Un gallo y lo mismo acabas muerto: el cantante Francisco actuó para Pablo Escobar a 1.000 dólares cada ‘Latino’

A mí los postres me los respeta… (FOTOS: NETFLIX / MEDIASET)

Pues sí, amigas y amiguitos, anoche asistimos a una nueva entrega de Ven a Cenar Conmigo. Gourmet Edition, un formato que me mola más que los mielitos por docenas. Y Francisco, entre ochenta anécdotas más, nos contó que cantó para el narco Pablo Escobar. Tócate los bemoles.

Y es que en esta ocasión le tocaba cocinar a Francisco, si es que eso es cocinar, porque eso es jugarse el pellejo, en cuestiones de peligro están un artificiero desactivando bombas con un martillo y luego Francisco cocinando.

Bomberos, pilotos, toreros y mineros se pueden jubilar a los 52 años. Un pinche de cocina de Francisco se puede jubilar antes de tener pelos en los huevos y con la pensión máxima. Si llega vivo, claro.

Total, que cuando empezó el programa pusieron unas imágenes aéreas del Palacio Real de Madrid y dije joder Francisco, qué casoplón. Pero no, no era su casa, y eso que él es un compendio de virtudes tal que Dios creó el mundo sólo para poder contenerle. Dios echó a Adán y Eva del paraíso para que Francisco estuviera más ancho.

Fracisquifrases de su presentación:

«Soy fantástico«, dijo. Sí, fan del sabor en inglés, Fan del taste.

«Soy maravilloso«, del mar y peludo, velloso.

«Soy el más grande del mundo«, más que Hulk, que tiene un póster tuyo en la habitación para motivarse y beber mucha leche, no te jode.

«Tengo tantos éxitos ahí acumulados…«, trasteros llenos tiene. Hay naves industriales llenas de éxitos de Francisco. Están vaciando el Museo del Prado para hacerle hueco a sus éxitos.

«Tengo 250 canciones grabadas«, y yo Spotify y no voy vacilando por ahí.

«Mi día a día es levantarme temprano, caminar y por la tarde salir a pasear«… Francisco se hace el Camino de Santiago todos los días. Y desde Francia. Ha estado en Santiago de Compostela más veces que Santiago y que Compostela juntos. Francisco le pone sellos a los albergues cuando pasa por ellos.

La gente tiene Ego y el Ego tiene Francisco. Pero oye, que viva el amor propio. Sólo que Francisco lo que tiene es su amor propio y parte del amor de los demás. Es amor apropiado.

«En mi tierra todo lo que usamos es muy sano«, dijo sobre Valencia. Sí, cuando Chimo Bayo hablaba de «extasi, éxta no», se refería a elegir gambas arroceras en la pescadería.

Sus invitados estaban subyugados por su presencia. De hecho, Rosa afirmó: «Francisco me parece una persona completísima«. Ni una amputación tiene. Me encantaría ver a Rosa definiendo a Cervantes. «Me parece una persona casi completa. Lástima de brazo tonto». Y así.

Vamos con su menú.

El primero: Se llamaba Con Faldas y a lo Loco. Eran unos calamares con setas. Creo que los calamares eran las faldas y las setas lo loco. Es una receta del sombrerero de Alicia en el País de las Maravillas.

«Eso era una película de las de antes, de las de Hollywood«, dijo Mosquera, porque ahora las películas son de Teruel.

Eran unos calamares, que son animales. Pero como Rosa es vegana Francisco tuvo un «detalle con ella»: prepararle una ensaladita. JA JA JA Hasta los huevos están los veganos de ensaladas. Y más de esa, que no era una ensalada, era la versión vaga de una ensalada. No te hernies, Francisco. Si pones menos empeño en hacerle la ensalada le das cinco euros para que vaya a compararla ella.

«Me dan mucha pena las cebollas, recuerdo mi niñez y me pongo a llorar«, contó Francisco mientras cortaba las cebollas y justo antes de reír. A lo puto loco. Miedo. En serio. Annabelle es más normal cocinando.

