Fotografía: foto del griego "phos" (luz) y grafía del griego "graphis" y "graphos" (escribir). Escribir con la luz.

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Un piso, 314 pesetas

Visitamos la UVA de Hortaleza. Es la última de las Unidades Vecinales de Absorción que queda en Madrid.

Construida en 1963, alojó a los vecinos de los núcleos chabolistas de La Elipa, Vallecas y Tetuán. Se dijo que se desmantelaría en 1968, pero casi cincuenta años más tarde, sigue en pie.

Encontramos a María sentada en su terraza, rodeada de macetas rotas. Reconoce que ya no tiene el chasis para pasar una nueva ITV, con sus 77 años. La idea de marcharse le trae de cabeza. No es la única… las bajas pensiones hacen que el cambio a un piso nuevo traiga consigo una serie de gastos no asumibles (con gastos de comunidad, luz, agua, gas, mancomunidad y garaje).

Los mayores del barrio recuerdan con añoranza cómo se celebraban concursos de flores. “Siempre ganaba la manzana 42”. Nos cuentan que en su momento esta UVA era la envidia de Madrid.

Hemos quedado con el presidente de la Asociación de vecinos. Nos enseña lo que debería ser el nuevo barrio. Parte de las obras de realojo están paralizadas por concurso de acreedores de una de las empresas constructora. “Se están llevando todos los materiales, y no podemos hacer nada”. El nuevo barrio mantendrá doce de los módulos existentes, que estarán rodeados por doce nuevos edificios de viviendas.

Seguimos dando una vuelta por el barrio. Una enorme torre, convertida en campanario. Bajo ésta, la iglesia. Hablamos con el cura, que sin querer mojarse demasiado (la prensa es la prensa…) reconoce el estado de abandono del barrio. Le pedimos subir al campanario, que en su día, nos cuentan, servía como torre de vigilancia de la Guardia Civil.

174 escalones de subida y otros tantos de bajada. El que sube delante, se lleva las telarañas. Me toca a mí. Pero la vista merece la pena.

Nos despedimos del cura coraje, y de su iglesia, lugar que sirve de centro social y humanitario de un barrio que no ha tenido las mismas oportunidades que el resto. Aquí la fe se vive de otra manera…

Llegamos a un parque… ¿recordáis estas estructuras? En un lado la parte donde se hacen las fogatas, en el otro, los botellones. Los chavales que realizan actividades por la tarde junto al parque llevan años pidiendo unas porterías.

Seguimos caminando y encontramos a Carlos. Sobrevivió a la droga de los ochenta. Ahora tiene cuarenta y tantos. Ha pagado sus penas donde las tenía que pagar. Nos dice que ahora los chutes se los mete de oxígeno, desde que se lo instalaron en casa. Tras él, un grupo de chavales trapichean en los coches. Nos observan, y comienzan a gritarnos… ¡Los de Callejeros, venid pacá… el de la cámara, el de la cámara…! Miro a Mario… – ¿continuamos?, y doblamos la esquina.

La vida en el barrio se debate entre socavones y cucarachas. Más de una casa okupada, alguna que otra totalmente tapiada (o quemada), y la mayoría, protegida con pitones y candados de motocicleta en sus puertas. Han pasado casi tres horas desde que llegamos a la UVA. Tenemos que marcharnos.

Tengo una entrevista con Florentino…