Runstorming Runstorming

Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

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Fútbol. Hala, ya lo he dicho.

No voy a escribir sobre qué me parece que el mundo esté aguantando la respiración ante la Copa del Mundo de Brasil 2014. Ya lo ha dicho por mí Issac Rosa en su artículo. No seré el coñazo antifútbol.

Cuando veraneábamos en aquellos ochenta del Valle Amblés, yo jugaba bastante al fútbol. El ser ya un atleta escolar me había regalado mi primer estirón (os recuerdo que empecé a correr para dejar de ser un niño de diez años con evidente sobrepeso). En los partidos en el pueblo agrupábamos los bandos en el simplista ‘los de Madrid’ contra ‘los del pueblo’. La verdad es que, al ser niños del baby boom, aquello permitía que salieran suficientes unidades como para partidos enteros de fútbol en campo grande.

Y en el campo grande que el pueblo tiene en las eras, lindando con unos pivotes de granito, aquella banda izquierda era dominio de Luis. Corría y recuperaba con suficiencia en medio de una adolescencia en la que los primeros alcoholes eran sintetizados por la edad. Correr me daba fondo como para subir, centrar y bajar a dar una amable tarascada a Ismael, otro amigo al que le encomendaban subir por su carril. Suyo o mío, no estaba muy claro.

Pero aquello era un juego. Entonces, jugábamos.

Lo que ahora entumece y ha convertido a la sociedad en imbéciles teledirigidos es un negocio.

Qué queréis que os diga. Me estomaga.

Se ha escrito mucho sobre la pureza de que te guste correr. Lo de ser aficionado al deporte más solitario y duro, sencillamente, no tiene sentido. Nadie es aficionado al ‘running’ sino que se abrocha un par de cordones y arranca a trotar.

Por contra, hay más gente aficionada a la pulsión de ver -incluso de hablar de ello sin verlo- esa mezcla de drama televisado y deporte llamada ‘el fútbol de los huevos’. Que ni siquiera se parece a ver chicos jugar en un patio de colegio. O entretenerse dando patadas a un balón desinflado en un pasto. Ni se parece a ese arranque puro de una niña a dar un puntapié a una pelota antes de que le enseñen que las chicas y el fútbol están destinadas a pelearse.

Porque esto va de eso mismo. No de sudarla un rato con doce compadres y de beber un trago fresco de agua o cerveza. Esto va de que las masas se agrupan en bandos religiosos. Se comulga con la camiseta, se idolatra a los jugadores que presumiblemente sientan cien veces menos la camiseta que un impago de su salario.

Y, creedme, si convertís el correr en algo parecido, os lo cargaréis. Corred. Es algo que un futbolero no entenderá porque le está costando, incluso, ponerse a dar patadas al cuero.

 

Un día, sencillamente, las piernas no van

Ese día parece que las piernas han decidido declararse en huelga. No van. Sales a correr y, en un momento, que pueden ser diez segundos o cien metros o doscientos, nada. Y tiras de corazón, al que sometes un poco más y decide que hasta ahí has llegado.

Nada va.

En algunas ocasiones le hemos echado la culpa a los cambios estacionales, a la variación de la luz y ese estado mohíno que nos invade. O empezar a correr con los fríos que dificultan el calentamiento de los músculos. O los primeros calores que aplatanan y deshidratan. También se habla de la incidencia de las alergias, asmas o de otros patógenos, antibióticos que exprimen hasta el último hálito de un corredor, cien factores.

Ya. Pero ayer podía correr sin tanto problema.
Ha sido un ‘ploff’ repentino.
¿Qué hago?

Ahí el drama. Ahora, ¿qué hago?

¡Qué hago! ¿Se termina mi carrera de corredor hasta que no llegue el invierno? ¿Voy al médico? ¿Voy al neurólogo? ¿Cómo voy a parar de correr si es lo que mejor me sienta?

El corredor se convierte en un Woody Allen a la búsqueda de un coach, de un experto corredor, de un bloguero-curandero o de lo que sea. Y la espiral puede terminar, efectivamente, generando algo más estructural. Una dolencia psicosomática o un trastorno somatoforme: cuando una persona percibe el estrés puede generar respuestas emocionales y de conducta que derivan en dolencias físicas. Con que no seamos burros. La generación de pensamientos negativos no ayudará mucho. Así que, como primer paso, no te tortures.

¿Y si no es eso? ¿Y si vivo feliz, mi entorno me apoya y quiere, y únicamente me preocupo de hacer el bien? Los síntomas son que, simplemente, no voy.

