Archivo de agosto, 2017

Manual ilustrado del cuñado y el cuñadismo en ‘First Dates’: eructa a su cita en toda la cara

Un espectador de ‘First Dates’, deseando quedarse sordo antes que oír al cuñao.

Señor…

A veces pensamos que vivimos en el siglo XXI y sí, pero no reparamos es que entre nosotros hay seres del siglo XV con aspecto humano. Son como neandertales con móvil, gente tan, pero tan, tan, tan moderna y evolucionada, que si les haces una radiografía te demuestran la teoría de la evolución.

A esos supervivientes, a esa gente que fue capaz de permanecer impermeable al paso del tiempo, que es capaz de repeler la cultura y la empatía, ahora se les conoce como cuñados. Y en First Dates vimos quizá el mayor de ellos.

Es de hace días, pero hoy he visto otro de sus vídeos que aún estaba en la web de First Dates (alguno de vosotros me recomendó a esa criaturita) y me he dicho, vamos a comentarlo y de paso nos echamos unas risas.

El muchacho, cenutrio de profesión, había hablado ya de que él no es racista, pero sí «ordenado». Bueno, pues si aplicamos esa norma, él debería vivir en una reserva natural para cuñados. Un lugar maravilloso (pero con vallas muy altas) donde los cuñados podrían correr libres por el campo, ver deportes en la tele, comentar lo mal que está el país y darse lecciones los unos a los otros felices como Pepa Pig cuando hay barro.

El caso es que mientras hablaba con su cita, una muchacha a la que habría que erigirle un monumento a la paciencia, pasaron dos participantes del programa, gays, que iban a su mesa. Este ejemplo de progreso y tolerancia verraca se empezó a reír y a remover el culo en el asiento, para después decir: «maricón…».

He visto niños que aún se cagaban encima más maduros que este chaval. De hecho, la mayoría de los niños que conozco se apartarían de este hombre levantando las cejas en señal de asombro. Algunos, los más religiosos, le pedirían a Dios que le curara lo de la falta de oxígeno al nacer.

La muchacha, que seguramente aguantó sus entendibles ganas de hacerle comer a su cita el plato, porcelana incluida, tuvo la deferencia de decirle: «Joe, no digas, eso, no me gustan esas palabras» y añadió «son palabras que duelen».

Pero a la gente con la sesera de densidad cuestionable les da igual lo que les digas. Es como si cogieras tus palabras y argumentos y les dieras una patada como el maromo de 300! al mensajero, a tomar por saco, al agujero con ellos. ¡Tratemos de razonar, perdamos el tiempo!

Escáner cerebral:

 homer simpson the simpsons homer monkey stupid GIF

Así que el zagal, que tiene la misma sensibilidad que un canto rodao, dijo «qué va a doler, no es ná malo».

– Eh, mira un maricón, vamos a lanzarle piedras.

– ¡Eso está mal, puede hacerles daño!

– Quiá, la piedras no se hacen daño.

Sí, tiene el mismo amor y respeto por el prójimo que una picadora de carne.

Y pensamientos empáticos así. Si todos los humanos fueran así ya nos habríamos extinguido y la tierra la dominarían las cucarachas, con pequeños mundos cucarachiles y sus restaurantes cucarachos. Y si pasara algún humano pondrían una reclamación al encargado porque les daría asco.

Pero eh, el muchacho tenía una historia traumática detrás que lo explicaba todo:

«A mí la pluma es que no me va nada, porque me llevaron a un sitio una vez a una discoteca de Barcelona y no me esperaba que hubiera tanto maricón… gay suelto, la verdad. Y a raíz de ahí no… me sofoqué«.

Aaaaay, maricoooooooooon, ¿que te sofocaste por queeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee? ¿Porque no encontrabas el cuarto oscuro, culito prieto?

Creo que es del tipo de cuñado que piensa que los gays le ven y piensan inmediatamente en violarle. A él, que no era precisamente un bellezón de cuerpo esbelto. Yo creo que a ese chaval se lo encuentra un semental disfrazado de yegua y el semental pide la castración. Así de guapo era.

«Hay que respetar, yo respeto un puñado», le dijo la muchacha, que es la Madre Teresa de Calcuta de los cuñaos, los atiende y los intenta curar.

«Hasta cierto punto. Yo respeto, pero las cosas que no me gustan las digo, no me callo, lo digo tó…», dijo el sabio chaval. Sí, él lo dice tó, porque no teme quedar como un cuñado. De hecho, cada vez que un mastuerzo no lo «dice tó», un cuñado pierde sus alas.

Por enésima vez la chica tuvo la paciencia de seguir utilizando la boca para hablarle en lugar de para escupirle, y le dijo que «a lo mejor haces daño con las cosas que dices».

¿Cuál fue la respuesta del cuñado tipo?

Eructar.

Os lo juro. Parecía la puñetera caricatura de un gañán. Un sketch de José Mota con Los Morancos no se habría atrevido a tanto. Este tío se equivocó buscando pareja en First Dates, tenía que haber ido a Lourdes. Y amordazado, porque si no, ni de milagro.

«No… un chico así no me va al lado ni loca», dijo por fin la zagala, con un gran criterio, porque hay dos formas de pasar vergüenza máxima: dejándose un trozo de papel higiénico saliendo del pantalón después de ir al baño o yendo con este tío al lado.

 

Los prejuicios de una joven dejaron a un actor porno sin novia en First Dates

Los citados, en pleno fiasco. (FOTO: CUATRO)

La vida puede ser cruel.

