Fotografía: foto del griego "phos" (luz) y grafía del griego "graphis" y "graphos" (escribir). Escribir con la luz.

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Defendiendo su chabola

Madrid, siete de la mañana. Las primeras luces llegan a la ciudad en una jornada soleada, pero fría a primeras y últimas horas del día.

He quedado con Mario. Visitaremos la otra realidad de la gran ciudad, donde en los márgenes de las carreteras de circunvalación malviven cientos de personas. Son los otros “vecinos” de Madrid, los de las infraviviendas y chabolas, los de los triángulos de las “bermudas”, esos sitios donde pasan cosas extrañas y no hay que acercarse.

Se acaban las aceras y desaparecen las farolas. El rastro sigue sin tapas de alcantarillas, papeleras y demás mobiliario urbano. El hedor es acusado y no viaja solo: algún perro y más de una rata nos dan la bienvenida, junto al Archivo de Hacienda de Madrid: cosas de la vida.

Carmen ha recibido un escrito del Ayuntamiento, donde se le indica que a las nueve de la mañana se procederá al lanzamiento de su casa, situado en lo que hasta hace unos meses era conocido como el Poblado de los Trigales. Pocos metros más allá de su casa, se levanta el Poblado de La Huerta, gran asentamiento chabolista que mira de cara la ciudad, y deja de espaldas la M-40.

El calvario de esta mujer comenzó hace casi un par de años, cuando Mercamadrid contempla una ampliación, y su terreno, heredado de sus abuelos, queda en medio. Dos sentencias de los Juzgados números 10 y 14 de Madrid le han dado la razón. Espera impaciente a su abogado, junto a Nati y su marido.

Aumenta la impaciencia, y esperamos atentos al final de la calle. Hemos accedido por un pequeño agujero en el vallado impuesto a la parcela: nos rodean dos enormes montículos de tierra y grandes excavadoras, que trabajan ajenas a nosotros.

Bien sabe Carmen que llegará la Policía Municipal, junto al técnico de urbanismo. Entonces ha de entrar en casa cuanto antes, para evitar ser desalojada. La Justicia no entiende de máquinas, ni de personas.

Los medios de comunicación llevan un par de días anunciando el lanzamiento (demolición) de su casa. Ese tira y afloja con los medios ha hecho que esta vez no estemos rodeados por agentes. Llega la Policía Municipal, y toma acta. Carmen respira aliviada.

Roberto, su abogado, es rotundo: con dos sentencias anteriores que dan la razón a Carmen, no se puede hacer lanzamiento alguno. Además, no se ha avisado en plazo y forma. El tiempo hace que ya nos conozcamos. Roberto lleva los casos de muchos de aquellos que pagaron IBI y Comunidad en su día, y ahora sus parcelas y terrenos estorban.

Son las diez de la mañana. La “normalidad” vuelve a la casa de Carmen, que sigue sitiada entre dos enormes montículos de tierra. Hoy, dormirán tranquilos de nuevo, tras días de nervios y una angustia que se repetirá, según nos cuenta Roberto, en pocos meses. Cuando el Ayuntamiento vuelva a intentarlo.