Reportero: periodista que a fuerza de suposiciones se abre un camino hasta la verdad, y la dispersa en unatempestad de palabras (Diccionario del diablo - Ambrose Bierce)El cómo se hizo de los reportajes de 20 minutos...

Hotel, free lancer…

Quien tenga previsto venir a Madrid y alojarse en el Suecia, mejor que no quiera emular a Cortázar o probar el famoso salmón marinado que se sirve en el Bellman, el restaurante del hotel, porque aquí ya nadie volverá a usar ninguna de las 228 camas, en las que se ha alojado la creme de la creme literaria. Incluso en la última novela de Benjamín Prado, «Mala gente que camina» (Alfaguara, 2006) en el Suecia se gesta una infidelidad maravillosa, de las que cargan las pilas…

Qué pena, se va un hotel, una leyenda y ese punto de morbo que ya está buscando otra habitación… Y es que toda esta historia que resulta espectral ya fue visionada por Julio Cortázar. En uno de sus relatos más célebres, Casa tomada, los habitantes de un hogar se ven obligados a irse, expulsados por una presencia aterradora… en la ficción eran fantasmas, en la realidad, las multinacionales. Y nada más: cuatro estrellas menos de encanto para el centro de Madrid.

Estos dos parrafos no aparecen en el reportaje Cuatro estrellas menos, que hoy publica 20 minutos, sobre el cierre del Suecia, el más literario de los hoteles madrileños, entregado, según parece, a la especulación inmobiliaria.

Tuve, por razones de espacio, maqueta y puesta en página, que editar la pieza, la primera que insertamos Los Reporteros en la sección cultural La Revista. Me costó recortar.

El dilema final fue dejar fuera la historia de Juan Pablo García, recepcionista del hotel desde hace 16 años y personaje citado por uno de los habituales, el argentino Ernesto Sábato, en España en los diarios de mi vejez (Seix Barral, 2004), o esos dos párrafos finales escritos por nuestro reportero colaborador Ángel Negri.

Ganó García. Lo siento, Ángel. Los free-lancer siempre pierden.

Ángel Negri, lo habrán sospechado por la emanación literaria del nombre, es un seudónimo. Tras él vive un periodista de esos que, mercenarios de manos limpias, se ofrecen al mejor postor.

La verdad es ésta: Ángel no puede firmar con su identidad real porque tendría problemas con alguno de los otros medios con los cuales colabora. Así es la cosa: pagan por pieza, pero quieren el alma entera, compadre. Quizá así sea mejor: no te debes a nadie. Deja que ellos sean los deudores.

El reportaje nació y fue elaborado en un día. El jueves un diario gratuito de la competencia se nos adelantó con el anuncio del cierre del hotel. Sin embargo, se ciñeron al conflicto laboral de los 54 trabajadores y pasaron de puntillas por la condición de edificio singular (el aire avant garde del diseño interior es único en Madrid) y el aura literaria del Suecia, acomodo madrileño de escritores de todo pelaje, entre ellos Ernest Hemingway y Julio Cortázar, adorado con su admirable vehemencia por mi compañero Javier Rada.

Encargué el reportaje a Ángel esa misma mañana. Al día siguiente, a las 17 h, lo tenía en mi ordenador. Perfecto y emotivo.

Lo dejé en página antes de irme a casa, preparado para la edición en papel de hoy. Temí durante el fin de semana que los diarios de pago publicasen algo y redujesen el brillo de nuestra pieza, pero estaban demasiado cautivados por la baronesa verde y no se acercaron al Suecia. Mejor un título nobiliario que los fantasmas de Julio y Ernest.

En Hotel nómada, el escritor ambulante Cees Noteboom se pregunta:

¿Dónde empieza el territorio de un hotel?

Para Leonard Cohen, enfermo de amor funebre e imposible por la insoportablemente frágil Janis Joplin, fue el Chelsea (222 West y la calle 23, en Nueva York). También en esta gruta se ahogaron Dylan Thomas y William Burroughs. El primero, en whisky, hasta la muerte. El otro, en heroína, hasta los 83.

Para Borges, Las Delicias, villa de verano que le permitía imaginar una noche inflamada de cuchillos y tigres.

Para Proust, el Pera Palas de Estambul, estación término continental y fragante puerta del peligroso oriente.

