Ciencia, tecnología, dibujos animados ¿Acaso se puede pedir más?

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Desesperada Microsoft

Hay dos estrategias para conseguir que la gente utilice un producto. Una consiste en ofrecer una buena relación calidad-precio que sitúe al producto por encima de las ofertas de la competencia, o al menos lo haga competitivo en un nicho de mercado rentable. La alternativa consiste en sobornar a la gente para que lo utilice. Ésta última estrategia de promoción es la que ha decidido poner en marcha Microsoft para intentar activar su buscador de Internet, y arañarle algo de cuota de mercado a Google. El programa, llamado Live Search cashback, ofrece descuentos de entre el 4 y el 8% a los usuarios registrados que utilicen Live Search para buscar productos y comparar precios. El dinero sale de los ingresos obtenidos por Microsoft, una gran parte de los cuales se redirigen al consumidor. Como algún analista ha señalado, la idea demuestra que la gente de Ballmer está dispuesta a explorar posibilidades innovadoras y originales. También demuestra que, tras intentarlo durante años con denuedo, han renunciado a ganarle a Google en su propio terreno. La iniciativa huele a desesperación.

Es incluso posible que Live Search cashback tenga éxito, y que suponga una amenaza real a la cuota de mercado de Google en determinados aspectos claves de la búsqueda. Pero ninguna empresa renuncia voluntariamente a recortar sus beneficios a no ser que considere que el mercado a conquistar es vital para su futuro, y que es la única forma de conseguirlo. Para ofrecer los descuentos Microsoft tendrá que contemplar Live Search como Apple contempla iTunes: como un producto que no pierde dinero ni lo gana, pero que sirve para vender otros productos (iPods, en el caso de Apple) que sí proporcionan ingresos. La intención de Redmond no es la filantropía, sino conquistar (en este caso, comprar) un mínimo espacio en la Red. Que estén dispuestos a hacerlo significa que consideran ese espacio imprescindible para su supervivencia. Y que otras alternativas más rentables, como competir en la calidad de las búsquedas, han quedado descartadas. De ahí la desesperación.

Líbano: la guerra del teléfono

¿Qué define hoy en día a un estado? Las fronteras, la capacidad de emitir moneda y de tener representación internacional y la fuerza militar capaz de controlar un territorio definido han sido tradicionalmente las características definitorias de un estado. Pero en la Era Digital todo eso puede ser de importancia secundaria; al fin y al cabo una entidad que carece de todo ello como Al Qaeda ha sido capaz de retar a la única hiperpotencia, y de influir de modo decisivo en la política mundial. Sin embargo hay algo que se está convirtiendo rápidamente en una marca fundamental de cualquier entidad con aspiraciones geoestatrégicas, y es el control de las comunicaciones. Como no ha podido dejar más claro el último conflicto en Líbano entre Hezbolá y el gobierno oficial del país, que empezó como una escaramuza por el control de la extensa red de comunicaciones del grupo armado chií. Antes que ceder sus comunicaciones, Hezbolá procedió a atacar al gobierno libanés. Ha sido la primera guerra del teléfono. Pero no será la última. Y, según los analistas, Hezbolá la ha ganado.

La causa del enfrentamiento ha sido el intento del gobierno de Fuad Siniora de eliminar uno de los principales nodos de comunicaciones de la red de fibra óptica tendida por Hezbolá en el territorio que controla (y en zonas que aparentemente no son suyas). En concreto una serie de cámaras de vigilancia automática conectadas a este nodo y que controlaban el Aeropuerto Internacional de Beirut fueron el detonante de una confrontación militar. Con ella la milicia chií ha demostrado que considera su red de comunicaciones y vigilancia como un recurso clave, que está dispuesta a defender manu militari. Y es que la organización libanesa pretende ser un estado dentro del estado, y las comunicaciones son hoy la columna vertebral de la soberanía. Y no en el mundo virtual, sino en el real. Veremos más conflictos relacionados con el control de las comunicaciones, uno de los requisitos vitales de los estados futuros.

Corregida errata el 10/6/2008 con mis disculpas; gracias, Adso de Melk poco hecho.

