En abril, os comenté la noticia del fichaje de Angelina Jolie por Louis Vuitton. Pues bien, la campaña publicitaria ya está disponible para nuestro sano cotilleo 😉
La firma de bolsos y maletas de lujo y la famosa fotógrafa Annie Leibovitz ya han inmortalizado, con suculentos contratos publicitarios de por medio, a famosos de la talla de Sean Connery, Madonna, Catherine Deneuve, Keith Richards o Sofía y Francis Ford Coppola.
En este caso, una vez más, Leibovitz ha logrado una foto genial, Angelina sale guapísima. Lo que sucede es que cuando miras detenidamente la imagen y la analizas comienzan a surgir grandes contradicciones en las que creo que no cayeron ni la firma ni la fotógrafa ni la propia actriz.
El paisaje de la foto es Camboya. Angelina aparece prácticamente sin maquillaje y vestida de forma informal, como suele hacer en sus innumerables viajes solidarios. La relación de Angelina con Camboya es muy especial: allí adoptó a su primer hijo Maddox. Además, es tal su compromiso con este lugar que ha decidido destinar parte de lo cobrado por esta campaña (le han pagado unos 10 millones de dólares) a la fundación que tiene en este país. Pero de repente te llevas un GOLPE, ya que te das de bruces con un lujosísimo bolso de Vuitton, símbolo del lujo, de la exclusividad y de un determinado estatus social, en una barca humilde, como en la que se trasladarán los camboyanos que lograrían mejorar notablemente sus condiciones de vida con el dineral que cuesta uno de los bolsos de esta marca. ¿Puede haber mayor contradicción?