Esta dura confesión ha salido de la boca del presentador de Mediaset. Jorge se sincera en su revista de cabecera, donde colabora cada semana, y relata como fue el proceso depresivo que le quito las ganas de todo. Él no es el único, la mayoría de sus compañeros de programa también han tenido sus horas bajas. Kiko Hernández dejó la televisión por un tiempo por motivos similares y Mila Ximénez también necesitó apartarse de su trabajo, temporalmente, para regresar con fuerzas renovadas. En el caso de Jorge, lo suyo fue un poco el ‘peso de éxito’, el sentirse mal y encima creer que no tenía derecho a protestar, pues su vida en comparación con la de muchas personas ‘es envidiable‘. Son estas comparaciones las que provocan que, a veces, la presión social de lo que está bien y no termine por jugar en nuestra contra, como le pasó al catalán.
El presentador comenzó a no encontrarse bien hace cinco años, en un momento profesionalmente bueno. Fue la publicación de su primera novela la que, como cuenta, empezó a suponerle noches de insomnio. Está claro que cuando llevas toda tu vida haciendo algo, en su caso presentar, escribir un libro, si te lo tomas con la seriedad y el respeto que requiere es un salto grande hacia ‘otro mundo’, sabes que vas a estar expuesto a las críticas, y tienes que estar preparado. Jorge debería estar curtido en este sentido, en la tele los programas no siempre funcionan y la audiencia juega malas pasadas, pero quizá no lo estaba del todo, y en vez de ver el proceso como algo estimulante comenzó a agobiarse, a verlo poco satisfactorio. Empezó a automedicarse, tomando como quién no quiere la cosa media pastilla para dormir, que se acabó convirtiendo en una entera, «pero lo peor de todo es que no conseguía dormir de un tirón ni con la pastilla».
A esto se unió que cuantas más cosas que, supuestamente, deberían satisfacerle tachaba de su lista, no se sentía más feliz y cayó en la tristeza continuada: «Fue una especie de desencanto vital. He estado hundido. Tenía la sensación de que todo en mi vida iba tocando a su fin, que ya había conseguido todo lo que podía conseguir y que no podía esperar nada más de la vida«, dice.
Cuando no duermes apenas y tú mismo alimentas ideas negativas, como que no hay futuro, puedes entrar en un bucle difícil de parar. Los niveles de cortisol, la ‘hormona de la tristeza’ se disparan en el cerebro y entonces, como Jorge, no tienes ganas de nada. Al presentador no le cuesta ahora, ya ve con más distancia sus momentos más duros, confesar, que tras volverse más reservado, más innacesible, durante una época de su vida, la ayuda profesional fue su salvación para poco salir del tunel y recuperar las ganas de continuar: «Estoy tomando suplementos vitamínicos y testosterona, porque tenía los niveles muy bajos de esa hormona». Jorge ya tiene ganas de salir a la calle y de recorrer el mundo con sus perros y con su novio, y su peor etapa que le llevaba a encerrarse a cal y canto en su casa parece cada día un poco más lejana. Ojalá sus palabras ayuden a otros, que pasan por lo mismo, a ver que hasta algunas de esas personas a las que desde fuera pensamos que ‘nada podría irles mal’, también caen en procesos depresivos, y al resto a concienciarse de que la salud mental, como todas las enfermedades, en un tema serio, que hay cuidar, proteger y, sobre todo, del que hay romper tabús sociales para normalizar.
**Fotos: Lecturas, Instagram.