El día que hice de doble del Dioni y me di la hostia padre en Supervivientes 2016

Ay, amigos y amigas.

Me he dado una hostia que dentro de 2000 años aún se estudiará en los libros de hostiografía. Este jueves entre otras cosas hemos probado los juegos de recompensa y de localización antes de la gala. Y ahí ha llegado mi brillante participación. Pero no adelantemos acontecimientos, que si os cuento que me he dado de boca contra una estructura no seguís leyendo. Ups.

Nos levantamos a las siete del jueves hora de Honduras. Aquí los días de gala la cosa se pone interesante. A las ocho de la mañana ya están saliendo las barcas para Cayo Menor, donde está la palapa, la zona de juegos y el control de realización. (Además de cabañas de la fundación de cuidado de medio ambiente, un helipuerto, embarcadero y otras infraestructuras como antenas y demás.

Cayo Menor es lo más parecido a la isla de Lost. Yo creo que ahí nadie hace fuego porque como veas un humo negro te acojones que se te ponen los cojones a dar vueltas con los pelillos centrifugando que eso parecen las pezoneras de Norma Duval.

Os juro que llega tanta gente a la isla que se hunde un poco. Es como si me subo en una colchoneta hinchable en la piscina y se intenta subir conmigo Gerard Deparieu: acaba en tragedia. Veeeenga bajar gente de las barcas. Las iguanas, porque Cayo Menor está llena de iguanas, flipan en colores viendo a la peña atareada de un lado para otro.

El Hotel Palma Real, base de operaciones de Supervivientes, junto a La Ceiba, en el continente, se vacía casi entero y la mayoría de los trabajadores del reality se suben a barcas de unas 30 o 40 personas, con material, etc y salen al Cayo.

Hemos ido al embarcadero, de donde salen las barcas (no van a salir unicornios montados en ponis rosas) y hemos hecho la travesía de unos 40 minutos hasta el Cayo. Ya entonces la mar estaba regulera. La barca, que era muy grande, se movía más que los precios de la gasolina antes de Semana Santa.

Al llegar a los Cayos estaban ultimando la estructura del juego. Era una cosa muy intelectual. Bueno no, pero sólo porque si Mila tiene que volver a hacer un puzzle y la de nuevo le da un ataque de frustración y culpa burra que es capaz de esperar a la noche, agarrar un coco y montar un suicidio colectivo-obligado entre sus compañeros.

El juego, que se llamaba Volando Voy (los diseña un guionista de juegos llamado Toni que también ha trabajado para la edición italiana), consistía en que un concursante se ponía sobre una plataforma en el centro de otras dos más elevadas. De esas dos estructuras iba y venía empujado por los rivales una barra acolchada (en plan columpio) que debía tirar de su plataforma al primero.

Ese, mientras evitaba la barra debía coger unos cocos colgados sobre él. Pues bien, la idea era que los periodistas que estamos aquí viendo el concurso probáramos los juegos (normalmente lo hace el propio equipo).

Una amable regidora me ha dicho que me pusiera yo en la plataforma central. Y luego ha dicho algo así como: «es que queremos ver cómo quedaría el Dioni».

Minutos antes de estamparme contra la plataforma en la que estoy subido mientras hacía de Dioni. (MARINA CALAHORRA)

Mi cara era un puto poema. Sí, la cosa estaba así: me habían equiparado en físico y cualidades con el Dioni. Y no, no era un piropo. Cinco años de carrera, decenas de años de profesión… y acabas haciendo de doble de escenas de acción de El Dioni.

A tomar por culo el amor propio, el ego y la madre que los parió. Ahora voy por la vida con una humildad que a mi lado la Madre Teresa de Calcuta parece una ególatra con afán de protagonismo.

Pero la cosa no ha acabado ahí. Transmutado en El Dioni me he subido a la plataforma, pero claro, sin poder controlar el tronco barredor y los cocos a la vez como puede hacer el señor que se llevó un furgón blindado lleno de pasta.

La cosa ha empezado bien. Mis rivales han empezado a lanzar el tronco y he saltado como un jabato. Mis carnes blanquecinas se bamboleaban sexies bajo el sol y la espuma del mar hacía los coros a mi gracilidad. He cogido un coco, dos y en el tercero me ha dado la barra y me he dado una hostia de boca contra la estructura que han tenido que ir a por una palanca para desincrustar los dientes de la madera.

Por desgracia no hay imágenes del suceso, pero ha sido una hostia terrible y maravillosa al mismo tiempo. El mundo se ha perdido un GIF maravilloso. Lo digo en serio, no se graban las imágenes, es sólo un ensayo.

Tampoco me he hecho daño, porque en los juegos está todo acolchado y preparado para que no haya lesiones más allá de algún rasponcillo, ni siquiera para alguien como yo, que de repente me da el taranto y me arrojo contra las cosas.

Joder, qué golpe. Tarantino no tiene imaginación para pensar semejante forma de hostiarse para una de sus películas. Después de darle un cabezazo a lo Zidane a una estructura de madera porque yo lo valgo, en el Caribe han emitido alerta por peligro de tsunami.

Eso sí, he llegado hasta Lara Álvarez con mis tres cocos muy orgulloso de mí mismo. Nunca una hostia colosal mereció más la pena. ¿Qué? ¿Cómo? ¿Que no gané ni unas cerillas miserables? Ya, gracias por vuestra ayuda y ánimos. Cabrones.

Esto me llega a pillar en los tiempos de Vídeos de Primera y gano. A mí no me van a poner un collarín, me van a poner una gargantilla de acero inoxidable para que las vértebras dejen de bailarme la conga.

He creado una leyenda entre los trabajadores de Supervivientes y esto lo sé porque me he cruzado con los cámaras que estaban grabando el juego y les he preguntado. El cámara que me estaba grabando en plano corto me ha felicitado por la espectacularidad de mi esmorre. Así soy yo, dejo huella en el recuerdo de la gente a base de partirme la crisma.

Después hemos visto la gala allí mismo. ESO HA MOLADO UN HUEVO DE PATO INFLAMADO, O SEA, UN COJÓN MUY GORDO.

La gala, más cerca imposible.

La mayor parte la hemos visto en un chiringuito que nos han montado al lado del control de realización, pero también hemos podido ver (con precaución para que ellos no nos vieran a nosotros) a los concursantes llegando en barca, poniéndose los micros y entrando a la palapa y más tarde dentro de la propia palapa.

Por desgracia, no hemos podido acabar de ver la gala allí porque se ha levantado mala mar, pero mala de que había unas olas que se las enseñas al Everest y se acojona, por lo que nos han sacado en helicóptero para prevenir que nos quedáramos en Cayo Menor a pasar la noche.

Hemos acabado la gala en una sala de edición del hotel, donde miembros del equipo que libraban o que se dedican a otras labores estaban siguiendo la gala. Me ha sorprendido la pasión con que siguen su propio reality, partiéndose en los momentos cómicos y emocionándose en la expulsión, por ejemplo.

Esta tarde os hago en otro post un resumencito de lo más interesante de la gala.

Almacenado en: Sin categoría