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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

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Messi lesionado ¿y tú?

El astro argentino está con diversos dolores y contusiones. Pero ¿alguien ha sacado en la prensa tu particular calvario?

Podríamos decir que cien de cada ciento un corredores se ha lesionado en algún momento. ¿Tendinitis? ¿Problemas con el calzado que te han derivado en un parón que no deseas? Sea una fascitis, una incómoda inflamación del periostio de la tibia o una sobrecarga en las articulaciones de la rodilla, empleas horas en rastrear causas y soluciones.

Llega un momento en que te ríes cuando aparecen las noticias desgarradoras de un deportista profesional. Tal ha tenido que parar durante cinco partidos por un desgarro en el aductor. ¡Cinco partidos! ¡Pero si lo miman durante toda la temporada! Tú llevas jorobado desde el origen de los tiempos.

Ese pibe de veinticuatro años va a parar cinco partidos. Tu sordo dolor lleva sin dejarte correr medio año y te está afectando hasta la vida privada. Lo tuyo sí es calamitoso, piensas. Y mañana tendrás -dicen que con suerte- que volver a bajar las escaleras con esa punzada en el menisco o volver del trabajo conduciendo con el interior del sóleo ardiendo; ese, con el que embragas y que no terminas de recuperar porque estás con el camión de reparto durante once horas. Pisar, pisar y pisar.

Desahógate aquí. ¿Quién dice que las consecuencias de tu lesión no son importantes?

Corredor, al diván: ¿qué piensan los demás de tu afición?

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¿Están contentos con que corras? ¿Les da lo mismo mientras respetes la parcela de los demás? ¿Te animan a que corras tus carreras y entrenamientos?

¡Cómo no! Correr es sano. Se lo recuerdas constantemente. Espera, quizá seas un gran e impetuoso propagandista del mas saludable de los hobbies (como decía el escritor peruano Mario Vargas Llosa). Ser entusiasta es una cosa pero no tener otro tema de conversación es otra.

Vamos a hacer un sencillo ejercicio.

¿Torturas a los demás con tus batallitas?
¿Eres de los que comienza una conversación en un bar de copas tocando el tema de los tiempos de tus series?
¿No comprenden por qué sales a tomar algo con unas zapatillas inmaculadas y no con ropa de calle?

Si has dudado en alguna de las tres opciones, seguramente tengas que pedir hora. No sabemos si existen terapeutas para corredores impenitentes. Pero, de haberlos, deberían pensar en franquiciar sus consultas. El éxito está asegurado.

Y es que, ¿notas que pasamos con frecuencia de la afición a la obsesión?

El mundo del runner es lógicamente apasionante. La misma existencia de este blog lo demuestra. En lugar de preguntar a tu compañero sobre su coche nuevo,

Me contó mi entonces novia sobre un par de grandes corredores populares que disfrutaban de una efervescencia juvenil sin igual. No era que estuviesen detrás de ellas como machos en celo. Más bien, a la segunda cerveza (lo siento, los jóvenes de los años ochenta no éramos nada sin el consumo de estas cosas) o, incluso a la primera, ya estaban contando sobre aquella carrera de diez kilómetros o si «hacían los miles a tres quince».

No tengo que dudar de ella. Si mi esposa todavía recuerda lo de los miles a tres quince, uno, dice la verdad y, dos, salía con tipos que corrían que se las pelaban.

¿Te ves en las mismas?

Quizá no seas consciente pero podría ser que tu facebook contiene más fotos de carreras que de otros aspectos de la vida. También es posible que en el escritorio de tu oficina haya post-its con fechas de carreras o tiempos de entrenamientos y no tantas fotos de tus hijos.

Pregunta a tu alrededor.

Mejor, siéntate en este diván. Quizá podamos comprenderte mejor.

Como aficionado a correr ¿crees en un atletismo asediado por el doping?

Domingo tarde. El primer viaje viene de USA. Tyson Gay ha dado positivo en un control. El tipo que más rápido corría al norte del Pecos.

Jamaica aprovecha para anunciar otra bomba. Los caribeños, en cuyos campeonatos nacionales compitieron más de dos docenas de héroes olímpicos, anuncian que sus dos flechas del año han tomado substancias prohibidas.

