Prioridades de las buenas: aumento de pecho y una moto para su novio son los proyectos de Rocío Flores cuando regrese de ‘Supervivientes’

Rocío Flores, en Supervivientes. (FOTO: TELECINCO)

Abrazar a los tuyos, comer porque has pasado hambre, volver a tus estudios, ponerte unas domingas como dos sandías albinas… prioridades que cualquiera puede tener cuando regresa de Supervivientes. En el caso de Rocío Flores, se queda con esto último, que tiene planeado dejar de usar una talla que se mida en copas y empezar a usar una que se mida en directamente en porrones.

Otra cosa en la que quiere invertir el dinero de su premio es en una moto para su novio, porque para qué regalar algo seguro y calentito. Total, los airbag los va a llevar ella. Debe ser por eso… Pero no nos adelantemos que anoche hubo mucha gala.

¿Qué vais a regalarme a mí, me poníais más tetas? Decídmelo: Instagram: @GusHernandezGH / Twitter: @RealityBlogShow / Facebook: Gus Superviviente Hernández.

Vamos con la gala.

La gracieta de salir con el móvil como si tuviera doce años y estuviera enganchado al TikTok acabó por pasarle factura a Jordi González, que sale con el iPhone al plató que hasta lo acuna, lo protege, porque Jordi González es la madre coraje de los móviles caros. Y claro, se lo debió pegar al micro y empezó a hablar que había más eco que en el cañón del Colorado.

Vamos con los atuendos:

Carmen Lomana iba vestida de dorado. Pero de dorado que si se queda quieta en medio de un tesoro Inca, no la encuentras. Eso no era brilli-brilli, era BRILLACO-BRILLACO. A Lomana la lanzas con una catapulta y la gente piensa que ha pasado un OVNI.

Lara iba muy guapa, lo que pasa es que la parte de arriba del biquini tenía más adornos que el puesto de baratijas de un hippie. En la falda le habían puesto una redecilla para pescar salmonetes. Con eso te bañas y sales del agua con medio kilo de anchoas coleteando.

Y pobre, ojalá pudiera bañarse en alguna gala, porque Lara nos dijo que había en Honduras una sensación térmica de 43 grados. La próxima gala Lara la hace metida en una cámara congeladora entre Comtessas y tarrinas de helado de fresa/nata.

Vicky Larraz llevaba una chaqueta blanca llena de flecos despeluchados colgando, que para qué vas a llevar ropa hilada cuando puede parecer que la máquina de coser explotó mientras la prenda era confeccionada. El día que un biólogo naturalista quiera infiltrase en un rebaño de ovejas churras le va pedir prestada a Vicky esa cazadora.

Jordi pidió opinión general sobre el estado de los supervivientes, que estaban en un plan apático aburrido tirando a me quiero morir para qué me seguirá latiendo el corazón ay señor llévame pronto.

«Los veo al rojo vivo, al borde del abismo«, dijo Vicky en plató, porque le habían puesto El Señor de los Anillos y se pensó que Gandalf luchando con el Balrog era Jorge con la barba llena de harina.

«Están levantiscos», dijo Lomana, que usa palabras que entendería el CID Campeador. Lomana piensa que El Quijote es demasiado moderno. Esta mujer reposa en su lecho, en la alcoba, después de pagar el diezmo sacado de su faltriquera de Gucci.

Yiya, que se había vestido de verde esperanza (esperanza la que tenía yo de que ese vestido se lo roben y lo quemen), nos contó que «desde el jueves de la otra semana» ha engordado ya siete kilos. Joder, coge menos kilos un estibador de puerto con una grúa.  «Y pretendo seguir», dijo Yiya, que de aquí al verano va a ir rodando a todos lados.

«En una semana yo engordé 1o kilos», se sumó Nyno, que dijo que se comía tortillas de diez huevos. Pero vamos a ver, ¿esta gente son seres humanos o pelotas de playa con un compresor enganchado?