Para Conrad y Kipling, The Oriental, en Bangkok, donde encontraban adjetivos para la fiebre, los mosquitos y la decadencia de los imperios.

Para mí, el Britania, en Lisboa la blanca.

Todos tenemos un hotel, tal vez varios. Son territorio eléctrico, palpitante, de gran soledad o gran euforia, de juegos de nata y tequila, de susto y dispendio. Nada tiene que ver su excelencia con las estrellas de las guías para excursionistas. Está más allá. En tiempo de cheques por una cama, el hotel es la Última Thule y aquí su dinero no es válido, forastero perdido.

Dice Noteboom:

No quiero la seducción del frigorífico, la mala cerveza y el buen whisky. No quiero el ruido del aspirador en el pasillo evocando la idea de trabajo. No quiero la luz matutina penetrando como un rayo láser en la provincia freudiana en la que permanezco todavía, porque para mí aún es de noche. No quiero esa típica conversación entre voces femeninas de mediana edad, en un dialecto extraído de Finnegan’s wake, burlándose de mí porque aún estoy en la cama. No quiero televisión. ¿No quieres televisión? ¿Y tú te consideras periodista? ¡No quieres televisión! Y todas esas noches en hoteles de Nevada o Arizona… ¿SIN TELEVISIÓN? Soledad, silencio, meditación sueño. Para eso pago yo.

Es un maldito pecado que cierren el Suecia antes de que nosotros, mía, nos hayamos sobrecogido, otra vez free lancers, en uno de sus cuartos.

José Ángel González

8 comentarios

  1. Dice ser yomisma

    nunca lo habia pensado, pero teneis razon. el mio es el beaterio, en santo domingo. y ahora mismo voy a escribir a todos mis amigos, para que me digan cual es el suyo. y a todos les regalare una foto de su hotel convertida en postal. no sea que poco a poco nos los cierren todos.

    09 mayo 2006 | 13:35

  2. Dice ser Italo Drogo

    ejem, te felicito por esa erudición y excelsa pedantería que rezumas porque seguro que tú te sientes muy orgulloso y onanísticamente satisfecho con ella, pero, lamentablemente, esta sección es un peñazo de mucho cuidados intensivos para nada, el pip pip pip parece estar a punto de convertirse en un pedo continuo.Más periodismo y menos ombligo

    09 mayo 2006 | 17:45

  3. Dice ser más libros

    Más libros y menos pedos, Italo.

    09 mayo 2006 | 22:10

  4. Dice ser b

    ciudadanos ¿por qué no te vas a un bar a contarle tus fantásticas historias a algún borracho que te escuche?Por cierto Drogotas, no sabía que hablar de 4 señores que escriben libros fuera una pedantería. Si quieres leer sobre Jesulín de Ubrique vete a una peluquería. Seguro que allí te sientes más cómodo.