El cantante se dio un cabezazo contra la campana extractora, que era de última generación. Hicieron esa y ya no quisieron hacer más por vergüenza torera. Esa campana ya extraía cuando Felipe II aún gateaba. Ese electrodoméstico te lo subasta Christie’s entre un jarrón Ming y un reloj de Luis XVI y sacas pasta.

«Esto es el mas… este botón… no, no funciona así«, iba probando el cantante con los botones de la vitrocerámica, como mi abuela tratando de instalarse Whatsapp. La última vez que Francisco usó esa vitrocerámica aún iba con gas butano.

El zagal echó los calamares chorreandito agua en la sartén llena de aceite caliente. Eso lo ve un bombero y llora. Si algún día queréis quemar la cocina y dejaros la cara como si os hubiera atacado un topo, haced justo eso.

Y luego se puso a remover los calamares en la sartén con un cuchillo. A tomar por culo la sartén. ¿Por qué no removía con una puta motosierra?

Francisco, ábreme una coca-cola, porfa:

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«Y le echamos un chorrito de brandy«, joder, chorrito de brandy… con lo que le echó se podía matar de coma etílico a un borracho de bar bien entrenado.

Segundo plato: Cañas y barro. Era una «buena cama de patata» y una buena merluza de pincho, con cebolla encima.

El cocinero experimentado echó un ajo a la sartén y explotó que si lo llegan a saber en la Segunda Guerra Mundial los aliados se ahorran pasta y lanzan ajos sobre Alemania.

Luego frió patatas y repitió operación: mojadas y al aceite. Vive al filo de la navaja. Una semana sin incendio en la cocina es una semana perdida.

Cambió de sartén donde pochaba las patatas porque se le estaban pegando. Normal, porque metió 200 kilos en una sartén, eso desbordaba, eso no parecía una sartén, parecía una orgía de patatas haciendo el trenecito. Nokia conecting people y Francisco conecting tubérculos.

A todo ésto, la lechuga de Rosa estuvo en la cocina doscientas quince horas. Estaba la lechuga ya más pocha que el pene de Tutankamón. Si esa lechuga llega a ser la rosa de la Bella y la Bestia el bicho se queda feo para siempre.

«Los lomos de merluza se colocan sobre la cama de patata«, dijo Francisco, que sólo le faltó arroparlas y contarles un cuento. Si esa merluza llega a tener anisakis, los adopta.

«Vamos a proceder», decía todo el rato, que no sabías si estaba cocinando o haciendo una puta autopsia.

El Postre: «Un postre inventado por mí«, dijo. Se llamaba Mi casa. Era yogur de mango con fresas, frambuesas y galleta molida. Sí, lo ha inventado él, no te jode. Y el tiramusú se iba a llamar Franciscomisú, porque se le ocurrió a él. Francisco le enseñó a los mayas lo del chocolate.

Y apareció Paca, la mujer de Francisco. «Estoy flipando, hijo mío, estás hecho un campeón, estoy flipando con lo aseadito que lo tienes todo«, decía la mujer emocionada. Esa noche Francisco practicó el coito.

«Me voy un rato de compras que he quedado con una amiga«, añadió después la mujer, a la que la impresión le duró lo que tardan en llegar las ganas de comprarse un bolso nuevo.

«El yogur griego con mango y el natural cogen un equilibrio muy difícil que no es dulzón«, reveló Francisco. Lo mismo le dan el Nobel de química por equilibrar yogures. Francisco no remueve dos yogures de marca blanca comprados en el súper, no, él los equilibra a nivel molecular.

«Ha hecho lo primero que ha pensado, mucha imaginación no tiene Francisco«, dijo Laura en las entrevistas previas, sin haber visto siquiera el menú. No se puede ser más amargada, de verdad. En serio, que esta chiquilla disfrute de algo. #PrayForLauraMatamoros. Dadle un abrazo. Lo necesita.

«Pues nos vamos… a tomar por culo«, dijo después (creo que pensando que ya no la grababan) esta chiquilla, que es como Atila con la hierba, pero con la felicidad. Por donde ella pasa no vuelve a crecer la dicha. He escrito dicha. Dicha, con D.

La primera en llegar a casa de Francisco fue ella. «Qué guapa», le piropeó Francisco. «Hombre, a ver, cómo tengo que ponerme», respondió ella. Dile algo agradable a Laura y ella te escupirá a la cara.