Y conexión con la madre de Hugo. «Si me llevo mal con alguien se lo digo a la cara, es mi manera de ser», dijo la madre de Hugo. La alegría de la huerta, la concordia hecha carne, la tolerancia de pelo blanco. Debe ser tan duro ser perfecto en un mundo lleno de gente que se equivoca…

Vídeo: Bronca de la palapa de la gala pasada. Rocío se puso a calentar a Elena y Elena acabó por saltar. Rocío se sentía traicionada por la nominación. Porque para Rocío todo lo que no sea ponerse a sus pies es una traición.

Y Elena le dijo lo mismo que Julio César a Chenoa el día que le dejó Bisbal: «No te queda crecer para saber lo que es una traición».

Más tarde, Rocío se despachaba a gusto: «No me dejaba argumentar, no me dejaba nada«, decía, haciendo de vieja del visillo con Barranco, que es como su mascota y su psicólogo. A Barranco le falta recibirla en un diván y tomar notas mientras habla.

«Y va y me hace un corte de mangas», se sorprendía Rocío, como si fuera la mayor afrenta que se le puede hacer a una persona.

– Lo de comerte a mi gato ha estado feo.

– Pero no te he hecho un corte de mangas…

– También es verdad, ¡venga ese abrazo!

Y así.

Rocío, comprobando que el tendón del anular le va bien y puede estirarlo. (FOTO: TELECINCO)

Vaya por Dios, me he equivocado de foto. Ja ja ja

La hermana de Elena, en plató dijo que los cortes de mangas «no son para tanto» y que «hay que hacerlo más». OLE. Absolutamente de acuerdo. El estrés que se libera en un corte de mangas relaja más que un bocadillo de prozac con salsa de valium.

«Yo no me voy a casar con nadie de aquí«, dijo Ana María tras la bronca, en la que no se metió. Y dijo que no se mete en las broncas de Rocío, porque se bloquea y no sabe qué hacer y que está cansada y no le sale meterse a la bronca.

Rocío está «recelosa» de la amistad entre Ana María y Elena. No, lo que está es celosa que te cagas. Ya lo vimos con Yiya y ahora con Elena. Rocío piensa que sus enemigos deben ser los enemigos de todo el mundo.

De hecho, le echó la bronca a toda su corte. «Me está llamando vieja del visillo y os calláis todos. Luego tengo que dar yo la cara por todos, tan mayores que sois», les reprochó. Rocío, que es más madura que una chirimoya renegrida.

Una vez más, Rocío exige que sus allegados ejerzan de guardaespaldas y de pandilla de matones, que cuando ella se mete en una bronca, intervengan contra su contraria. La bronca soñada de Rocío es una que acaba con Ana María saltando al ring y rompiéndole una silla en la espalda a su contrincante, como en el Pressing Catch.

«Yo sí doy la cara por ti y tú una vez más… vale, vale, nada, se acabó», le dijo a Ana María. Madre mía, amenaza en toda regla. Como Ana María se quede agarrada con dos dedos en el borde de un volcán, Rocío no se agacha a darle la mano. AAAAAH, se siente. Si Ana María no se mete en las broncas, no va Rocío a meterse en los problemas de Ana María con el volcán. Una cosa os digo: si Rocío no sabe lidiar sus propias broncas, que no se meta en ellas.

Directo: Elena dijo que «todo lo que pasó allí se quedó allí», que habían «pasado una buena semana y que se le había olvidado todo». Vamos, que no tenía ganas de bronca.

Y como si los sentimientos fueran el maletero de un Seat Panda, dijo que no tenía «espacio para el rencor«. El rencor es como una colchoneta de playa: ocupa mucho.

«Lo que más me molestó es que me dejara de mentirosa y dijera que me meto en la vida de los demás… pero al final la tengo cariño», dijo Rocío. Otra que no estaba por la labor de gritar con el calor que hacía.

En Telecinco ponen tantas cosas sobreimpresionadas en pantalla que es imposible que a alguien no le afecte. El hashtag, el estreno de mañana, lo del salvar a tal o cual, el logo de la cadena… Lo raro es que debajo de todo eso se vea a alguien. Hugo se pasó media gala con lo de Ocho Apellidos Catalanes encima de la cara. Parecía un menor con la cara tapada para que no se le viera.