En este momento declaramos inaugurada la ronda de Junio de consejos del abuelo corredor.

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1. Ponte a pensar en otra cosa.

No he dicho «busca otra carrera más adelante en internet, que a esa seguro que ya llegas en mejor forma si acomodas ligeramente el entrenamiento del mes que viene». He dicho «ponte a pensar en otra cosa» ¿Hay otra cosa aparte del correr?

Sí. Repasa el jardín, haz limpieza en los armarios, comparte un ciclo de teatro con tu pareja o lleva libros que no uses a la biblioteca o asociación benéfica de tu barrio. Hay otras cosas. Os diré una más: cuando han pasado dos días o tres sin pensar en correr, superado el síndrome de abstinencia que tu cuerpo sufre pidiendo su dosis de endorfinas, recuperas el cerebro. Y, acto seguido, él se encarga de ir reparando tu físico.

2. Esconde la báscula.

Yes. Esa báscula a la que presentamos nuestros respetos a diario, porque lo dicen endocrinos, planes de entrenamiento o revistas especializadas. Sin darte cuenta, subes a ella a diario como examen de conciencia. Si aparece medio kilo más, algo estás haciendo mal. Si aparece medio kilo menos, será una ventaja competitiva en tus entrenamientos. Es un grave error.

Estas semanas previas se ha caído un cinco que vivía cómodamente instalado en mi pesada casi diaria. Casi de puntillas sobre el cuatro ha venido a vivir conmigo un tres. Ahí una de las razones de cierto cansancio de los últimos días y de que hayan asomado sobrecargas y molestias generalizadas.

Es hora de parar y levantar el pistón. En un mes, saliendo a correr de manera habitual, kilo y medio en mi asquerosa carcasa suponen una pérdida de masa muscular, en depósitos de grasa y de líquido. Por lo tanto, a darme un descanso de dos cosas, porque la temporada es larga, es eterna: fuera palizas durante una o dos semanas, fuera la báscula. En un par de semanas os prometo contar mi regreso al cinco.

3. Esas meriendas-cena, esos gazpachos.

Habitantes deportistas del hemisferio norte, cuidado con las comidas de verano. El calor, los cambios de horario y picar y llenar con cerveza fresca las comidas normales son un pequeño lujo. No podemos permitirnos muchos lujos a no ser que -de nuevo- paremos de correr un poco.

Cuando empezaba a salir a hacer grandes kilometrajes, con el cuerpo aún tierno y sin varear (imaginaos la de años que hace que me libré de ir al instituto la mañana siguiente) sufrí la gran pájara. En un entrenamiento de domingo de veinticinco kilómetros, pasada hora y media tenía hambre, se me nublaba la vista y tuve que regresar caminando durante casi nueve. La mañana del lunes, en la curva de azúcar de una analítica, seguía con los depósitos vacíos. Y os prometo por los huesos faciales de Chema Martínez que el domingo llegué a casa, comí, merendé, cené y vuelta a empezar.

Pero era mayo. Hicimos una merienda-cena el sábado demasiado ligera y demasiado temprano y, cuando salí a correr esas dos horas llevaba casi doce horas sin ingerir sólido. Los corredores, aunque apenas trotemos media hora, necesitamos mantener un nivel de ingesta calórica básica por muy burros que nos pongamos queriendo entrar en esas bermudas o ese bañador.

Ya sabes por dónde atajar una buena parte de los síntomas que no son específicamente de agotamiento por sobreentrenamiento. Éstos últimos merecen el paso por un entrenador y un fisioterapeuta.

Además de dejar de correr una temporada, animalito mío.

Preparándonos para la ‘grande boucle’ de las carreras por montaña: UTMB


Fuente: The North Face Ultra Trail Mont Blanc

UTMB. Marca registrada. un concepto registrado. ¿Cómo, si no?

No en vano es más que un trail montañés. Es un ultra por todas las connotaciones que este prefijo latino tiene en la escala deportiva. La preparación y el detalle es impresionante. La movilización logística de dar la vuelta con siete mil personas corriendo y gateando alrededor del Mont Blanc, el Monte Bianco de los italianos que lo miran desde Courmayeur, es impresionante.

Courmayeur. Esta localidad será la partida de la aventura que os relataré. Está situada en la boca sur del tremendo túnel del Mont Blanc, donde se produjeron infaustos accidentes en el pasado. Desde su centro partiremos dos mil corredores de montaña para terminar lo que nuestros compañeros de la carrera grande dejarán empezado unas horas antes. En concreto, miles de duros corremontes habrán salido la tarde anterior desde Chamonix, en el lado norte, el francés. Más miles. Más enormidad.


