Lo peor que te puede pasar en una cena: que te vengan de invitadas Terelu Campos y Sofía Suescun

No sé si es una cosa del siglo XXI o en el Neolítico ya había gente que confundía ser sincero con ser un absoluto maleducado. Es lo que les suele pasar en los realities a Sofía Suescun y Terelu Campos. Si en los Juegos Olímpicos hubiera una disciplina llamada Ofensa, España tendría con ellas dos el oro asegurado.

Ambas fueron invitadas de Gianmarco en Ven a cenar conmigo: Gourmet Edition, junto con Yurena, que es todo amor y armonía. Bueno, armonía la justa, pero es un encanto.

Todo comenzó con Gianmarco como anfitrión. Le presentaron como de profesión “concursante de reality”, licenciado en la Contestant of Reality University

El muchacho salía tirando a canasta y no metía ni una sola pelota y encima después de cinco lanzamientos ya estaba herniado. Gianmarco tiene menos fondo que un plato de ducha.

“Estoy estudiando derecho pero me encantaría bailar y cantar”, nos dijo. Gianmarco en un juicio.

– ¿Tiene algo que alegar la defensa?

– Sí, señoría, permítame que haga mi alegato en formato de musical…

– Fusílenlo.

– ¿A mi cliente?

– A usted.

Y así.

La piscina en la que hicieron el vídeo de presentación era la alberca de una casa abandonada. En esa piscina murieron seis adolescentes en extrañas circunstancias.

Y sí, una de las invitadas era Sofía Suescun. “Todos me conocéis como la colaboradora de Telecinco que ha colaborado en todos los realities existentes”, sí porque por ser la ganadora de un Premio Nobel no nos suenas.

Desde pequeña me imaginaba siendo albañil”, dijo Sofía, que era mucho más realista que sus compañeros de colegio, los muy gilipollas, queriendo ser astronautas.

Soy muy simpática”, alegó Sofía, que no es simpática ni cuando se mira en el espejo.

Sofía salía en su vídeo con un gato. El gato quería irse de los brazos de Sofía. “Este se tira de la ventana”, dijo Sofía. Normal. Es más, yo soy el gato y primero me lo monto para que Sofía se mude a lo alto del Burj Kalifa y después me tiro, sólo para asegurar.

Terelu Campos la otra alegría de la huerta que estaba invitada. “Soy un petardo de persona, muy perfeccionista, soy un rollazo, de verdad”, se presentaba. Por lo menos lo tiene claro.

Terelu no soporta que las cosas estén descolocadas, según reveló. Tiene TOC, pero no trastorno obsesivo compulsivo, tiene TOCAMIENTO OBSESIVO DE COJONES.

“Tengo mi taza de Duralex y sólo desayuno en esa taza”, nos informó, porque las tazas de duralex hacen que todo sepa mejor. A tí te escupe en una taza de Duralex un orco con las encías mal y te sabe eso a ambrosía de los dioses.

– ¿Es esto maná?

– No, es un colacao en un vaso de Duralex.

Y así.

Yurena era la última invitada.

“Yo soy un poco masoquista”, dijo para presentarse y ya supiéramos a qué atenernos.

“En el año 93 lancé el maxisingle más vendido de la historia de este país, por encima de U2, de Alejandro Sanz, de Mónica Naranjo, de Madonna, Back Street Boys…”, dijo Yurena. Han descolgado el retrato de Elvis Presley del Salón de la Fama de Hollywood para hacer hueco para una foto firmada de Yurena.

“He hecho giras por China”, nos contó. El jamón, el aceite de oliva y Yurena como producto nacional de gran éxito en Asia. En China consumen perro, como para no consumir música de Yurena.

La casa en la que salía Gianmarco no era la casa de Gianmarco y todos lo sabemos.

Gianmarco comenzó la cena preparando Spaghetti de la sonrisa (una carbonara, vamos).

Gianmarco dijo que estaba usando era panceta típicamente italiana, pero era el bacon en tiras del Mercadona. Lo echó en un litro de aceite frío. Spagheti al atasco de arterias.

Gianmarco no ha hervido pasta en su vida. Qué desastre. Ya no puede volver a Italia. Es como si sale un español en un programa inglés haciendo paella con chorizo.

El segundo era Involtini del buon humore. Revoltijo que te cagas de la risa. Eran filetes envueltos con queso y jamón. Filete de mal humor.

Le echó agua al aceite caliente donde freía los tomates de la guarnición porque Gianmarco si no produce un incendio no se va tranquilo a dormir. Niños no hagáis eso en casa. No hagáis eso ni en un parque de bomberos.

El filete acabó con el mismo aspecto que el vómito de un zombi al que algo le ha sentado mal. Y lo peor que le puede pasar a un tomate es que lo cocine Gianmarco.

De postre había tiramisú, al que Gianmarco llamó Pastel del Amor.

Se puso a montar las claras a mano. Con la mano de las pajas. Gianmarco es de de paja rápida a juzgar por cómo le costó montar las claras.

Le puso mascarpone. Mucho. Muchísimo. La mitad de las lecherías de Italia se han volcado con ese pedazo de mascarpone.

Empapó los bizcochos en el café que esas soletillas no van a dormir más hasta el día en que se mueran.

No sé si Drácula caga, pero si caga, sus zurullos deben ser como el tiramisú de Gianmarco una vez emplatado. Eso no era Pastel del Amor, era pastel de Cariño Tenemos que hablar.