Vídeo de broncón Hugo-Elena.

Hugo dijo que Elena era una manipuladora y una mentirosa. En ese tono agradable y dulce que él tiene, le chilló a Elena: «¡MENTIROSA, COBARDE, BUSCANDO ALIANCITAS«. Claro, para Hugo buscar alianzas es malo. Si Hugo hubiera sido la Alemania de la Segunda Guerra Mundial nunca se habría juntado con Japón e Italia.

«Uso los términos que me sale de los cojones», alegó el muchacho. Hugo se masturba y luego se tiene que limpiar los términos que le han salido. Tiene los testículos que parecen una búsqueda de sinónimos en Google.

«No me callo con alguien como tu ni con 20 como tú«, le dijo Elena envalentonada. Antes se arruga una plancha de acero que Elena. «Frío, que eres un frío y un manipulador», le reprochó la exsuegra. Y es que Hugo es un frío. Hugo le da un abrazo a un incendio y lo apaga. Cuando hay un fantasma cerca sientes frío. Los fantasmas sienten frío cuando se les acerca Hugo.

«Echas cuentas de quién te ha nominado», le acusó Elena. «Noooooo», dijo Hugo. Los cojones que no. Hugo sería capaz de resolver ecuaciones de quinto de carrera de Matemáticas con tal de saber quién le ha nominado.

Elena le fue a contar a Barranco y Jorge la bronca. «Le voy a regalar para reyes un juego de esos de alianzas que se matan los unos a los otros», dijo Elena. Creo que le va a regalar el Parchís.

Jordi les dijo que mañana había un reto y que si lo ganaban podían ganar una tortilla de patata. «Quien la prefiera con cebolla, cebolla, quien no, no«, dijo Jordi. Las tortillas de patata sin cebolla no merecen existir, pero ese es otro debate.

«Os da igual, ¿no?», dijo Jordi, porque se quedaron todos con la misma cara de haba deprimida. Estaban anoche todos tan apáticos… Están todos hasta los ovarios de estar ya en la isla. Les llega a anunciar Jordi que mañana les extirpan un riñón y que van a tener que usarlo de carnada con los peces y ni pestañean.

Jordi preguntó si podía arreglarse la relación entre Hugo y Elena. Las treguas de Elena y Hugo como unidad de tiempo. Y es tan pequeña que se puede usar para medir carreras de los 100 metros lisos. Usain Bolt tiene el récord del mundo con ocho treguas y dos reconciliaciontésimas.

«¿Sabes que Hugo, una vez más no te ha nominado?«, le dijo Jordi a Elena. «Pues ya estamos a la par, dos veces me ha nominado él y dos yo», dijo Elena, que es muy de compensar afrentas. A Elena le dan mal el cambio en el supermercado y no para hasta darle dinero de menos a la cajera en las siguientes compras. El lema preferido de Elena es OJO POR OJO.

«Yo no insulto a nadie», dijo Hugo, que piensa que cobarde y mentirosa son halagos y palabras bonitas de las que se ponen en una carta de amor para llevar al huerto a la novia.

Querida Gertrudis. 

Mi amor por ti no remite. Eres una cobarde mentirosa de mierda rastrera y eso hace que mi corazón palpite por verte. 

Tuyo, Hugo. 

Y así.

Llegó un momento en el que Hugo empezó a usar como argumento «BLA, BLA, BLA, BLA». Hugo es capaz de apuntarse al club de debate de Oxford y ganar todos los duelos así.

Y resulta que Hugo le dijo a Elena hace poco que, básicamente, sus bragas olían mal.

«Le he dicho hoy ‘discúlpame’ por haberte dicho que tus prensas íntimas tenían mal olor», reveló Hugo. Madre de Dios. Al parecer Elena había colgado biquinis y eso olía como una mariscada al sol. Y a Hugo, que el otro día durmió en la letrina sin problemas, le molestaba.

«No te insulté ni te dije que fueras una sucia«, apuntó. No, claro, quisiste insinuar que Elena es la persona perfecta para anunciar detergente y suavizante, no te jode. Que no le quite el puesto al puto Mimosín.