Por fin, RTVE.es

Hay gente, y empresas, que están tan convencidos de ser perfectos o tan poco seguros de sí mismos que temen la llegada de competencia a su campo, aunque esa llegada sea un indicador de la pujanza de su propio sector. En Internet, en cambio, estamos siempre genuinamente encantados de recibir nuevos competidores, porque somos tan pocos y queda tanto por hacer e inventar que cuantas más manos (y mentes), mejor. Sólo por eso merecería saludar con alborozo la tardía llegada de RTVE.es al panorama español de la Red; una llegada que elimina una anomalía, al incorporar a uno de los principales grupos de comunicación nacionales a Internet. Pero es que además RTVE.es nace bien, con un excelente equipo, un gran producto informativo y muy buenas ideas, lo cual nos obligará a todos a mejorar. La Internet en español es mejor hoy que ayer, y con todos los nuevos proyectos que van entrando en funcionamiento, sin duda será mejor mañana. Bienvenidos, compañeros y sin embargo temibles rivales profesionales; vuestra llegada son buenas noticias para todos.

La policía sabotea el Día de Internet

Vale que es una fiesta cuya mera existencia es la confesión de un pequeño fracaso. Vale que este tipo de celebraciones oficiales tienen siempre un cierto aire mustio, como de polvorienta oficina, y mecánico, como de obligatoria campaña política. Vale que el efecto real de estos fastos es tan leve como para cuestionarse su necesidad. Pero entre poner en duda la efectividad del Día de Internet y la forma como lo ha celebrado la policía española hay un mundo. Porque el modo como las fuerzas policiales han realizado la detención de un grupo de ‘crackers’ informáticos, precisamente en el día de Internet, y sobre todo el modo como lo han presentado (consiguiendo un impacto global), no es que sea simplemente torpe e insensible: es que bordea el sabotaje deliberado. Mientras instancias oficiales se dedicaban a intentar convencer a la ciudadanía de las bondades y utilidades de Internet, otra rama de esa misma administración ha decidido recordarnos a todos que la Red es un lugar peligroso y oscuro en el que acechan peligros sin cuento y en el que nuestra seguridad ha de ser celosamente protegida por guardianes armados. Si esto no es un sabotaje a propósito, se le parece mucho.

La policía española no tiene ninguna justificación para el escándalo que ha montado y la forma como ha presentado el asunto a los medios. Medios que, por su parte, se han tragado sin pestañear ni cuestionarse ni lo más básico la nota informativa de la fuerza pública. Nadie ha recordado que en España muchas detenciones previas, de similares características e igual escándalo mediático, han acabado en agua de borrajas en los tribunales; bien por inexistencia del delito, bien por incapacidad de las fuerzas policiales de demostrar sus acusaciones ante un juez. Pero es que incluso si esta vez se demostrara que los detenidos son culpables de lo que se les acusa, la policía habría exagerado. Porque lo que habría cometido ese grupo de ‘peligrosos criminales’, dos de ellos de 16 años de edad, es el equivalente informático en gravedad a una pintada en una pared. La nota policial, y su difusión, han convertido a un grupo de gamberros informáticos en poco menos que una banda de mafiosos internacional. Y nos ha recordado a todos, para que no se nos olvide, el temible Lado Oscuro de la Red.

Estos terribles ‘delitos’, según afirma la propia policía, consisten en violar la (con toda probabilidad irrisoria) seguridad de centenares o miles de páginas web, oficiales y particulares, para reemplazar sus textos por burlas. No han agredido a nadie. No han robado nada. No han hecho más que dejar patente, para que todo el mundo lo entienda, la falta de una mínima seriedad en multitud de páginas publicadas en la Red. Sí, lo que han hecho está mal; como está mal entrar en una casa ajena simplemente porque su dueño se deja abierta la ventana. Como está mal pintarrajear un vagón de metro o una pared recién pintada. Si se confirman los hechos, el grupo de jovenzuelos son sin duda unos gamberros que se merecen un castigo. Pero ¿peligrosos criminales internacionales? ¿Simplemente porque han dejado en ridículo a un puñado de gobiernos, algunas empresas y un partido político español (Izquierda Unida)? La ignorancia de nuestros políticos, la excesiva dureza de unas leyes desmedidas, el valor propagandístico de publicitar este tipo de operaciones aunque dentro de unos años las acusaciones sean desestimadas en un juicio, el completo desconocimiento por parte de la prensa y el general rechazo a la tecnología que se respira en la sociedad española conspiran para convertir en criminales a un grupo de chavales que debiera ser tratado como lo que son: poco más que gamberros. Y esto lo hace la policía española, deliberadamente en el Día de Internet, a instancias de la denuncia de un partido que se dice defensor de las libertades. Desde luego, la policía española no fomenta mucho el uso de la Red, pero sí que sabe expresar lo que es la ironía. Aviados estamos.

