Hay flechazos. Flechazos en el metro, flechazos por la calle y flechazos en la cafetería, como uno que tuve yo ayer, que me enamoré ipso facto al pedir un Frapuccino especial Navidad. Era un chico tan guapo… Vale, no tengo remedio, pero lo que quería decir es que hay flechazos vulgares y flechazos reales. Flechazos de primera y de segunda. El flechazo del que quiero hablaros hoy lo tuvo Estefanía de Mónaco, primero, y luego Alberto. Sí, sí, los Grimaldi, esos que vemos en el Hola, los más ricos y famosos.
Pero que un rico y famoso se fije en la obra de un joven artista de Barcelona al que adora media exmovida madrileña no es algo que suceda todos los días. Mucho menos pasa todos los días que ese rico y famoso, Alberto de Mónaco, se enamore de una obra del joven artista y la compre. Pague 16.000 euros así por las buenas. Pasa, en todo caso, una vez en la vida, como bien sabe Kiko Alcázar, que ha sido felicitado en varios idiomas y ha visto su nombre impreso estos días en páginas de revistas francesas, alemanas… ¡Todo un sueño!
El chico presentó su obra de Grace Kelly con la intención de llegar a la subasta benéfica que organiza la princesa Estefanía de Mónaco para su fundación. Se presentan miles de obras, pero la princesa Estefanía es quien decide. Decidió que estuviera la de Kiko Alcázar. Y allí se vio el artista, entre toda aquella gente invitada que no dejaba de alzar la mano para pujar por su obra, que comenzó por los 2.000 euros y acabó por… los 18.000 de Alberto de Mónaco.
No es el primer personaje de renombre internacional que se fija en la obra del artista. Lady Gaga, Boy George, Scissor Sister, Amanda Lepore, Annie o Grace Coddington son algunas de las celebridades que le admiran y le siguen. Felicidades, Kiko Alcázar.