Vídeo:

El pirata Morgan pidió a tres voluntarios. Fueron Barranco, Rocío y Ana María a una misión. En la otra playa les dio a elegir: comerse una pizza o coger almendras y leña para todo el grupo.

Y esos tres seres de luz, esas generosas personas, esos humanos desinteresados, esos cooperantes de ONG, decidieron sacrificarse por el bien del grupo y… ah, no, que se comieron la pizza y a sus compañeros que les den por el cacas.

«La confianza que ha depositado el grupo en vosotros es muy importante«, les decía en el pergamino el pirata Morgan. La confianza esa era un depósito a fondo perdido. Más que depositar la confianza, hicieron una deposición con ella.

La única duda que tuvieron a la hora de elegir fue cómo repartirse la pizza. «Hemos hecho lo que hubiera hecho todo el mundo«, dijo Barranco, para justificarse.

Nada más llegar a la playa, Barranco lo contó todo. «Nos hemos comido la pizza, porque fuego podemos hacer y para coger almendras...», dijo Barranco. Nunca atraquéis un banco con Barranco, porque le piden la hora por la calle y confiesa todo el plan.

Elena ni se lo creía. Pensaba que era una broma. «¿Os habéis comido la pizza con la falta de leña que tenemos?», les reprochó a continuación.

Directo:

«A mí la pizza me supo a poco, para tanta traición«, dijo Ana María, que encima se quejaba de lo que había comido. En esa pizza había calorías para sobrevivir a un invierno nuclear, pero a ella le supo a poco.

«Pero, ¿por qué no queréis decir la verdad sobre el tamaño de la pizza?», les dijo en directo Jordi. «De enorme no era nada y casi no tenía carne, lo que tenía era mucha salsa barbacoa», se quejó encima Ana María, que sólo le faltó pedir la hoja de reclamaciones y una reseña mala en TripAdvisor.

«Era una pizza familiar que tocábamos a una porción, no era como la que se comió barranco. Era así», dijo Rocío, gesticulando que no le daban los brazos para abarcar. En el hueco que hizo Rocío con los brazos para mostrar le tamaño de la pizza cabía el Santiago Bernabéu.

«¿Y por qué le decís a Hugo que era pequeñita?», insistió Jordi. «Dijeron que era un trozo pequeño para cada uno, eso dijeron«, alegó Hugo.

«No, dijimos que era una porción para cada uno«, se justificaron ellos. Maravillas del lenguaje. Si te llevan una pizza del tamaño de una rueda de camión y te la comes entera, puedes decir que te has comido sólo una porción de pizza. TODA LA PUTA PORCIÓN COMO UNA PLAZA DE TOROS.

Y conexión con Ivana.

«Antes de entrar aquí me miraba 40.000 millones de veces al espejo«, dijo. El espejo de Ivana se cogió una baja por estrés. Ivana acabó como Drácula, ya no se reflejaba.

«Recréate en tu cuerpo«, le dijo Jordi, que no se si quería que se mirara al espejo o se pusiera allí mismo a tocarse papo.

«Los pies siguen igual de feos, eso no ha cambiado», dijo Ivana, que pensaba que ir a Supervivientes es como una podoplastia y que iba a poder ganarse la vida como modelo de pies.

«No tengo ni culo«, dijo ella, que va a tener que cagar con la imaginación, porque no tiene culo. Ivana se va a tener que sentar con los codos.

Ha perdido 13,7 kilos.

«Mi marca registrada eran los flotadores y el culo gordo y no hay nada de eso«, dijo. Pues que pena, con el juego que dan unos buenos flotadores y un culo gordote. Y uno fino. Y uno mediano. Para qué hacer ascos.

Prueba de recompensa. El típico juego de empujar un torno, que no sabes si estás en una prueba de recompensa o sacando agua de un pozo como el burro del tío Paco.

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La recompensa eran churros con chocolate.

Rocío luchó contra Ana María. Esta última ganó sin despeinarse. Probablemente porque no puede. El caso es que Rocío tenía menos empuje que el coche de la Barbi.

