Como una ciclogénesis explosiva, en ocasiones todo se pone de tu parte, o se vuelve en tu contra descaradamente. Es un factor a tener en cuenta: la suerte. Y aquel martes el destino había decidido que ella llegaría tarde, y yo también.
No conseguí un buen sitio. No pude preparar apenas el equipo fotográfico y elevar la cámara a la altura de mis hombros resultaba una tarea demasiado compleja.
Quizás por mi rostro desencajado con la premura, o porque con aquel calor yo era el único que no había podido quitarse la cazadora dentro del hotel, fui su centro de atención involuntariamente.
Llegó ella, y se hizo la magia…
Cosas de la vida, y de la foto. Hay días con más suerte, y días con menos.