No me lo podía creer. Cuando me contaron que Antonia San Juan y Luis Miguel Seguí se habían separado, me quedé blanca: de todas las parejas de actores del solar patrio era la más fecunda, la más solida, como demuestra el hecho de que siempre, siempre, fueran juntos a todas partes.
Llevo muchos años viéndoles por ahí.
Si estaba en un estreno él, estaba ella; si ella acudía a una inauguración, estaba él; y siempre iban bien juntitos, intercambiando miradas de complicidad. No es raro: llevaban 16 años saliendo juntos.
Ahora se enfrentan a los miedos de la soledad, ese empezar de nuevo que no es nada fácil cuando una está acostumbrada a compartir su vida con alguien.
Según parece, llevan todo el verano separados y no, no ha habido terceras personas, como bien ha explicado Eduardo Verbo, que es serio y riguroso y uno de los mejores periodistas del corazón que tiene este país. Y es cierto que en fotos de este verano se les ve a cada uno por su lado.
Ellos ni han confirmado ni han desmentido nada, pero a veces sobran las palabras, y para mí es una confirmación este mensaje encriptado de Antonia San Juan en una de sus últimas fotografías.
Dicen las malas lenguas que lo están pasando fatal, pero a veces es necesario pasarlo mal para luego estar bien. Y a mí me da que no han tomado una decisión precipitada. Me da que lo tenían todo bien claro, bien hablado, y que ha sido una decisión madura, tomada a dos bandas.
Desde luego se llevan bien, de eso no cabe duda, pues aún les unen proyectos profesionales, contratos que no han rescindido, y los dos se publicitan el uno al otro en sus redes sociales. Porque el amor a veces no es para toda la vida, por mucho que nos haya querido hacer creer lo contrario.