Todos ellos comparten historias similares.

Primero llegaron los problemas económicos, la falta de trabajo, los impagos, las separaciones o divorcios… hasta verse en la calle.

Después llegó la mendicidad, y la búsqueda de cobijo. El centro de las grandes y pequeñas ciudades como única fuente de ingreso para comprar algún bocadillo o algo de tabaco…

Para muchos, la falta de higiene, y el alcohol como vía de escape… hicieron el resto…

El Ayuntamiento de Madrid ha presentado un informe que indica que la crisis ha aumentado un 37% los “sin hogar” refugiados en albergues. Buscamos nombre y apellidos que nos cuenten su situación.

Junto al Palacio Real, encontramos a Francisco. 16 años en las calles de Madrid. “Aprendiz de todo, y maestro de nada”, nos dice.

Se dejó por mucho tiempo. Y trabajó como camarero, cocinero… hasta llegó a fabricar espoletas para bombas para “los putos americanos” – nos cuenta. Está acabando un libro de templarios, mientras observa cómo turistas y habitantes de la gran ciudad se desplazan a gran velocidad por las calles, sin echar la vista atrás o mirar a otro lado que no sea su teléfono móvil o reloj. Y cierto es que nos hemos acostumbrado a ellos, como si de un mobiliario urbano más se tratara.

Seguimos caminando. Llegamos a Plaza de España, lugar frecuentado hasta no hace mucho tiempo por mendigos que encontraban cobijo bajo uno de sus pasos peatonales (como el de Colón o Banco de España). El ayuntamiento, en su día, llegó a sellarlo.

Hoy, lo encontramos de nuevo accesible. Unas veinte personas se refugian día y noche, ajenos a cámaras fotográficas de Quijotes y Sanchos.

Seguimos la ruta por uno de los muchos puentes que dan vida a la ciudad. Allí viven otros tantos. La construcción hizo mella, después no se podía pagar el alquiler, después la calle…

Historias paralelas de muchas vidas que han traspasado esa estrecha línea que separa lo bueno de lo malo, la suerte de la desgracia. Cualquiera de nosotros podría acabar así algún día…

Corroboramos que la mendicidad en la ciudad ha aumentado, y que hay más gente en la calle que nunca. No lo decimos nosotros. Lo dice Francisco, Luis o Stoica.

Lo que no cuenta el Ayuntamiento, es que hay una lista de espera de más de cuatro meses en muchos de los albergues que dan cobijo a estos “sin techo”.