Archivo de julio, 2018

Si lo de Paquirrín, alias Kiko Rivera, no son trampas en ‘Ven a cenar conmigo gourmet edition’, yo ya no sé

Paquirrín, con la máquina de la trampita.

Hola majas y majos, que no sé porqué puñetas no os pintó Goya de lo majas que sois.

Anoche terminó esta edición de Ven a cenar conmigo gourmet edition, que lo de gourmet se lo pusieron un poco por decir que iban famosos, porque esta gente tiene de gourmet lo que una vaca pastando en un prado, que lo mismo le da hierba que hierbajo.

Ah, por cierto: Tengo Twitter: @realityblogshow e Instagram: @GusHernandezGH. Por si queréis más post güenos.

El último anfitrión fue Paquirrín, que aceptó participar porque necesita los 3.000 euros de premio para pagarse la operación quirúrgica que le separe la gorra de la cabeza.

Si es trágico y escalofriante que pueda haber hombres que se dejen los calcetines para el acto sexual no me quiero ni imaginar cómo tiene que ser dejarse la gorra. Yo soy una mujer y me pasa eso y me abandono a mi misma en el torno de un convento para profesar clausura de la buena.

«No me gusta que me llamen Paquirrín», dijo Paquirrín.

Y se describió a sí mismo: «A parte de ser un DJ estupendo soy cantante«, aseveró, con sus santos eggs. «Soy cantante»… Pavaroti se está revolviendo en su tumba. Y el alelado de Pablo Alborán haciendo gorgoritos cuando podría cantar «ay, que se quite el top» y meterle más filtros que al Instagram de Kim Kardashian.

«Sí, he empezado a dar clases de canto», afirmó Paquirrín, que por el amor propio que tiene lo mismo se refería a que está impartiendo clases de canto. Primeros graduados en la A-PACA, la Academia Paquirrín de Canto:

«Destaquemos como virtud que soy una persona insistente, insistente, insistente, me gusta insistir», dijo Paquirrín, que perseverar no, pero insistir es capaz. Paquirrín le vendió un Diesel de hace 15 años al dueño de Tesla a base de insistir.

«Yo fui un latin lover, recuerdo aquellos años que fueron maravillosos y donde conocí casi todo«, dijo Paquirrín, que conoció muchas chicas, muchas muchachas, muchas jovencitas, muchas parejas, muchas ETS… «recuerdo aquello con mucho cariño«, afirmó dejando que sus recuerdos volasen. Ah, no, que la gorra impidió que saliera de su cabeza ni el sudor.

«Algo debo de tener por las venas de artista, de Pantoja«, elucubró. Sí, de Pantoja tiene la Pa de Paquirrín.

«Mi madre es amiga cuando la necesito, abuela…«, vamos, que le encasqueta a los niños los domingos como hace todo el mundo. Yo una vez le dejé los niños a mis padres y me fui al cine, a ver una película de cine experimental iraní que duraba 15 días. Y eso que los niños aquellos ni siquiera eran míos, no sé ni de dónde salieron.

«Esta va a ser la primera vez que cocine bajo presión«, añadió ilusionado el muchacho de la piel de canela. Será bajo la presión de la gorra, que la lleva apretada como para hacerte marcas de gomilla en el encéfalo.

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Menú del Chef Paquirrín:

Riverejo: Un salmorejo «fresquito, que viene de Andalucía». Sí, su primer plato era un salmorejo. ¿Con algo? No, un salmorejo. ¿Con un toque especial de algo? No, salmorejo. ¿Presentado bonito? UN PUTO SALMOREJO EN UN CUENCO DEL IKEA.

El hijo de Isabel Pantoja se puso manos a la obra. Bueno, mejor dicho, manos al agua. Se lavó tanto las manos que se desinfectó hasta el hueso. Poncio Pilatos se lavó las manos porque era fan de Paquirrín.

Después Paquirrín casi se ahorcó para ponerse el delantal. Hay que concienciarse sobre la peligrosidad de los delantales, por favor, con esos tirantitos al cuello tan peligrosos y traicioneros y esos bolsillos de delante de fondo abisal.

¿Y sabéis qué utilizó para cocinar? Una puñetera Thermomix. Un mono manco podría hacer salmorejo con ese chisme. Te pesa todo, así que es imposible fallar.

Y ESO ES UNA TRAMPA COMO UNA CATEDRAL

Es como ir a un concurso de hacer sumas con una calculadora. Como hacer los 200 metros lisos en los Juegos Olímpicos subido en una moto. Como usar viagra en tu primera cita. TRAMPA.

Y es que usó la viagra para todas las puñeteras cosas. Su trabajo, de precisión, fue echar el salmorejo en un puto recipiente. Hala, herniado de por vida. NO TE MATES, PAQUIRRÍN.

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Segundo plato: ¡Así soy yo!. Presa ibérica con espárragos verdes a la plancha. Un plato complicadísimo, una elaboración que Ferrán Adriá sudaría sangre para hacer. Básicamente consiste en echar el filete en la sartén y evitar que se carbonice. Sí, amigos, en avances y refinamiento al cocinar está el troglodita que usó el fuego por primera vez y después Paquirrín.

Postre: Choka, choka Rivera. O sea, sorbete de limón al cava. ¿Y con qué lo hizo? Con la Thermomix. Y para colmo el plato es el título de su canción, así que aprovechó para hacer publicidad. El día que tenga que poner una esquela aprovecha para vender el Opel Corsa.

El caso es que el hielo para hacer el sorbete estaba un poco mazacote y lo solucionó estampando el hielo contra el suelo. Ahora no hay una sola baldosa sana en esa cocina.

Para abrir el cava se las vio canutas. Si tarda dos segundos más la puta Thermomix cobra vida y le saca el corcho ella misma. Estaba abriendo una botella de cava, pero abrir un submarino ruso con las manos habría sido más fácil.

«Tenemos un problema: no se ha deshecho esta gran bola de hielo…», dijo Paquirrín porque en medio del vaso del aparato había un bloque de hielo que podría enfriar un océano. Encima le pone pegas al trabajo de la Thermomix, tócate los cojones. Yo soy la batidora esa y le rebano los dedos.

«Una forma original de presentarlo», anunció Paquirrín como si fuera el Andy Warhol de los emplatados. Y lo puso en unas jarritas con tapa que te ponen en cualquier puñetero pub de España. «Se va a convertir en un plato estrella«, vaticinó sobre el sorbete. Sí, porque nunca jamás se había servido un sorbete de limón en una boda.

La mesa se la puso la Thermomix.

Toñi Salazar llegó la primera, cruzando el paso de peatones como si estuviera en la pasarela Cibeles, eso si la pasarela Cibeles estuviera en la cubierta de un barco y detrás llevaras un pirata con espada obligándote a saltar al mar. Caminaba moviendo la cadera como si la tuviera rota.

«He puesto un biscuí de pato«, dijo Paquirrín. Le ha enseñado a hablar inglés la Thermomix. Paquirrín había puesto embutido y pan que eso parecía un cumpleaños. Sólo faltaban sándwiches de Nocilla.

Luego llegó Elena Tablada. Paquirrín inició las hostilidades nada más llegar. No había cruzado el umbral cuando ya le había puesto en la mano una copa de vino blanco. Paquirrín, ofreciendo bebida a sus invitados:

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«Él ya tiene mucho ganado, porque sabe que yo no como pan«, dijo Elena cuando Paquirrín le dijo que le había cogido pan sin gluten. Ella es muy agradecida, sí. A Elena una vez la operaron a corazón abierto y cuando salió del quirófano dijo «el cirujano tenía mucho ganado, porque había visto mis radiografías».