Todavía resuenan los nombres de ciclistas cazados en la última temporada. Más rocambolesco ha sido el caso de la cadena de distribución de drogas  deportivas en Guadalajara en la que caían implicados atletas españoles.

En plena época de retos superados, ciclistas que escalan puertos como cabras desbocadas y que miden en kilovatios sus galopadas, tenistas que se recuperan milagrosamente de una semana a otra, los futbolistas mejor pagados del planeta que cuentan con un salvoconducto misterioso que les impide tocar el tema… ¿queda espacio para que todavía creas en el deporte de élite?

Hace dos décadas veíamos en casa una final de Juegos olímpicos de atletismo. Me levanté al baño en plena final de velocidad. Al volver miré al sofá y dos practicantes de atletismo durante décadas coincidían en que les había dejado fríos. El tercero en fanatismo, el que ha machacado los pasillos de saltos, las calles de la pista de atletismo -yo- chequeó su pulso. Flojo. Estable. Nada de adrenalina y eso que los cronómetros habían saltado por los aires. Reyes destronados, canadienses que escupían en la estética vencedora estadounidense, Carl Lewis, Ben Johnson, Christie, nombres de lo imposible.

 

Correr así, metido en esos cuerpos, era una solución mágica al esfuerzo humano. Y las soluciones mágicas son un engaño. Siendo un concepto sobre el que todos estamos de acuerdo, las tenemos a la puerta de casa. En las estanterías de nuestra tienda deportiva favorita. Podemos comprar creatina, proteínas, podemos comprar a escondidas anabolizantes o usar anti inflamatorios para enmascarar lesiones y dolencias. Pero el esfuerzo de cada uno tiene un límite.

Y es que el doping te lleva a poder entrenar más al límite. Nadie sube más rápido una cuesta o esprinta más rápido por inyectarse hormona de crecimiento. Pero la combinación de porquería química hace que el dolor llegue más tarde. Hace que el cansancio venga dos repeticiones intensas más tarde.

Ganar tiempo en el entrenamiento de los campeones es un concepto de amplia aplicación. También se gana tiempo mientras los especialistas trabajan en el laboratorio para una substancia que camufla la trampa. Cuando surge una noticia capturando a un tramposo, se gana tiempo mientras las noticias aplastan la actualidad y se deja de hablar del caso. Tiempo para que los abogados negocien con las federaciones implicadas. El tiempo no es ya únicamente luchar contra las horas, minutos y segundos. El tiempo es la gran trampa del siglo veintiuno.

El tiempo que dedicamos a hacer deporte es limitado. ¿Llegará un momento en que apartemos la mirada de los grandes campeonatos y las escalofriantes marcas?

¿Seremos practicantes que vuelven la cara a la élite?

Y me resulta intrigante pensar en los cimientos del circo. Si las marcas no dan la espalda a la trampa ¿qué venderán?

Correr y las ‘operaciones biquini’

Llega el verano. Atropelladamente, con prisa. Y las prisas, como se dice, no son buenas nada más que para los ladrones y los toreros malos. Para adelgazar no hay nada peor que tener prisa. Pero salir a correr las semanas inmediatamente antes de las vacaciones playeras es muy utilizado. Por que llega la operación biquini. (o bikini, que la RAE admite ambas)

¿Hacemos bien? Hombre, empezar a  correr siempre es sano. Teniendo en cuenta dos o tres principios básicos ayudará a que nos sintamos mejor. También, que es a lo que vamos, a perder algún kilo de los que nos sobra. O sea, que sí. Corredores pata negra, asumidlo: se nos unirá un contingente temporal con el único objeto de perder una talla.

No es mi culpa. Estoy rodeado de estímulos para que lo haga.

Claro. Adelgazar es un mercado. Muchos lo llaman ‘periodismo-salud’. En las últimas meses ha sido más que evidente que ha aparecido una buena batería de artículos sobre el running en medios poco habituales. En las portadas de salud o generales de diarios han aparecido artículos hablando sobre cuan de moda está. El Huff dice esto de «la droga saludable», habla de los beneficios del correr y diversos testimonios aparecen contando lo que al fin y a la postre mueve a muchos: dedicar un rato a la semana, dos o tres o seis, a correr unos kilómetros. El País titulaba lo de ‘correr está de moda y es saludable‘, y como una alegre oleada en pantalón corto se escurrían los sesos en ABC con mini-vídeos.

