Runstorming Runstorming

Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

¡A correr a la Cá Campo!, 80s

Una historia eterna que se repetía cuando aterrizaban en el planeta running real, real motherfuckers como Vicente Antón, Traspaderne, Eleuterio, homónimo del otro, cara de ángel y piernas de acero, Icíar Martínez, la Valero, y miles de prosopopéyicos seres que iban domando material. La primera raya azul, la década de las primeras maratones de Valencia (recuérdeme el seso que un blog lo dedique a el/la maratón, don Fernando QEPD), Barcelona y su sempiterna búsqueda de recorrido, en fin.

En Madrid ya tenían los evolucionados mendrugos a gala sacar los evolucionados automóviles. Habíamos aparcado el 124 y ahora se tocaba el claxon del 131. Supermirafiori por parte de padre. Y los clubes de educación social, de encuentro deportivo, de lucha vecinal, afloraban por aquella periferia que nunca ha dejado de sr periferia, a pesar de 30 años de nuevas construcciones y Diversias y cúpulas de la hos. A uno le apuntaron para superar el sobrepeso y la inactividad. A uno le colocaron un dorsal en una carrera popular en enero de 1980 porque, reconócelo papá, la calle se empezaba a poner mala. Mejor salir con el grupo, entrenador, monitor, zapatearnos Valdelatas y las piscis de la Ciudad Escolar, y compartir aquellos crosses de Cantimpalos, Venta de Baños. Y mientras, el borrego pitaba. ¡A correr a la Campo!. Valiente cabestro. El becerro de él, insolidario, cabrón, se perdía media hora de esas horas extra que sisaba a los compañeros yendo a currar de tapadillo a la Marconi los Domingos. Mientras se hacían cajas de solidaridad con los presos políticos, él protestaba porque un maratón le jodía el trayecto. Claro, aún no se había inventado el Madrid Directo (saludos, Lázaro) ni el teletexto. Colas, pitos. ¡A correr a la….

¡Moler!, moler con los corredores. Vaaaaaaaaaaamooo… decía un sobradísimo alcoholizado que nos aplaudía de reojo e insultando al del coche, al paso por el Mercado Maravillas (km variable del MAPOMA), ya en los últimos 80. Años de las Joma maratón de Ricardo Ortega, de Tineos, de los primeros triatlones desconocidos de Alix y cía. Clases de mantenimiento con Santamaría, momentos de furor. El mendigo aquel de Alvarado no hacía horas extra. Allí estaba, mientras uno arrancaba a correr por las carreteras tras casi una década de juegos, de amigos que corrían crosses con uno, siempre por delante, de quedar el último en varios (¿seguirá como récord FAM?). Las Fulcrum de Karhu, González Amo, Ramiro Matamoros, el trofeo Finlandia, los crosses universitarios, aquel trote por la carretera (vieja) del Pardo para preparar aquellos maratones, Cánovas y Díaz abrazados en el Retiro, Juanma Sanchez Pérez, y el nacimiento del glucosport. Aquello sí fue una década. Y tocaron los GBH en Madrid, Marqués de Vadillo, sala Brujas.

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