Pistas para que no reniegues de tu vida con hijos

Pistas para regenerar tras 28 km de trote bajo el agua y por los barrizales aledaños al monte de Valdelatas y Alcobendas, o un Ejemplo de Cómo Montar Actividades con Niños sin que Necesiten Aparecer en las Patéticas Guías de Actividades Para Niños (cuatro pistas del, todavía sin registrar, método ECMANNAPGAPN).

1. Moviendo el puto culo en transporte público. Tres tramos de escaleras de metro o tren no te vendrán mal. A tus infantiles bestias, tampoco.

2. Dentro de Photo España 2010 (PHE10) hemos entrado a una sala aledaña al Reina Sofía. Al socaire del anagrama de PHE10, una de las dos series de exposiciones que siempre tengo ganas de ver (junto al World Press Photo que sigo desde 1999), hemos caido en la sala GAO Magee, en Dr Fourquet 12. En ella, uno de los nuevos fotógrafos chinos, de los que no tengo -vaya por delante- ni puñetera idea. Han Lei es un personaje que da varias vueltas a los retratos de la gente joven empapelada por potentes maquillajes de las artes tradicionales chinas como teatro u ópera. Bueno, hay dos fotos estupendas de jóvenes con el traje del Ejército del Pueblo. Dos docenas de fotos de gran formato, un paseo circular para unos niños que miran y leen carteles y alucinan con fotos de detalle, suficiente. Si quieres sesudas interpretaciones y acojonar a tus compañeros de trabajo futboleros, diles que «Han Lei desafía al espectador invitándolo a experimentar una nueva percepción de la realidad y de los estándares de belleza. Utiliza su fotografía para desentrañar las incertidumbres de nuestra percepción«. Luego sácales un café de la máquina para recuperar la amistad y sus constantes cerebrales.

3. Pasea aunque llueva. Es agua, no es ácido. Un rulo bajo el agua nos ha llevado hasta el Caixa Forum, cita básica para entretener las mentes aburridas (se dispersan, no se aburren) de los niños. Juegan con los focos del suelo, ven el elefante invertido de Miquel Barceló, subimos dos plantas a ver las fotos del certamen FotoPres 09, rellenar la botella y hacer un pis y, de paso, ver una exposición del citado genio mallorquín Miquel Barceló (enlace con pdf completo del catálogo). Vamos, coño, que es de entrada gratuita. Quema 40 minutos de tu vida viendo un vídeo de la elaboración de la techumbre de la ONU en Geneva o mirando manchurrones en formato 4x6m.

4. Comiendo en un sitio diferente. El niño es un animal quejicoso. Pondrá pegas a todo lo que le propongas para comer. De ahí que no se le deba hacer caso desde la más tierna infancia o se posicionará de manera numantina y te cortará todo rollo a mano. Hemos reservado en Cocina del Desierto – Al Jaima. Un restaurante marroquí muy coqueto, básico y sincero. Unos pinchos de cordero y de pavo fundamentales, crema de berenjena bestial y hómus de garbanzos riquísimo, pan de pita y unos tajim de cordero y ciruelas, cuscus con pasas y almendras, en fin, dos cocacolas para los críos (tienen que aguantar el tirón) y menos de 15 pavos por barba. Te vas a gastar más en un Foster’s Horrible y renegarás de la atonía cultural de los madrileños. Obviamente no vas a meter a un niño caprichoso de 8 años en un restaurante por primera vez. Llegas tarde. Haber empezado con 1 año cuando pedía petit suisses en lugar de pure de verduras.

Aún así, siempre puedes leer con amargura textos como este y recomendárselos a tu cuñada, la que está embarazada.

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