Ay, la leche.
Lorenzo Caprile se cogió en la última emisión de Maestros de la Costura un cabreo que habría hecho sentirse orgulloso a Hulk.
El diseñador lleva varias emisiones cultivando el don de la paciencia, pero la cosecha se le ha ido a tomar por saco y ha empezado a sembrar vientos. Y eso está dando más frutos que un invernadero de Almería.
Pero vayamos por partes.
La primera prueba consistía en coser unos hábitos para monjas. Sí, esta edición fue una explosión de libertinaje. Creo que la prueba la propuso Jorge Fernández Díaz. La próxima prueba va a ser coser un cinturón de castidad con chapa y dos candados.
Hábitos… anda que no se vende eso. La Nun York Fashion Week es súper famosa y Whoopi Goldberg su musa.
Al acabar de coser la mayoría de los candidatos habían hecho una chapuza que eso no se lo pondría ni la Madre Teresa de Calcuta para estar por casa.
Anna fue a la valoración de su hábito con más miedo que un perrillo abandonado. La muchacha debe pensar que en lugar de decirle lo que hace mal van a darle con una vara de avellano en las palmas de las manos.
– Anna, que vas a la valoración de Caprile.
– NOOOOO, POR FAVOR, NOOOO
– Que no, que sólo van a sacarte el hígado con un hierro candente.
– UF, MENOS MAL.
«Por lo menos ya voy con unas mangas que no parecen una albondiguilla, como la primera vez», dijo Anna, que es muy de fusionar Maestros de la Costura con MasterChef.
Los gemelos, que son los que están más cerca de Dios, son los que peor lo hicieron. Si por ellos fuera, las monjas irían vestidas como la niña de la curva haciendo economías.
Si Caprile te pilla limpiando ventanas con uno de sus vestidos se cabrea menos que viendo los trajes de monja sin acabar de los gemelos. Se cogió un puteo y un calentón que si lo tumbas en la encimera de la cocina te puede hacer de vitrocerámica de cuatro fuegos.
Alicia no consiguió acabar su vestido de monja, pero bien es verdad que estaba mejor que la mayoría. Lo que pasa es que pilló ya a Caprile ya revirado y le echó también una bronca que si la presencia el Sargento de Hierro denuncia al modista por acoso laboral.
Alicia se derrumbó, pero rollo como a los empollones de la clase que siempre sacan 10 y un día sacan un 8 y hay drama. Alicia estaba tan hundida que si se la cruzan Marco y Amedio son ellos los que la consuelan. Se vive mejor siendo un gañán de los que no aprueban nunca. ¡Cero decepciones, todo son sorpresas positivas!
Para colmo, Palomo Spain, un tipo que se viste como si hubiera comprado un lote de ropa de mi abuelo cuando joven, le echó la bronca por haber puesto con un alfiler la etiqueta en lugar de coserla y por hacerlo fuera de tiempo, acusándola poco menos que de hacer trampas.
¡Maldito!
¡Alicia de mis entretelas es honrada como la Virgen María jugando al Póker! ¡Alicia es la única persona a la que los chinos no la siguen por el bazar!
Pues no contento con eso le pusieron una penalización para la prueba de exteriores. ¡A mi Alicia!
«Me molesta más llorar de injusticia que de emoción«, dijo entre lágrimas Alicia. Sí, bueno y a mí me molesta más llorar por pillarme el pene con la cremallera que por comerme un bollo relleno, pero oye, no siempre se puede elegir.
Voy a esperar a Palomo Spain a la salida de su casa y… ¿le voy a dar una paliza? Uy, paso, que sudo. Voy a esperarle con unos pantalones de pana y una camiseta blanca sin mangas, combinado con unos náuticos blancos y ya con eso le va a doler como si le mentara a la madre.
A Mahi los estilismos se le están yendo de las manos. Anoche se había vestido de la prima pobre de burbujita de Freixenet, o sea, de color plata. ¿Pero cómo va a coser si iba como un kilo de langostinos cuando los envuelve mi abuela con papel albal?
«Habíamos prometido a las hermanas donarles seis hábitos y ahora no podemos cumplir la promesa sin agachar la cabeza»
Para la prueba de exteriores se fueron a una empresa que vende ropa fuera de temporada. Palomo Spain se fue a la caza del zorro, cogió uno y se lo puso alrededor del cuello. Lo que pasa es que debía ser un zorro con ictericia o un zorro fumeta al que le había dado un amarillo, porque el pelo tenía la misma pinta que el bigote de un fumador de ducados.
Eduardo es un metemierda del copón. Cuando anunciaron que Alicia iba directamente a la prueba de expulsión se puso a decir que le parecía bien, que eso no se hacía. Él, que es más vago que cagar con el culo del vecino.
Total, que en la segunda prueba tenían que transformar un vestido, como ya hizo Marge Simpson con su Chanel.
Había que hacerlo así: primero el jefe de taller con un aprendiz, luego tres del equipo y de nuevo jefe y aprendiz. A Eduardo tuvieron que hacerle un puto croquis, esquemas, un manual, seis representaciones con guiñoles, ejemplos a millares y repetírselo hasta que se desgastaron la garganta para que lo entendiera. «Yo no sé multiplicar», dijo.
Menos mal que este programa no lo ven en Suecia, porque si no, le cascaban un par de premios Nobel del tirón.
El diseño que Eduardo pensó era una camisa blanca y unos pantalones de tela transparente, para que la usuaria llevara el papo fresco. Bueno, es un modelo ideal para una representante de césped o de alfombras persas, para llevar el muestrario al aire.
