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Tecnología post-11S: Irak y Afganistán

La primera respuesta militar a los atentados del 11S fue la invasión de Afganistán, llevada a cabo fundamentalmente con medios convencionales utilizados de formas nuevas (comandos en estrecha colaboración con bombarderos pesados). Dos años más tarde se produjo la invasión de Irak, que en sus primeras fases (la conquista) se llevó a cabo asimismo con estrategias y material convencional. Posteriormente, cuando la conquista se trocó en ocupación, aparecieron los problemas: desaparecidos los ejércitos iraquí y afgano, las fuerzas estadounidenses se vieron sometidas a un creciente número de ataques guerrilleros. Las bombas en las cunetas, los ataques sorpresa con morteros, los francotiradores y los ataques suicidas empezaron a causar bajas en las tropas de los EEUU.

Para enfrentar el problema se empezaron a desarrollar toda una serie de nuevos sistemas de blindaje, protección y desactivación de bombas. Así aparecieron toda una serie de vehículos a prueba de bombas, algunos de ellos diseñados para eliminar explosivos (como ‘La Garra‘). Las propias tropas improvisaron sistemas de blindaje para sus vehículos (‘hillbilly armor‘), y los numerosos contratistas de seguridad civiles desarrollaron sus propias versiones (camiones ‘Mad Max‘). En paralelo las bombas se han hecho cada vez más efectivas, con la aparición en el teatro de los llamados ‘explosively formed penetrators’ (penetradores formados por la explosión), piezas metálicas de precisión que con la explosión se transforman en una gota de metal fundido capaz de atravesar casi tres centímetros de acero. Se trabaja en defensas activas, que disparan contra los proyectiles en vuelo antes del impacto contra el vehículo.

En la lucha contra las bombas, sin embargo, ha sido la guerra electrónica la que ha obtenido mejores resultados. Los insurgentes en un principio activaban la detonación de sus artefactos mediante sencillos sistemas de radio (radiocontroles de garaje o juguetes de control remoto, teléfonos móviles), y las tropas estadounidenses pronto desarrollaron interferidores de frecuencias capaces de impedir localmente estas transmisiones. Así comenzó una carrera del gato y el ratón entre los artificieros estadounidenses y los fabricante iraquíes de bombas, que ha dado como resultado que se descubran y desactiven casi la mitad de las bombas colocadas, y que el método preferido de detonación sea ahora el cable, que hace vulnerables a los atacantes. El precio, sin embargo, es elevado, y no sólo en dinero.

La guerra de Irak está resultando peculiar; las fuerzas estadounidenses han tenido más de 19.000 heridos, de ellos 9.000 graves, frente a menos de 3.000 muertos. El relativamente reducido porcentaje de muertes se debe a una serie de avances en el tratamiento de los heridos que han reducido la mortalidad a récords históricos. La responsabilidad corresponde a inventos sencillos como torniquetes autoaplicables, nuevos modelos de vendaje, neveras portátiles para conservar sangre y varios sistemas para detener hemorragias rápidamente, que combinados con el rápido transporte de los heridos han mejorado en mucho los resultados de la medicina de combate. Se trabaja en nuevos métodos, como un microondas diseñado para detener hemorragias internas, que pueden mejorar aún estas cifras. Asimismo las tropas estadounidenses han sido equipadas con sofisticados chalecos antibalas, tecnología en constante perfeccionamiento. Los efectos a largo plazo de este elevado número de heridos, algunos severamente afectados de por vida, son incalculables a largo plazo.

En cuanto a equipamiento y armamento han sido los sistemas antiguos y probados los mejor valorados por las tropas; en algunos casos hasta se han recuperado armas ya retiradas por obsoletas. Incluso viejos conceptos, como el cañón de asalto de la Segunda Guerra Mundial, han resucitado. También han resultado efectivas versiones para uso de la infantería de proyectiles termobáricos, una adaptación de las bombas de combustible-aire que son capaces de destruir un edificio o matar a todos sus habitantes.

Menos éxito han tenido los programas cercanos a la ciencia ficción, como las armas no letales de rayos, que se suponía estaban a punto de desplegarse pero que finalmente han sido retiradas. Esta nueva arma causa una fuerte sensación de quemazón, sin provocar daños permanentes, y está diseñado para control de manifestaciones y personal desarmado. Otro sistema similar, diseñado para desactivar explosivos, ha sido asimismo retirado por el momento.

Paradójicamente, es en el aspecto de comunicaciones donde las tropas estadounidenses están teniendo más problemas. El programa para dotar de una radio única de alta tecnología a todo el sistema, desde las tropas del frente a los aviones pasando por vehículos, satélites y cuarteles generales (llamado ‘Joint Tactical Radio System‘) está en serios apuros, y a veces los soldados de primera línea no reciben la información que necesitan. Por su parte en las bases ellos mismos se montan sus propias redes WiFi para comunicarse con sus familias. El líder mundial de las telecos no parece ser capaz de dominar el campo de batalla de la infoguerra.

Corregida concordancia de género el 14/9/2006; gracias, L.

3 comentarios

  1. Dice ser edixon

    jeje, no puedo esperar la siguiente entrega de esta serie post 9/11

    14 septiembre 2006 | 6:03

  2. Dice ser Carlos Valencia

    Me has dejado helado, mudo. Tu descripción es casi aséptica, neutra. Pero en verad describes cómo se perfecciona la maquinaria de la guerra, cómo los adelantos sirven para desmembrar más gente, cómo puedo salvar de la muerte a un soldado que va a terminar muerto en vida.CV

    14 septiembre 2006 | 16:03

  3. Dice ser enhiro

    CV, una persona interesada por la tecnología no puede sino interesarse por la más avanzada del mundo, y esa suele ser la tecnología militar. Muchos de esos avances más tarde hacen más fácil y segura la vida cotidiana. Los avances médicos, por ejemplo, en terreno militar han salvado muchas vidas de accidentados de tráfico.Aquí se habla de tecnología, en este caso militar, no de la guerra en sí. No veo porqué el análisis no ha de ser aséptico.

    14 septiembre 2006 | 16:46

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