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Las tribus vuelven a flipar con los españoles

Ha comenzado la segunda edición de Perdidos en la tribu. Antes de nada, y después de ver las primeras reacciones de las familias os digo que no tienen perdón de Dios.

Los del año pasado iban sin saber nada, ni siquiera que convivirían con tribus. ¡¡Pero los de este año sabían a lo que iban!! Y si lo sabían y no les gusta… ¿Para qué se apuntan? Bueno, supongo que en Cuatro no iban a coger en el cásting a una familia de Boinas Verdes… Porque no tendría gracia.

Por si no lo sabéis os lo resumo: Tres familias se van a vivir con tres tribus primitivas durante treinta días. Hay 150.000 euros de premio a repartir entre las familias cuyas tribus las acepten.

Bueno, nos metemos a fondo con las familias. Antes de nada os diré que es un programa para entretenerse, y que todas las opiniones vertidas por mi menda sólo son para bromear, no para ofender.

FAMILIA SEGURA ROMERO.

Tribu KAMORO.

Timika, Indonesia.

La familia la forman Anamari y Rafael (militar) y los hijos, Rafa y Mila. Tardaron dos días en llegar a Indonesia. Nada más llegar el padre va y dice que menudo cambio con la «civilización normal». No sé a este hombre, pero a mi nuestra civilización me parece de todo menos normal. La mujer también estuvo fina, cuando se encontraron con un tronco en medio del río y no dejaba de llamarlo «palo».

Rafa, el hijo, es un portento de los idiomas. Si él hubiera estado en el mundo antiguo habría resuelto el problema de la torre de Babel y los idiomas en cinco minutos. Prueba de ello es cuando le preguntó al guía «¿tu payá? ¿tu payá?». Sí, el guía es indonesio, y vive en una civilización que «no es normal» pero oye, habla inglés…

La recepción con los primeros miembros de la tribu daba muy mal rollo. No se si fue mejor incluso que no les entendieran, porque a mi me sale un pavo de la selva y me dice «el sol está bajo, corremos peligro» y me acojono así, de entrada.

Una cosa os digo: yo no dejo mi maleta abandonada así la tenga que llevar con la boca, más que nada para no tener que volver a buscarla… ¡No sin mi maleta!

Por otro lado, en esa tribu no pierden el tiempo. A la hija nada más llegar lo primero que le preguntan es si tienen marido. Éstos aborígenes serían la leche ligando en una discoteca. «Hola, ¿eres buena paridora? ¿eh, eh?»

Aquí los que más se van a cagar son el padre y el hijo. En el primer consejo se lo han dejado claro: Deben convertirse en cazadores de tiburones y cocodrilos. Alegría, los dos animales que más dientes tienen. Esta gente no caza Tiranosaurios Rex porque ya no quedan, que si no…

FAMILIA ROVIRA MEZCUA

Tribu HAMER

Turmi, Etiopía.

La familia la forman los padres, Salvador y Candelaria, que ya os digo que las van a pasar canutas, y los hijos: Raúl, David y Raquel. Quiero hacer un llamamiento a la madre: Candelaria, mujer, ¿para qué te metes en esos líos?

Sólo llevamos un programa y ya no soporto a David, el opositor a policía. Va de flipao total. «Si hay un jefe que se pasa todo el día mandando le diría que se callara y que se fuera». ¿Pero este tío a dónde piensa que va? ¿Y se cree que en la policía no va a recibir órdenes? ¿Le van a dar un arma a este chaval? Espero que no. Eso sí, el primer día ya andaba compungido y diciendo que se quería ir… Ya me lo imagino en la policía: «Me están disparando, hay gente mala… me quiero ir».

Me parto con Raquel, la hija. Parece que tiene la cabeza mejor amueblada que su hermano, pero el detalle de meter en la maleta las zapatillas de andar por casa… ¡Di que sí mujer, haz de África un hogar! y es que unas buenas zapatillas de felpa hacen hogar.

La madre iba todo contenta en la barca por el río, como el que va por el parque de atracciones, hasta que empezó a ver los cocodrilos, que le daba miedo hasta los balanceos… ja ja ja

Me ha gustado mucho las pinturas de los hombres de la tribu, clara prueba de que a Ágatha Ruiz de la Prada le gusta viajar y diseñar de todo. En principio parecen majetes, les recibieron de buen rollo y cogiditos de la mano.