Jorge contra Barranco. El pobre Jorge era el más maromo de todos, pero está más mermado que la hucha de un estudiante. He visto globos pinchados venirse abajo más despacio que Jorge, que se ha desinflado a ojos vista.

Así que acabó ganando Barranco, pero justo después se desmayó y Lara pidió que volvieran a plató mientras comprobaban que estaba bien. Lara se pasa la vida despidiendo conexiones para que entren los médicos. Manda menos ambulancias un teleoperador del 112.

De vuelta a Ivana. «A día de hoy todavía no lo entiendo«, dijo Ivana, que lo de que la dejen no le entra en la cabeza. Joder, Ivana, que no te quería más, que te dejó, que a la mierda la relación, que ya no estáis, que lo habéis dejado, que su pepinillo nunca más en tu aceituna… que tampoco es física cuántica, tanto entender.

Mi opinión: Hugo pensó que Ivana le había humillado ganándole en la prueba y dejándole sin bocadillo. Hugo es un sieso, un estirado y un muermo e Ivana quería reír y divertirse. A Hugo las bromas no le encajan e Ivana bromeaba. Hugo sería feliz saliendo con el burro triste amigo de Winnie the Pooh.

«Tu hermano Mauro, que es futbolista de élite«, dijo Jordi, como si su hermano fuera de las fuerzas especiales de asalto y no le diera patadas a un balón.

Y bueno, como Ivana estaba muy sonriente, pues va, hagámosla llorar y le preguntaron por su padre, con el que no se habla y por su hermano, con el que tampoco se lleva bien.

¡Mira Jordi, una persona feliz!

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A Ivana le pusieron al teléfono a su madre, que le hizo un discurso precioso y emotivo, de mucho cariño y apoyo y al acabar Ivana se quedó callada.»AY, ES QUE PENSÉ QUE ERA UN AUDIO LO QUE ME ESTABA HABLANDO», dijo. Le llegan a llevar a la madre y tampoco la contesta pensando que es un holograma.

Le pidió a la señora «perdón por hacer este ridículo» (estar pillada por Hugo). «Amar a una persona no es hacer el ridículo, en tu situación están muchas chicas, lo que pasa es que en tu caso lo ha visto toda España», le dijo la señora. JA JA JA Me encanta.

– Pis entre dos coches lo han hecho muchas, sólo que tú lo hiciste en el descanso de la Super Bowl.

Y así.

Vuelta a la prueba.

Rocío contra Elena. Elena se puso a empujar con sus patillas finas como si fueran acero para barcos y acabó ganado a Rocío, que empujaba el palo con la barbilla, porque la barbilla es una zona muy musculada y claro, empuja más. Pero no: ganó Elena.

Hugo contra Jorge. Creo que el Guardia Civil se equivoca en estas pruebas, porque siempre empieza adelantándose, pero como se queda esperando, aguantando, pues acaban venciéndole por cansancio. Aún así, esta ronda la ganó.

Momento tetas.

«Me voy a operar cuando salga de aquí y eso es una cosa que voy a hacer sí o sí, se ponga quien se ponga por delante«, dijo Rocío. A Rocío le dices que al otro lado de las murallas de Constantinopla están sus tetas nuevas y te abre un boquete en las murallas.

– Oh, vaya, Rocío, es domingo y la puerta de la clínica está cerrada…

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«Tienes el pecho igual que tu abuela», le aseguró Ana María, que no se lo cree ni ella, que Rocío Jurado tenía unos melones que se merecían estar esculpidos y decorando una rotonda.

«Sí, una talla más quiero», aseguró Rocío, que de mayor quiere ser Yola Berrocal. «Me encanta el pecho natural», aseguró. Pues sí, tiene toda la pinta de que si te pones otra talla te va a quedar un pecho natural. Naturalísimo. Lo mismo le declaran las tetas Reservas de la Biosfera de lo naturales que le van a quedar.

¡¡¡¡¡MIS MAMELLAS SON NATURALEEEEEEEEEEES!!!!!!

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«Si vas tú yo también», dijo Ana María, que quería un dos por uno. Bueno un cuatro por dos, mejor dicho.