Fuente: The North Face Ultra Trail Mont Blanc Website

Y es que todo suena grande. Todo es ultra. Desconozco si hay fans y tifosi violentos alrededor del concepto del Ultra Trail del Mont Blanc. Podrían generarse sin lugar a equivocarnos. Tú organiza una carrera de montaña. Aloja en unos valles alpinos a todo el mundo. Dótalo de una asistencia de tres ejércitos de tres países y de media docena de temblorosos comerciales de agencias aseguradoras, mirando todos al cielo para que el pronóstico de ‘la méteo’ sea de sol y buen tiempo.

Que el matrimonio Poletti y el enorme equipo a su cargo, los patrocinadores de todo color, la forma física que presentemos cada uno sea un engranaje y las incidencias no pasen de raspones. Y esguinces. Y las alucinaciones propias de llevar despierto noche y día mientras subes y bajas valles y cimas.

Mímalos, a los siete mil. Día y noche, sin excepción. Ah, esos voluntarios. Dedícales desde tu desagradecido puesto de director de carrera unas certeras y duras instrucciones para que ellos puedan transmitir únicamente una sonrisa a esa exhausta figura que llega en mitad de la niebla, de la oscuridad.

Fuente: The North Face Ultra Trail Mont Blanc Website

Bien es verdad que somos un medio de comunicación. Y que comunicaremos lo bueno, lo malo si lo hubiera y lo excelso, lo épico. Si seguís este blog sabréis que no soy de mucha épica. Esto es poner un pie y luego otro. Aún así, el goteo de detalles alucinantes sigue llegando a mi cuenta y llevo semanas anteponiendo esos mensajes a otros más inmediatos.

Es normal que os los refiera.

Recuerdo haber leído de un ‘asomado’ a este blog, «habláis bien de ellos porque nos invitan a correr por la cara». Pero el trato me tiene sinceramente abrumado con esa perfección milimétrica de su departamento de Prensa. Tanto en información para la carrera, para alojamientos, la escalonada y paulatina inscripción y confirmación.

Sí señores y señoras y cabras del monte. El Ultra Trail del Mont Blanc demuestra una seriedad que otros eventos-masa ya quisieran. ¿O es que habéis olvidado el birrioso y cómico espectáculo de la organización de lo que queda del viejo Giro de Italia? ¿O las trampas al póker de las ligas profesionales que se sostienen con dinero público y escamotean la fiscalidad de los clubes de primer nivel?

Si fuera periodista de ciclismo tendría un referente a mano para cuestionar y contrastar todas estas impresiones: el Tour de Francia. ¿Es el UTMB la otra ‘grande boucle‘?

La sopa de ajo de la madre de un corredor

Pan del día anterior, ajo, una pizca de pimentón y unos trozos de jamón, caldo de cocido y huevo desliado. Cuatro cucharas y un camarero que sale a correr por el monte con camisas a cuadros.

Es inevitable pensar en las tendencias y en la super especialización del mundo del corredor. Acto seguido, acostumbro a dejar de lado esos pensamientos y coger una de las cucharas y reponer los líquidos perdidos. Mientras las prensas del mundo exprimen sin remedio todas las campañas tecnológicas, esas que nos permiten correr más, más lejos y -sobre todo- más bellos, Gabi se disculpa porque agotaron los judiones.

Uno es que que va pidiendo una cazuela de judiones cuando se nota que ya ha caminado y corrido todo lo corrible. Es Ley de vida y con ella tienen que convivir los míos. Siempre he dicho que la cocina castellana de cuchara templa el cuerpo. Y, como la castellana, otras muchas.

Sales y líquidos perdidos, grasa perdida por los minutos y horas en movimiento, temperatura si se da el caso de tener que recuperarla… pero en la generación de los setenta, decir «sopas de ajo» era mirar aquellos perolos que desayunaban nuestros abuelos mientras los urbanitas pedíamos colacao.

Y que nos colaran la leche.

Han pasado dos décadas y ahora somos maduritos a los que el deporte intensivo nos ha vuelto a entrar la necesidad de comer bien. Los del gremio venimos de estar cinco horas en carrera o de revolcar nuestra bicicleta por barrizales y sembrados y algunos han declarado la guerra a los suplementos artificiales.

Creo que quedan en sitios como este Asador donde se cocinan sopas de ajo que levantan un muerto.

Señores, Gabi. A la puerta de su Asador de Ángel. En Cercedilla (c/Pontezuelas).