    10 mayo 2006 | 10:28

  5. Dice ser ciudadanos

    Desde el principio, las investigaciones policiales sobre lo ocurrido entonces han estado dirigidas en una sola línea: la de tratar de demostrar a toda costa que se trataba de un atentado de Al Qaeda.Con el paso del tiempo, esa intención original se ha ido rebajando.Ante la ausencia de cualquier tipo de evidencia que conectara directamente los atentados del 11-M con la red terrorista de Al Qaeda, la versión oficial fue diluyéndose, hasta recalar en la teoría de que los atentados de Madrid fueron realizados por una célula islamista autónoma, que sólo tendría con Al Qaeda una relación periférica.El auto de Del Olmo viene a rebajar aún más esa teoría, al mostrarnos una realidad que nada tiene que ver con lo que podría ser una célula islamista. Porque lo cierto es que, de los 29 procesados por el juez, sólo nueve son considerados islamistas. Los otros 20 son delincuentes comunes (nueve de ellos españoles) entre los cuales hay al menos cinco confidentes policiales. Por cierto: uno de los españoles procesados por Del Olmo ya fue condenado en 1979 por suministrar explosivos a Terra Lliure, y uno de los implicados en aquel proceso era miembro de ETA. Pura casualidad, por supuesto.A pesar de los intentos de presentar el auto de Del Olmo como una especie de cierre de las investigaciones, la realidad es que se desdibuja cada vez más la teoría oficial y se ratifican las informaciones sobre el 11-M que EL MUNDO y otros medios han ido desvelando. A fecha de hoy, y con el auto de Del Olmo en la mano, lo que encontramos es que los explosivos fueron suministrados por una trama de asturianos dirigida por un confidente policial, los explosivos fueron transportados a Madrid por delincuentes comunes del mundo del narcotráfico, las armas fueron suministradas por otro confidente policial y los móviles supuestamente utilizados en las bombas fueron liberados en la tienda de un policía nacional.No sólo eso: los datos aportados en el auto nos confirman todos y cada uno de los agujeros negros que ya conocíamos, y añaden todavía más información que demuestra que la versión oficial de la masacre es insostenible.El explosivo utilizado. La versión oficial señalaba que en los trenes estallaron 10 bombas, compuestas por entre cinco y 10 kilogramos de dinamita Goma-2 ECO y los informes emitidos por Sánchez-Manzano indicaban que en dos de los focos de explosión no apareció resto alguno de dinamita y en los otros ocho aparecieron «componentes genéricos de dinamita» (sin que se indiquen cuáles son esos componentes). Sin embargo, según el auto de Del Olmo, existen serias dudas de que se usara Goma-2 en los trenes: el auto ratifica que la inspección ocular realizada por los Tedax que participaron en las labores de desactivación en Atocha revela que se utilizó algún explosivo de tipo militar. Teniendo en cuenta que algunos grupos terroristas utilizan mezclas de explosivos de tipo militar (como el RDX) con nitroglicerina, y que esas mezclas también dejan restos de «componentes genéricos de dinamita» después de la explosión, ¿qué fue lo que estalló en los trenes?El sistema de activación. La versión oficial señalaba que las bombas fueron activadas usando un teléfono móvil en modo alarma.Sin embargo, en el auto se incluyen las declaraciones de los tres tedax que participaron en las labores de desactivación del artefacto encontrado sin estallar en Atocha, y esos tres tedax afirman ante el juez que ese artefacto no contenía ningún teléfono móvil. El artefacto encontrado en El Pozo por el policía municipal Jacobo Barrero, sin embargo, sí que contenía un teléfono móvil.En consecuencia, en los trenes aparecieron aquel día bombas activadas con al menos dos sistemas distintos.Colocación de las bombas. La versión oficial afirmaba que las bombas fueron colocadas por terroristas que dejaron mochilas o bolsas de viaje debajo de los asientos o en los altillos portaequipajes.Sin embargo, el auto corrobora que siete de las 10 bombas que estallaron no pudieron ser colocadas de esa manera, porque no estaban ocultas debajo de asientos, ni en los altillos, sino que estaban a la vista. Eso lleva a la conclusión de que al menos parte de las bombas debían de ser de pequeño tamaño y fácilmente disimulables. Especialmente relevante es la aparición de la bomba sin estallar en el vagón número 1 de Atocha: esa bomba estaba en medio del pasillo, como si alguien la hubiera abandonado precipitadamente al desalojarse el tren. ¿Viajaba el portador de esa bomba en el tren de Atocha en el momento de explotar los vagones 4, 5 y 6?Los portadores de las bombas. Después de dos años, sigue sin saberse quién colocó las bombas en los trenes. Del Olmo sólo identifica a dos personas como posibles colocadores, Jamal Zougham y Allekema Lamari, habiéndose caído de la lista el tercer sospechoso, Basel Ghalyoun. Para colmo, las dudas sobre la implicación de Jamal Zougham y Allekema Lamari son enormes.Por lo que a Zougham respecta, las declaraciones de los testigos que dicen haberle visto son contradictorias entre sí, y además no se entiende por qué Zougham no huyó tras los atentados, ni qué sentido tiene que se le acusara de vender las tarjetas telefónicas usadas en las bombas (si Zougham participó en la colocación de bombas, ¿a quién vendió esas tarjetas? ¿A sí mismo?). El auto corrobora también que no aparecen rastros de ADN ni huellas dactilares de Zougham en ninguno de los escenarios de la trama: ni en la furgoneta de Alcalá, ni en Leganés, ni en Morata, ni en la bolsa de Vallecas.Por lo que a la identificación de Lamari respecta, tampoco resulta creíble, por cuanto fue realizada 13 meses