Keira Knightley © Gtres
En mi particular top ten de actrices impresionantes figura Keira Knightley, a la que, espero, ningún lector de este blog, ni siquiera los excesivamente críticos, le ponga demasiados peros. Guapa, elegante y discreta, es una de las actrices más solicitadas del mundo entero tanto por los directores como por las marcas publicitarias. Y hoy es noticia porque al fin sabemos el nombre de su hijita de tres meses: Edie.
La actriz, espectacular a los tres meses de dar a luz (¿cómo lo habrá hecho?), es portada de la revista Elle América (vale, reconozco que natural, lo que se dice natural, no sale, pero ya sabéis cómo son las revistas de moda), donde ha contado que no siempre se ha gustado a sí misma, pero que la experiencia de la maternidad le ha cambiado su percepción sobre su propio cuerpo. Se acepta y se quiere más.
“Tengo que decir que como mujer odias ciertas partes de tu cuerpo. Pasas a través de esos periodos en los que te miras en el espejo y piensas: ‘oh, si tan solo tuviera diferentes piernas, o brazos o lo que sea’… Cuando pasas el embarazo, el parto y después alimentas a tu bebé, piensas ‘mi cuerpo es totalmente asombroso y nunca me volverá a desagradar, porque él hizo posible todo esto y esto es extraordinario”, explica la actriz.
«El amor que sientes es sorprendente. Es muy primario. Es extraordinario. Y la habilidad de no dormir y continuar con tu vida… nunca había pensado que fuera capaz de hacerlo durante la cantidad de tiempo que lo he hecho», dice sobre su experiencia, aún corta, con Edie.
Fue en diciembre de 2014 cuando New York Post anunció al mundo que Keira estaba embarazada, algo que ocurría meses después de que se casara con su marido, el guapísimo James Righton, un joven músico que le robó el corazón y con el que se casó en la Provenza francesa y sin grandes florituras, como si lo importante fuera el amor entre ambos y no toda la parafernalia que suele rodear a las grandes bodas de algunas celebrities (y no tan celebrities, todo hay que decirlo).
Pareja de guapos. © Gtres
También habla de que no todo ha sido color de rosas. Por ejemplo, reconozco que me ha encantado saber que ella también ha hecho años de terapia. Eso la hace humana, nos acerca a ella. “Mi carrera (a los veinte años) fue absolutamente maravillosa, no creo que vuelva a ser mejor que en aquellos años. Pero, como persona, estás cambiando mucho e intentando hacer las cosas bien. Yo era muy tímida. Tardé muchos años en darme cuenta de que no me podía pasar la vida intentando agradar a la gente en vez de permitirme algo de diversión», dice, recordando aquellos no tan maravillosos años.
Ahora, a sus treinta años, precisamente cuando es mamá y menos tiempo tiene, ha aprendido a divertirse. Bien hecho.