Y la primavera multiplica las noticias porque los corredores ocasionales aparecen como las setas. Es fácil, barato y rápido de cogerle el truco, sí, pero durante Mayo y Junio la cosa va de perder esos kilos.

Incluso en las revistas especializadas hay un mensaje subyacente: correr… te ayudará a perder unos gramos. En las redes sociales se reproducen los mensajes en pos de esos gramos. Sólo en los últimos tres días, a todo color y con imágenes a todo color…

 

 

Vale. Que no me ciegue por los cantos de sirena. Pero ¿qué consejos sigo, entonces?

¿Me animo a este hobby y de paso pierdo unos gramos sudando o mejor me encierro en una sauna o en un atasco en la M40?

1. Abrigarte más no te hará perder más peso. Estás en la antesala del verano. Colócate dos capas más o un chubasquero y sudarás más. Perderás más sales. Bordearás la línea del colapso por hipertermia y la sanidad, recuérdalo, la pagamos entre todos. Pero la combustión de grasas se logra trotando más días durante más minutos.

2. Si eres constante el premio estará más cerca. O sea, correr no es un remedio inmediato. Ten en cuenta que el cuerpo no reacciona hasta pasadas unas cuantas sesiones. Cuando eres capaz de correr más de media hora seguida se desencadenan más mecanismos metabólicos. Digamos que el cuerpo ‘sabe quemar calorías’ pero necesita que se lo recordemos, especialmente después de una vida sedentaria. Recuerda que acabas de empezar a correr como remedio a tus excesos.

3. Tendrás más sed. Bebe agua para calmar la sed. Es natural, has comenzado un ejercicio en plena primavera. No la mitigues con ‘la cervecita’ o con ‘el zumito’. Recuerda que quieres perder calorías, usándolas. No las repongas alegremente. Corres el riesgo de ingerir más de las que has quemado. Un zumo o una bebida azucarada y con gas está plagado de azúcares añadidos que significan calorías directas. Más aún con los siropes de jarabe de maíz que se usan actualmente en muchas bebidas.

4. Aprovecha las horas más frescas del día. Evita el calor. Sí. Quieres el calor para sudar, pero por ahí no van los tiros. El mismo calor excesivo te echará atrás o te mandará a Urgencias. Si quieres que correr sea efectivo, hazlo en condiciones más favorables. Justo antes o después de desayunar, con el cuerpo aún fresco, estarás más preparado para el ejercicio. La diferencia de temperatura con la parte central del día puede ser de hasta veinte grados.

5. Como resumen, recuerda abonarte a la paciencia y afrontar de manera optimista este nuevo hábito. Esto tiene pocos secretos y sí muchas maneras de darse de morros con el fracaso.

No es zen. Es que te voy contando lo que llevo visto en más de treinta años corriendo.

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Detenerse en una carrera ¿Qué hacer cuando no puedes más?

Estamos acostumbrados a oir «Una retirada a tiempo ahorra tiempo» y aforismos parecidos.

¿Qué ocurre cuando la prueba es más dura de lo que teníamos pensado?

¿Parar en mitad de una carrera? ¿Y si nos retiramos o dejamos a medias un entrenamiento?

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Seguramente te has visto superado en alguna ocasión. Los factores son sencillos aunque el origen pueda ser variable. A veces la meteorología te castiga más de lo debido, y el calor o un viento implacable hacen que terminar el recorrido o tu prueba sea una tortura.

No es infrecuente que nos veamos superados por el perfil del recorrido. La propia irresponsabilidad (poniéndolo todo en términos muy relativos) nos lleva a fastidiarla con el ritmo de carrera. Vamos, lo que toda la vida se ha llamado «salir corriendo demasiado rápido y que nos fundan las cuestas». Primero está la decisión de caminar en mitad de la prueba. En contados momentos, viendo «las orejas al lobo», está la posibilidad de una eventual retirada.

