Fotografía: foto del griego "phos" (luz) y grafía del griego "graphis" y "graphos" (escribir). Escribir con la luz.

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Correos de la droga

La mitad de las reclusas de las cárceles españolas cumplen condenas por tráfico de drogas. Volvemos a Alcalá Meco a conocer la historia de cuatro de ellas.

Mi última visita a Meco fue hace dos o tres meses. Entonces no se hablaba de gripe A. Las paredes de los pasillos de la cárcel lucen ahora sendos carteles con las recomendaciones para evitar contagios.

Tras pasar los respectivos controles, buscamos un sitio para realizar las entrevistas. Nos ceden un espacio en el aula de informática. Las reclusas son llamadas por la megafonía exterior del centro penitenciario.

Poco a poco van llegando a la pequeña sala. Realizan distintos trabajos dentro de la cárcel. El taller de costura, la cocina, mantenimiento, la tienda de la cárcel… donde ganan entre 150 y 250 euros al mes.

Yolanda, Mercedes, Shakira y Milagros fueron correos de la droga. Sus historias son similares. Necesitaban dinero, contactaron con ellas, aceptaron el trato, llegaron a Barajas, fueron detenidas, y ahora cumplen penas de entre nueve y diez años por tráfico de drogas.

Milagros llega con los rulos puestos. Seis kilos, diez años. Le ofrecieron dinero, y no se lo pensó dos veces. Ahora, espera salir en 2016 y marcharse de vacaciones con su marido, si es que sigue esperándola en la calle.

Shakira llevaba 3 kilos en un doble fondo. Nueve años y un día. A mitad de condena, ha solicitado la expulsión, para poder continuar la pena en su país. De esta forma podrá ver a su pequeña, que ahora tiene siete años.

Mercedes pensaba que llevaba sólo un kilo cuando le pararon en Barajas. Llevaba cuatro. Nueve años de condena. Pagaría con ese dinero ganado la academia militar para uno de sus tres hijos. No ha vuelto a tener contacto con su marido. No le coge el teléfono.

Yolanda defiende su inocencia. Le dijeron que si podía llevar unos regalos a España. La persona era de confianza, y no dudó. Los regalos, eran bombones, y los bombones eran siete kilos de coca. Diez años de condena para ella y para su mujer.

Inocentes y culpables. Víctimas o verdugos. Engañadas o ingenuas. El tiempo pasa lento en la cárcel, y hay mucho tiempo para arrepentimientos y esperanzas.

Les pido una fotografía. Están “encantadas”, y sonríen continuamente ante la atenta mirada del resto de reclusas. Sus historias son las protagonistas, por un día, del patio de la cárcel. Mañana, quien sabe. Quedan muchos años por delante…