«Está pasando algo en este país que es la ignorancia y la ignorancia de la gente más joven«, se quejó Francisco. Ojalá solo fuera la gente joven.

«Francisco nos ha hecho un recibimiento muy cariñoso y muy amistoso«, destacó Raquel Mosquera al llegar, porque a lo mejor esperaba que Francisco les recibiera con alambradas, minas y ráfagas de ametralladora.

Una cosa os digo: Francisco no tiene timbre. Le tienes que gritar a berrido pelado desde la valla. Seis repartidores de Amazon están ya de baja  con las cuerdas vocales como un estropajo.

Llegó Gibaja y después Rosa. «Me ha encantado abrir la puerta y encontrarme un jardín maravilloso y el recibimiento ha sido el de un caballero«, alegó. Pero vamos a ver, ¿qué mierdas esperaban que hiciera Francisco? ¿Recibirlas a garrotazos?

Todos intentaron convencer a Rosa de que comiera jamón. Les faltó cogerla, inmovilizarla en el suelo y meterle el jamón por el gaznate como el que ceba un pavo.

COME JAMÓN, MALDITA VEGANA, COME JAMÓOOON, TRAGA GORRINO, MUA HA HA HA HA

«Desde que di los cuatro puntos a Raquel la gente me tiene miedo… de que sea cañera«, dijo Laura. No, no piensan eso. Miedo no es lo que sienten… Y no eres «cañera», eres injusta.

Y pasaron a la cena. Francisco había puesto la mesa como si fuera a cenar Matusalén con su madre. «A la mesa le hacía falta una reforma», dijo Mosquera, que habría puesto pladur, tarima flotante y todas las paredes blancas.

«Yo creo que Francisco ha sido Latin Lover«, dijo Gibaja susurrando, como si ser Latin Lover fuera como ser drogadicto.

En la parte del cotilleo cogieron un álbum casualmente olvidado en el aparador del salón, donde no pegaba una mierda. Si lo deja Francisco más a la vista le pone neones y una sirena.

«Francisco cantaba la de Mediterráneo, ¿no?«, preguntó Gibaja, que no conocía a Montserrat Caballé. Joder. Para Gibaja Ainhoa Arteta es una vedette que hace arte con las domingas. «¿Por qué no cogemos el iPad y vemos vídeos?», propuso. Los vídeos de Internet como fuente de información para todo.

– La abuela se está poniendo morada y se agarra la garganta después de comerse ese hueso de pollo…

– ¿Vemos vídeos en youtube a ver qué significa?

– Me hace.

Llegó el primer plato. «Ya sabéis que para mí la temperatura de la comida es importante«, aseveró Francisco. Le pones un estofado de unicornio templado y no se lo come, pero se caga una vaca y se lo come antes de que se enfríe.

«Me hacen gracia los calamares cuando están en el mar«, confesó Francisco meneándose como Rosalía con un calambre. Este hombre no se pone comedias en Netflix, se pone vídeos de acuarios y se caga encima de la risa.

Rosa probó los calamares con un dedito. «He probado el aceitillo«, alegó, arriesgándose a ofender al dios de los veganos, Verdureh.

«Debe estar riquísimo, pero va en contra de mi filosofía de vida de ahora«, alegó Rosa, que se disculpó ocho millones de veces por no comerse los calamares. Poco le faltó a Francisco para dejárselos para desayunar, o para comer, o cenar o merendar y hasta que se los coma.

«Perfectamente me los podía haber comido, porque ya que han dado su vida por alimentarme…», reflexionó Rosa, como si los calamares se hubieran sacrificado ellos solos. Salvad al Chipirón Ryan.

Está ahí, un calamar, aburrido en el mar, y dice «pues me voy a sacrificar para alimentar a alguien«. Yo una vez acababa de sacar una sartén del lavavajillas y cuando me di la vuelta me habían saltado dentro ocho calamares.

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Total, que le puso a Rosa su ensalada. Bueno, ensalada. Lechuga de bolsa con un par de tomates. Hernia gorda la que se hizo creando ese plato.

