Si es que esa casa haría perder los nervios a un mono perezoso.
Vayamos por partes.
Lo primero que cabe decir es que Marta López se piensa que la vida es un plató (ponedle la música de ‘Tómbola’) la vida es un plató, pla, pla, plató, de mal rollo y doooooolooooor, mal rollo y doooooolooooor, etc. Así que actúa siempre como si estuviera en un plató, sacando mierda de muchos y dorándole la píldora a unos pocos.
Y ha aprovechado muy bien la torpeza de Natalia, que tampoco es trigo limpio. El caso es que la muchacha quiere a su David sólo para ella, por lo que se pasa el día comiéndole la cabeza al muchacho en contra de los demás, sacando de contexto frases, tergiversando conversaciones…
Y al final, acabaron discutiendo Natalia, David y Marta en el jacuzzi, por algo que no dijo Marta, que Natalia dijo que dijo. Dijo, dijo, dijo… ¿Qué raras suenan las palabras si las dices muchas veces, verdad? Bueno, que me despisto.
Lo más grande fue ver a Lara intentando mediar en la discusión, que es como echar gasolina a un incendio para intentar apagarlo.
Y Lara, ah, muchacha caprichosa y malcriada. Sí, sé que tiene muchos seguidores, de esos que no se han parado a pensar que acabarían tirándose de los pelos con ella si la tuvieran al lado diez minutos.
El caso es que para la prueba semanal están construyendo una barbacoa de ladrillo. David es el capataz. Lara estaba poniendo ladrillos, pero debió pensar que el diseño se parecía al de la torre de pisa, porque no había uno alineado con el otro (para los ciegos: esto último, que los ponía mal, lo reconoció el propio Jorge, que es su compañero).
David se acercó de buenas y le dijo que mejor hiciera la mesa de parchís (colocar teselas para hacer un mosaico) como estaban haciendo otros compañeros. Y la señorita, que es muy orgullosa dijo que ella quería poner ladrillos y dijo cosas como: «No me gusta que David me mande» o «yo quiero poner ladrillos». O sea, como las niñas pequeñas enrabietadas.
De hecho, se fue para la casa y tiró la paleta y el casco, en plan pataleta, poniendo en peligro la prueba semanal. Incluso Chiqui, que es una de sus amigas, le afeó la conducta y empieza a estar cansada de la niñata, que de buenas es muy graciosa, pero no la contradigas, porque se pone como el hombre lobo en luna llena.
La consecuencia fue que David llegó al límite de su aguante. Dice que pasa de estar aguantando tonterías y que se va y le pidió al súper el contrato para ver si se puede ir sin tener que pagar la multa (como yo creo que no, esperará hasta el jueves, a ver si le echa el público).
Con esto, dejaría a Natalia tirada, porque también se tendría que ir. Y es que la muchacha piensa que va a ganar, pero la lleva clara.