Reportero: periodista que a fuerza de suposiciones se abre un camino hasta la verdad, y la dispersa en unatempestad de palabras (Diccionario del diablo - Ambrose Bierce)El cómo se hizo de los reportajes de 20 minutos...

Tecno pranayama

Estoy enfermo desde el martes. Preguntarán ustedes qué tengo. Por ahora solamente síntomas: un casi constante mareo, con picos de altura marítima durante los cuales, so pena de desplome y caída, debo acostarme. Además, una gran debilidad.

En nuestro sistema público de salud no se lleva el procedimiento del televisivo doctor Gregory House, tan similar al de aquellos venerables médicos que deducían el mal oliendo y observando la orina del paciente.

El médico tipo español bien podría ser suplido por un ingenio mecánico o, ya que se trata de ahorrarle costos al erario público, por un sistema telefónico 902.

-Diga, en voz alta y clara, los síntomas que le aquejan.

-Estoy mareado.

-No le he entendido. Diga, en voz alta y clara, los síntomas que le aquejan.

-Estoy cansado.

-Sigo sin entenderle. Diga, en voz alta y clara, los síntomas que le aquejan.

-Te odio, cerdita.

-Clave aceptada. Recoja en la farmacia la receta. El coste de la llamada será cargado en su tarjeta.

Mi realidad emula a esta burda ficción. Dudo del carácter cárnico de mi médico. Jamás le he visto levantado. Me aterroriza la idea de que quizá se trate de un androide y pienso que tras el escritorio de arqueológico metal franquista una maraña de cables y circuitos de silicio han sustituido a las extremidades inferiores.

En una ocasión acudí a la consulta para mostrarle una erupción íntima.

-Hongos.

Lo dijo desde una quietud tan absoluta que sólo puede proceder de un experto en yoga pranayama. Ahora tampoco se movió.

-Me siento muy mal, estoy constantemente mareado. A veces todo gira a mi alrededor y creo que me caigo.

Silencio.

-También estoy cansado, muy cansado.

El zumbido sordo de un procesador. La mano derecha escribe sobre un formulario verde. Ni siquiera me entrega la receta: espera que yo la recoja. Dice: “Lexatín 3 mg”.

-Desde el martes no he podido trabajar.

La intensidad del zumbido aumenta. La mano derecha escribe sobre otro formulario. Lo recojo. Dice: “Enfermo”.

Ahora ni siquiera me queda la originalidad, tan literaria, del doliente que exhibe su colección de píldoras como modo de acercamiento en el bar. Si saco el Lexatín, ella me considerará vulgar: es el medicamento más recetado en España. Todos estamos así, pelados como los cables eléctricos de un edificio de Lavapiés en espera de especulación.

Añoro a Gregory House diciendo:

-Enhorabuena, ha sido tumor.

José Ángel González

4 comentarios

  1. Dice ser José Ángel González

    (on topic)Por cierto, mi director -y amigo- Arsenio Escolar ha diagnosticado mejor que el doctor: «lo tuyo», dice en un e-correo, «es neurastenia juvenil».House te oiga.

    20 mayo 2006 | 14:32

  2. Dice ser Bambo

    ¿Sigues teniendo el médico de los apellidos rocambolescos?Siento tus mareos, y no es compasión: constatación, no más. Sé qué es y esa sensación de barco a la deriva no es demasiado placentera.A veces sí que sería preferible la parquedad de House: al menos, sabes que esconde miedo tras su rostro impertérrito. Como la mayoría de nosotros.Beso

    20 mayo 2006 | 15:13

  3. Dice ser José Ángel González

    El mismo, Bambo.Sé que me entiendes. Beso.

    21 mayo 2006 | 15:12

  4. Dice ser DMM

    Muy bueno, si señor.Yo, después de pasar 2 años aguantando a mi médico de cabecera de la seguridad social, me busqué a uno de la mútua de la empresa. ¡Debía haberlo hecho hacía mucho tiempo! ¡Nada que ver! Este parece que oye, emite sonidos, y no necesita coger el Vademecum cada 5 minutos durante mis visitas.Un beso.

    22 mayo 2006 | 13:56

Los comentarios están cerrados.