Una europea vergüenza

Gracias a la atenta vigilancia de Cory Doctorow desde BoingBoing descubrimos que el muerto que más veces ha sido matado en la historia de la legislación europea amenaza con regresar. Una vez más, y son incontables ya, se está intentando colar en la legislación europea las patentes de software, de matute y por la puerta falsa. Sí, las mismas patentes de software que han causado incontables problemas en donde existen; las mismas patentes de software que han sido torticeramente utilizadas para silenciar e intimidar a rivales comerciales; las mismas patentes de software que sólo favorecen a las grandes empresas multinacionales enzarzadas en estrategias de disuasión de tierra quemada. Pero, sobre todo, las mismas patentes de software que han sido rechazadas varias veces ya en distintos niveles del Parlamento y la burocracia europeas, en lo que supone un verdadero insulto al proceso democrático y a la inteligencia de la ciudadanía. ¿Es que los abogados de esta degenerada forma de propiedad industrial no tienen pudor ninguno? ¿Es que los políticos europeos carecen de sentido de la autopreservación?

Pero, sobre todo, ¿es que son completamente estúpidos? El intento de resucitar de estrangis las patentes de software en Europa resulta particularmente estúpido y patético ahora, cuando los innumerables problemas prácticos y legales que han provocado en la industria estadounidense han acabado por movilizar a las empresas y no sólo a los activistas, hasta el punto de que la mera idea de patentar ‘software’ o modelos de negocio está en serio proceso de revisión y es probable que resulten anuladas pronto. No se trata sólo de que decisiones individuales sean revocadas, o que haya problemas (que los hay) con la legalidad de miles de patentes estadounidenses por un descuido de procedimiento. No: la Corte de Apelaciones del Circuito Federal de Washington está examinando In re: Bilski, un caso concreto que generará jurisprudencia y que podría anular, o sustancialmente remodelar, la decisión judicial de 1998 que permitió que se patenten tanto modelos de negocio como programas. En otras palabras: ahora que los Estados Unidos están recuperando el juicio e intentan anular un error que les ha salido carísimo, Europa quiere repetirlo, burlándose además de la voluntad de sus ciudadanos y de las nefastas consecuencias que puede tener para su propia economía. Si éste es el nivel de inteligencia de la Unión, si de esta manera trata la voluntad de sus ciudadanos, no es de extrañar el auge del euroescepticismo. ¿No se le caerá a nadie la cara de vergüenza?

Imagen de Vampiro de David de la Luz, tomada de Wikimedia Commons.

Porque no quieren

6 de cada 10 adultos españoles no tienen Internet, y de éstos menos de uno de cada 10 lo ha probado siquiera para saber lo que es. Es el dato quizá más llamativo de la Segunda Encuesta sobre Internet del BBVA, recién publicada [pdf], que demuestra que el principal escollo para el desarrollo de la sociedad española no es la falta de dinero, ni siquiera de educación; es la falta de interés en el futuro. Una ausencia de interés que linda con el rechazo. La mayoría de los no usuarios de la Red son, según el estudio, más pobres, pertenecen a clases sociales más bajas, tienen mayor edad y son menos educados. Pero las razones que alegan para no entrar en la Red no tienen que ver con la economía o la percepción de dificultad; lo caros que son los ordenadores o lo complejo de manejarlos ocupan lugares muy bajos en la lista de las preocupaciones de los no navegantes. Las principales razones por las que no navegan son la falta de interés y la nula percepción de la utilidad que tiene para ellos Internet. Los españoles no dejan de entrar en la Red porque no puedan, sino porque no quieren. No tienen razones ni para probar.

¿Es por lo bien que se vive en España y el magnífico clima de que disfrutamos, como afirmaba sin rubor hace años más de un informe? ¿Es España tan diferente del resto de países que nos rodean y en los que nos reconocemos? ¿Hemos descubierto una nueva vía al desarrollo económico que no pasa por los cambios sociales y culturales de que disfrutan los países que están por delante de nosotros? Puede que seamos la maravilla delos tiempos, un país donde los avances de otras sociedades no son necesarios. Pero lo más probable es que uno delos factores más importantes sea la simple falta de calidad de la oferta de contenidos y servicios en la Red. La Internet española es poco atractiva para sus usuarios potenciales porque carece de muchas de las mejores razones para conectarse como una buena oferta de comercio electrónico, un compromiso real de las administraciones (con la posibilidad de realizar gestiones) o una interesante oferta por parte de las universidades e instituciones culturales. La parte de ‘comunicación’ está bien servida, pero la de ‘contenidos’ es más bien pobre, si la comparamos con otros países.

