Y al final se lió parda. El desalojo en la Universidad de Barcelona por el plan Bolonia acabó en fuertes altercados entre estudiantes y Mossos. Y la prensa, en medio (como siempre).
Foto: EFE.
Este tipo de informaciones no están nunca exentas de correr riesgos. Los unos por manifestarse, los otros, por proteger bienes y personas, y la prensa, por estar ahí para informar.
Foto: Toni Albir / EFE
Hay que estar cerca, muy cerca, para poder captar la imagen que ilustre objetivamente el acontecimiento. Y la defensa de unos, o la desobediencia de otros, hacen que paguen el pato los que están en medio, debidamente acreditados e identificados.
Hace pocos meses, en Madrid, un compañero de la agencia Reuters recibió por parte de la Policía Nacional cuando desarrollaba su trabajo en una manifestación. Foto: Manuel Endo.
Ayer le tocó a Guillem Valle, fotógrafo del diario ADN. Acabó con la ceja rota y dos porrazos en las piernas mientras trabajaba dando cobertura gráfica a la manifestación.
Foto: ACN
Al parecer, Agentes antidisturbios de los Mossos d’Esquadra atacaron a un grupo de periodistas gráficos, debidamente identificados con el correspondiente brazalete, cuando la manifestación atravesaba Via Laietana.
Foto: ACN
El Conseller de Interior, Joan Saura, ha lamentado lo sucedido y ha anunciado hoy que la semana que viene su departamento firmará un convenio con el Colegio de Periodistas para aumentar los distintivos de identificación de fotógrafos y cámaras de televisión y garantizar «el derecho de información”.
Ya va siendo hora. A ver si hacen lo mismo en toda España.