Algo que quizá no te contaron antes de empezar a correr

Correr duele.

Lo sabes. Sé que lo sabes y por eso me paro un momento. Para recalcarlo.

Habrás entrado a este mundo de pequeño, desde el atletismo escolar. Probablemente, si no, seas uno más de los que han descubierto que el modo de vida [escalofríos] del tipo deportista del siglo XXI es fastuoso, te realiza y llena como persona. O, es posible, seas una convencida estajanovista de la vida sana y añadas el trote moderno a tus esfuerzos por alcanzar la plenitud.

Porque te van a doler tendones, músculos, paredes cardíacas y diez partes más de tu cuerpo. Si la naturaleza nos hubiera querido corriendo ad aeternum nos habría extirpado el cerebro. Corremos mientras éste, el jefe, mantiene el estímulo químico que tolera el dolor.

Ya, pero…

Este no es un ejercicio complicado. Es tosco y no necesita grandes parámetros técnicos o estratégicos. Es fácil si el objetivo es ir ganando kilometritos a la vida sedentaria. Es, coronando la cesta de navidad de la cosmogonía deportiva, agradecido como pocos, recompensando con rapidez tus progresos.

Pero un día duelen más las piernas en mitad de una ventisca o bajo un chaparrón. Los pinchazos de un pie duran semanas y no, como desearíamos, minutos. Si nos pasamos, duele. Si salimos cortos de bagaje y queremos apurar distancia o méritos, duele por partida doble. Podemos entrenar como bestias. Podemos alimentarnos como recomendarían cien Nutricionistas clonados al efecto. Y, por un raro mecanismo de martirio voluntario, aplicamos esa preparación para que todo nos duela un poco más. En ocasiones, toneladas de sufrimiento encaminadas a que, el día de la carrera, «disfrutemos sufriendo».

El camino más rápido para quemarse o romperse.

Y mira que tenemos defensores del sufrir natural, del dolor sin aditivos, de la conversión del dolor de correr en un reto, de la superación. Le hemos añadido un sin fin de mecanismos de conmiseración. Están esos halagos a la recompensa de la ducha, del sentirse bien. La literatura de la endorfina sitúa el placer inmediatamente después del dolor.

Pero te diré una cosa, joven amigo. Del dolor, pero también del fisioterapeuta o del quirófano. Sólo aviso.

¿Es tan duro esto?

Yo creo que sí. Y es necesario que nadie se lleve a engaño. O abandonarán el correr por el próximo y más moderado deporte que surja.

Leo en ocasiones que el deporte se lleva a extremos innecesarios. «Pero cómo meten esas etapas por el frío y la nieve a los pobres ciclistas», se suele leer. Ya. Es que han optado por la bicicleta de carretera y han querido ser profesionales de ello. Las reglas de ese juego están escritas desde 1900. Las reglas de correr se dejaron a un lado en cuanto logramos inventar un medio de locomoción más rápido. Correr quedó para las fiestas, las apuestas entre los tipos más duros de la zona.

Los demás, miraban.

Al igual que descubrimos con nuestros ojos las extraordinarias gestas que deportistas pueden hacer sobre una bicicleta, raquetas de nieve, bastones o cuerdas y piolets, viene un momento en que no paramos a analizar lo siguiente: el estado natural del género homo, el de estar en movimiento, se alterna con periodos de parada. La evolución ha hecho que nos adaptemos antes de reventar o ser devorados.

Por decirlo de otra manera, la mejor medicina para cuando correr duele es dejar de correr. Es muy posible que sea uno de las últimas trazas de inteligencia que le queden al ser humano.

Firmado, un abuelo cascarrabias.

Próxima parada: Gran Trail de Peñalara


Fuente: RSEA Peñalara.

Os contaré mi relación con la joya de la corona de la sierra de Guadarrama, a la que algunos etnocentristas dicen Sierra de Madrid y olvidan y desprecian el talón más amplio, el faldón segoviano, tres veces más extenso y arbolado. Esta joya es el Gran Trail Peñalara, un evento que replica a escala el gran invento del ultra trail.

El ultra de montaña, ese concepto que solamente podía haber nacido en los Alpes, con la inspiración de los pioneros de las Rocosas y las sierras californianas.

El quién.

De esa manera, la centenaria RSEA Peñalara acogió la experiencia que algunos de sus miembros habían vivido en Chamonix (Francia). La desmedida aventura de circundar corriendo el macizo completo del Mont Blanc. El hoy director de carrera, Felipe Rodriguez, el mitiquérrimo Trepariscos, había pensado que se podía hacer perfectamente un bucle similar al que rodea el macizo – y al que acudiremos para contaros como es el próximo Agosto.

