Rafa ha empezado el año con grandes altibajos. Una de cal y otra de arena. No sabemos cuál es su verdadero nivel en este inicio de temporada. Tras su primer encuentro, contra Davydenko en Abu Dhabi, dijo estar muy contento porque se había encontrado estupendamente tras dos meses sin competir por la lesión en la rodilla derecha. Las sensaciones eran muy importantes.Y se sintió bien. Pero acto seguido sucumbió ante Murray, un escocés que va para figura.
En Doha, en el primer torneo del año, más de lo mismo. Luces y sombras. Arrasó a Santoro. Tras tumbar al francés declaró: “Estoy satisfecho de la forma en la que he jugado, pero es difícil calibrar a qué distancia estoy de mi mejor nivel”. Lo había bordado (6-0 y 6-1). Nadal sólo perdió un punto con su primer servicio (19 de 20) y dos con su segundo (5 de 7). Después se deshizo de Karol Beck. (6-1 y 6-2).
Pero luego llegó Gael Monfils, y como Murray, le hizo morder el polvo con un doble 6-4. El segundo rival de entidad y la segunda derrota. «El comienzo del año no está siendo fácil», dijo Nadal tras la derrota. «No he jugado a mi mejor nivel, me quedaré en Doha un par de días entrenando duro».
Coger un buen ritmo de competición
Su juego es de potencia. Y hay que estar a tope. Tener buen ritmo de competición. Que los brazos y las piernas ejecuten lo que ordena el cerebro. Para eso, Rafa tiene que tener la máquina corporal (y la mente) en su punto máximo de carburación. Sobre todo ante rivales que lucen un poderoso físico, como Murray y Monfils. Seguro que Nadal volverá pronto a ser Nadal.
«No estoy preocupado, esto no quiebra mi confianza. Sabía que el comienzo de la temporada no sería fácil: aunque he descansado más que otros jugadores, también tardo más en coger el ritmo y he estado fuera de la competición más tiempo que otros. Me voy a Australia con sensaciones positivas», confesó en Doha.