Sir Francis Lacon (potato cacheloes)

-«747 calling tower, 747. Over.»
-Boing 747?
-«Yeah, boing to 747. Over.»

A las 21.45 se podía escuchar esta conversación entre mi cuerpo serrano y la bájcula (ruin) y toooooodo por un efecto rebote «boing» o boeing, según tendencias de momento y de ventas. Al salir de media tarde yo había metido en cintura unos dignísimos 74 finos y había llamado a un colega para trotar una horita por los verdes senderos de la Dehesa Boyal en su ocaso definitivo de ayer.

Pero qué culpa tengo yo de esta pelea perdida contra los empíricos, seres abominables que pretenden demostrar y tirarme todo a la cara por medio de la observación. Resulta que un compañero de mi santa, Francisco, leonés, había regalado a la congregación de currelas un lacón de casi 4 kilos, asado a la leña en Ponferrada, y envasado y mandado por DHL, de cuyos restos (venían casi milochocientos de restos, ojo) hizo menu mi jefa anoche. Así pues, en un ejercicio hasta hoy todavía nunca realizado en el mundo del corredor, tuve penas tiempo de quitarme las zapatillas después de 13km de trote y 8 tramos de escaleras y sentarme, sudado y con –fácil– 160ppm –de reló, que se dice- a engullir un plato plano con lacón sobre patatas y pimentón distribuidos horizontalmente y hasta sus bordes.

La problemática de esta ingesta se redujo a tener pan para combinar con un bol de ensalada de tomate sobre el que había hostias (somos 4, lo sabéis), y a estirar el cuerpo una vez arramblamos con el lacón de sir Francis.

La segunda problemática fue comprobar, tras la ducha pendiente, que habían sido casi 600 gramos de lacón. 747 calling, de nuevo. El rebote boing se había hecho efectivo.

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