La pregunta es ¿cómo sentirse ante una decisión así?

Estoy harto de recomendar sensatez a mis conocidos o gente que me pregunta sobre ello. En principio, caminar como pausa durante una carrera no tiene que ser ni indigno ni signo de una derrota deportiva. Este fin de semana ha tocado corroborarlo en varios frentes. Mi amigo Jorge ha tenido problemas estomacales en el maratón de Zegama y ha optado por no seguir sufriendo en ascensos y descensos con el organismo totalmente vacío. Primero parar, calmarnos para ver si la cosa mejora, luego abandonar. Yo he parado después de medio maratón en el Anochecer 42+1 de S.S. Reyes notando que algunas de las microrroturas musculares en mis cuádriceps (las famosas agujetas) podían derivar en roturas.

En ambos casos, tanto Jorge como yo (espero) hemos tirado de experiencia previa. Él conoce sus problemas de asimilación de alimentos durante las larguísimas distancias. Yo sé que mi tiempo de recuperación es aproximadamente una semana y media, más, probablemente, derivado de haber corrido durante siete horas el sábado pasado. En estos casos, apliquemos la máxima siguiente: «esto es un hobby».

Sí, un apasionante y tremendamente atractivo hobby que nos llena de adrenalina, nos saca de la rutina diaria, que nos lleva a conocer sitios apasionantes. Correr es fabuloso. Entonces ¿por qué arriesgar con nuestro organismo y lesionarnos o dañarnos, y que no podamos disfrutar del correr durante décadas?

¿Has pasado por un trance similar? ¿Qué significa para ti la retirada en una carrera?

¿Se ha deteriorado tanto nuestro organismo con una vida sedentaria?

Estaba partiendo unas lascas de queso del fondo de la nevera para añadir a unos lazos de pasta con sal y aceite de oliva y tomillo, mientras charlaba con un amigo de confesados 120kg (que son más). Y me he acordado de mi abuelo Doroteo.

El cabrero, mi abuelo materno. Mi abuelo paterno cortaba granito en una cantera de la sierra de Avila.

Hemos terminado hablando de cómo serían las calamidades físicas que soportaba a diario cualquier campesino de hace apenas sesenta años. Y cual sería el límite al que el organismo de mi difunto abuelo se acercaría con aquella vida de pastoreo y trozos de pan y queso para todo el día.

Más. Cuanto se está acomodando nuestro cuerpo con los hábitos de su hija y nieto (servidor), para que el retorno a caminar y trotar sea artificial. Y si además es durante siete o veinte horas por el campo le parece un extremo a todas luces no muy sano.

Que, posiblemente, no lo sea.

Y la pregunta que surgía es:

¿Cuánto se ha deteriorado la información genética acumulada durante casi dos millones de años de vida corredora en apenas cien años de industrialización y vida sedentaria? ¿Tan mal estamos que el cuerpo se nos ha acostumbrado en un chispazo paleontológico a no hacer nada?

Todo debate nos manda al famoso artículo de Daniel Liebermann en la revista Nature, en el monográfico llamado «Born to Run». En él se describe que la eficiencia energética del homo erectus frente a mamíferos más rápidos o más fuertes se puede observar en una diferencia fundamental: cómo es capaz de maximizar el equilibrio erguido, enfriar el cuerpo durante el ejercicio y combinar la respiración con la sudoración desde una posición vertical desde la que, encima, se veía más lejos que a cuatro manos. Esto y el trabajo en grupo.

Pero esos primates relativamente débiles, de carrera lenta y sin más defensa que la evolución del cerebro, que habían llegado al tope físico, continuaron evolucionando y, asociados, redujeron los esfuerzos. La domesticación animal, la rueda y sobre todo el motor de explosión, inventado en 1876, supusieron la cuesta abajo hacia la sedentarización absoluta.

Hasta el punto que la medicina recomienda retomar algunos hábitos primitivos. En particular, desplarse caminando o correr como terapia. Pero ¿es que hemos perdido en 220 años de industrialización masiva nuestra capacidad guardada durante dos millones de años?