A veces, donde la naturaleza da, también quita. Y un día te levantas y tienes la entrepierna como si durante la noche te hubieran construido ahí la torre de Pisa con gorro colorado y dices, «eh, qué guay». Pero después de haber ensartado más que el encargado de un puesto de espetos te dices, «quiero encontrar el amor». Y ahí viene lo jorobado.

Esa es la historia de Kevin, un muchacho sensato, sereno, racional, sincero… que no encuentra pareja porque las mujeres no aceptan su trabajo. Y no, no es contable del PP, que sabes que tu marido va a acabar relacionándose con otros señores en una ducha común del módulo cuatro de Soto del Real, no.

Kevin es actor de cine para adultos. Ya sabéis que es ese cine en el que los papás y las mamás se quieren mucho y se ponen a follar como bestias y se salpican de todo y ahí no se salvan ni los orificios de los enchufes. Argumento, arriba, argumento abajo.

En fin, vayamos con la cita. La muchacha en cuestión antes de la cita a la que acudió en First Dates (un programa que me encanta) dijo que ella pedía fidelidad por encima de todo. Claro, porque si descubres que tu marido es un alien que viene a someter la Tierra a su control, pero no mete el pene en ningún sitio fuera de casa, todo va bien.

Además, quería un chico respetuoso y que tenga saber estar. Bueno, el Neng de Castefa queda descartado. Sigamos.

Eso sí, ella no es para nada puntillosa con lo de la edad, así que éste fue el diálogo:

Ella: ¿Cuántos años tienes?

Kevin: 23

Ella: ¡Hala, qué joven!

Kevin: ¿Y tú?

Ella: Bueno, yo 24.

A tomar por donde asoma la comadreja. Tiene un año menos que ella, pero eh, es muy joven.

– ¿A qué hora has llegado a trabajar, Paco?

– A las 12.30.

– ¡Hostia, que tarde, deberían despedirte por irresponsable, cabrón, que hundes la empresa!

– Joder, cómo te pones ¿y tu?

– A las 12.29

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El caso es que la muchacha le preguntó que a qué se dedicaba y Kevin le dijo: «Me dedico al cine para adultos». Y ella respondió «¡Madre mía!».

Jo, y eso que Kevin fue eufemístico a más no poder, porque podría haber dicho que se dedica a reventar c… PIIIIIIII con la punta de la p… PIIIIIIIIIIII y que les echa encima el s… PIIIIIII y luego se come los c… PIIIIIIII como si fuera un concurso de comer melones.

Total, que la zagala en las entrevistas posteriores dijo que «No me gusta que alguien que estoy conociendo o que pueda llegar a ser mi pareja se dedique a eso, lo mío es mío y no lo toca ni Dios«.

Joder. A mí se me pusieron los testículos que si me picaran me habría tenido que rascar debajo de la barbilla. Creo que esta chica cuando iba a la playa de pequeña y otro niño le pedía que le dejara jugar con su cubito y su pala les daba con la pala y luego les metía la cabeza en el mar hasta que dejaban de patalear.

¿Me dejas tu muñeca?

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Y así. Por no compartir no comparte ni cosas en el Facebook.

El muchacho intentó explicarle que eso era sólo un trabajo y que «no tiene nada que ver el trabajo con tu pareja». Porque se lo crea ella o no, cuando Jack muere congelado tras hundirse en Titanic, Leonardo Di Caprio no moría de verdad. Incluso podía tener pareja después de haberse metido en un coche con Rose y haber jugado a meter las marchas.

«El cuerpo lo disfruto yo y no lo tiene por qué disfrutar otra«, dijo ella en las entrevistas posteriores. Claro. Porque si tu marido es pescadero sólo te limpia boquerones a ti, que no tiene por qué venir otra a disfrutar de los dedos de tu pareja.

Oh, vaya, mi marido es cirujano, practica todos los días y justo yo ahora necesito que me operen, pero no le quiero, no, que está cualificado, tiene los conocimientos y el físico adecuado y practica a diario. ¡ABSURDO!

¡Kevin es un chollo! Tiene longaniza de a kilo (suponemos), sabe usarla y practica a diario. Es como si te jodiera que tu chico tuviera tableta de chocolate porque en el gimnasio donde entrena hay más gente.

«Es que es una cosa fuerte. Yo mi pareja la quiero para mí, no la quiero compartir con nadie, me da igual que sea trabajo», insistió, esta vez diciéndoselo al bueno de Kevin. Pues nada, fontaneros del mundo, que sepáis que si dais con ella se acabó lo de apretar cañerías.

Creo que el único formato de curro que tolera es el teletrabajo, desde casa y sin email, que eso es compartir.

«El cambio que dio de hacer bolsos a hacer orgasmos no me gusta realmente nada», dijo ella en relación al anterior curro de Kevin. Pues qué queréis que os diga, si os dan a elegir entre tener muchos bolsos o tener muchos orgasmos, ¿con qué os quedáis?

No, dejad, dejad, mejor no quiero saberlo.

«Los celos son sentirse inferior uno mismo», le explicó Kevin. ¡CLAVADO!

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Pero ni por esas. Ella le dijo que con ese curro no le quería y la cosa se fue al garete.

Pero eh, poco antes ella había explicado las dificultades de hoy en día para encontrar pareja diciendo que: «Hoy en día la gente no aguanta nada, a la primera de cambio te está mandando a la mierda». Sí, como cuando no les gusta tu trabajo.