Cena.

Para la cena Gianmarco se vistió como si fuera de stripper a un entierro, de negro, pero con la camisa abierta. Es que el muchacho es muy de pezones libres.

La primera en llegar fue Terelu y no dejó de poner pegas y de hacer comentarios desagradables desde que llegó. “Esta aceituna que he cogido no me gusta”, dijo Terelu, que es catadora de aceitunas.

Llegó Sofía y si hubiera llamado a la puerta la peste negra a Gianmarco le habría hecho más ilusión.

Terelu le ponía problemas a todo. A TODO. Y lo decía de la forma más hiriente posible. A Terelu los sentimientos de los demás le importan lo mismo que el precio del acero en la bolsa de Moscú.

Llegó Yurena. A Terelu no le pareció que Yurena estuviera a su altura, porque claro, Terelu ha hecho… sí, eso que hizo que era importante… esto… No sé, ya me acordaré.

“Tú paséate, que por lo menos se nos recree la vista”, dijo Terelu, que tiene la entrada vetada en los clubs de strippers porque les dice cosas y los boys lloran. Cuando Terelu pasa por una obra son los obreros los que se sonrojan con lo que Terelu les dice.

– Oye, ¿y Paco?

– Está de baja.

– ¿Se cayó del andamio?

– No, que estaba él enfoscando y pasó Terelu y…

– Pobre.

Y así.

Para Sofía era todo empalagoso. Todo lo que no sea aire es empalagoso para Sofía.

– Sofía, ¿Cómo era Vlad Tepes?

– Empalagoso.

– Empalador, Sofía, por el amor de Dios.

– Eso, empalagoso.

Y así.

Gianmarco les había puesto los platos para luego quitárselos para servirles. No se llevó el mantel para coserlo porque no sabe coser.

Las tres se fueron a fisgar al dormitorio. En un cajón Gianmarco tenía una cosa de madera con forma fálica de esas que es mejor no tocar sin guantes.

También había una foto de Gianmarco hecho un fanegas de pueblo.

Gianmarco no sabía ni servir vino sin que se le cayera fuera y lo puso caliente que se podía cocer pollo en ese vino.

Los espaguetis se habían quedado como pasta para cementar sillares de una catedral.

Sofía probó los espaguetis y puso cara de asco. Bueno, en realidad cuando está en la tele la cara de Sofía es de asco. De su foto del DNI puedes deducir que el fotomatón olía mal.

Resultó que la madera con pinta de pene de persona con un solo cojón, que así era lo que habían encontrado en el cajón, era una cosa para dar masajes. Gianmarco se puso a darle masaje a Yurena y a ella le daban unos calambres que el aparato ese lo puedes usar para masajes o como desfibrilador.

Gianmarco estaba contando su infancia traumática de niño aficionado en demasía a los bollicaos y Sofía descojonada, porque a Sofía los niños gordos no le dan pena.

Llegó el segundo plato, el filete enrollado. Hay pangolines cocidos con mejor aspecto.

“Parece un pez muerto”, dijo Sofía. Bueno, un pez muerto, pero por radiación.

Terelu tuvo que cortar el rollo de carne con motosierra. El examen final para ser leñador en Canadá es cortar algo que haya cocinado Gianmarco.

Y llegó el postre, llamado ‘del amor’. “Nosotros antes o después de hacer el amor comemos tiramisú”, dijo Gianmarco. Vale, si te pides tiramisú en un restaurante italiano es como comprar condones en una farmacia: saben que vas a follar.

El juego final de Gianmarco era ponerse máscaras opacas y probar cosas. Cosas tan locas como comer helado. Qué fiestón.

“Quería ver si confiáis un poquito en mi o no”, dijo Gianmarco, que oye, tiene esa necesidad de saber si la gente desagradable que le trata mal confía en él.

Luego intentó que hicieran todas una coreografía de su superéxito ‘Maracaná’. Si alguna vez os habéis ido la pata abajo con cagurrias y habéis intentado aguantar para no hacéroslo encima ya sabéis bailar la canción de Gianmarco.

“La canción es ridícula y a mí no me gusta hacer el ridículo intencionadamente”, dijo Sofía, que tuvo el santo papo de sacar una canción que hacía llorar a los perros y de decir ahora que no le gusta hacer el ridículo.

“Amargada y maleducada” es como Gianmarco definió a Sofía Suescun y es posible que acertara al 100%.

Gianmarco y Sofía estuvieron a punto de sacarse los ojos a navajazos en la ‘fiesta’ de después pero para Yurena solo fue un “pique sin importancia”. Terelu, con su saber estar, directamente se fue y ahí se las vieran. De todos los motes que le puedes poner a Terelu el de “pacificadora” no le pega.

Yurena le puso a Gianmarco un 7. “La cena ha sido amena, me he divertido pero el final de fiesta me ha parecido agridulce”, dijo como frase final.

Terelu, 6. “Voluntad y cariño”, mira, una cosa amable de Terelu, ¡cerrad los ojos y pedid un deseo!

Sofía, 0. “La noche ha sido un coñazo”, espetó. Ella sabe irse de los sitios con un buen sentimiento.

2 comentarios

  1. Dice ser Paqui

    Me encantan tus comentarios. Son divertidos!
    Un abrazo

    05 agosto 2021 | 20:24

  2. Pobre Gian marco, que paciencia tuvo que tener…

    10 agosto 2021 | 18:56

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