España padece una industria de medios y de creadores de contenidos timorata, bastante tecnofóbica y muy alérgica a las novedades, que ha arrastrado los pies a cada paso para incorporarse a la Red, y que todavía presenta las redes rutinariamente como un nido de malas cualidades y riesgos a evitar (hackers, pedófilos, spam y ‘robo’ de música son los titulares sobre Internet más habituales). Los medios, el sector encargado de ayudar a pensar a la sociedad, la industria de debería abrir camino al futuro, está contribuyendo a negar ese futuro. Preocupados más de su propia supervivencia que del bien común, o empecinados en querellas intestinas y problemas del pasado, el sector que debiera ser la vanguardia del cambio está atrincherada, intentando impedir como sea (o al menos ralentizar) todo lo que muy a su pesar está ocurriendo. La industria de los medios de comunicación y la profesión del periodismo deberían preguntarse menos qué puede hacer Internet por ellos, y mucho más qué pueden hacer ellos por la Red. Porque no sólo están dañándose a sí mismos: nos están dañando a todos, contribuyendo de forma decisiva a que España pierda, otra vez, el tren del futuro. La última vez nos costó más de un siglo retomarlo, así que la cuestión es ¿por qué y quiénes no quieren?

Hindenburg: el fin de un sueño

Era casi tan largo como el Titanic, estaba construido para llevar pasajeros en la misma ruta, y su final (como el del trasatlántico británico) simbolizó el final de un sueño: que la tecnología por sí sola puede resolver cualquier problema. Hoy hace 71 años que el dirigible LZ 129 Hindenburg estalló en llamas a su llegada a la Estación Aeronaval de Lakehurst, en Nueva Jersey, EE UU, tras cruzar el Atlántico en un vuelo que había realizado ya 10 veces anteriormente. Con el tremendo espectáculo del fin del Hindenburg, y con la intensa cobertura mediática que recibió el accidente, se acabó para siempre el transporte de pasajeros en dirigible. Y la confianza en la tecnología sufrió un severo varapalo. Aunque justo es explicar que las causas del accidente fueron, en última instancia, políticas.

En efecto, el Hindenburg estaba diseñado originalmente para ir relleno de helio, casi tan buen gas de sustentación como el hidrógeno pero con la ventaja de ser totalmente incombustible, ya que se trata de un gas noble. Como los grandes zepelines en aquella época estaba considerados como un triunfo de la ingeniería y del renacido orgullo alemán, el gobierno de Estados Unidos negó el helio a los alemanes. El país, único gran productor de helio natural, nacionalizó sus reservas de este gas para crear la Reserva Nacional de Helio, forzando a utilizar hidrógeno en el Hindenburg y sus gemelos. Curiosamente, se dice que sólo el conocido antinazismo del director de la compañía Zeppelin Hugo Eckener impidió que el dirigible llevara el nombre de Adolf Hitler. También es cierto que los técnicos alemanes no dudaban de su capacidad para manejar el hidrógeno con seguridad, y que gracias al 10% más de empuje creado con este gas (y a la eliminación del único piano que jamás haya amenizado un artefacto volador) se amplió la capacidad de pasajeros del dirigible.

Nunca llegó a conocerse con certeza la causa de la deflagración; pudo ser una chispa eléctrica, la pintura del revestimiento, un problema estructural o una fuga de combustible de uno de los motores diesel. Pero el caso es que la muerte de un tercio de los pasajeros y la tripulación, retransmitida en diferido por la radio y narrada con gran lujo de horribles detalles por la numerosa prensa congregada para cubrir (con fines propagandísticos) la llegada del monstruo contribuyó a que se acabaran para siempre los dirigibles de pasajeros. A menos que en el futuro alguien los resucite, con mejor tecnología y un gas sustentador menos inflamable, la forma más elegante de volar estará muerta. Como ocurrió con el Concorde, un único accidente acabó con un sueño de lujo y tecnología.