El qué.

Diseñando un lógico bucle, Rodríguez dió rienda suelta a su experiencia. Se organizaría una carrera de 110 kilómetros aproximados. Se doblegarían los pasos de la Maliciosa y la Morcuera para luego encarar la cima señera de Madrid, Peñalara y sus largos 2.400 metros de altitud, para contornear el Eresma por La Granja y regresando a la falda madrileña. Como se hace todo esto en la montaña, mirando con amor y pavor a las cimas y los elementos

Me siento enormemente orgulloso de decir que apoyé desde el primer día aquella aventura. En 2010 le metí el diente a los ciento y tantos kilómetros. En la siguiente edición fueron ellos los que me despedazaron a dentelladas, empatamos. Entre tanto la RSEA Peñalara tenía ideado un despliegue con dos distancias menores, de 80 y 60 kilómetros, para acoger a quienes hubieran quedado fuera del cupo de admitidos y para iniciar a otros muchos. En 2012 nos pusimos de acuerdo la montaña y yo y me dejó disfrutar de la carrera mini, la TP60. Mus el año pasado y vuelta al ruedo este 2014.

Mi relación con las grandes pruebas de montaña es como la de dos conocidos, viejos compañeros de alguna perrería, no mucha. No soy un gran montañista. Creo que hemos llegado a conocernos y sabemos de qué pie cojea cada uno. Ellas me maltratan un poco, probablemente como a todos, y yo me presento o, a veces, me escapo de sus cantos de sirena. El tiempo dirá si nos seguimos apreciando dentro de veinte años.

El cómo.

Mientras tanto, la organización consolida la prueba y ha de acomodarse a las exigencias de un entorno protegido. Vivimos inmersos en el crecimiento de las restricciones. Tras décadas, por fin se dota de una protección legal al Parque del Guadarrama. El sueño anhelado y exigido desde que las promotoras mordisqueaban cada hectárea, la presión de casi seis millones de habitantes de una región urbana que llega hasta los mismos márgenes.

Irónicamente, la protección llegó y provocó el primer choque de trenes. El deporte en alza contra la protección ambiental, mientras los otros, los actores que antaño deforestaban y allanaban, construían y abandonaban, miraban ahora hacia otro lado.

Es la historia de nuestro cambio de siglo. La explosión de las posibilidades técnicas para los corredores y la popularización tiraron en favor del hoy asentado Gran Trail del Peñalara. El temido getepé despliega su encanto mediático, su belleza serrana y una dureza tremenda. No estoy haciendo literatura épica de mercadillo. Es tremendo el modo que tiene de vapulearte.

Pero todo ello va calando. Más, cada vez. No hay día en que corramos por una senda y no aparezca un corredor que luce orgulloso alguna badana o camiseta getepera. De esas cuatro ediciones previas. Como bien saben los aficionados a la montaña, a la familia de alpinistas, himalayistas o locos de los Pirineos le ha nacido una subsecretaría de acelerados guadarramenses. Al igual que los montañeros clásicos, suben y bajan de las cimas. Portan sándwiches de jamón y tienen piernas de piedra.

Pero hay una sutil diferencia.

El cuando.

El recorrido de este monstruo marino de granito y pinar también sube y baja. Montañismo de dosmiles en esencia. Compartiendo las líneas gruesas tanto con el añejo senderismo pero también con la vieja maratón, con el pedestrismo de hace cien años. Hay un mucho de las excursiones clásicas de los Giner de los Ríos, de los poetas que adoraban las alturas que miraban hacia la meseta. Pero encadenando todo en unas rígidas treinta horas de margen. A las diez y media de la noche del último viernes de Junio tendremos que encarar el dragón tumbado.

¿Quieres asomar para aplaudir a esos titanes minúsculos, empeñados en ser más rocosos que la montaña?

El día 27 de Junio se saldrá a las 22h30 desde la plaza de Navacerrada. Posteriormente, ese perfil que nos obligará a subir llenos de energía las siguientes cimas:

  • La Maliciosa (2227m)
  • Collado de la Dehesilla (1330m)
  • Puerto de la Morcuera (1776m)
  • Puerto del Reventón (2037m)
  • Risco de los Claveles (2380m)
  • Pico Peñalara (2428m)
  • Puerto de la Fuenfría (1792m)
  • Collado del Emburriadero (1940m)

Todo en treinta horas. Un día de campo y una segunda noche, para muchos.

