Hay muchas maneras de matar la impaciencia. La de Nadal es peculiar. Cuando Rafa tiene algún desasosiego o se pone nervioso, tira de bíceps y de músculos. Para neutralizar la química de los nervios le da a la física. Por lo menos así lo hacía cuando era (más) joven. ¿Se lo imaginan en el vestuario? Por ejemplo, en el Open de Australia que ahora disputa.
Su profesora de lengua en la ESO lo confesó en un reportaje de la televisión autonómica de Baleares. Rafa, de viaje muy a menudo, hacia pellas forzosas cuando le tocaba competir. Ante la cercanía de los exámenes, pidió a la maestra que le diera unas clases en casa de las funciones sintácticas. Allí saltó la sorpresa. Rafelet, harto ya de verbos, preposiciones, sintagma nominal y demás, solicitó permiso para levantarse. Y, ni corto ni perezoso, se aplicó con ahínco con las flexiones. Uno-dos, uno-dos, uno-dos…Arriba y abajo. Luego, otra vez a darle a las letras.
Tal vez, los nervios le venían también por la exigencia de su mamá, muy rigurosa con sus obligaciones estudiantiles. Hasta el punto que Nadal se perdió un Roland Garros júnior porque coincidía con los exámenes.
Cuando la profesora se quedó realmente sorprendida fue en la propia clase. Los alumnos debían exponer un trabajo. Un compañero de Rafa no se arrancaba. Tardaba mucho en iniciar la exposición. Pues allí saltó Rafa en medio de sus compañeros a darle nuevamente a las flexiones. Casi nada. El campeón adolescente Nadal mostrando su poderío para calmar los nervios.
La costumbre aún la conserva. En algún video de youtube, en los que sale jugando a la play con Moyá, Zabaleta y Cia. se le ve, de repente, en el suelo haciendo flexiones. ¿Pagaría una apuesta por perder? ¿Estaría en plena recuperación de la calma? En todo caso, es un buen sistema para superar las turbaciones: económico y sano. Eso sí, soprendente.
si yo hiciera eso cada vez que me pongo nervioso tendria un cuerpo de muerte..ja,ja.
22 enero 2009 | 15:06
Impresionante.
23 enero 2009 | 21:58
si un día se pone a hacer flexiones delante de mi…me lo como. Que bueno está.
23 enero 2009 | 21:59