Que conste que estoy en contra de la violencia contra las personas, los animales y los minerales que brillan. Pero eso no significa que en ocasiones no me entren unas ganas horrorosas de abofetear a alguien.
Este recurso bárbaro y tradicional donde los haya, no ha demostrado su eficacia como solución de problemas, pero sí como alivio garantizado para el abofeteador.
Pero antes de liarme con explicaciones que nadie me ha pedido y de que me salta el típico que se mete conmigo por alguna susceptibilidad ñoña, me meto de lleno con el resumen del que promete ser uno de los mejores Pekín Express.
Ya sabéis que se han ido a África, que es eso que está debajo de España según se pasa el estrecho (mi profesor de geografía estaría orgulloso de mi). Han empezado por Kenia y como del avión se bajaron once parejas (alguien en la productora no sabrá contar) en la primera etapa tenían que largar a una.
Ya os adelanto que este ha sido el programa de las vomitonas. Han dejado Kenia con un olorcillo a pota que en los días de viento se puede oler desde Noruega. Amigos, que forma de devolver, que surtidores, que elegancia, que tropezones…
Y total, por hacerse 3,5 kilómetros de nada a 45º…
Pero analicemos antes de seguir, y brevemente, a las parejas:
J. Sí, así se llama el chaval, J. No le daba para poner más en el libro de familia. Sólo os diré sus tres grandes pasiones, anunciadas por él mismo: «coches, mujeres y fútbol«. Así, a lo Punset, a lo Sánchez Dragó. Un intelectual.
J es uno de los que se presentaron en solitario, para que les pusieran una pareja por sorpresa, en concreto «una mujer que esté para hacerle el triki-triki«. Por el amor de Dios. En Atapuerca eran más finos… Es como un personaje de La hora Chanante.
¿Y a quien le pusieron? Pues a un señorito andaluz aspirante a diplomático con maneras llamado Freire. Os diré que a priori ambos me cayeron como una castaña sin pelar en el estómago pero después me resultaron simpáticos.
David y Cuqui: Muy majos y competentes, fueron los ganadores de la primera etapa. No me extraña, teniendo en cuenta que Cuqui piensa que Michael Jackson sigue vivo y que de él toma su fuerza. Sí, Jackson siempre fue conocido por su fuerza física…
Paula y Luisa: ¿Os acordáis lo que decía de abofetear? Pues eso. Una madre y su hija, jugadora de póker. Protagonizaron una escena que más adelante os contaré.
Bueno, no, os la cuento ahora. Resulta que en la primera etapa, eliminatoria, pues el que llegara el último se iba a su casa, pillaron un camión y cuando se acercaron los compañeros intentaron evitar que los demás se subieran. Aun así, se subió hasta el apuntador.
Cuando llegaron a una gasolinera, intentaron hacer la de la abuela abandonada, yéndose con el camión y dejando a los demás en la puñetera rue, cosa que consiguieron comiéndole la oreja al conductor. Ni que decir tiene que todos los compañeros les han hecho la cruz y han jurado venganza.
Pero donde las dan las toman, amigos.
Sigamos con las parejas.
Javi y Santiago. Hijo y Padre. Sólo os digo que el padre, Santiago aseguró que ir a Pekín Express era «una cagada». Durante la carrera se dedicó a insultar a su hijo con todos los apelativos chungos que encontró. Y porque era su hijo, que si no le infla a hostias.
Eso sí, me caen bien y tienen una flor en el culo. ¿Pues no van andando por medio de la sabana y se encuentran con gente para preguntar por dónde se va?
Mar y Vanesa: Dos mujerones a cada cual más de buen ver. Eso sí, Vanesa es de lágrima fácil. De hecho lloró incluso durante el vídeo de presentación. Así, antes de salir de España. Con decisión y coraje.
Mari Carmen y Jose: Estos dos pensaban que iban a Que tiempo tan feliz a ver a Maria Teresa Campos y se equivocaron de autobús. Renunciaron nada más empezar. Así, con dos ovarios. Es que andar cansa. Los 65.000 que se presentaron al cásting tienen que estar revolviéndose en sus casas…
Chinto y Pablo: hermanos gallegos. No han destacado demasiado por el momento.
Inés y Pedro: Novios, licenciados y residentes en no sé dónde. Novios de los de toda la vida. Su moral extendió cheques que su cuerpo no pudo pagar. Pedro fue de los que echaron hasta el propio estómago.
Chimo y Vane: No sé como definir a éstos dos. Él es como un Mortadelo de carne y hueso y ella como una caricatura de pija. Son cuñados y más diferentes que un huevo y una caca de lince. Majetes.
Ezequiel y Mónica: ¿Os acordáis de lo de abofetear? Pues eso. Se definieron a sí mismos como «Ken y Barbie». Unos ejecutivos elitistas de los que miran por encima del hombro. De hecho en el adelanto del próximo programa me pareció oír que ella decía, mientras limpiaba un coche: «Dos blancos limpiándole el camión a un negro, esto es surrealista». Agüita. Así, a lo fan de Martin Luther King.
Sara y María: Murcianas, rubias y casi clónicas. No destacaron demasiado, si no fuera por una mala educación supina, que les llevó a reírse y a despreciar la poca comida que una familia africana que les había acogido en su humilde casa les puso en la mesa. Sólo a ellas. Probablemente no había para ellos.
LANCES DEL PROGRAMA
Como en África hay más bichos peligrosos que en Sálvame, hay una nueva norma: No se puede caminar después del atardecer.
Pudimos ver lo que siempre vemos en Pekín Express: gente humilde dando lo poco que tienen a completos desconocidos.
David y Cuqui consiguieron como os dije llegar los primeros en la primera etapa, con lo que consiguieron unas pegatinas verdes, a modo de comodines. En cualquier etapa en la que se vean mal, pueden usarla para no ser eliminados y pasar directamente a la siguiente etapa.
A Mónica, la directora de banca elitista, se le puso en sus santas hipotecas que no quería hacer autostop, así que dejó a su maridito vendido y haciéndolo solo.
Santiago, al padre supersincero, no se entera ni del Nodo. El jodío parece un jubilado mirando una obra pero 24 horas al día. Eso sí, tiene una filosofía que me encanta, cuando su hijo le lleva la contraria le dice: «Me tienes que decir, sí, papá». Su hijo tiene más paciencia que el Santo Job.
Y entonces llegó la tragedia. A Paula, la hija jugadora de póker, le dio el telele. Se empezó a agobiar con que la gente la miraba y la tocaba y le dio un ataque de ansiedad que ni el desembarco de Normandía.
La muchacha en el suelo, respirando con un cacho de bolsa de basura y los keniatas de al rededor muertos de la risa. La verdad es que me dio hasta pena, la pobre muchacha.
Ni que decir tiene que llegaron las últimas y en consecuencia, se fueron para España por donde habían venido.
Los primeros en completar la primera carrera fueron J y Freire, así que se llevaron el primer amuleto de 5.000 euretes.
¡Lo seguiremos viendo!