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Por un puñado de bolas

Por un clavo se perdió una herradura; por una herradura se perdió un caballo, por un caballo se perdió un reino… a veces las más humildes causas tienen tremendas consecuencias. Como el programa nuclear iraní, que está retrasado en parte por culpa de uno de los más humildes y vitales elementos de la ingeniería: las bolas de rodamiento. En efecto, el retraso en el programa iraní de enriquecimiento de uranio está relacionado directamente con la incapacidad de la industria persa de fabricar bolas de rodamiento de calidad suficiente para las ultracentrifugadoras. La bomba atómica iraní depende de un puñado de bolas.

La humilde bola de rodamiento es mucho más importante de lo que parece. Los rodamientos y cojinetes son fundamentales para el funcionamiento de cualquier eje, y por tanto de cualquier motor, desde el de una motocicleta al de un reactor. Tan importantes son que durante la Segunda Guerra Mundial las fábricas de rodamientos alemanas eran blancos predilectos de la aviación aliada. Cuanto mayor es la velocidad a la que rota un eje, mayor es la precisión que deben tener las bolas de sus rodamientos para que el conjunto dure. Un ejemplo son las bolas que se consideran más cercanas a la esfericidad jamás fabricadas, para motores muy rápidos que deben durar años: los discos duros de ordenador. Cualquier irregularidad en la calidad de las bolas reduce drásticamente la duración de los rodamientos, y con ellos, de la máquina de la que forman parte.

Este problema se complica enormemente cuando hablamos de ultracentrifugadoras para enriquecer uranio, que trabajan a velocidades astronómicas. Es lógico: se trata de separar dos isótopos de uranio (U235 y U238) por la diferencia de peso entre sus átomos, teniendo en cuenta que se diferencian sólo en tres neutrones. El uranio se convierte en hexafluoruro de uranio gaseoso, y este gas se somete en una ultracentrifugadora a enormes velocidades de rotación. Los átomos de U238 son un poco más pesados que los de U235, así que se separan. Pero las velocidades han de ser inmensas, y en cada máquina individual la separación es mínima. Por eso para producir cantidades útiles de uranio enriquecido hay que montar cascadas de ultracentrifugadoras, en las que se va enriqueciendo progresivamente la mezcla. Irán tiene en marcha 164 de ellas, y quiere montar una cascada de 3.000 en Natanz, lo que le permitiría obtener uranio suficiente para un arma en meses. Y tiene las piezas para ello. Pero no es tan fácil.

Los iraníes se están encontrando con problemas, entre ellos las bolas de rodamiento. El puñado de centrifugadoras que Irán tiene en operación (basadas en un diseño germano-holandés de los años 70 modificado por científicos pakistaníes) no está dando los resultados de fiabilidad esperados. Para que una cascada de 3.000 opere adecuadamente hay que tener muy a punto el procedimiento, y parece que los rodamientos iraníes no están a la altura: duran menos de lo previsto. De modo que la velocidad con que Irán adquiere armas atómicas, las más complicadas del planeta, depende al final de algo tan sencillo como un puñado de bolas.

Cascada de centrifugadoras en una factoría estadounidense; imagen tomada de Wikipedia.