Las que tenéis mi edad (más de 30) os acordaréis bien de ellas. Llegamos a ponérnoslas hasta para hacer gimnasia, las asegurábamos con el tirante del sujetador y a triunfar. Parecíamos jugadores de rugby. Cuando dejaron de llevarse fue toda una liberación, eran un engorro, se movían un montón y vivíamos esclavas de un trozo de espuma.
Ahora vuelven renovadas para crear nuevas siluetas. Sólo espero que lo que no regrese sea la fiebre por las hombreras, no lo podría soportar. Como dice mi madre: «Todo en exceso es malo».
En la imagen tenéis a Victoria Beckham con una chaqueta de Balmain que le sienta como un guante.