«Esto es español», dijo Toñi como algo destacado de los aperitivos de Paquirrín. Si llega a ser Filipino o de Suazilandia le escupe a la cara a Paquirrín y vuelca la mesa antes de sacar una pistola y ponerse a disparar.

Paquirrín come mucho. En serio, mucho. Creo que la operación fue para convertirle en Ironñam, en lugar de estómago tiene una incineradora nuclear que descompone en átomos la comida, permitiéndole comer indefinidamente.

¿Sabéis cuando los amigos te llevan por el mal camino y te invitan a droja? Pues se pusieron pesados para que Julio Iglesias probara el jamón. «Quieren que explote», dijo Julio. Cuando los ingenieros quieren derribar un edificio se van a las columnas de carga, las forran de lonchas de jamón y las detonan.

Elena le da mucha caña a Toñi. «Sí, cortar tomate lleva trabajo«, le dijo de forma irónica sobre su menú. Toñi se tomó la broma muy a bien… a bien de querer soltarle una bofetada a Elena como para descapotarle la cabeza.

A Toñi la decoración de la mesa le pareció «básica», porque ella cena todas las noches en una mesa tan de fantasía que se la podía poner una niña para ganar el premio de Reina del Carnaval de Tenerife.

Paquirrín tenía en el salón dos discos de oro. Pero uno de ellos era por ejemplo por «6.000.000 de descargas» de su canción. Claro, porque eso es lo mismo que vender un disco.

Cada vez exigen menos…

«DISCO DE ORO PORQUE UN MACARRA PUSO TU CANCIÓN A TODO TRAPO EN EL METRO»

Llegó el momento cotilleo por la casa. Kiko tiene en el cabecero de la cama una bufanda del Sevilla y las gorras colgadas al lado. Se confirma que duerme con las gorras.

Julio Iglesias no conocía el salmorejo. MÁTAME CAMIÓN.

¿Cómo lo haces? le preguntó Elena a Paquirrín.

CON UNA MÁQUINA.

Y él comenzó a describir los ingredientes, entre los que estaba el ajo. Toñi tampoco debe saber lo que es el salmorejo, porque preguntó sorprendida y escandalizada ¡¡¿¿AJO??!! Como si Paquirrín hubiera dicho «lleva cola de rata camboyana macerada en pis de unicornio».

«Al fin y al cabo está hecho con cariño«, aseguró Paquirrín, pero no, está hecho con la Thermomix y a no ser que la puta máquina sea capaz de echarle cariño al salmorejo, no, no llevaba cariño ni hostias.

«Qué cariño ni qué cariño, que aquí todos vamos a por el dinero del premio«, saltó Toñi, que venía estreñida o yo no sé, porque joder, sólo le faltó decir que los Reyes son los Padres y que el Ratoncito Pérez murió en el cepo de una granja de cerdos.

Mirad estas imágenes:

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Pues son una fiesta de la convivencia en comparación con el rifirrafe que tuvieron Toñi y Elena. Ahí había mucha mala hostia concentrada.

Llegó un momento en el que Toñi se cogió un cabreo de ovarios porque Elena bromeó irónicamente con que iba a ganar Toñi.

«Tengo una intuición muy grande, muy gorda. Yo soy simpática, pero ante todo soy una estrella. Tengo 25.000 discos de platino», dijo Toñi entrando en brote. 25.000 discos de platino… y descubrió América, la radioactividad y la receta del brownie.

«No podía respirar bien, no sabía qué habíamos hecho para que eso pasara«, dijo Elena, como si hubieran estado haciendo experimentos con productos químicos en humanos y el de Toñi hubiera salido mal.

«Río siempre que puedo, amo a mis seres queridos, canto, bailo…«, dijo Toñi. Eso siempre que no esté arrancando el hígado a bocaos a bromistas de mierda, claro.

«Estoy muy orgulloso, porque parece ser que el salmorejo me ha salido bien«, dijo Paquirrín después del primer plato. En la cocina, la Thermomix lloraba en silencio.

Es como decir «he hecho hamburguesas y creo que me han salido bastante bien» y poner whoppers en la mesa, que NO LOS HAS HECHO TÚ.

Y Toñi se puso a repartir mierda que parecía una empresa de distribución de abono. «Él ha sido un niño muy tal… muy golfo, tú has sido un golfo de cuidado. «¿Antes estabas gordo? Sí, ¿eras mujeriego? Sí, no estoy mintiendo», dijo Toñi Salazar de Paquirrín, al que le sentó mal, como si hubiera mentido la mujer.

NO HAY MÁS PREGUNTAS, SEÑORÍA.

Paquirrín sacó la presa ibérica del segundo plato y para Julio sirvió sushi que desde luego no había hecho él. Y Julio, que está muy viajado por Japón, pidió «palitos de esos para comérselo» porque son «parte de la cultura japonesa», como pueden ser los rollitos de primavera o las corridas de toros.

Por cierto, el sushi es muy vegetariano. El salmón es como la lechuga del mar, todo el mundo lo sabe. Y el atún se planta en la playa y crece rojito y feliz para que lo puedas recolectar.

Paquirrín sirvió el sorbete a partes iguales. ¿Lo repartió entre los vasos? No, a partes iguales: la mitad dentro y la mitad fuera, porque lo sirvió que con la pala de una excavadora lo habría hecho con más precisión.

«Es mi manera de agradecer que viniérais a mi casa», dijo Paquirrín, porque sus comensales fueron por amor, por cariño, por amistad, por la necesidad de que sus corazones estuvieran unidos. No por el dinero del caché y del premio. Eso es un mal menor que tuvieron que aceptar por poder llenar de fraternidad.

Y fin de fiesta.

Paquirrín había montado una discotiquilla en una habitación, con unas luces como de provocar ataques epilépticos y una máquina de humo que parecía el botafumeiro en domingo de Pascua.

Las canciones las puso y las mezcló la Thermomix.

Y llegó Paquirrín y para homenajear a Elena Tablada le puso la última canción de Bisbal: «un detalle que quería tener con ella«. Cojonudo. Una canción de su exnovio. ¿Sabéis el soldado romano que le clavó la lanza en el costado a Jesús estando en la cruz? Pues sólo quería tener un detalle con él. Lo que no sé es cómo no exhumó los restos del abuelo de Elena y los puso a bailar en una percha para que Elena se sintiera como en familia.

Puntuaciones:

Julio le dio a Paquirrín un 6; Elena, 7 y Toñi, un 10. Elena dijo que le había dado un 10 para que no ganaran ni ella ni Julio, por reírse de ella. Y eso lo dijo Elena, que no era estratega, por eso dijo que el menú de Paquirrín lo comería 3 veces por semana pero luego le dio solo un 7.

En cuarto lugar… Toñi. En tercer lugar… Elena Tablada. Y el ganador fue… ¡¡JULIO IGLESIAS!

Julio dijo que iba a gastarse el dinero en «la gosadera«. Tú le das en el ordenador al clic de «hacer transferencia» y lo que tarda la señal en viajar por la fibra óptica es más lento que lo que tardó Julio Iglesias en transferirle la pasta al dueño de la primera discoteca que pilló…

MasterChef 6 elige a su ganadora en una final con un incendio que pudo costarle un disgusto a Pepe Rodríguez

¿Quién habrá ganado? ¿Ah?

Masterchef

Hola a todas y todos.

¡Ya tenemos ganador o ganadora de MasterChef 6!

Alerta Spoiler: Sí, cuento qué pasó y quién gana, así que no sigas leyendo a partir de aquí, éste es el punto de no retorno. MUAHA A HA HA HA (risa de hacerte pis del miedo). Ah, por cierto: Tengo Twitter: @realityblogshow e Instagram: @GusHernandezGH. Por si queréis más post güenos.

