Abroncan al Maestro Joao por entrar y romper el protocolo COVID en ‘Secret Story’… vestido de oveja

A Dalí le había dado un parraque gordo. El maestro Joao diciendo que era un mari-clon porque iba vestido de oveja Dolly es más de lo que cualquier surrealismo es capaz de soportar.

A ver, os meto en faena. Emmy lleva toda la semana cumpliendo una misión que ensombrece a los primeros paracaidistas que saltaron sobre normandía: esconder ovejas. Ovejas de juguete, claro. Se las iban dando en el confe y ella tenía que sacarlas de tapadillo. Y la prueba final, en la gala de anoche, fue esconder al maestro Joao vestido de oveja.

ATENCIÓN GUARDIA CIVIL: Si registráis el coche de los guionistas de Secret Story encontráis mandanga fijo.

Pero vamos por el principio.

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El caso es que para ganar una pista a Emmy le dieron primero una oveja en un tarro y una oveja de peluche y ovejas y ovejas. Emmy tiene más ovejas que un pastor extremeño.

A la segunda se llevó una toalla al confe para esconder la oveja de peluche. «Qué lista soy madre Mía«, dijo ella, que se quiere mucho. Emmy cierra un grifo y se pone contenta por su astucia y habilidad. La teoría de la relatividad se le ocurrió a Emmy, lo que pasa es que no la apuntó porque se estaba mirando al espejo.

Y ya en directo Emmy tenía que esconder una última oveja. Era básicamente el Maestro Joao vestido de oveja, que daba un miedo que te cagas. Te lo encuentras en un camino oscuro y se te vacían las tripas del miedo. Al coche de Joao vestido de oveja no se sube la niña de la curva.

«Soy Dolly, porque estoy clonado, soy mari-clon», dijo Joao justo antes de ofrecer a Sobera un revolcón. Sobera estaba pensando en ese momento que por qué no se metería a minero de diamantes en el Congo, que es menos duro que presentar una gala de Secret Story.

Emmy pasó a la zona secreta y gritó al encontrarse con el Maestro Joao. No se lo reprocho. Es que en esa sala meten a Terminator y llora. A Joao vestido de oveja se le acercó Chucky el muñeco diabólico y cuando Joao se dio la vuelta Chucky llamó por teléfono a su madre, le pidió perdón y volvió a matricularse en el colegio.

«¿No has visto una oveja nunca?«, le dijo Joao después del grito. Si Joao hubiera sido la primera oveja que vio un humano, nunca habríamos domesticado animales.

El caso es que aquí llegó la movida de la Covid. Sobera ya había advertido de que la oveja «iba con la PCR hecha» y aún así llevaba mascarilla. Pero fijaos en la movida que sería que Joao metiera el virus en la casa: LA CANCELACIÓN DEL PROGRAMA. Y eso es una liada gordísima.

«No te acerques a la oveja porque muerde«, dijo Sobera con disimulo para que se alejaran el uno del otro, porque no estaban manteniendo la distancia de seguridad.

AAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHGGGGG le gruñó gritando Joao a Emmy, que casi se hace pis encima de verdad.

Sobera se pasaba el rato «no te acerques muuuuucho, separaaaaaos, distanciaaaa» y ni puto caso. Que si quieres coronavirus, Catalina.

Y cuando Emmy se fue, antes de que cerraran los micros de ambiente se oyó decir al Súper con voz autoritaria y hastiada: «Joao, por favor, mantén la distancia de seguridad». No lo vimos, pero tanto a él como a Emmy les debieron dar la bronca, porque después de la publi estaban más suaves que un guante de angora y muy concienciados con no acercarse.

Luego Emmy salió al confesionario y estaba Luis Rollán con cara de aburrimiento del que te para el corazón. Emmy se le puso a gruñir y Luis la miraba flipando en colores. «¿Pero qué leches haces?», le dijo con un tono de asco-pena-desprecio que le dice eso al Joker y se quita el maquillaje y se va a buscar un trabajo honrado.

Y «Emmy, ¿pero quién es Joao?», preguntaba todo el rato, porque como no le conoce debe pensar que es un señor que va por la vida vestido de oveja. Que para como se suele vestir Joao lo mismo habría sido mejor.

«No es un hombre vestido de mujer, es el maestro Joao vestido de oveja», tuvo que aclarar Sobera a Rollán, que veía a Joao a través de una pantalla.

Total, que Emmy tenía que cruzar la casa con Joao y llegar a la otra punta de la casa y sin que sus compañeros la vieran. Para eso la iba a ayudar Rollán, que era el encargado de distraerles.

«Dale un beso de mi parte», le encargó Rollán a Emmy, que muy diligente después del rapapolvo dijo: «No puedo tocarle». Esta mujer de lo toma todo a pulso. Le dices que le de saludos a alguien y se los da en una caja y te hace firmar un albarán.

Rollán se llevó a la gente al vestidor y Emmy salió corriendo tirando de la cuerda de Joao que casi lo estrangula. Esa cuerda con lo que aguantó vale para pescar tiburón blanco.

Joao se cayó varias veces y casi se rompe la cabeza, pero lo consiguieron. Así que Emmy Ganó una pista y eligió a Cristina para saber algo de ella y en el cajetín de las pistas había… un corazón de peluche. Pues igual se quedó.

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