Además, les bendijeron a base de escupitajos, que es lo más bonito que te pueden hacer. De hecho, al próximo que me presenten le voy a echar un lapo en la cara que va a estar bendito para un mes. Así, sin avisar. Ya veréis qué de amigos nuevos hago.

A Candelaria y a Raquel les daba miedo hasta entrar en la choza. Empezamos mal. Allí les esperaban unas simpáticas turmis (que no Turmix) pintadas de ocre, como debe ser.

También me dio la risa-indignación viendo a los aborígenes enseñar a los machotes de los hijos cómo duermen los varones: agarraditos y abrazos los unos a los otros. Por si fuera poco, uno de los turmis va y requete bendice al chuleta de David, o lo que es lo mismo, le echa un escupitajo. Y eso que lo hizo para bendecirle y para peinarle, como una buena madre haría. Y el otro, muy chulo, diciendo luego que le quería pegar un puñetazo…

Una de las cosas que me gustan de este programa es la sensibilidad y la importancia que la gente «primitiva» le da a los sentimientos de los demás. La familia, con más acongoje que una langosta en el acuario de un restaurante, les dice a los jefes de la tribu que si pueden dormir juntos. Al principio uno de los jefes se cabrea, pero el otro lo entiende y le dice que acaban de llegar, que tienen miedo, que pueden hacerlo por esa noche.

FAMILIA MORENO NOGUERA

Tribu NAKULAMENE

Tanna, Oceanía.

La familia la forman Edi y su novio Miguel (que me ha caído muy bien a priori) y los hijos, Marcos y Raquel.

Voy a intentar definir a Raquel sin ser demasiado hiriente… bueno, no es posible. Es la típica choni superficial que no sabe que la belleza es efímera y secundaria. Presumida hasta la náusea, y paletilla vistiendo y arreglándose. Además, apareció con su propia tribu de chonis, rodeádola, todas iguales. Eso sí, ese día hicieron rica a la peluquería del barrio, porque entre tintes, permanentes y alisados… Creo que esta muchacha piensa que se ha apuntado a Gran Hermano.

Era el primer vuelo para los dos hijos. A Raquel lo que más le llamó la atención fueron las azafatas «que iban monísimas y a juego con el avión». Toma ya, qué capacidad de observación.

Tras cinco días de viaje (casi se les acaba el mundo, para mí que dieron la vuelta por el lado largo) llegaron a Oceanía. La pija, de quiero y no puedo, también conocida como Raquel, confundió una vaca con un caballo. ¿No existen las granja-escuela en su ciudad?

Pero han tenido más suerte que nadie, porque les ha tocado una tribu y un lugar adorables. En la selva les recibieron unas niñitas adorables, que se descojonaron de que a la pija de barrio le diera miedo un gusano.

La tribu que les ha tocado vive en los árboles. De hecho les han dejado una caseta estupenda a veinte metros de altura, en un árbol que ríete tú de los pinos piñoneros. La verdad es que tienen una vistas tremendas, pero despertarte en mitad de la noche con un apretón y tener que bajar en la oscuridad la escalerilla esa de palos… En fin, que mejor se saca el culo por la barandilla y que sea lo que Dios quiera.

Me parto. Los españoles somos la leche. Lo primero que le enseñan a uno de la tribu es a decir «de puta madre». Ahí estamos.

A Raquel, como no podía ser de otra manera, le llamaron la atención lo mal que llevaban los de la tribu los pies, los sobacos, llenos de pelos, y los culos, con pelos rizados. Dios, chicos, de verdad, osea, que gente más rara… ¡Los pelos del culo rizados! Esta muchacha promete. No hay paleto peor, que uno de ciudad que se cree muy listo.

En el primer consejo el jefe de la tribu les explica sus valores: Amor, respeto y unidad. Sólo con eso se arreglaba el mundo.

En fin muchachos y muchachas, ¿cómo lo habéis visto? (Sí, ya sé que por la tele…) mejor, ¿qué os ha parecido?