Los concursantes entraron a plató y nada más ver a los jueces dijo Toni: «Qué elegantes, mira Jordi hasta con camisa ha venido hoy«, claro, porque normalmente va a grabar con una camiseta apolillada y llena de manchas de sangre seca.

Recordemos que el o la ganadora de MasterChef se lleva como premio un trofeo de ganador, editar su propio libro de recetas, hacer un máster de cocina en el Basque Culinary Center y 100.000 euros. Lo que más les gusta es el trofeo, claro. Los 100.000 euros los cogen un poco por tener suelto para café.

«Me gustaría tener el trofeo, lo pondría en el baño«, reveló Toni. Y luego se pregunta que porqué le tienen manía.

Para la primera prueba había unas cajas misteriosas. Molaría que un día metieran debajo zarigüeyas con la rabia para echarse unas risas cuando las levantaran. ¡Aspirantes, tenéis que cazar vuestra zarigüeya y cocinarla! Y así.

Pero no, debajo de las cajas misteriosas había fotomontajes de los concursantes delante de lo que podrían ser sus negocios/restaurantes. Oxana lloró al verla. Pero es que a Oxana le das el marco sin foto y llora igual. Oxana se compró un monedero y lloró con la foto de muestra que venía dentro.

Y después lloró Ketty. En su caso creo que lloró porque el Photoshop era peor que si sale Falete con el cuerpo de Jessica Alba, o eso o porque se emocionaron al verse con un negocio ya montado.

«Voy a ser competencia de Samantha con mi cátering, llegaré a Madrid», dijo Toni. Pero ¿por qué no se caga directamente en la madre del jurado para acabar de ofenderles?

– Hola, vengo de pincharos las ruedas del coche y de vender a vuestro abuelo a un comerciante de camellos nubio, ¿qué tal mi plato, os ha gustado, cómo es que no lo valoráis con alegría?

Y así.

Para la primera prueba llegaron dos cocineros con dos estrellas Michelín, Mateu y Oriol. Habían llevado dos platos, uno con base de caballa que te tenías que comer oliendo a la vez una copa llena de flores. Si en lugar de flores ponen marihuana lo petan en TripAdvisor.

Y el segundo plato que llevaron era macarrones con espuma de carbonara. Pero los macarrones eran de gelatina. Es lo que se llama un trampantojo, o lo que es lo mismo, que te vas a comer un filete y resulta que parece un filete pero está hecho de coliflor o alguna mierda de esas que Dios puso en el mundo para castigarnos.

– Y Dios vio los pecados de los hombres y decidió mandar un segundo dilvio, pero al final mandó tofu, que jode mucho más.

El caso es que tenían que seguir al tal Oriol mientras cocinaba esas dos cosas. Cuando él acabara ellos tendrían aún un minuto para emplatar.

Oriol se puso a hacer el plato que parecía que había detrás de él un juez del récord Guinnes con un cronómetro en la mano. No sé si habría quedado después el señor, pero cocinaba a una velocidad que en su restaurante antes de que puedas acabar de pedir el plato ya te lo han puesto en la mesa y hay un camarero soplándotelo para que no te quemes.

Éste es Oriol un día tranquilo.

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Al quinto paso Oxana estaba ya más perdida que la madre de Marco. Había un líquido de aceituna que ella hizo con una textura un pelín densa. Pero pelín que lo que sobró lo han utilizado para poner los cimientos de un rascacielos en Nueva York.

Al parecer a Oriol, el chef, le cobran por palabras, porque no quería repetir las cosas ni padiós. Había un espesante llamado xantana que iba en unas bolsitas de polvo blanco que por un momento pensé que estaba viendo un capítulo de Narcos.

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A Marta se le cayó el bote de la salsa de piparras (guindillas) y eso llevaba tanto picante que en el suelo del plató de MasterChef ahora hay un agujero por el que sale magma del puto centro de la tierra.

Oxana tiene un filtro en los oídos que le impide oír las cantidades. Tú dices «cien gramos» y ella sólo oye «gramos».

En uno de los pasos había que filtrar nata caliente usando un tamiz y las manos. Pero caliente que ahora ninguno de los concursantes tiene huellas dactilares. En la renovación del DNI les han tenido que poner una huella de la nariz aplastada porque no pudieron sacarle nada de los dedos.

Oriol iba aumentando la velocidad que los concursantes empezaron a pensar que le habían puesto a cámara rápida. Mientras, había que pinchar unas aceitunas que no eran aceitunas y Oxana se clavó uno de los palillos que con la profundidad a la que se lo metió podrías haber matado a un dragón. Así que se la tuvieron que llevar a ponerle una tirita.

Cuando llegó el momento de hacer los macarrones de gelatina los concursantes comenzaron a hacer unas cosas babosas que le darían asco a Alien. Los macarrones de Ketty eran como condones caducados. Los de Oxana no podría masticarlos ni un T-Rex con dentadura de oro.

El emplatado llevaba dos alcaparras. Dos, ojo. A tomar por culo, la casa por la ventana. En el próximo vídeo de un rapero famoso en lugar de tirando billetes va a salir tirando alcaparras.

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Me sigue pareciendo injusto como tratan a Toni. A Oxana le repitieron las cosas treinta veces y esperaron cuando se pinchó. Sin embargo cuando Toni pidió una sola explicación le dijeron que no se podía repetir. Y como el muchacho había tenido que esperar su aceituna (que era congelada) se quedó como el moco de un ratón.

Valoración:

Oxana: La jodía puso la excusa de que tiene astigmatismo y que no veía al chef y por eso miraba a Marta, de la que copió casi todos los pasos. Claro y yo me hacía chuletas en el cole porque no veo bien de cerca.

Marta: En general estaban muy bien ambos platos. «Desde el accidente de la piparra…«, dijo el otro chef invitado como si lo de caerse el bote de salsa fuera como si hubiera chocado un camión cisterna lleno de nitroglicerina contra una fábrica de pólvora.

Ketty: Sus macarrones eran una versión de media ración, porque en la cazuela había como para que comiera una mosca y se quedara con hambre.

Toni: En lugar de hablar de su plato lo primero le criticaron es que se enfadara. Vaya por Dios. Jordi Cruz no se enfada nunca en la cocina. Jamás. En su restaurante le llaman el Teletubbie Feliz porque siempre va con una sonrisa, dando saltitos y repartiendo abrazos.

Jordi, en la vida, siempre:

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Y EL PRIMER FINALISTA FUE… MARTA. Muy merecido, por cierto.

«MasterChef es el creador y cumplidor de sueños del mundo», dijo Marta. Ésta el día menos pensado se monta una secta donde el Dios es MasterChef y en lugar de velitas se le ponen croquetas. El niño Jesús llora.

PRUEBA DE EXTERIORES

Era en Toledo, la única ciudad del mundo en la que vas del punto A al punto B y es cuesta arriba y luego vuelves del punto B al punto A y es cuesta arriba también.

Y era en Illescas, que es el pueblo de Pepe, donde tiene su restaurante, El Bohío. Pepe se puso a repasar su trayectoria y casi se puso a llorar. Más que nada porque en la plaza donde iban a cocinar él jugaba a las chapas y ahora lo que hace es dar la chapa.

Y se puso a hablar Oxana. Y festival de ojos vidriosos. Orgía de lagrimeo. Maremagnum de voces rotas. He visto entierros que parecían un cumpleaños al lado de esta escena de MasterChef.

«Tenéis que sacar el castellanomanchego que lleváis dentro«, dijo Pepe. El castellanomanchego que lleva dentro Oxana debe ser un cuadro.

Había seis platos encima de una mesa. Eran platos de esos que tienen el nombre tan largo que la carta del restaurante tiene seis tomos.

Podían elegir plato. Toni elegió atún marinado y solomillo. Ketty se quedó con la cigala y el postre. Oxana se quedó con el ajoblanco y la ensalada de quesos manchegos.

