Ciencia, tecnología, dibujos animados ¿Acaso se puede pedir más?

Patrimonio de todos

Tiene una Plaza de San Marcos completa, con su Campanile, un Palacio Ducal y no uno, sino tres Gran Canales recorridos por góndolas. Pero el recién inaugurado Venetian Macao no está en una laguna en el adriático, sino en el otro extremo del planeta: en Macao, hoy China y antaño bajo dominio portugués. Como su hermano mayor, aunque más pequeño, el Venetian de Las Vegas, el megacasino con galería comercial (350 tiendas) y hotel recién aterrizado en Macao aprovecha la inolvidable y conocidísima geografía e historia de La Serenísima para los propósitos menos románticos imaginables: juego, comercio, turismo de masas. Y no es el único: sólo en Las Vegas hay un Luxor que se inspira en la tradición egipcia, un Caesar’s Palace que explota la iconografía grecorromana y por supuesto los New York, New York y Paris Las Vegas que directamente copian el ambiente de una ciudad de hoy. O quizá debiéramos decir el mito, porque ninguno de estos complejos comerciales y turísticos se preocupa de la autenticidad en la reproducción: todo lo que necesitan es el barniz, el brillo, el ambiente de una civilización, y eso es todo lo que reproducen; un lejano eco del original que sea suficiente para sacar el dinero a los turistas. Podríamos deplorar la presente cultura, por la cual mucha gente parece preferir la copia al original, siempre que la copia contenga tiendas de Prada, mesas de ruleta y habitaciones con aire acondicionado. Pero hay una pregunta todavía más interesante en estos tiempos de desbocada propiedad intelectual: ¿de quién es el espíritu de Venecia? ¿Quién es el dueño del mundo grecorromano, o del mito de París? ¿Alguien es propietario de la imagen del Taj Mahal?

¿Tiene dueño el aura de la Alhambra, que un grupo estadounidense está duplicando en su país para albergar un complejo académico. ¿Debe tener propietario un mito, un ambiente, una evocación, una historia? Podría considerarse que los actuales habitantes de una ciudad, los custodios de un mito, tendrían una clara defensa de propiedad, ya que viven allí. Pero la reivindicación por los descendientes de las hazañas de sus antepasados es siempre dudosa, y abundan los casos en los que la continuidad no está nada clara: los creadores de la Alhambra y sus descendientes ya no viven en Granada, como tampoco lo hacen en Agra los descendientes de los mogoles que erigieron el Taj Mahal. Las poblaciones cambian a lo largo de los siglos. La identidad es flexible con la historia.

Pero es que además no sería del todo justo, porque un mito nace tan sólo con la colaboración de los receptores; no puede existir sin el resto de nosotros. París no sería París sin las imágenes que evocan en millones de mentes películas como Casablanca (que se rodó en Hollywood), como Venecia no sería Venecia sin la respuesta emocional que evocan las obras de Shakespeare ni la Alhambra tendría tanta fuerza sin Washington Irving y el eco de sus inventadas leyendas. Venecia, las emociones que evoca, su aura, su mito no pertenecen, no pueden pertenecer sólo a los venecianos de hoy: pertenecen a la Humanidad. Nos pertenecen a todos, para lo bueno y para lo malo. Lo mismo ocurre con Luxor, París, Roma o Nueva York; lo mismo ocurre con la Alhambra. Porque hay cosas que no pueden ser de nadie, ya que son de todos. Son cultura.

Hace falta que las leyes dejen claro cuándo algo es de todos; cuándo un patrimonio es demasiado grande, demasiado importante como para permitir que unos pocos lo monopolicen, lo controlen, lo reduzcan. Es importante que todos sepamos lo que es nuestro, de todos, y lo que no lo es; lo que puede cerrarse y lo que no. Es importante que los estados se encarguen de este papel de protección y exaltación de lo mejor de todos nosotros mediante la divulgación y extensión de los tesoros culturales. Y si queremos influir, ser importantes, tener un peso en la cultura universal, hay que ser generosos. El peso en lo cultural de los países y las gentes se va a medir por aquello que compartan; por lo que sean capaces de regalar y aportar al Patrimonio de la Humanidad. Para ser ricos hay que regalar.

Imagen del Venetian Las Vegas por Michael180, tomada de Wikipedia Commons.

3 comentarios

  1. Dice ser Juan

    Estimado Pepe, me confieso asiduo lector de tu blog desde hace tiempo. A pesar de los buenos momentos de entretenimiento que me has dado, las cosas que me has descubierto y los intereses que me has despertado, nunca hasta hoy me había decidido a dejarte un comentario. Pero me he dicho que de hoy no pasa.Escribo hoy en los comentarios para decirte que me quito el sombrero ante su pluma y «olé». No se puede decir más en menos tiempo y acabar con una «perla de sabiduría» que pienso que todos deberíamos de tener en marcada en nuestras casas.Por ello, a no ser que tengas algo en contra, acabo de reproducir tu post integro en mi humilde Blog.¡Deberiamos hacerle un viral a lo que has escrito hoy!Un saludo y un abrazo:Juan

    24 septiembre 2007 | 11:40

  2. Dice ser Javier Cuchí

    Suscribo, suscribo. Pero con una salvedad: yo no valoro en tanto a Washington Irving. Quizá fuera de España sí que haya podido ser un agente transmisor importante, seguramente esencial; pero no me parece que en España don Washington (a quien no creo que aquí haya leído mucha gente y advierto que vale la pena hacerlo: es delicioso) haya sido tan determinante para transmitir la magia de la Alhambra.Pero en lo demás, Pepe nos ha obsequiado con otro magnífico alegato en pro de la cultura como patrimonio universal inapropiable.Guardia a formar con armas y en presenten.

    24 septiembre 2007 | 13:26

  3. Dice ser Dr. Gnomegang

    Totalmente de acuerdo. Desde que me introduje en el mundo de las bitacoras o blogs, vengo rabiando, por el abuso mediatico que se hace con la herencia cultural de la humanidad. Trate usted de buscar una imagen de Buddha, de Angkor Watt, de la medieval Praga, por citar algo, y se las vera muy dificil.Todo tiene dueño, Tung Huang y el Gobi, el colibri y el Loto, tienen miles de dueños, todos con un Copyright y «derecho de autor» de algo en lo que no han puesto ni un atomo, un cualquiera monopolizando la herencia cultural de la humanidad.Otros acuden a material disponible bajo «Dominio Publico» y luego reclaman copyright de la obra derivada, casi siempre una copia del original. Asi andamos. Per algo hay que hacer.Otra cosa, el mal uso de las licencias Creative Commons, Copyleft o GNU por bloggers que simultaneamente usan programas anticopia y llaman robar y ladron al que visita el blog y pretende copiar una foto. Que contrasentido! Tengo una declaracion en mi blog al respecto.Gracias.Saludos y un abrazo.

    27 septiembre 2007 | 18:45

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