10.000 wikipedias al año

Hablamos de que Internet representa el triunfo de la ‘Economía de la Atención‘, del inmenso y creciente valor de esta nueva y preciosa materia prima que es atraer miradas, pero no nos preguntamos de dónde sale la atención; dónde están las minas que la producen. A esta pregunta se ha enfrentado Clay Shirky con su característico ingenio y una respuesta contundente: el más generoso productor de atención para Internet es la televisión, que ha tenido y tiene acaparadas ingentes cantidades de este valioso producto. Unos cuantos cálculos muy a ojo de buen cubero le permiten crear una nueva unidad de medida de atención, la wikipedia, que mide la cantidad de atención necesaria para crear la enciclopedia más democrática; Shirky estima su valor en el equivalente de 100 millones de horas de pensamiento humano. Según esta medida es perfectamente factible un desplazamiento de 10.000 wikipedias desde la televisión a Internet en el inmediato futuro: una enorme cantidad de atención y pensamiento. Se trata de una estimación baja, ya que anualmente la gente con acceso a Internet ve en total al menos un billón de horas de televisión al año; un simple 1% del tiempo de televisión traspasado a Internet y se obtiene esa ingente cifra. ¿Y qué puede hacer la Humanidad con 10.000 wikipedias anuales?

Naturalmente, no se trata de que vayamos a tener ese número de proyectos equivalentes, sino que el producto mental necesario para construirlos se va a derramar cada año en la Red, y Shirky no puede por menos que preguntarse qué podremos hacer con semejante cantidad de pensamiento. Pensándolo bien, en realidad se trata de un retorno a nuestras raíces evolutivas, del regreso a una etapa anterior al neolítico, a la era de los cazadores recolectores. Las tribus que cambiaban de paisaje con las estaciones y las migraciones de los animales disponían, curiosamente, de mucho tiempo libre para la artesanía, los cuentos y otras actividades culturales de gran importancia que el duro trabajo agrícola, y más tarde el industrial, nos han arrebatado. Cuando las condiciones de vida mejoraron y ese tesoro de pensamiento estuvo a punto de volcarse en la lectura, llegó la televisión y se encargó de absorberlo. Hoy las cifras de horas de televisión por persona aterran, cuando se piensa en todo lo que podría hacerse con ese tiempo pasado ante la ‘caja tonta’. Y con lo que se está haciendo ya con sólo una fracción. Viendo lo que es la Wikipedia hoy, ¿hasta dónde podremos llegar con ese tesoro en atención y cerebro? ¿Y qué le pasará a las industrias que venden esa atención hoy, como la propia televisión, cuando pierdan su principal producto?

Gracias, BoingBoing. Corregida una errata el 2/5/2008; gracias, JuanPi.

La prueba de la astrología

No se podía pedir un mejor diseño experimental para comprobar la tesis central de la astrología, que dice que la influencia de los astros sobre nosotros en el momento de nuestro nacimiento determina nuestras futuras capacidades, intereses y hechos. Más de 2.000 bebés británicos nacidos a principios de marzo de 1958 en hospitales de Londres, muchos de ellos con diferencias de minutos tan sólo en sus edades, han sido seguidos por médicos durante años. El objetivo del seguimiento era comprobar de qué manera afectan a largo plazo a la salud cuestiones relacionadas con las costumbres, como la dieta, pero incidentalmente la inmensa masa de datos acumulada sobre este grupo a lo largo de los años ha servido para demostrar que la astrología no funciona. A pesar de lo que pudieran opinar en el pasado ilustres practicantes como Kepler o Newton.

Según el estudio ha sido imposible encontrar ningún tipo de sesgo, preferencia o desvío en alguna dirección preferente entre los 2.000 ‘gemelos del tiempo’, como les denomina el artículo. Si la tesis central de la astrología fuese cierta la influencia de las esferas tendría que ser común a todos ellos, o muy similar, ya que nacieron casi a la vez y casi en el mismo lugar. Tendrían que tener alguna característica o querencia parecida. Pero las completas estadísticas sobre su estado de salud y psicológico que se han acumulado durante todos estos años no muestran ninguna; si hubiese alguna desviación estaría por debajo del umbral de detección estadística. Lo cual no es extraño, porque uno de los signos de la pseudociencia es precisamente ése: postular efectos que están cerca de, o dentro, del umbral de error de medición. En este caso, el experimento es concluyente: la influencia de los astros en el momento de nuestro nacimiento sobre nuestra vida posterior es inexistente. No esperen, sin embargo, que este resultado provoque la quiebra de demasiados astrólogos, o la desaparición de los horóscopos de los periódicos (incluyendo, ay, 20 minutos). ¿Desde cuándo los aficionados a lo oculto han dejado que la realidad les estropee una buena creencia?