Para jamarse los platos estaban los doce ganadores de las ediciones de MasterChef que se han hecho hasta ahora. El premio de MasterChef son un trofeo, un curso, 100.000 euros y un menú gratis de vez en cuando.

El camión del patrocinador estaba aparcado en la mismita plaza. Ese camión aparca donde le sale de los cojones. Si al conductor se le pone en los testículos es capaz de aparcar en el pasillo central de la catedral el día de la boda de Meghan Markle y el príncipe Harry.

Toni tenía en la cámara un trozo de atún que era más grande que un luchador de sumo. «Tú trátalo como si fuera tu mujer, métele mano, pero con cariño«, le aconsejó Ketty, que cuando está metida en faena sexual le gusta que le hagan sentir como un pez de 300 kilos. Ella es así. Para parafilias los gustos.

Jordi se acercó a darle unos consejos a Toni y eso bien, la verdad, porque le ayudó, pero cuando acabó de hablarle le dio unas palmaditas en el hombro que ahora Toni tiene el hombro deconstruido. Esas palmaditas se las da Jordi a un tanque y le hace un agujero de ventilación. Los glaciares no se rompen por el cambio climático, se rompen porque Jordi les da palmaditas. Aquí tenemos a Jordi felicitando a un amigo por su cumpleaños:

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«Querida sardina mía, no sabes el asco que me da limpiarte… así, abierta, limpita, muy bien», le decía Oxana a las sardinas mientras las abría en canal, en plan psicópata que le dice a la víctima que no pasa nada, que no le va a doler y le sonríe mientras la apuñala.

Y luego se puso a rallar queso pero le quedaba al taco todavía como un kilo por rallar y se lo metió en la boca para zampárselo. Qué pedazo de boca. Oxana aparca el coche en la tercera muela a la derecha y aún le cabe una moto al lado.

«Espero que no muera nadie«, dijo Oxana cuando se llevaban su plato. Y eso es lo que se llama tener confianza en el trabajo bien hecho. Y es que el ajoblanco de Oxana tenía tanto ajo que te dejaba un aliento como para matar a Drácula hablándole por teléfono.

A Toni no le dio tiempo y Jordi y Pepe tuvieron que ayudarle a emplatar para que los comensales no murieran de inanición esperando sus platos. Hay dietas que consisten en que Toni te cocine. Entre una comida y otra pierdes más peso que amputándote los michelines.

«¡¡Estamos en la final y no veo tensión!!», les gritó Pepe y eso que estaban todos con más tensión que los postes de la luz. Tenían tanta tensión que les metes un enchufe por el culo y te iluminan Nueva York en Navidad.

Después Oxana se puso a hacer buñuelos. Eran del tamaño del meteorito que extinguió a los dinosaurios. De hecho, si nos atacan alguna vez los extraterrestres bastará con lanzar un buñuelo de esos a su planeta. Pero ella decía «buñuelitos». El día que haga un buñuelazo va a tener fuerza gravitacional propia.

Y como estaba suflando los buñuelos con el aceite como si fuera eso una cascada del Lago Azul, acabó cayendo en la plancha y se montó un fuego que se podía haber asado un jabalí allí.

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«¡Pues si lo quemo, lo pago!», decía con alegría Oxana, cuyo emperador favorito es Nerón.

«Yo voy a echar esto con las manos, que las tengo esterilizadas«, dijo Oxana, que es antibacteriana y que se saca un sobresueldo esterilizando bisturíes con la lengua.

Ketty hizo un caramelo de chocolate que tenía toda la pinta de ser el resultado de haber despellejado a una babosa gigante. Eran «tejitas de chocolate» pero con dos tejas de esas se podía cubrir el Palacio Real de Madrid, patios incluidos.

Y luego se puso a emplatar como le dio la gana,

Cuando Toni acabó sus dos platos abrazó a Jordi que le había estado ayudando y después se puso a llorar del alivio. Del alivio o del trauma de tener a Jordi dándote indicaciones en el cogote. Y eso que Jordi había estado hasta amable.

Samantha se dedicó a preguntar al personal qué tal los platos, pero cuando llegó a Jorge, el chorbo de Miri, le dijo «Con Miri qué tal…», que pensé que se me había puesto la tele en Telecinco y estaba el Deluxe.

«Estoy completamente enamorado, es una compañera de vida… tú haces catering de boda, ¿no?», le respondió el chaval, no se si más por amor o por conseguir un descuento.

Y LA SEGUNDA DUELISTA FUE… KETTY.

Um… no sé. Habría preferido Oxana, la verdad. Pero bueno, la mujer se lleva ocho semanas de curso en el Basque y el añito currando en República Dominicana.

Y GRAN DUELO FINAL

¿A que no sabéis qué? Marta estaba llorando de emoción. Y ¡exclusiva! ¡primicia! ¡sopresón! Ketty también lloró. Esta gente no necesita mear, de verdad, lloran y evacuan más líquidos que la bajante de mi portal.

Para anunciar el juicio final, con las trompetas del apocalipsis y esas cosas, llegó un tal Joxe Mari, que es el director del Basque Culinary Center y que es Harry Potter de mayor.

Marta dijo que iba a ser «muy pelota» con el director y una «empollona». A Marta le van a pegar en el Basque ese sus compañeros del primer al último día.

A Marta de acompañantes le llevaron a sus padres y a su novio. Y a Ketty le llevaron al marido y a la suegra. A LA SUEGRA. Joder, qué mal rollo. Y eso que la señora era maja, pero nadie cocina mejor que una suegra. Y para compensar también le llevaron poco después a su madre. Porque nadie cocina mejor que una madre.

Para presenciar la final aparecieron todos los exconcursantes, incluidos Víctor y Sofía, que se empezaron a dar besos y que casi acaban fornicando encima de una vitro.

«Lo mejor de un cocinero es que un comensal te reconozca en el plato, que el plato sepa a ti«, dijo como consejo Pepe, que cuando le piden un filete se lo pone entre las nalgas dos horas para marinarlo bien y que sepa a él.

Las finalistas tenían 5 minutos para hacer la compra y luego 120 minutos para cocinar un menú completo, dos raciones por plato.

Marta se puso a exprimir tomates que eso se lo haces a una vaca y la matas. Qué forma de apretar. Si en lugar de tomates aprieta a Pamela Anderson la saca la silicona que puedes tapar las juntas de los cristales de la terraza.

Y luego se pegó un tajo en el dedo que haría que Jack el Destripador se marease. «Como no sea capaz de ganar por un corte en el dedo, me lo amputo», dijo. Joder… A Marta le falta un pie porque un día echó una carrera en el patio del colegio y perdió y claro…

Ketty decidió flambear una sartén con fogonazo de los buenos justo cuando estaba enfrente Pepe. Ahora Pepe tiene la cabeza que parece un chuletón muy hecho.

«Voy a osmotizar mi pepino«, dijo Marta. Vaya… eso tengo que probarlo. Qué feliz se tiene que ir a trabajar con el pepino bien osmotizado.

Osmotízame, nena.

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Para ayudar a elegir al ganador apareció Mauro Colagreco, dueño del tercer mejor restaurante del mundo. Lo primero que hizo es poner a los que estaban en el balcón a animar como hooligans rusos con barra libre.

No sé quién lo hizo, pero desde el balcón llegaban comentarios de calidad, como alguien que al ver el color rosa de una elaboración de Marta dijo «tengo un bikini del mismo color». Y eso, claro, ayuda.

Un detalle: cuando el jurado se acercó a ver cómo cocinaba Marta, al irse, Samantha pilló un macarón que tenía en la encimera la muchacha. Pero con una gracia y un despiste que ese vídeo lo van a poner en las academias de carteristas. Si Cristina Cifuentes le hubiera encargado las cremas a Samantha nunca la habrían pillado.

