palo en las costillas a nuestros egos. Nos pide paciencia, calma y mesura. Por otro veo algunos runners y los veo vociferando al volante, recortando en las curvas o amedrentando al coche que van a adelantar.

Y no llego a conclusión alguna. ¿Me echáis una mano?

Participa y gana uno de los 10 dorsales en juego para correr los 10km de Madrid

A todos los que venís a leer buscando entretenimiento, reposo, que os den la razón o quizá fotos de atletas desnudos y desnudas, ha llegado el momento de sacar algo en claro de esta rocambolesca bitácora.

Resulta que la RFEA, organismo gobernante de atletismo español y organizador por tercer año de un sólido y homologado circuito de carreras en ruta, nos ha dado vía libre para que DIEZ DE VOSOTROS participéis GRATIS en la prueba del próximo 9 de Noviembre, en los 10km de Madrid.

Una carrera de 10 kilómetros, homologada, y con las palabras «vosotros», «dorsal» y «gratis» en la misma frase. ¿A qué esperas?

Tras las buenas acogidas de Sevilla, Oviedo y Palma de Mallorca, con más de mil participantes en cada una de ellas, llega el turno de Recoletos, la Cibeles, Retiro, la puerta de Alcalá… libres de tráfico para el próximo sábado 9 de noviembre.

¿Qué hay que hacer?

Punto uno. Para participar hay que responder en los comentarios de este post en la página de Facebook de 20minutos o con el hashtag #10KM20M en Twitter a la siguiente pregunta:

¿En qué piensas cuando corres?

Punto dos. Se premiarán la originalidad y la creatividad. Estamos en la era de la participación pero también en la de la masa que no opina. No caigamos en la era de la mahonesa en las venas. Demostrad que el correr despierta en vosotros algo más.

En juego, poder participar en esta prueba. Las bases completas, aquí.

Él, runner. Ella, no runner.

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Hace unas semanas la estupenda bloguera y mejor corredora Rosa Asensio me lanzó un guante. En ese duelo de zarzuelilla la chica era la corredora. Él, bueno. Eso. Afortunadamente las tornas cambian. Se lo devuelvo.

Él (corredor).

El sábado es su cumpleaños. Lo tengo todo controlado. He pensado que es el momento en que se inicie en esto de correr. Tenía que comprar unas medias de compresión y mirar las rebajas -ando con un par de zapatillas con más de seiscientos kilómetros- así que me ha solucionado el regalo.

He visto unas mallas pirata que le van a sentar de miedo. También tenían una faldita corta de corredora pero no me he atrevido. Así que eso y un modelo de pronadora para chica. Para ellas diseñan unos colores brutales. Aunque dudo que sepa qué es ser pronador o supinador. No me hace mucho caso cuando pasa por detrás de mí y gira la vista a mis intervenciones en foros o en facebook.

Verás que sorpresa. Ahora podremos compartir más tiempo juntos, aunque yo tenga que entrenar rápido y ella, bueno, podemos calentar y estirar juntos y ducharnos. Sí. Este año he acertado con la compra. Cuando me meto con los complementos suelo ir de fracaso en fracaso. Termino de hacer el café y algo sólido y se lo llevo a la cama.

-«Hola amor. ¡Toma, tu regalo de cumpleaños!»

(Un silencio helador se extiende por el apartamento mientras ella abre el envoltorio de una evidente tienda de deporte)

——

 Ella (no corredora).

¡¡Por fin es sábado!!! No, un sábado cualquiera, ¡¡¡noooooo!!!  Es el sábado de mi cumpleaños.

La verdad es que no sé si prefiero que él se acuerde o no de mi cumpleaños. Yo sé que pone interés pero …. No hay año que acierte con el regalo, o escoge bolsos que sólo llevaría su madre o joyonas de esas que nunca me ha visto puestas y sabe detesto pero que aún así me regala. Debe ser eso de las carreras, tantos kilómetros no le dejan mucho más para pensar.

De cualquier manera, que se acuerde es un detallazo. Así que, sea lo que sea, me gustará aunque espero no haya perdido el ticket-regalo.

Ahí está. Trayéndome el desayuno a la cama. Lo miro. Ya estamos con la papilla esa de avena que toman los runners. Le miro. Sonrío.

– «Gracias, cariño».

Y de repente le veo que saca algo de debajo de la cama. ¡Mi regalo! Lo miro con detenimiento. Ni idea de la tienda donde lo ha comprado. Miedo me da. Rompo el papel de regalo de la “tienda desconocida” y…. ¿qué es esto?

Sonrío intentando disimular mi cara de: “Qué coño es esto?, ¿Por dónde me lo pongo? ¿Para qué ocasión?»

– “Son unas mallas pirata”, me dice emocionado. Mira que tiene ganas de que salga a correr, pero buffff, la sola idea de ponerme a sudar me da pereza. ¿Unas mallas pirata? ¿Para qué? ¿para jugar a los piratas mientras ese micro-pantalón me comprime de tal manera que no puedo ni respirar y me salen las lorzas por encima de la cinturilla?…Sonrío.

Aún hay más. ¡Unas zapatillas!

– “Son pronadoras”, me dice. Prona… ¿qué? Le miro como preguntándole si me está insultando. La verdad es que las bambas estas son chulas. De colorines y molan hasta los cordones. Quizás pueda llevarlas con los vaqueros que me compraré cuando descambie la otra prenda del demonio.

Sonrío y le beso. «Gracias cariño».

Aprovecharé cuando se vaya a correr a buscar el ticket regalo.