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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

Baloncesto para mocos

Es definitivo. Ayer debutaban mis dos mocos en la disciplina de este deporte de equipo, según Naismith y según Pepu Hernández. Hará un par de meses preguntaba a un compañero de foros sobre los objetivos de cara a que críos tan pequeños le cojan el gustillo al fútbol de canastos. Según el amigo forero, involucrado hasta los tuétanos en la cantera del club más bello del baloncesto español, «lo que se pretende con niños de tan corta edad es la familiarización con el deporte y mas especificamente con el baloncesto, que comiencen a ser capaces de tener una buena coordinación óculo-segmentaria (coger objetos en movimiento, lanzar a un objetivo) que sin duda es esencial en la vida y en el deporte». Pero lo mas importante de todo lo que se busca es que juegen se diviertan y hagan amigos, cosa con la que estoy totalmente de acuerdo.

Son éstos canijos niños criados en la exclusividad del hogar adulto, sacados con escolta y chauffer paternal para que hagan deporte en una vida sedentaria. Raro es el afortunado al que sacan al campo a que pegue pedradas a su hermano, se raspe las culeras del pantalón tirándose por un terraplén, o aprenda que la composición de las hormigas en un trozo de tortilla puede ser un inocuo -si me apuras- complemento nutritivo. Mocos, pedos y meadas con el culo al aire aparte.

El resultado, de primeras, ha sido de variabilidad agradable. O sea, cuando llegué estaban enfrascados (tras ya media hora de clase) en un botar por parejas y tras ello llegó el típico partidillo de ‘todos tras el balón’. Obviamente mal organizado, mezclando críos de 11 con otros de 6 años, los pequeños iban y venían con cara de aburrimiento y algún lloro y de no entender más que lo básico: ellos no rascaban bola. No es que mis pequeños dementes no quieran volver, riesgo que asumíamos antes de preguntarles si les había gustado, sino que habían pasado por ese cruel ‘dia de adaptación’ que ahora se coloca en todos lados. A los niños, los seres más flexibles de la humanidad, los tienen permanentemente adaptándose a … una escuela que tiene los nombres, edad y dinero del pago del curso desde Junio pero que a 22 de Septiembre no ha decidido aún como repartir un grupo de edad o dos.

Curiosamente el monitor ha compartido con nuestra familia años de deporte y clases, y nos confesó que iban a separar lógicamente los de los años 2001-2002 por un lado, para que jugaran, le cogieran el gusto al basket, etc. El (des)coordinador andaba intentando explicar lo mismo a otros padres de novatos que a esa misma hora tenían curso en otro pabellón. Un padre entendía pero pedía un poco de concrección: tenía que organizar las tardes al muchacho y buscarle unas clases de inglés y no sé qué más.

Mis entusiastas estudiantiles, una vez sus referentes paternos andaban por allí, se relajaron y decidieron ir a aporrear la máquina de los refrescos. Les preguntas ahora y hacen un bonito gesto afirmativo con el pulgar hacia arriba. Recordemos que Nerón extendió este gesto como la autorización para que el gladiador rematara a su oponente vencido…

pd. Sobre gestos en la Antigüedad, existe un excelente libro de Anthony Corbeill: Nature Embodied: Gesture in Ancient Rome.

2 comentarios

  1. Dice ser Borde

    Me ha gustado.

    23 septiembre 2008 | 07:13

  2. spanjaard

    A ellos parece que, con el tiempo y un sueñecito de por medio, también. Saludos.

    23 septiembre 2008 | 12:01

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