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Las dos se curraron un menú de cagarse encima del gusto. Creo que dos de los mejores menús de todas las ediciones.

Al acabar Marta lloró. Normalmente la gente cuando llora es infeliz. Marta es feliz cuando llora.

PRIMERO

Marta: Una versión del gazpacho: unas esferas con agua de tomate, cebolla encurtida, chips de cherrys, pepino osmotizado y gamba roja, con aire de pimiento verde. A tomar por saco, una cosa sencilla de que se te presentan unos amigos sin avisar y les haces cualquier cosa.

Les gustó mucho, aunque les faltó un poco de sal y un poco de líquido. Rico, bonito, estético, le dijeron.

Ketty: Ensalada de buey de mar, cigalas y rape, a baja temperatura y con una esfera de coco aliñado con marisco cubriéndolo todo. Lo que pasa es que la cúpula era más gorda que el hormigón del búnker de la Casa Blanca. «Es una ensalada rara», le dijo Pepe.

PRINCIPAL

Marta: caldereta de salmonete y langosta con galleta de coral y caviar de langosta y sal de escamas, con fondo de marisco. El problema es que el caldo de fondo dejó todo lo demás blandurrio. Pero por lo general la felicitaron mucho.

Ketty: raya en reducción de salsa de soja y ensalada de hinojo con caviar de pomelo. «El emplatado es un poco basto«, le dijo Jordi, pero le alabó el sabor.

POSTRE

Marta: Macarons de frambuesa y chocolate rellenos de mouse se frambuesa y helado de frambuesa y queso. El chef le dijo que el macaron era perfecto. Y Pepe le dijo que el postre era perfecto también.

«Eres una persona preciosa, por dentro, por fuera y la alumna ideal, porque aprendes, porque te desvives por tus compañeros, porque amas nuestro oficio…», le dijo Jordi. Y ahí Marta ya no es que llorara, es que estaba regando campos de maíz con los ojos.

Ketty: Hizo un cubalibre con bizcocho infusionado con almíbar de cola, granizado de limón, gelatina y aire de ron de Cuba. «Me gusta ver a las dos viejas nerviosas y emocionadas«, le dijo Pepe hablando de la suegra y la madre. Pepe tiene suerte de que ninguna de las dos fuera Margarita Seisdedos. Ya, lo sé, sois muy jóvenes para saber de qué hablo.

«Todo un país te mira, me gustaría saber cómo está ahora el Malecón, viendo ésto», dijo Jordi. Uy, lleno estaba. Ni con un discurso de Fidel Castro se ponía más de bote en bote. Porque en La Habana La 1 es lo que más se ve. Pantallas gigantes ponen en la calle, no te jode.

Y LA GANADORA DE MASTERCHEF 6 FUE… ¡¡MARTA!!

Merecidísimo. Y se acabó por hoy. ¡Pero ojo, que mañana hay post de Ven a Cenar Conmigo Gourmet Edition!

Paquirrín y su forma de zampar: ¿Se operó el estómago o se ha puesto tenias? El caso de ‘Ven a cenar conmigo Gourmet Edition’

Angelitos descojonados de cómo Toñi se da la madre de todas las leches.

Yo no sé si Paquirrín, que por cierto, ha sido todo un descubrimiento en Ven a Cenar Conmigo Gourmet Edition, se operó el estómago como el que hace reformas en la casa para ampliar el espacio.

Creo que si las tripas de Paquirrín fueran un piso, ha quitado los armarios empotrados para hacerle sitio a las viandas, porque come como si supiera que llega la hambruna a las doce y media. Pero no adelantemos acontecimientos.

Nota: ¿Se seguís en redes? Va, porfa, joooo. INSTAGRAM: GushernandezGH | Twitter: @realityblogshow | Facebook: Gus Superviviente Hernández.

Total, que el anfitrión de anoche era Julio Iglesias Jr.

«Tengo 45 años, soy cantante y un poquito sinvergüenza. Tengo de Iglesias el sentido del humor y de Preysler la piel», aseguró. Y muchos Ferreros Roché y cagaderos para heredar. Julio Iglesias no te deja dinero, te deja weas! y hermanos que no sabías que tenías.

El muchacho tiene «pasión por el deporte», le gusta el surf, el wqdfwefword, el dwefefword, el pijord, el bocamafaldorf y demás deportes de mucho postureo y poco sudar. Yo le ponía a hacer destriping de terrones en una huerta de murcia a 45 grados a la sombra.

«Con nueve años estuve en un jacuzzi con Ana Obregón. Fue mi primera experiencia sexual», nos había contado ya. El 97% de los monjes de clausura llegaron al monasterio después de estar con Ana Obregón en un jacuzzi, pero Julio consiguió superarlo.

«Cocinar bajo presión lo llevo bien«, aseguró con una seguridad que a su lado Ferrán Adrià parece el empleado de un McDonalds. «No había cocinado en mi vida hasta que llegué a este programa», reveló después.

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Julio cocinó en un chalet que tenía toda la pinta de haber sido alquilado para la ocasión. Si esa es su casa yo me tiro un pedo en el Palacio de Versalles y quedo empadronado allí.

Menú:

Calorías al ataque se llamaba el primer plato. Eran macarrones con queso, de esos que hacen los yankis y que son capaces de atascarle las arterias a un elefante. Eso lo tiras por la taza del váter y llena de colesterol el colector de la comunidad.

Julio Iglesias Jr empezó echando los macarrones en el agua fría y mezclando dos tipos diferentes de pasta. Con tus santos huevos, Julio, dí que sí, transgrediendo en la cocina. Abajo las normas.

«No quiero que Toñi me diga que esto es fácil de hacer», dijo mientras sostenía una bolsa de salsa de queso preparada. Macarrones con queso de sobre. Currazo.

El agua de los macarrones se salió de la olla porque la había tapado que sólo le faltó ponerle papel film alrededor y llenó de agua de cocer y de mierda la vitro y la mitad de las baldosas del suelo.

¡JULIO, MIRA A VER CÓMO VA LA OLLA DE LOS MACARRONES!

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Se puso a freír el beicon y estuvo a punto de perder un ojo. Dijo que le gustaba crujiente pero eso no era crujiente, era carbonilla que lo podías usar para encender una barbacoa.

Los macarrones, cuando les echó el queso, eran un engrudo con el que se podrían unir las piedras de una catedral. Las nuevas unidades de asalto de la policía de élite va a llevar colgado del pecho un plato de macarrones de Julio Iglesias Jr y van a poder ir a los tiroteos a pecho palomo, porque eso no hay bala que lo penetre.

El segundo plato se llamaba Alta tensión. Era una hamburguesa «casera» con «poteito skins» que eran patatas a las que les arrancó lo de dentro como los mayas arrancaban el corazón de sus prisioneros.

La carne de las hamburguesas tenía varios colores distintos, del rojo al marrón verdoso, para que los comensales pudieran elegir qué bacteria les mataba. Para hacer los filetes a la carne no le echó nada. NADA. Ni un puto gramo de sal. Ven a cenar conmigo Hipertenso apto edition.

Cortando el queso rompió un plato, porque todos los cocineros recomiendan ponerse a cortar un trozo de queso inestable encima de un plato de loza. La finger amputation party, en los mejores clubs de Ibiza este verano.

«Picante, hecho por mí en casa«, dijo Julio, pero luego confesó que lo había comprado, aunque a los demás les dijo que lo había hecho él. Para Julio Iglesias Jr. la Honestidad es la señora que va los martes a hacer la plancha a su casa.

De postre había Don Johnson y Pamela Anderson. «Pamela Anderson ya nos pilla muy mayor«, dijo Paquirrín y «Don Johnson era mi vecino de pequeña», dijo Elena Tablada.