#FREECHUMINOS
Si Eduardo monta una marca de moda se va a llamar Almejas Extrovertidas.
Total, que Alicia, Antonio y un gemelo se dedicaron en su turno a corregir a Eduardo, tratando de hacer que el vestido no valiera sólo para una orgía en Halloween.
Por su parte, el equipo de Pa hacía un vestido para que se lo pudiera poner María Galiana en Cuéntame. Pero en los primeros episodios, porque eso le parecería un diseño antiguo a Isabel I de Castilla.
«Tiene un toque goyesco español que me encanta», dijo Eduardo viendo su creación y Mahi respondió: «Arsa». A tomar por culo las diferencias autonómicas. Eh, mira, Mahi, una estelada en ese balcón, ¡Viva Cai, provincia de Badajoz!
Total, que el resultado fue que el equipo de Eduardo hizo un Frankenstein de tela. Cuando le pusieron pegas Eduardo reaccionó bien, aceptando las críticas y… qué va. Se dedicó a contestar y replicar a gente que sabe más que él, como los miembros del jurado. Antes encaja la cuadratura del círculo que Eduardo encajar una crítica.
El vestido de Pa era un modelo lepra-chic, porque según iban tocándolo los miembros del jurado se le caían piezas. Es un modelo muy de entretiempo, por la mañana vestidita y por según avanza el día y hace calor, vas despojándote de trozos de la prenda.
Ganó el vestido de Pa. Eso significaba que Anna se libraba de la expulsión así que se puso a llorar de alegría. Las lágrimas de unicornio curan. Cuando un unicornio se tiene que curar se pone lágrimas de Anna.
Para presentar esa prueba Raquel Sánchez Silva se puso un vestido homologado por la DGT para hacer obras a pie de autopista. Estaba hecho con el material de los chalecos reflectantes y encima llevaba brillos. Tu vas de noche con una linterna de los chinos y enfocas al horizonte y ves a Raquel Sánchez Silva a quince kilómetros.
Los Reyes Magos de Oriente no siguieron a una estrella, siguieron a Raquel Sánchez Silva un día que iba en moto.
Total, que apareció Vicky Martín Berrocal y alguien, no sé quien, dijo «¡Uy, la Vicky, que fantasía!«. Joder, fantasía, el día que vean un gnomo montándoselo con un hada en el lomo de un grifo como he visto yo…
La prueba iba de hacer un vestido de flamenca a la medida de una modelo que había allí y que no temía enseñar la vagina si a Eduardo le daba por hacer de las suyas. A la pobre muchacha la dejaron detrás de un biombo toda la prueba. 90 minutos. Hora y media en la que la modelo sólo pensaba «mira que me dijeron mis padres que estudiara y yo no, que modelo».
Para esta prueba Palomo se había puesto un traje rojo-menstruación. Pero menstruación de mes malo, de las que te pillan por sorpresa y te dejan al borde de la anemia.
Vicky Martín Berrocal se fue al final de la prueba, como suele hacerse, pero se fue llorando. No sé si de la emoción de ver que ha hecho escuela o de los adefesios de vestidos que había visto hacer.
Valoraciones ciegas del jurado.
Lo de ciegas no significa que iban con seis chupitos de Jägermeister o que se habían pinchado los ojos para no sufrir, sino que no sabían a quién pertenecía cada vestido.
El vestido de Eduardo era un vestido de bailarina de Noche de Fiesta de José Luis Moreno. Cuando se supo de quién era, Caprile le dijo lo de siempre, que Eduardo es vago. «Esto es un trozo de encaje puesto a la virulé«, le dijo Caprile. Virulé es la palabra más fea que Caprile es capaz de decir.
El vestido de Alicia era muy negro, como para ir a la Feria de Abril de novia de El Cuervo. Con sus fallos, le gustó al jurado. Pero se confundieron, porque pensaron que era el diseño de Antonio. «Es de lo mejor que hemos visto, pero tiene fallos«, le dijeron a Alicia.
El traje del gemelo era… no sé qué cojones era. Llevaba tantos alfileres que la modelo se jugó la vida. Espero que llevara puesta la vacuna del tétanos porque si le ponen un cáctus puesto del revés no se juega más pinchazos. Cuando descubrieron el traje del gemelo, al que cazaron como autor, él dijo que era «muy lento cosiendo». Tú pones al gemelo a coser nada más hacerse el planeta Tierra y se forman antes las cordilleras que el muchacho coge un bajo.
El vestido de Mahi no estaba mal, lo que pasa es que era negro como para ir de flamenca en una misión especial de infiltración en un campamento enemigo. Ella aseguró que había elegido ese tejido, de plástico, porque «le había guiñado un ojo». Sí, el tejido le había guiñado. Mahi respira demasiados vapores de gasolina.
El de Antonio era espectacular. Usando términos técnicos del mundo de la moda, al jurado se le hizo el culo pesicola con ese traje. El jurado le echó tantos piropos que no te los igualan veinte abuelas bebiendo red bull y viendo a sus nietas en la función del colegio.
Y se fue a la calle… ¡EL GEMELO VICENTE!
«Voy a ser un maestro de la costura porque es lo que Dios quiere, yo creo«, dijo el muchacho. Claro, porque para qué va a querer Dios que te vayas a África a ayudar cuando puedes hacer vestidos caros para señoras adineradas.
Más en el próximo capítulo.