«La ensalada está muy buena», dijo Rosa por cumplir y saltó Laura con voz de asco «NO SEAS PELOTA QUE SÓLO LLEVA LECHUGA». Pero qué amargada. No sabe lo que es educación y lo que es peloteo.

– Mira, mamá, te he dibujado a ti y a mí jugando de la mano en el parque…

– Qué mierda es esa, ¿Paquito? A tus seis años haciendo esos garabatos. Te repudio como madre. El Ecce Homo de Borja llora cuando ve tus dibujos. Estás castigado.

En el otro extremo a los ascos, Raquel Mosquera se lo comió todo. «Soy una persona que come de todo», alegó. Todavía no ha habido un plato que no se haya comido. La mafia la va a utilizar para hacer desaparecer cadáveres. Los van a envolver en tortillas de maíz y le van a decir que son un burrito. Y nunca lo encontrarán.

«Que se haya casado tres veces es algo que no entiendo muy bien por cómo soy yo«, criticó Laura sobre la vida personal de Francisco. Porque ella lo vale y puede meterse con las vidas de los demás.

«¿CASARME TRES VECES? ¿CÓMO TE CASAS TRES VECES?«, insistió Laura como con asco y desprecio. Porque Laura ha tenido una vida amorosa como la de carrera de Bisbal: todo éxitos, no te jode…

«Me he comido una y he contado 20«, confesó Francisco sobre sus conquistas amorosas. Al contrario que Julio Iglesias que sólo cuenta una por cada 20 para que no se le vaya de madre la cifra.

Y el señor anfitrión se puso a cantar como si le estuvieran apretando los huevos o hubiera abierto la ducha con el agua fría puesta. Qué tono más alto, qué volumen… Francisco grababa los discos sin micrófono. Le ponían los vinilos delante y se hacían los surcos ellos solos arañándose del dolor.

«Tu lechuga ¿qué tal, Rosa? porque una cosa es hacer una ensalada y otra ponerte lechuga con dos cherrys», insistió Laura, metiendo mierda no fuera que el detalle (malo, pero detalle) de Francisco le hiciera ganar puntos.

«Raquel Mosquera lo sabe todo, es la Mosquipedia«, dijeron Gibaja y Laura sorprendidos por los conocimientos de Mosquera, concretamente porque definió Cañas y Barro «como una serie que todo el mundo se quedaba mirándola y los actores muy buenos».

A estos chavales les dices que la física de partículas es una señora con buen tipo y ganas de party en el culo y abren la boca y te hace reverencias por ser sabio.

–  Pues había dos y dos personas.

– ¿Cuatro?

– Hostia, hostia ¿Has usado la calculadora?

Y así.

Llegó el segundo.

Francisco estaba intentando explicarles quién fue Vicente Blasco Ibáñez y Laura y Gibaja descojonados, riéndose de él y preguntando si era el Ibáñez de Mortadelo y Filemón. Si las hostias llevaran desodorante, allí habría olido a hostia de lo cerca que estuvo de caer.

«¿Tiene espinas, Francisco?«, preguntó Gibaja, que tiene diez años, no sabe quitar espinas y el filete le hace bola.

«La merluza con la luz se convierte en arcoiris, cambia de colores«, observó Gibaja meneando el tenedor con un trozo de pescado medio crudo. Gibaja en las setas del primer plato había pillado una seta alucinógena fijo.

Como vemos la merluza:

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Como Gibaja ve la merluza:

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El caso es que Francisco dejó la merluza que aún podía nadar de cruda que estaba.

«La cebolla es una buena tapadera para que todo esté bueno«, valoró Rosa sobre el hecho de que la merluza estuviera enterrada en cebolla. Porque tú a Cuasimodo le pones por encima cebolla y te lo follas como si fuera Brad Pitt en Troya.

«Yo estuve cantando en casa de Pablo Escobar», confesó Francisco. «Vino mi manager y me dijo que cada vez que cantara Latino, me daban mil dólares». «La única vez que he cobrado por hacer bises«, dijo el cantante. Nos ha jodido, hacía 35 bises si hacía falta.