Pues yo conocí de niño a Rita Irasema. Chupadme un pezón, madafacas.

«Este postre no se lo he hecho nunca a nadie«, dijo Julio Iglesias. Hasta ahora no había odiado lo suficiente.

Don Johnson era un plátano metido en un pan con helado con forma de cagarro de gaviota por encima y nata como si hubiera vomitado sobre el conjunto un unicornio farlopero.

Pamela Anderson eran dos donuts de bazar chino con helado en el agujero y «el toque de magia», que era nata de espray. En las películas de Harry Potter estuvieron a punto de quitar lo de las varitas y hacer que los magos llevaran botes de nata en espray, que tienen mucha más magia. Tócate los cojones mágicos.

La primera en llegar fue Toñi. Para ayudarla a sentarse Julio la cogió del culo. Porque sentarse en un sofá de tres plazas necesitas precisión y que te ayuden a apuntar. «Julio, te veo especialmente cariñoso, ¿pasa algo?», le dijo la azúcar moreno. JA JA JA Toñi Salazar cada día me cae mejor.

El caso es que Toñi estaba en plan vendetta por lo que le hicieron en su cena y le puso pegas a todo. Si le llegan a dar un fajo de billetes de 500 habría dicho que no le gusta el color morado.

Después llegó Elena. Ignoró a Toñi como si fuera parte del mobiliario. «Todo muy yuesei, ¿no?», dijo Elena y Toñi le reprochó que hablaran en inglés. «Todo muy» eran las palabras que más le gustaban a Shakespeare. A Romeo y Julieta estuvo a punto de ponerle de título Todo y Muy.

Paquirrín se había puesto un chaleco de cuero con flecos encima de una camiseta gris de freír churros en un puesto ambulante. La combinación podría matar a un diseñador como un crucifijo mata a un vampiro.

«Hay cosas que con la operación no puedo comer«, dijo Paquirrín, cuya operación consistió en instalarle en el intestino una familia de tenias. Cuando se las pusieron eran tenias de la familia de las teniae fideo esmirriae. Ahora son teniae morbidae gordacus.

Toñi le dijo a Paquirrín que es un «tipo rural, de la calle«. O sea, un gañán. «¿Quién me quiere a mí? El pueblo», se autodijo Toñi, que no especificó a qué pueblo se refería.

Julio Iglesias Jr tenía la casa llena de fotos que juraría que las había sacado del ¡Hola! y contó cosas muy tiernas de su familia, esas pequeñas cosas que te hacen ver que los famosos también tienen un lado sensible, como: «Mi padre no da piquitos. Mi padre si te da un piquito, te folla«.

Julio había puesto para decorar la mesa unos pájaros disecados que invitaban a comer el alpiste que iba a servir a continuación. De hecho, esos pájaros fueron los catadores de la cena. Se disecaron solos antes de poder decir ni pio.

Elena y Toñi se fueron a cotillear por la casa: más fotos de las que han salido en las revistas. Sobre la mesa, al lado de un pantallón de Apple de los de 4.000 pavos, había un calendario de los de taller mecánico con publicidad. Diseño de interiores con contrastes.

«Yo me he sentido guapo toda la vida», dijo Paquirrín.

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Si alguna vez os ha faltado autoestima no os preocupéis, la tenía Paquirrín, que no es que tenga amor propio, es que hasta se regala flores por su aniversario.

«La gente dice, ¡por la noche no se puede comer ésto! pero, ¿el estómago entiende de horarios? ¿tiene un reloj la barriga?» dijo Paquirrín, que es un nutricionista vintage y se burla de cretinos como médicos, endocrinos y otros gilipollas cuñaos que no saben más que decir cosas estúpidas para quedar bien.

«Tiene 25 quesos de 25 países diferentes», les aseguró Julio cuando les llevó los macarrones con queso de bolsa del DIA. Esta gente no ha comido fuera de su casa en la vida, porque quedaron maravillados por unos macarrones cocidos con queso aliñados con salsa de sobre.

Paquirrín se lo comió que le faltó lamer el plato y pedir pan para poner el plato en medio y comérselo también. De hecho, repitió. En serio, ¿quién le operó? ¿Un zapatero para darle con una horma y ensancharle el buche?

«Yo entiendo que cocinar para cuatro y siendo un chico…«, dijo Elena Tablada maravillada por la habilidad de Julio. El animal mitológico preferido de Elena Tablada es el feminismo.

«El pan siempre tiene que estar en la mesa, lo comas o no lo comas», afirmó Paquirrín, que tiene el glamour, la elegancia, el refinamiento de un bocadillo de panceta.

«Si vas a cualquier restaurante el pan siempre está«, hizo ver Paquirrín. Sí, tú vas a un restaurante francés de 3 estrellas Michelín y tienen hogazas encima de la mesa para que rebañes. Y un vasito con palillos, para que te saques los paluegos. Y no hay servilletas, para que te puedas limpiar en el mantel mientras eructas al resto de los comensales en la cara.

«Cebolla, lechuga, queso, tomate…», le dijo Julio a Paquirrín señalándole cada ingrediente como si le hubiera puesto en la hamburguesa huevas de delfín de río chino, filete de tigre persa y crujiente de diplodocus.

Paquirrín no pudo comerse la hamburguesa, por lo que estaba «llorando interiormente». Lo que pasaba es que las tenias estaban a punto de reventar y con la tensión arterial que tenían acojonado al médico y le dijeron a Paquirrín que ya no más.

Toñi Salazar reveló un misterio de la humanidad: si tienes sueño es porque no has dormido. HOSTIA PUTA. Si me dicen que el Santo Grial es la taza de Dora la Exploradora que tengo en la alacena no me quedo más flipao.

Paquirrín se comió los donuts del postre sintiendo tanto placer que manchó los calzoncillos. Las tenias aún tenían un huequito después de todo.

Toñi consiguió comerse el plátano de una forma asexual, que es cortándolo a rodajas y con cuchillo y tenedor. Bajonazo.

«Yo soy de los que me puedo comer quince plátanos y no engordo», aseguró Julio Iglesias Jr. TE PUTO ODIO, JULIO, porque yo soy de los que pueden respirar quince veces y coger peso.

«Paquirrín confesó que una noche conoció a una muchacha en una discoteca, en la época de Semana Santa y que se fue a su casa. Y que al día siguiente uno de una hermandad le dijo que esa chica antes se llamaba Agustín». Cómo el lo contó y cómo reaccionaron los demás fue una muestra de que si los que excavan en Atapuerca quieren referencias de cómo es un neandertal deberían ponerse el programa.

A mí de esa historia lo único que me llama la atención es que una chica se quisiera ir de la discoteca con él.

Gañanes/as.

Como colofón, Julio había puesto en el jardín un toro mecánico. «Era una sorpresa-putada«, lo definió Elena, porque los toros mecánicos son como ir a cagar en un sitio público mientras el chico que te gusta te espera fuera y descubrir que no hay papel higiénico.

El primero en subir fue Julio, que duró medio segundo. Julio Iglesias Jr se ha llegado a caer del asiento de un coche y con el cinturón de seguridad puesto.

Paquirrín se agarró con las dos manos y si le dejas se encadena al bicho para no caerse.

Elena Tablada dijo que tiene lumbociática y el glúteo interno desgarrado. Si llega a ser un caballo la sacrifican con un tiro de gracia en medio del jardín de Julio Iglesias Jr.

Toñi se montó en el toro que es muy probable que haya quedado embarazada del animal. Lo único que acertaba a decir era «sus muertos, sus muertos».

Y después les dio por subirse todos a la vez y Paquirrín cayó encima de Toñi, justo sobre el pecho de la cantante.  Ahora Toñi tiene las tetas para adentro. Para pellizcarse los pezones tiene que usar unas pinzas de barbacoa.