Y la conversación deribó al pene de Barranco, que dijo que él no se quería poner más pene.

«No, está perfecta así. Es pequeñita como un retaco, pero juguetona«, dijo Barranco, que tiene la polla como caniche con buen humor.

«Es mentira, no te va a decir ‘la tengo grande’«, opinó Rocío, que piensa que Barranco es de los que tienen una erección y les baja la tensión.

«Yo te he visto los huevos, Barranco, bailan bien«, le dijo Rocío, que de verdad, está obsesionada con mirar cojones. Están los ornitólogos, que se van con prismáticos a ver pájaros y los cojonólogos, que se van a mirar testículos.

«Yo me lo operé, me lo puse en su sitio, pero tengo dos pasas otra vez», nos contó Elena, que tenía los pechos uno en la espalda y otro en una pantorrilla y los tuvo que poner en su sitio. Lo que pasa es que se debió operar en Lidl o algo y claro, le ha durado poco.

Más rondas de la prueba.

Elena contra Ana María. Ganó Ana María, que parece menuda, pero es como un buey alimentado con anabolizantes.

Barranco contra Hugo. Ganó Barranco. Ya estaba Hugo reventadísimo por perder.

Así que comieron churros Barranco y Ana María. Y ellos dos, que habían ganado sus dos duelos, tenían que elegir quién comía entre Elena y Jorge, que habían ganado un duelo. Pero no se ponían de acuerdo. Ana María decía Elena y Barranco, Jorge.

Y por suertes, ganó Elena. Ya sabéis, debían darse de comer los unos a los otros. He visto orgías celebradas en granjas de cerdos más limpias que eso. Lo de Elena con los churros es legendario. Elena podría meterse en la boca la Torre de Pisa si se la embadurnas en chocolate.

Barranco mordía con un ansia que Elena y Ana María se estaban jugando perder un dedo.

Al acabar, Elena tenía tanto chocolate en las tetas que sólo le faltaban los Oompa Loompas cantando de pezón en pezón.

Y vuelta a Ivana.

Jordi le dijo que le iba a visitar alguien. Ella pensaba que Hugo, pero no. Era José Antonio Avilés.

«AAAAAAAARG», grito ella al verle.

Y lo que pasó a continuación, como dio un poco de pena, vergüenza ajena y cabreo, os lo cuento en otro post, por no amargar este.

Alegatos.

«Me ha parecido cruel que no nos dejen comer ni quince segundos después de la prueba… cada vez que pierdo una prueba no nos dan ni diez segundos para comer. Cada vez que la he ganado, los demás han tenido un minuto para comer«, se quejó Hugo.

Hugo, en lugar de decir por qué debe quedarse, aprovechó para quejarse. Porque él es así: la queja está en lo alto de su escala de prioridades. Hugo con su último aliento aprovecharía para quejarse. En su epitafio, en la lápida, van a poner «Mi lápida es más pequeña que la de los demás, no me lo callo«.

Vídeo:

Rocío quiere comprarle una moto a su novio. Rocío ha visto demasiadas veces Tres metros sobre el cielo.

«Jamas le compraría un vehículo a mi pareja… el día de mañana le ves en la moto que tú le regalaste con una tía a la que odias y le disparas desde un sexto», dijo Barranco, que todo lo que le regala a sus novias tiene botón de autodestrucción remoto. Aún está buscando a una chica que iba a su guardería a la que regaló una flor del patio. BARRANCO QUIERE SU PUTA FLOR DE VUELTA.

«Igual que las tetas… para que el día de mañana lo disfrute otro«, dijo Barranco, que es un romántico y superfeminista y las tetas de su novia son un objeto que él puede poseer.

Madre de Dios…

¡Y se acabó lo que se daba!

 

2 comentarios

  1. Dice ser pepi

    Que se ponga tetas y que venga flotando desde Honduras…

    18 mayo 2020 | 13:21

  2. Dice ser Mdm

    Pero….. no era para el futuro de su hermano?
    Madre mía que panda

    18 mayo 2020 | 15:31

Los comentarios están cerrados.