Ni la DEA, ni el FBI, ni la CIA, ni la madre que los parió, se enteran los de la SGAE de que se están cantando cosas con derechos de autor en un evento privado y le cobran a Escobar por sus santos cojones.

Y el mánager qué cabrón. Anda que le dice que va a cantar en casa de un asesino, terrorista y narcotraficante voluble y que mata sin mediar palabra. Eh, Francisco, ve, que pagan bien. Creo que le buscó también un concierto privado en el cumpleaños de Charles Manson.

«Pablo Escobar, el político», dijo Rosa. JAJAJAJAJAJAJA

Todos se rieron de ella, pero es que Pablo Escobar sí fue político electo. Chúpate esa, Laura.

Y Francisco les llevó el postre. ¿A que no sabéis quién se lo comió entero? Sí, Mosquera.

«El postre pica, tiene como algo raro», dijo Laura, que ya no sabía cómo sacarle defectos. PERO QUÉ MIERDA VA A PICAR UN PUTO YOGUR CON GALLETA. «El postre picaba y a mí nadie me creía», se quejaba. Ella prefiere más el sabor amargo…

«Qué bruja es Laura«, dijo Raquel al oíra. AHÍ LE HAS DADO.

El fin de fiesta de Francisco eran unos atriles en el jardín. «Uoooo, que despliegue», dijo Gibaja, como si fuera el escenario de Beyoncé.

Y se pusieron a cantar. Bueno… cantar… cantaban Rosa y Francisco. Laura era como si una urraca tratara de pedir socorro. Gibaja trataba de encajar alguna nota como el que intenta meter la llave en la cerradura sin luz y Mosquera hacía como los que van a misa y no se saben el padrenuestro: movía la boca sin decir nada.

«SolitarioooooooooooooooooooooooooOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO», acabó Francisco la canción. Joder, qué berrido. Daban ganas de hacerle Tinder para que no estuviera solo nunca más.

Luego se pusieron a cantar Rosa y Francisco, pero Francisco pensaba que era una competición a ver quién hacía ladrar perros más lejos. Ganó él.

Votaciones.

Francisco podía pedir que uno le votara a la cara. Y eligió a Laura, claro. «Porque sabía que la que menos puntuación le iba a dar iba a ser yo», dijo ella. Claro que lo sabía, porque votas con mala leche y para ganar tú.

Le dio un 6. Y porque era a la cara. «Le habría dado un 5, pero bueno…«, dijo a sus espaldas. Auténtica, sincera, natural… sinónimos de Laura Matamoros.

Rosa le dio un seis también (bastante para una ensalada).

Raquel Mosquera le dio un 7.

Gibaja, que bebe los vientos por él, un 7.

¡Y la semana que viene Gibaja! Que llegue ya Laura, por favor…

6 comentarios

  1. Dice ser Alucinada

    Me parto Gus, es que me parto. Con Supervivientes creo que has estado un poco mustio, pero con este programa te estás saliendo con los post. Llevo años leyéndote. Es que me parto….

    28 agosto 2019 | 07:56

  2. Gus Hernández

    Ya, es que es material nuevo y fresco, en Supervivientes y GH hay tanto repetido…

    28 agosto 2019 | 10:10

  3. Dice ser XAER

    Milikito Matamoros, osease la Laurita Boca-chancla, por que no me digas que no es clavada ha MiliKito con un mocho de fregar en la cabeza…y con la nariz natural, nada de gomas…que esta ignorante tenga que valorar algo que ella nunca sabria hacer es para deprimirse…

    28 agosto 2019 | 10:44

  4. Dice ser gdsfg

    Gus, creo que tienes manía a la matamoros 😀

    28 agosto 2019 | 11:30

  5. Dice ser dbf

    Se ve que no has hecho un comentario de texto en tu vida, o al menos bien hecho. Y que chispa que tienes.

    28 agosto 2019 | 19:43

  6. Dice ser V

    ¡Qué mierda de artículo!
    Aburrido, y lleno de tópicos cutres
    de principio a fin. Una buena forma
    de hacer periodismo mediocre y vulgar.
    No entiendo como una persona así
    puede escribir para un periódico.
    ¡Vomitivo!

    31 agosto 2019 | 14:17

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