VOTACIONES:

Elena Tablada le dio un 8. Toñi Moreno le dio un 8. Paquirrín le dio un 8.

 

Una concursante de MasterChef se derrumba por la absurda bronca de una miembro del jurado

Samantha y Oxana, en un montaje elaboradísimo que he hecho.

Cada uno se coge los cabreos por lo que le da la gana, oye, no nos vamos a meter con eso. Hay quien se enfada cuando se encuentra a su pareja en la cama con la vecina, una cabra y dos señores de Albacete y hay quien se enfada porque unos frutos secos están mal tostados. Que viene a ser lo mismo.

Pero no adelantemos acontecimientos y vayamos por orden porque la semifinal de MasterChef se celebró anoche con más noche que celebración a juzgar por la habilidad de algunos concursantes.

La cosa empezó con Toni haciéndole peros a los miembros del jurado y más concretamente a Jordi. Si Toni tuviera en sus manos un salvavidas y viera a Jordi arrastrado por una corriente su única duda estaría entre quedarse quieto con el salvavidas en la mano o ir por la orilla siguiendo a Jordi y diciéndole «te jodes, te jodes, ponme pegas ahora».

«En seguida te ponen clichés, si eres valenciano, el arroz, Jordi, agarrao, porque es catalán, no hay que poner clichés», dijo Tony. No, no hay que ponerlos pero los pone.

Aquí un señor abogando porque no se den hostias:

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Antes de la primera prueba los concursantes estuvieron dudando sobre en qué podría consistir. «Yo no quiero que vengan niños porque el maduro va a ser el niño y yo voy a quedar fatal», dijo Marta, que es igual de madura que una pera cuando todavía es una flor.

Pero no, lo que aparecieron fueron pasteleras con tantas estrellas Michelín que eso parecía un puñetero planetario. Las escenas del Halcón Milenario saltando al hiperespacio se hacían con estas chefs corriendo muy deprisa a los lados de la nave.

Había unas campanas de metal de las de esconder comida y debajo había el postre estrella de cada una de las cocineras. Para explicar los platos necesitaban una media hora cada una. Eso sólo para decir los ingredientes, para explicar la elaboración tardaban mucho tiempo. Había un niño de seis años viendo la grabación ese día y cuando salió del plató tenía 21 años.

A mí me dan de comer un postre tan rico en detalles, tan completo, tan equilibrado, tan intenso y elaborado que me lo ponen en la mesa y no sé si comérmelo o pedirle matrimonio.

El caso es que para el mejor de esta prueba el premio era «un puesto de trabajo durante un año en un hotel en República Dominicana». ¿Qué tipo de regalo es ese? El regalo sería si fuera «un año rascándose la barriga tirado al sol en República Dominicana con un acompañante para que te la rasque mientras duermes».

«Apartaros, es mi día, dijo Ketty», marcando territorio.

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El caso es que tenían que replicar los postres con las indicaciones de las chefs, que se quedaban a un lado de la cocina y les daban voces para corregirles. No se me ocurre nada más coñazo que ese curro. «Cooooge la hariiiina. Pon 150. Ahora mezclalooooooooo y aho… ZZZ ZZZ ZZZ«.

De hecho, había algunas cocineras que lo llevaban bien, eran pacientes… y había un par que habrían querido tener una pistola taser para darle descargas a su concursante para que espabilara.

Miri, de MasterChef 5 apareció como invitada y cuando se sentó con Marta a charlar casi se abre una grieta en el espacio tiempo por la paradoja temporal de encontrarse consigo misma un año después.

Miri les daba «mirisconsejos», tócate los ovarios. «MasterChef me ha brindado el amor verdadero«, dijo la muchacha que es más cursi que un repollo con lazo roza y caminando dando saltitos por un parque en primavera. En realidad fue solamente para decir que tiene Instagram y para darles consejos a lo Paulo Coelho, pero con azúcar glass por encima.

Mientras, Oxana pegaba unos gritos que la cocinera que le daba indicaciones podría haberle dado las instrucciones desde su restaurante. Oxana usa los walkie talkies para calzar la pata de la mesa, porque ella podría trabajar mandando mensajes a los submarinos rusos en el Ártico a base de berridos.

«Empezando, apagando, encendiendo, entendiendo, cojones«, dijo Oxana, que tiene problemas con las básculas. Era incapaz de pesar ningún ingrediente a la primera. Oxana cuando va a la farmacia a pesarse no gasta 20 céntimos, gasta 845 euros y sale pensando que pesa 137 kilos.

Pero tuvo suerte porque su cocinera-coach tenía la misma mala leche que un general ruso empujando a las tropas a defender Stalingrado, así que se llevaban genial. En cuando uno de sus compis se movía del sitio, la repostera le pegaba un grito que se cortaba la nata.

«El nabo hay que meterlo dentro de la infusión«, dijo en una ocasión Oxana. ¿Soy el único que se mordió la lengua para hacer un chiste sobre nabos-meter-infusión?

– La zanahoria tiene que entrar en la manga pastelera.

– ¿Perdón?

– El calabacín hay que amasarlo bien, con suavidad.

– Es que esto no lleva calaba…

– TE VOY A DAR CON TODA LA BUTIFARRA EN EL MEJILLÓN Y…

– Paco, ¿estás haciendo la cena o me estás insinuando algo?

Y así.

En otra ocasión, la cocinera que ayudaba a Oxana le preguntó sobre algo que estaba al fuego: «¿Se está quemando?»

«No, está al calor guapo», respondió Oxana. «Calor guapo» en ruso significa que eso estaba tan quemado que cuando levantó el cazo del fuego había una cuadrilla de mineros dentro sacando carbón.

VALORACIÓN:

Oxana. Antes de que pudieran decirle nada Oxana estaba llorando. Y si cuesta entenderla cuando no llora, balbuceando era como si estuviera hablando en ruso debajo del agua. Al parecer se había emocionado porque se habían comido todo el postre y eso es que les gustó.

Estaba el pobre Toni montando su plato y Jordi ya estaba tocando las glándulas sexuales masculinas de forma redondeada que producen los espermatozoides. Los cojones, vamos. «Se te va a romper, uy, uy, uuuuy…, así no».

Y cuando Toni, con razón, se cabreó, Jordi le dijo: «te estás enfadando a lo loco«, le dijo Jordi. Toni acabó montando su plato así:

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«Cuando no trabajas agusto generas una cara de tensión que se nota que no trabajas agusto», le dijo Jordi como valoración. Qué leches significa, nadie lo sabe.

El postre estaba bien, pero no les gustó la actitud del concursante: «Tus energías negativas dan mal sabor a tus platos«, añadió Samantha. Eso significa que los pobres electrones no pueden cocinar, porque tienen carga negativa y sus tortillas de patata saben a zurullo rancio.

Ketty: A Toni Jordi le ponía pegas a la hora de emplatar. A Ketty le daba indicaciones.

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Pepe se puso a comer como si fuera un cocodrilo llevándose al fondo del río a un impala y acabó manchándose la chaqueta. Pero manchándose que con lo que le cayó en la solapa se podía alimentar a una familia durante un mes.

Dani: Le dieron caña porque se le habían movido los dim sum dentro del plato. Al parecer si los dim sum no están alineados con el cinturón de Orión en el cuarto creciente de la influencia de Venus, no mola el plato y te lo tienes que meter por el culo.

Marta: Le había puesto a su falso queso una capa exterior de dulce que si se lo acercas a un diabético lo matas. Las galletitas que acompañaban el plato se parecían más a cagarrutas de una cabra con problemas de estómago que a galletitas.