Cuando empezamos a correr el cuerpo reacciona de modo casi inmediato. Si no estamos muy anquilosados en seguida progresamos, acumulamos unos dolores que se sobrellevan, entrenamos un poquito más y en un año, quizá, estamos cercanos al rango de los desplazamientos de las tribus cazadoras. Podemos hacer de manera ocasional hasta 10 o 20 kilómetros.

No nos convertimos en bosquimanos del Kalahari, tarahumara o navajos de repente, cuyos hábitos de caza por agotamiento son conocidos y extremos. Pero sorprendentemente nuestros cuerpos responden. Y llenamos las calles con carreras populares y los caminos en carreras trial y nos calzamos la mochila y salimos a presenciar la belleza de una caminata por la montaña.

¿Crees que estamos totalmente perdidos o que no nos hemos alejado demasiado de esa herencia corredora primitiva?

Para terminar, un regalo a la vista. Del canal de documentales de la BBC (BBC Earth), una de cazadores a pie.

Hey, corredor, estás flaco, ¿estás enfermo?

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Te lo dirán.

Seas un corredor habitual o un novato que, de repente, pierde peso a ojos vista.

– «Oye, estás muy delgado. ¿Te pasa algo?»

No te asustes si la pérdida no es brusca o dramática. Del mismo modo te digo que no seas borrico y te embarques en una autosatisfacción tipo:

– «Fíjate qué tipo. Pues me han dicho que mi peso ideal todavía está en XX»

Y es que no estamos acostumbrados a ello. Durante los últimos treinta años el tamaño medio de los seres de países desarrollados ha ganado «en calado». Las tallas, los hábitos, las dietas sedentarias, tener comida sin que sea un problema monetario. Hay un excelente post en el blog del Nutricionista sobre cómo afectó el paso de la crisis alimentaria por la sociedad cubana. En las sociedades que superan la crisis económica se olvida aquello del «menos plato y más zapato». Resume perfectamente qué quiero decir (echadle un vistazo).

¿Es normal que te digan eso?

Es normal que perdamos peso y es normal que la gente se asuste. Quizá disimulen muy bien y, bajo esa cara de susto, viva una envidia subyacente. Creo que hablo por todos los corredores habituales. No nos queda bien la mitad de la ropa por holgada. No rellenamos los hombros de las chaquetas ni los cuello de las camisas. Ni las copas de los sujetadores.

Por supuesto si eres novato/a correr es un magnífico y veloz método para perder peso. Con el peso se va el volumen.

¿Es malo que te lo digan?

Es malo que sea el único objetivo. No es tanto lo que te digan o cómo te vean sino cómo lo asumas. Por fortuna o por error en las culturas mediterráneas se asociaba comer bien y mucho (y que luzca) a la salud. Si tu madre o abuela todavía te intentan estofar como un pavo es normal. Ellas vivieron épocas de carestía. Además las celebraciones en el entorno cultural ibérico están asociadas a comer, banquetes y similares.

Pero si tus seres cercanos de menos de cuarenta años insisten algo hay que no encaja. O ellos o tu pérdida de peso. Permanece alerta.

¿Es el objetivo cuando comienzas a correr?

Perder peso sí es un de los objetivos. Que una apariencia delgada nos dé una medición de salud, considero que no. Correr lo tomamos como ejercicio saludable. Lo de perder peso y redondeces es una consecuencia saludable. Además no hay una medida estándar. Verás que a igualdad de años corridos unos han adelgazado más o más rápido que otros. No te compares con tu compañero de oficina por mucho que hayáis empezado a correr juntos. No hagas de correr una apuesta porque tu amiga o tú podéis tener metabolismos diferentes.

¿Es el objetivo cuando llevas tiempo corriendo?

Creo que no. Para mí no. Es más. Lo considero un problema psicológico.

Oiréis de corredores experimentados que hay una búsqueda constante de mejorar frente al reloj, a la distancia o, al menos, mantenerse a lo largo del tiempo. El esfuerzo de mirar de reojo a tu agenda y confrontarla con los entrenamientos es una cosa. Estar chequeando cada parcela de tu vida para ver si encaja con ‘el plan’ es un síntoma muy serio. Es rondar la percepción errónea del propio cuerpo. Se llama vigorexia.