Un gran menú que nos exigirá un poco más, como siempre en este mundo de piernas y zapatillas. Siempre un poco más.

 

Los chefs corredores

Guisar un diseño previo, pensar, resistir durante horas en un entorno sofocante, entrenar duramente para contener las ganas de rendirse. ¿Un plan de deportista de élite? No. Es la descripción de la jornada habitual de un cocinero.

Si añades que unos cuantos cocineros han alcanzado la categoría de chef y su responsabilidad se multiplica por diez, y que a las jornadas maratonianas de una cocina hay que añadir una notoriedad pública, ¿te extraña que solamente les quede tiempo para calzarse unas zapatillas?

 

 

Pues cada vez es más frecuente. Estos lobos solitarios de lo más alto de la pirámide de la cosa culinaria son, muchos, corredores. No sé por qué tenía que extrañarnos. Desde este lado de la mesa vemos pasar por delante de nuestras narices, qué sé yo, aceites estupendos para untar panes de naranja, de pasas, capuccinos de verduras o las archifamosas maravillas de carnes, pescados o espeluznantes arroces (ay, el de atún rojo, remolacha y aire de parmesano de Jesús Almagro). Al otro lado de la mesa, más bien en la cocina, un equipo que dirige un tipo que corre para soltar el estrés, para no volverse loco. Otro probablemente corra porque es lo único que le permite disfrutar de la ciudad. David Muñoz (propietario de Diverxo, entre los mejores según la guía Michelin) iba corriendo desde el barrio hasta el restaurante. La excusa de perder peso o de probar nuevas sensaciones llevan a conocidos cocineros como el madrileño Paco Roncero (el gobernante de los timones sobre el Casino de Madrid) o al archifamoso Gordon Ramsay (el iniciador de Pesadilla en la Cocina en su versión anglosajona) a meterse entre pecho y espalda kilómetros sin parar.

 

¿Hay un punto de celebrity running?

Quizá sí. Correr está de moda, como todo el mundo empieza a notar. Pero también hay un mucho de masoquismo perfeccionista. Es posible que la búsqueda última del plato ‘diez’, sometida bajo un rigor casi científico, sea lo que mueve a estos seres de chaqueta preferentemente blanca.

El corredor echado a perder -como quien os escribe- tendrá más o menos miramientos en inscribirse a una carrera o salir a correr solo por el campo. El cocinero es un animal del detalle, de la perfección. Cuando corre, corre con mayúsculas. Y esto no está ni bien ni mal. Es así.

Para un cocinero no solamente se trata de ofrecer un gusto sino un aspecto, una sorpresa a quien está repiqueteando nervioso con el pie en el suelo de la sala. Mirando de reojo a esos bacalaos confitados o los lomos de venado a los anisados, uno entiende parte de la pasión que estos artistas ponen en todo. ¿Quiere decir esto que yo nunca aplicaré esa obsesión en mis platos? Pues puede que sea también muy cierto. En ningún sitio dice que me queden energías para intentar la perfección a las cazuelas. Pero aquí estamos echando un rato.

¿Seguimos? Gracias.

Entonces, ¿no comen macarrones con tomate? ¿Se hinchan a taboulée con aire de mango?

Ni de coña. Si algo no son estos bestias de la cocina es idiotas. Echadle un ojo. Un corredor que se tira en plancha a por las tres horas y media como David Muñoz en el exigente recorrido de Madrid se aprieta un arroz con carrilleras.

El desparramo dialéctico de las nuevas cocinas amenaza en todos los frentes de la vida. Y nos lo hemos creído. Hemos asimilado que la cocina es vapor, es concepto. Lo mismo que al correr por el campo se le han adherido setenta etiquetas (trail, freestyle, ultra trail running, etc) y a un hecho tan cotidiano como alimentarnos le han salido bandos y facciones a ambos extremos del espectro conocido, al cocinar para estar listo para correr también. Si David Muñoz hace arroz con carrilleras antes de su maratón quizá tengamos que parar a entender qué nos está explicando.

Sí, en el correr hay mucha cosa energética y hasta cierta espiritualidad. Recientemente el dueño de DiverXo declaraba que «el deporte me aporta salud mental. Sin él, con todo lo que nos está pasando, sería imposible mantener la cordura. Tanta exigencia, tanta intensidad, tanto estrés… todo es tan bestia que sin el deporte no podría mantenerme».