Grabado Flammarion coloreado; imagen obtenida de Wikipedia Commons, cedida por Hugo Heikenwaelder.

Terminator, el retorno

Como el personaje de Schwarzenegger, regresa la posibilidad de que se autorice una biotecnología propagandísticamente conocida como ‘terminator’ rechazada hace unos años tras una feroz campaña en contra. La idea consiste en añadir a semillas genéticamente modificadas un nuevo rasgo: la esterilidad. Y aunque hoy vivimos en un mundo muy diferente, en el que preocupa sobremanera el despegue brutal de los precios de los alimentos y claramente hace falta nueva tecnología de producción capaz de multiplicar el rendimiento agrícola, ‘terminator’ vuelve a encontrarse con una contundente campaña publicitaria en contra. Contundente, y en buena parte falaz: para ‘cargarse’ definitivamente una tecnología políticamente dañina para su causa, algunos sectores están enfrentando el humanitarismo (la lucha contra el hambre) contra el ecologismo. En este caso, a favor de una forma radical de ecologismo que poco tiene en cuenta a los más desfavorecidos. Para salvar a la tierra, parecen dispuestos a dejar morir de hambre a millones.

Los argumentos contra ‘terminator’ son falsos y contradictorios. Por un lado se acusa a la tecnología de estar diseñada para explotar al campesinado obligándoles a comprar semillas cada año, lo cual es falso. Por otro lado se dice que como cualquier modificación genética ‘terminator’ corre el riesgo de provocar una contaminación genética de las poblaciones naturales, lo cual es absurdo: el objetivo de la tecnología es precisamente impedir la contaminación genética; pese a lo que algunos digan, es totalmente imposible que una esterilidad genética se propague, precisamente porque las plantas son estériles. ‘Terminator’ evita el riesgo de contaminación genética del ecosistema, y tal vez por eso es tan atacada. La acusación de que obliga a los campesinos a comprar semillas [pdf] es, por supuesto, cierta, pero las implicaciones son también falaces: los campesinos (del Primer y del Tercer mundo) llevan décadas utilizando en gran número semillas híbridas, que son estériles. Nadie les obliga a ello; disponen todavía de sus ‘stocks’ de semillas locales autóctonas. Utilizan los híbridos, los responsables de la llamada ‘Revolución Verde‘ que tanto ha hecho por reducir el hambre en el mundo, porque tienen mayor rendimiento: porque producen más. Son más caros, más delicados y más difíciles de cultivar, y no permiten utilizar las semillas de un año para otro, pero esas desventajas se compensan por su mucha mayor productividad, algo muy importante cuando se vive en el umbral del hambre. ‘Terminator’ no es diferente en eso de las semillas híbridas que ya utilizan hoy muchos campesinos, y sin embargo proporciona un grado de seguridad biológica mucho mayor, al impedir que cualquier modificación genética que tengan las plantas de cultivo para aumentar la producción se extienda por las poblaciones naturales. No perjudica a los agricultores y protege al medio ambiente: una aberración.

Políticamente, ésta es la clave: ‘terminator’ elimina una objeción válida contra las cosechas genéticamente alteradas y, por tanto, facilita su introducción. El mundo necesita imperiosamente aumentar la producción de alimentos, o reducir la población; si no hacemos nada tan sólo crecerá el hambre. Las técnicas de ingeniería genética proporcionan cosechas que producen más, al limitar el uso de insecticidas (maíz Bt) o mejorar la capacidad de las plantas para sobrevivir en climas áridos o en terrenos salobres. También pueden mejorar la alimentación de millones al incorporar vitaminas no presentes en los cereales naturales. Las nuevas semillas no son conceptualmente diferentes a las modificaciones de los cereales híbridos que utilizamos desde los años 40, pero los genes extra se incorporan por otro procedimiento. Y la posibilidad de que esos genes contaminen las poblaciones naturales y reduzcan la diversidad es real. Por eso ‘terminator’ es útil, como un seguro para el ecosistema. Y por eso desde los ámbitos más preocupados por salvar al planeta que a sus habitantes les encanta demonizar esta tecnología, con argumentos que a veces suenan más a prejuicio, síndrome de frankenstein y ludismo que a discusión honesta de política. Esta vez, como en la segunda película del mismo nombre, ‘terminator’ viene para salvarnos.

PD: Aclaro que no estoy ni he estado jamás a sueldo de ninguna multinacional biotecnológica; mejor argumentamos y nos ahorramos los epítetos: son aburridos.