¿Qué pensais de todo esto? ¿No es tan fiero el león como lo pintan? ¿Siempre viene bien ‘verse más fino’?

¿Dices tú cosas como ‘qué bien te veo cabrón; estás flaco‘?

Mea culpa, por si sirviese de algo

El pasado jueves asistíamos a una charla sobre material de ese que te puede salvar la vida. Y más atrás de la fila ocho, algunos asistentes bromeábamos. Porque somos un poco el veterano que ha pasado por cien batallas y tiene los testículos pelados. Y somos varones y pasamos de los cuarenta.

O sea. Grupo de riesgo.

El ponente, experto en carreras muy largas y muy duras, nos reiteraba lo importante que sería la seguridad para las carreras ultratrail de este verano en la sierra de Madrid. Y que no escatimáramos en proteger partes por donde el cuerpo pierde calor.

¿Sabíais que un 40% del calor corporal se larga por las extremidades y cabeza?

Unas manos con guantes o un gorro pueden hacer que el equilibrio del cuerpo en pleno ejercicio se mantenga de una manera más eficiente.

Pues bien. Llega el domingo y, como no era alta montaña ni ultra trail ni había dorsal por medio, y sí una excelente panda de amigos recogiendo kilos de alimentos a cambio de kilómetros corridos, metí la pata hasta las últimas costuras.

Por gilipuertas y por sobrado.

Marzo de 2013. Madrid. 08.02am. Un viento constante resecaba la piel. El frío objetivo marcaba unos 6ºC pero el subjetivo (el famoso windchill efect) lo bajaba un par de grados más. A ratos sol y a ratos nubes. Tal que de estas pintas.

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Brazos, manos, una camiseta normal, pantalón corto, y … el pelo recién cortado el sábado. Veinticuatro horas antes estaba desprotegiendo el cartón. Setenta y dos horas antes, sonriendo altanero con las recomendaciones a novatos. Claro. Yo es que ya he corrido ochenta y tantos maratones y ultra trails.

Pues pasadas dos tranquilas horas de correteo seguía sin subir la temperatura ni amainar el viento. En dos paradas técnicas breves empecé a buscar un chaleco de abrigo con el que hice la tercera hora. Pero ya iba encogido. Y en diez minutos más el viento había llevado camino de la Alameda de Osuna todo el vapor de agua que recubría mi piel. Había perdido calor y agua del cuerpo por no cubrirme la cabeza.

En media hora tenía que alternar trote con algunos ascensos caminando.

En mitad de Marzo me estaba deshidratando. Y el resto de los kilómetros hasta el 42 no fueron muy agradables, con amenazas constantes de calambres.

¿Qué quiere decir esto? Que no hay que bajar nunca la guardia. Aunque se rompa la magia de esa improvisación que nos ha hecho famosos a los iberos, no hay que salir a la ligera a hacer deporte de larga duración. O, si se puede tener un mínimo a mano, que a menos de veinte minutos de donde nos encontramos haya (a) civilización donde guarecernos, (b) nuestro coche con ropa y alimento o (c) qué menos que cobertura 100%.

Ni los más veteranos nos libraremos de pasar un mal rato o de no disfrutar de este deporte.

Consultorio del corredor: envía todas tus dudas

¿Corro poco? ¿Demasiado? ¿Esta zapatilla me viene bien? ¿Conoce alguien el recorrido de esta carrera? ¿Cómo se aparca en el entorno del polideportivo? ¿Es seguro correr de noche?

El martes toca consultorio. Será un momento especial porque se podrán citar y criticar, mencionar o sugerir todas las marcas, pruebas, sin censura o política de excepción comercial.

Envía todas tus dudas mañana martes al formulario de comentarios y este blog se convertirá de manera excepcional en un consultorio para el corredor. Novato, experimentado o curioso, el martes, al confesionario.

Nota:

Se contestarán los comentarios desde las 00.00 hasta las 23.59 de mañana, martes 5 de marzo. Si dejáis comentarios anteriores serán contestados por orden de aparición.

