Viajamos al centro neurálgico del Canal de Isabel II. Las pantallas de la sala de control son un sinfín de tuberías, tuberías y más tuberías…

Un complejo sistema informático que nos permite visualizar en tiempo real las principales conexiones de la red de suministro de agua de la Comunidad de Madrid.

Cuatro personas no separan la vista de sus monitores mientras realizamos la visita. 5.000 testigos luminosos avisan si algo no va bien. La mínima incidencia es comunicada de inmediato.

48 horas. Es el tiempo que tarda el agua en recorrer su camino desde uno de los 14 embalses de la región hasta el grifo de nuestra casa.

Durante ese tiempo, el agua será decantada, filtrada y tratada. 12.500 kilómetros de tuberías en toda la región.

Todo comenzó cuando a la reina Isabel II se le planteó uno de los problemas más importantes de aquel momento: Madrid no disponía de suficiente agua para todos. O se trasladaba la capital, o se acometía una obra para llevar el agua del Lozoya a la ciudad. Así nació el canal que hoy lleva su nombre.

Interrumpo la visita. «Siempre han dicho que si se rompe una presa…” El responsable del departamento se sonríe… “Tranquilo. Las presas están preparadas para aguantar durante décadas…”

Marchamos de nuevo hacia el periódico. Mi vista se dirige hacia los pisos más altos de la gran ciudad. Nunca se sabe…