después de los atentados, cuando ya la foto de Lamari había sido difundida hasta la saciedad como posible responsable de la masacre.La metralla. La versión oficial afirmaba que las bombas de los trenes incluían metralla equivalente al medio kilo de clavos y tornillos que tenía la bomba encontrada en una comisaría de Vallecas. Sin embargo, los informes policiales incluidos en el auto afirman que entre todos los trenes sólo se encontraron 18 clavos o tornillos que pudieran haber sido usados como metralla (aunque podrían tener cualquier otra procedencia), así como posibles restos de otros 43, lo que significa que, aun cuando todos esos restos fueran metralla terrorista (que no tienen por qué serlo), tocarían a cinco clavos o tornillos por artefacto.Para corroborar que las bombas de los trenes no tenían metralla, los tedax que participaron en las labores de desactivación en Atocha declaran rotundamente ante el juez que el artefacto que detonaron no tenía metralla ninguna.Los teléfonos. Continúa creciendo la confusión sobre los móviles presuntamente utilizados en los atentados. En la mochila detonada por los Tedax en Atocha no había teléfono móvil, según las declaraciones incluidas en el auto, lo que indica que, al menos en ese artefacto, tuvo que usarse un temporizador o un radiotransmisor (o no utilizarse nada, en cuyo caso estaríamos ante un mero señuelo). En la mochila detonada por los Tedax en El Pozo había un móvil de aspecto muy antiguo (según el policía municipal Jacobo Barrero), lo que tampoco parece corresponderse con el teléfono Trium T-110 que apareció en la mochila de Vallecas. ¿Qué fue en realidad lo que se empleó?También se tambalean las informaciones que en un principio se nos habían dado sobre la ruta de comercialización de esos móviles.Al menos uno de los utilizados en Morata no estaba liberado, a diferencia de los otros seis, y la Policía no tiene ningún dato fehaciente de dónde pudo ser comercializado. Uno de los informes incluidos en el auto reconoce que al menos parte de los móviles supuestamente usados en los atentados podría haber sido adquirido en un comercio distinto al de los dos hindúes que fueron detenidos el 13-M. Por otro lado, sigue sin identificarse a las personas (no árabes) que adquirieron los móviles en el comercio de los dos hindúes.Finalmente, el auto pasa de puntillas sobre la condición de policía de la persona que liberó los móviles (Ayman Maussili Kalaji) y no explica la asombrosa coincidencia de que ese policía tuviera una estrecha relación con uno de los procesados, Mouhannad Almallah, a quien vendió un piso situado en la calle del Mirto de Madrid.La furgoneta de Alcalá. El auto viene a confirmar las informaciones de EL MUNDO y Libertad Digital, en el sentido de que el explosivo de la furgoneta de Alcalá no coincide con el de la bolsa de Vallecas.Mientras que en la mochila de Vallecas había Goma-2 ECO pura, en la furgoneta de Alcalá apareció Goma-2 ECO con metenamina, un componente que, entre otras cosas, se utiliza para fabricar explosivo militar. No explica el auto la curiosa circunstancia de que la muestra patrón de Goma-2 ECO entregada por los Tedax a la Policía Científica para comparar con el explosivo de la furgoneta de Alcalá estuviera contaminada por exactamente el mismo componente: metenamina.Sigue también el auto sin explicar de manera plausible cómo es que dos perros distintos no detectaron el resto de explosivo que supuestamente había en la furgoneta, durante la mañana del 11 de Marzo. ¿Estaba realmente aquel trozo de explosivo en la furgoneta en el momento de examinarla los perros?La mochila de Vallecas. El auto refleja las indagaciones realizadas por el juez a raíz de las últimas informaciones publicadas en EL MUNDO. Como resultado de esas informaciones, el juez llamó a declarar tanto al inspector jefe que había supervisado la recogida de objetos en El Pozo, como a todos los policías que habían participado en el traslado de objetos.Esa tanda de declaraciones añade todavía más confusión al supuesto viaje realizado por esa mochila, porque las declaraciones de los policías encargados del traslado de objetos son contradictorias entre sí y contradicen también las declaraciones recogidas anteriormente en el sumarioSi antes sabíamos que una parte de los bultos había ido, inexplicablemente, desde la estación de El Pozo a la comisaría de Villa de Vallecas, desde esta comisaría a Ifema y desde aquí hasta la comisaría de Puente de Vallecas, las nuevas declaraciones reflejan que el viaje fue aún más complicado, con una parada adicional en la comisaría de Puente de Vallecas antes de ir a Ifema. ¿Para qué fueron los objetos dos veces a la comisaría de Puente de Vallecas?El auto sigue sin responder, además, a la cuestión fundamental: ¿por qué, si todos los objetos se estaban centralizando en Ifema, los de El Pozo fueron llevados a esa comisaría, donde terminaría apareciendo la bolsa de Vallecas?Pero no son esas las únicas dudas. Si antes sabíamos que la composición de la mochila de Vallecas no coincidía con la de la que los Tedax hicieron detonar en El Pozo, ahora resulta que tampoco coincide con la composición de la otra mochila que los Tedax hicieron detonar en Atocha, porque ésta no tenía teléfono móvil. A esto se une que en los trenes no se recogió ninguna cantidad significativa de metralla y que en las autopsias de las víctimas no se encontró metralla tampoco (aunque el auto obvia este hecho). Por último, el auto confirma que la mochila de Vallecas no presenta rastros de ADN ni huellas dactilares de ninguno de los 116 detenidos por la Policía.Así pues, el resumen referido a la bolsa de Vallecas es demoledor: tenemos