«¿Está lejos República Dominicana?» preguntó Oxana, que creo que pensaba que quedaba al lado de Teruel, pero que ya se veía ganadora, porque a a Ketty, Toni y Daniel les dijeron que sus postres eran un zurullo como una pirámide escalonada.

Y la mejor de la prueba fue… ¡¡OXANA!!

Esta mujer, de tez blanca como el resplandor de la Virgen apareciéndose, va a llegar a República Dominicana y van a pensar que es la niña de la curva de vacaciones. A los dos días va a estar ya con un color rojo colapso epidérmico que no se le va a quitar ni bañándose en after-sun.

El caso es que la rusa lloró como si en lugar de a República Dominicana la hubieran mandado a hacer trabajos forzados al desierto de Arizona.

PRUEBA DE EXTERIORES

La prueba tuvo lugar en un club privado de mujeres de Madrid, más pijo que Tamara Falcó escuchando a Taburete con un jersey anudado al cuello. Era todo muy blanco, con una decoración más cargada que Hulk volviendo de la compra.

Tenían que hacer un menú delicado. Pero no delicado en plan dieta blanda, arroz blanco y jamón york porque el niño tiene la tripa suelta se va la pata abajo, no, delicado de pitiminí.

A Dani le pusieron a sacar las espinas de los salmonetes y se nota que nunca se ha hecho las cejas, porque por cada espina tardaba media hora. Eso sí, se suponía que debía dejar las escamas, pero les hacía una depilación que ni con un bono de 10 sesiones de láser.

De hecho, durante toda la prueba lo único que hizo fue eso: sacar espinas.

Y llegó Samantha Vallejo-Nájera, hija de Bróncon, de la estirpe de Régañin, heredera de Reprimendin, portadora de Rapapolvos y le preguntó a Oxana:

– ¿Has pelado las avellanas?

– Sí.

– ¿Si?

– No.

Joder. Samantha debería trabajar haciendo interrogatorios. Te confiesan los criminales hasta haber sisado a su madre volviendo de comprar el pan. Samantha se había puesto a interrogar a espías y la Guerra Fría se habría quedado templada en cinco días.

Qué cabreo se cogió Samantha por unas avellanas mal tostadas. A esta mujer le quemas la casa con el perro dentro y bueno, se molesta un poco, pero le quemas unas avellanas y te raja mientras te echa una maldición gitana y te escupe vinagre en los cortes.

Y la rusa se quedó más hundida que la quilla del Titánic. Al lado de Oxana, la Gran Depresión del 29 era sólo un poco de melancolía.  Llegó Pepe a rescatarla y le dio una charla que cuando el Válium se pone nervioso se toma un Pepe y se queda más traquilo que un perezoso de vacaciones.

GIF by Quartz

Total, que los platos iban saliendo que cualquier parecido con la realidad era pura coincidencia. Los salmonetes, por ejemplo, salían con las escamas que parecían cotas de malla. Para poder comérselos había que darles primero con un hacha de combate.

Los rulitos de rabo de cerdo eran rulos… pero después de haber sido masticados por una Zarigüeya con las muelas picadas.

Las pechugas de pichón llevaban unos manchurrones como de bukake de seis especies diferentes de extraterrestres y estuvieron a punto de sacarlo sin el foie, que era como sacar una tortilla de patatas sin patatas.

El postre era ya directamente como si lo hubieran encargado por Just-eat, porque era uno diferente al que habían pensado. De hecho, Jordi se tuvo que poner a cocinar que el traje le debió coger más olores que una campana extractora.

Entre los camareros que sacaban los platos había una que ponía unas caras de perdonarles la vida a los concursantes que no sé cómo no les decía «os desprecio» al coger cada plato.

Valoración:

Dani dijo que había hecho un trabajo «fino». Pero lo dijo tantas veces que fino sobre fino al final era un trabajo gordo como el blindaje de un carro de combate alemán.

A Marta le dieron más palos que a un pulpo y a Ketty halagos y méritos que un poco más y en el siguiente libro de Juego de Tronos aparece Ketty sentada en el Trono de Hierro.

A la final… ¡KETTY Y TONI!

«Jordi, sígueme dando caña que a mi me gusta mucho«, dijo Toni, al que al parecer le gusta el sexo del que provoca más rozaduras que rascarte con las uñas de Lobezno.

PRUEBA DE ELIMINACIÓN

Bajo las cajas misteriosas… en realidad no sé por qué les llaman misteriosas, porque son cajas de madera normales y corrientes. El otro día vi como descargaba el camión del Ahorramás y lo hacía con un montón de palés misteriosos.

Total, que debajo de las cajas no-misteriosas había chocolate.

Y llegó un señor que es un cocinero francés muy bueno que hace repostería y que ha inventado «el chocolate rubio», que es básicamente chocolate blanco que se le olvidó en «un lugar raro». Espero que «raro» sea encima de un fogón y no en el microondas de Fukushima o dentro del culo de alguien.

Aprovecho para anunciar que otro día yo inventé el arroz moreno de alto agarre y textura chic. Vamos, que se me quemó la paella que para sacar el arroz tuvo que venir una cuadrilla de mariscadoras gallegas.

El postre que tenían que hacer… a ver cómo os lo explico. Eso llevaba más elementos que un trasbordador espacial de última generación. Los cocineros que hacen ese postre en el restaurante de este señor se mueren al acabar. Era un «lienzo», pero no un lienzo a lo Meninas, más bien un lienzo a lo Picasso ha tenido un mal día hoy.

«Prefiero no hacer sexo jamás en mi vida pero que me salga bien el emplatado«, dijo Oxana, que aprecia mucho el sexo.

El señor repostero era un vacilón y se dedicó a dar por saco a todos los concursantes y a burlarse de ellos y a decirle «guapa» a todas las concursantes. Yo creo que le pones a una mujer orco cocinando a un hobbit y le dice guapa igual.

«Quiere hacer una cena de picoteo contigo, Marta», apuntó Pepe cuando el cocinero francés se dirigió a la muchacha. DIEZ PUNTOS PARA PEPE.

Dani iba tranquilo. Tranquilo que como apague los fuegos igual que cocina, lo mismo los apaga dejando que se queme todo y pisando un poco después las cenizas. Qué parsimonia, joder. A Dani le caducan los yogures en el tiempo que tarda en abrir la tapa.

Oxana se puso histérica. No le subía el bizcocho. NO LE SUBÍA EL BIZCOCHO. NO LE SUBÍA EL PUTO BIZCOCHO DE LOS COJONES QUE LE REVIENTEN LAS TRIPAS AL BIZCOCHO CABRÓN QUE NO LE SUBÍA.

Si se pudiera apuñalar a un bizcocho, Oxana habría apuñalado al suyo.

Oxana se puso a emplatar y esparció el chocolate sobre el mármol frío que parecía que estaba dando yeso a una pared. Después lo fue apañando más o menos y aunque le temblaban las manos que parecía que tenía una anguila eléctrica mordiéndole un pie, lo consiguió montar y estaba bueno.

Dani llevó el chocolate que estaba más caliente que las cacas de Belcebú y eso no le cuajaba ni esparciéndolo sobre el Polo Sur en pleno enero. «Le voy a llamar marronazo free style», dijo Dani sobre su emplatado, porque eso parecía una zona de prueba de misiles. El caso es que el plato no estaba malo pero el emplatado era como servir unos callos en una taza de té.

Marta tenía las elaboraciones perfectas, pero el emplatado se le resistió un poco porque al sacar las croquetas de helado hacía un giro amorfo con la mano y en lugar de sacar una nuez sacaba el lado malo de la cara del fantasma de la ópera. El plato era como un edificio colapsado, pero estaba bueno.

Y SE FUE A LA CALLE… DANI.

¡Y LA SEMANA QUE VIENE LA FINAL!