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Sexo y correr

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Ya estábamos tardando.

Ayer tuvísteis vuestra ración de romanticismo garycooperqueestásenloscielos y, presumiblemente, lo uno llevó a lo otro. Como, además, sois de sangre caliente, la torridez del hogar condujo a algo parecido a la escena de tantos y tantos vídeos:

– «Cariño, me voy a correr»

Ella o él contestarían con un indeterminado grado de emoción:

– «Cuando vengas echa toda la ropa de correr a la lavadora, que toca poner una de oscuro».

Correr, bromas aparte, está relacionado con casi todo. El sexo, para muchos, lo es todo. Es inevitable pensar en la intersección de ambas esferas. Todo más casi todo es el auténtico Xanadú de los que intentamos terminar un párrafo embalados hacia el siguiente. Ahí vamos.

Es bien sabido que el ejercicio practicado de manera regular tiene beneficio a capazos para tu salud. Te ayuda a perder unos gramitos y regula asuntos tan delicados como la presión arterial, ayuda contra el riesgo de diabetes de tipo 2 y otras delicadezas coronarias. El riego sanguíneo es fundamental en la excitación de los varones por cuestiones hidráulicas. En la mujer también hay un mucho de irrigación sanguínea.

Algunos dicen que mejora tu estado mental. Siendo esto complejo y conociendo los estados mentales que andan sueltos por ahí, es cierto – apoyémoslo, esto es un lobby del sudor, en definitiva – y te hace aumentar la autoestima, el humor e incluso podría combatir la depresión.

Grosso modo, el primer escalón de la ruta que recorre la respuesta sexual está sacada de lo más hondo del cerebro. Si correr nos mantiene la irrigación del cerebro en un buen tono, es de prever que ese carácter neurohormonal del sexo esté puesto al día. Los famosos neurotransmisores (química pura y dura) que se activan con ese riego límbico hacen que comiencen otros mecanismos vasculares «menos elevados y nobles». Correcto. «Esos».

¿Podemos decir que correr de manera regular te hace más saludable para afrontar tu vida sexual?

Sí a todo. Cómo no. Correr es sano y el sexo es sano. Y apetecible (correr, no siempre).

Ojo, hablamos de funcionamiento normal o de-normal-a-alegre. Y ¿los excesos? ¿Puede interferir que nos exijamos mucho por el deporte? Todos sabéis a qué me refiero. La ecuación funciona bien cuando se trata de la activación hormonal más la irrigación de un sistema complejo.

Cuando el organismo está alterado en lo hormonal, o el estrés de un ejercicio extenuante nos ha desequilibrado los mecanismos de recuperación (electrolitos, oxigenación de los músculos, etc) ¿nos estamos cargando la apetencia sexual?

Son preguntas y dudas que me gusta lanzar al aire.

Como ya sabéis que me gusta quitar hierro y uno es una mente inquieta, aquí diez preguntas sobre el sexo y el running que siempre quise escribir en algún lado.

1. ¿Te quedan ganas de sexo después de correr?
2. ¿Es para tí más importante tener dos horas libres para el sexo o para entrenar?
3. Chico, ¿serías capaz de encontrar utilidad para ‘eso’ que se te ha quedado arrugado como una pasa?
4. Chicas, ¿veis sexy a un tipo más bien flaco? (descontando las mallas de lycra y el que venga sudado)
5. ¿Se te calienta más la boca ensalzando tus virtudes en la cama o en las carreras?
6. ¿Por qué llevas los pezones como escarpias si tu y yo somos como hermanos de toda la vida? Ah… el frío, dices.
7. ¿Por qué en una hora de rodaje siempre se reservan veinte minutos para hablar de sexo?
8. ¿Pero… tu no estabas hecho un asco hace dos kilómetros? Ha sido sacar el tema de las chicas y ¡míralo ahora!
9. Te gusta correr solo por eso de la soledad del corredor de fondo. ¿Te gusta el sexo sólo?

Last, but not least…

10. ¿Qué hacemos corriendo a esta hora intempestiva y no practicando un poco de sexo con alguien?

Dicen que se conoce gente.

¡A retratarse!