una mochila que estaba preparada para no explotar; una mochila cuya composición no coincide con la de las otras dos bombas encontradas por los Tedax en los trenes; una mochila que incluye metralla que no aparece por ningún otro lado; una mochila que siguió un viaje confuso e inexplicable, a diferencia de los objetos de todas las demás estaciones; una mochila, en fin, en la que no aparece ningún rastro de ninguno de los implicados.Pocas dudas caben ya de que esa mochila no estuvo nunca en los trenes. La pregunta que queda ahora es: ¿quién la fabricó y cuándo?Morata de Tajuña. Uno de los indicios que conecta la mochila de Vallecas con la casa de Morata de Tajuña, según la versión oficial, es el dato de que siete tarjetas telefónicas (entre ellas la de la mochila de Vallecas) se activaron en Morata el día anterior a los atentados. Sin embargo, la parte del sumario que ya conocíamos incluía tres versiones distintas sobre ese hecho, proporcionadas por la Policía.Según una de esas versiones (informe policial del 18/3/2004), las siete tarjetas se habrían activado en Morata entre las 16.00 horas y las 19.00 horas del día 10 de marzo. Según otra versión policial (informe de 22/3/2004), las siete tarjetas se habrían encendido en Morata en algún momento de ese mismo día. Según la tercera versión policial (informe de 29/3/2004), las tarjetas se habrían encendido en Morata en algún momento entre las 2.00 horas del 9 de marzo y las 2.00 horas del 12 de marzo, sin poder especificar el momento exacto (lo que abre la puerta a que esas tarjetas hubieran sido activadas después de los atentados).El auto de Del Olmo incluye un cuarto informe, con otra versión diferente de las anteriores: según ese cuarto informe (de fecha 3/4/2006), las tarjetas se habrían encendido en Morata entre las 2.24 horas del 10 de marzo y las 2.24 horas del 11 de Marzo.Si los datos de este último informe (realizado dos años después de los atentados) son correctos, ¿de dónde salen los datos en los que se basaron los tres informes anteriores?El auto no explica tampoco por qué no se ha tomado ninguna medida contra los propietarios de la casa de Morata y contra los intermediarios que participaron en el alquiler de esa casa a Jamal Ahmidan, El Chino, teniendo en cuenta que el propietario de la casa ya ha sido condenado por colaboración con el terrorismo islamista y que esos intermediarios fueron los mismos que alquilaron dicha casa en 2003 a otro presunto terrorista detenido en Marruecos: Mustafá Maimouni, el cuñado de El Tunecino (otro de los presuntos suicidas de Leganés).Como dato curioso, el auto destroza completamente una de las pruebas fundamentales con las que se pretendía atestiguar el carácter islamista de Jamal Ahmidan, El Chino. En el piso de la calle de Villalobos donde vivía Jamal Ahmidan se encontró un ordenador portátil desde el cual se habría accedido a numerosas páginas de Internet de carácter islamista. Sin embargo, el auto revela que en ese ordenador aparecen registrados accesos a ese tipo de páginas entre los días 19 de marzo y 23 de marzo de 2004.Es imposible que Jamal Ahmidan efectuara esos accesos, porque el piso estaba sometido a vigilancia permanente desde el 19 de marzo, como el propio auto señala, así que Jamal Ahmidan no hubiera podido entrar en el piso.Leganés. Los informes policiales recogidos en el auto vienen a corroborar la extraordinaria confusión existente en el sumario en torno a la manera en que se llegó al piso de Leganés. En teoría, según los datos del sumario, se llegó siguiendo el rastro de las tarjetas telefónicas relacionadas con la de la mochila de Vallecas. Ese rastro permitió localizar una inmobiliaria que había alquilado el piso a los presuntos terroristas, con lo que se pudo determinar dónde estaban. Sin embargo, el auto recoge el testimonio de un policía que describe los hechos como si la Policía desconociera la localización del piso en el momento de rodear la casa de la calle de Carmen Martín Gaite de Leganés.El auto confirma también que ninguno de los geo que participó en el asalto vio en ningún momento a ninguno de los moradores de la vivienda. Tan sólo les oyeron gritar y cantar. Se confirman también en el auto muchos de los detalles inexplicables que rodean a esos hechos, como la aparición de un cadáver con los pantalones puestos al revés, o la aparición de dos cadáveres con explosivo a la cintura que no había estallado por carecer de iniciador.El análisis de las llamadas telefónicas presuntamente realizadas por esos moradores de la vivienda arroja también nuevas dudas sobre quién había vivo en el piso en el momento de la explosión.Conclusiones. El problema que tienen las historias fabricadas es que se vienen abajo en cuanto uno las confronta con los datos reales. Quizá por eso se intentó, desde el principio, dar la menor información posible a los españoles (y al propio juez) sobre los hechos concretos que rodeaban la masacre.Con lo fácil que es, por ejemplo, aportar al juez los listados completos de llamadas telefónicas de todos los implicados, el Ministerio del Interior ha ido aportando esos datos de manera sesgada y con cuentagotas, tratando de apuntalar la tesis oficial y de evitar caer en contradicciones.Pero esa pretensión es inútil. A medida que confrontamos cada uno de los aspectos de la versión oficial con los hechos, indefectiblemente se viene abajo la teoría oficial. Es en este sentido cuando resulta de enorme utilidad la multitud de datos que Del Olmo ha incluido en su auto de procesamiento, porque nos permiten avanzar un paso más en la «deconstrucción» de esa mentira que comenzó a venderse a los españoles en la misma mañana del 11 de Marzo.