Aún así y conocedores de todo ello, estos superdotados de los sentidos también gastan hidratos a partir de las dos horas de carrera. Se acalambran si les faltan sales. Dejan de lado una profesión y unos conceptos con los que investigan a diario. Es su trabajo. Conocer las reacciones del cerebro humano frente a todas las posibilidades que dan unos productos que sirven para comer. Que mi esposa me pille mirando al infinito y secándome los ojos porque hay un helado de uva garnacha, una carne, escuchar a mis hijos, que me derroten por los sentidos, no tiene que ver con que el deporte necesita una alimentación sana, sólida.

Os dejo con esta amalgama de pensamientos. Viene un bizcocho-tiramisú de naranja, perfecto.

Mañana podré correr durante horas. Los de las barritas sustitutivas os lo perdéis.

La TrailWalker solidaria llega a Madrid

¿Sabes que el Oxfam Intermón Trailwalker en Madrid, uno de los eventos deportivos solidarios del mundo contra la pobreza, llega a la sierra de Madrid? Tras las conocidas ediciones de Girona, el 5 y 6 de julio se celebra la primera cita fuera de ese entorno.

¿Qué pinta tiene?

La mejor de las posibles, como podrás comprobar en este vídeo de la misma.


Fuente: oxfam/Trailwalker

¿En qué consiste el Trailwalker?

En este reto los equipos tienen que conseguir un mínimo de 1.500 euros para apoyar a los más de 400 proyectos de Oxfam Intermón en todo el mundo. Después tendrán que recorrer a pie 100 km en un máximo de 32 horas. Puede parecer complicado, pero los 777 equipos que han participado en las tres ediciones anteriores avalan el éxito de la unión entre deporte y solidaridad en nuestro país.

En mente os aparecerán varias pruebas que ya se mueven en las distancias de cien kilómetros y modalidades por equipos. Sin ir más lejos más de trescientos cincuenta equipos llenaron la Vía Verde de Girona el pasado 26 y 27 de abril. Y el proyecto se extiende.

OXFAM/Trailwaker quiere repetir ese éxito el 5 y 6 de julio en la Sierra de Guadarrama y el Valle del Lozoya (Madrid). La inscripción estará abierta hasta el 15 de junio. Toda la información necesaria está en los siguientes enlaces. Probablemente piensas que necesites un poco más de tiempo, y que de aquí a un mes te sea complicado afrontar el proyecto completo pero ¿por qué no te lo planteas?

Si no es en la sierra de Guadarrama, a buen seguro la próxima edición primaveral te encajará a la perfección.

El calendario MUNDIAL de todos los OI-TW de 2014:

24 -26 de enero de 2014: Oxfam India (Bangalore)

5-6 de abril de 2014: Oxfam Nueva Zelanda

26-27 de abril de 2014: Oxfam Intermón (España, Girona)

2-4 de mayo de 2014: Oxfam Australia (Melbourne)

16-18 de mayo de 2014: Oxfam Japón

17-18 de mayo de 2014: Oxfam Francia

31 de mayo y 1 de junio de 2014: Oxfam Gran Bretaña (Norte)

7 de junio de 2014: Oxfam Irlanda

20-22 de junio de 2014: Oxfam Australia (Brisbane)

Nuevo: 5-6 de julio de 2014: Oxfam Intermón (Espaňa, Madrid)

26 – 27 de julio de 2014: Oxfam Gran Bretaña (Sur)

29-31 de agosto de 2014: (por confirmar): Oxfam Australia (Sydney)

30-31 de agosto de 2014: Oxfam en Bélgica

10-12 de octubre de 2014 (por confirmar): Oxfam Australia (Perth)

14-16 de noviembre de 2014: Oxfam Hong Kong

15 – 17 de noviembre de 2014: Oxfam India (Bombai)

 

 

Los mejores tuits del running (2)

Unos meses atrás escribí sobre cuentas que no debes dejar de lado. Quieréndolo o sin querer, generan carcajadas o seguidísimas reflexiones. Son esos enormes generadores de movimiento entorno a las andanzas del mundo del corredor. Recordaréis a @LuchoRunner, @ArmandoRampell o el tío del Megáfono, el amigo Barrantes.

Pero hay más.

En plena transición (hemisferio norte, lads & peeps) de la primavera al calenturiento verano, los (las) tres grandes de la temporada. Disfrutad.

Ellas.

La primera. Marianella Cordero, periodista global, ser que no hace pereza ni para levantarse en mitad de la noche para entrenar su rutina ni para cruzar el planeta y correr en París, Boston, donde sea. Claro, es necesario reseñar que coger tres vuelos para ir a correr un maratón ya no entra en categoría de heroicidad sino de placeres meditativos. ‘Nella’ adora este tipo de contradicciones.