    10 mayo 2006 | 12:26

  6. Dice ser Italo Drogo

    B, Mas libros,Lo patético que tenéis los intelectualoides es que acabais siendo cuatro fascistas de cámara de gas para quien no haya oído hablar (que no leer, porque en el fondo tampoco leéis, sólo sabes enumerar con sonrisa complaciente) de las cuatro obras escogidas que cayeron en vuestras manos y os hicieron creer que sois diferentes.Por cierto, la historia de la Campanario, la operación Karlos y Jesulín de Ubrique supera a cualquier novela negra que hayais proyectado con un whisky en la mano y no habéis escrito nunca porque sois unos holgazanes.Ya que tenéis tanta hambre de lectura, y a propósito del que me ha llamado drogota, podéis aprender algo con estos: ‘El desierto de los tártaros’, ‘Si una noche de invierno un viajero’, ‘La conciencia de Zeno’.Más humildad y menos pajillas

    10 mayo 2006 | 17:37

  7. Dice ser b

    Ya veo que le pides poco a la novela negra.¿Me incluyes en el grupo de los «intelectualoides»? Al menos no voy recomendando obritas para que mis conciudadanos se cultiven y hacerle así un favor a la sociedad dándomelas de listillo.

    10 mayo 2006 | 19:13

  8. Dice ser José Ángel González

    Svevo, Calvino… mmm…¿Y la sugerente forma de puntuación de tus entradas? ¿Toneti?

    10 mayo 2006 | 22:30

Los comentarios están cerrados.