 

 

Hueco para la segunda. Otra de mis imprescindibles. Viajera, editor gráfico y fotógrafa. Corre con el rabillo del ojo siempre puesto en un lugar fotografiable. Sus tuits son limón helado. Ácido y frío, como me gusta leer un disparo en 140. Señores y señoras, apunten a sus FAVs la cuenta de Eva M Tomé.

 
Elena Bioscas está como una auténtica cabra revolucionada. Corre, trota, sendas arriba y sendas abajo. Como dice ella, una devoradora de libros, pelis y series declarada y un animal social. Aquí se enterará que en algunas ocasiones visito su twitter para ganarle ganas a la vida. ¿Una prueba? Arrambla con los corredores a la que te descuidas.

(Otra) Carta a corredora

[Fuente: Carrera de la Mujer]

Hace poco me encargaron unas líneas para otra corredora como tú. Quizá fuiste una de las treinta mil afortunadas que corrían la semana pasada la Carrera de la Mujer de Madrid. Quizá no. Lo mismo tenías lío en casa o preferiste entrenar para otro evento.

Sea como sea, si necesitas unas palabras para encontrarle el sentido a esto de correr, tuyas son.

Iniciar una existencia como corredor es zambullirse en insospechados momentos. Son adictivos, aunque ¡ojo! sólo a largo plazo.

Correr durante treinta años me ha llevado a acumular argumentos para calzarme unas zapatillas y salir a quemar tensiones, recargar las baterías o simplemente echar un tras otro. Todo esto es tan cierto como la mayoría de los leit motiv utilizados para que seas una más de esa legión de corredoras. Pero enumerar diez líneas de inspiración para una corredora es mucho más complicado que dar por válidas esas buenas razones.

El tiempo normaliza el hecho de trotar, por mucho que lo vistamos de épica o de logro o moda draconiana. Verás que es algo tramposo. No consigue anticiparte el momento en que todo es normal. Lo hace de modo inesperado. Correr juega contigo.

Correr se te insinúa como una tabla salvadora, como un bálsamo perfumado. También confirma, en sus primeras sesiones, que la crudeza del dolor no es una mentira. Es un anuncio sutil. Lo que ocurre es que las posibilidades de confirmarte en ese estado, de convivir con el cansancio, asoman y desaparecen por capricho. Te preguntas si todo era tan enrevesado. Leyendo algunas pautas y pronósticos sobre cómo encarar tu nueva existencia dentro del ‘running’ todo se presentaba como evidente. Motivarte conduciría al placer del correr. El placer se agotaría y se tornaría en un sufrimiento sensual. El éxtasis llegaría a ser dominado cuando sublimases tu experiencia en una lejana línea de meta.

Sin embargo, las cosas del correr van enseñando a que te empapes de giros inesperados, y termines apreciando cada uno de ellos. E.M.Foster cuenta en su maravillosa novela «Una Habitación con Vistas» que un viajero puede verse sorprendido en sus planes y acudir a Italia a estudiar a Giotto o conocer la corrupción Papal, pero regresar recordando sólo el cielo azul y los hombres y mujeres que viven bajo él. Es una excelente imagen de las frustrantes satisfacciones que encontrarás corriendo.

Estos párrafos están incluidos en una recopilación de pensamientos sobre el correr. Fueron editados para el 261Women’s Marathon. Es una prueba que conmemora el capricho del comportamiento humano pero también su determinación.

No cabe duda. La historia que nos dejó K.Switzer viene de un cúmulo de momentos inesperados. Podíamos pensar que muchos dueños absolutos de esos círculos de poder de nuestros días actuarían igual que aquel juez del maratón de Boston: el dominio legitima la decisión drástica. Pero el árbitro escoge un insospechado camino, el de la ira. La relevancia de las tres fotos que recorrieron el mundo tras 1967 es en cierto modo una concatenación de casualidades. La celebración de unas series 261WM me sorprendió por su ataque al corazón del establishment del correr.

Termine tu próxima salida a correr como termine, sea larga, corta, intensa o suave, a buen seguro te seguirá sorprendiendo. Lo hará porque es un ejemplo más de la falta de control que tenemos sobre las sensaciones, que surgen como una cadena loca, inmediatamente posteriores a la decisión de calzarnos unas zapatillas.

¿Te gusta ser sorprendida? Has escogido uno de los entretenimientos más irreverentes. El resto lo pondrán tus ganas.

 

[Agradezco a Javier Carmona y a www.261wm.com la recuperación de este texto]