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Quién fue… Tom Simpson: una muerte sobre la bicicleta

Tom Simpson, posando con el maillot del equipo Peugeot (WIKIPEDIA).

Tom Simpson, posando con el maillot del equipo Peugeot (WIKIPEDIA).

Pues sigue la Vuelta a España y vamos a cerrar esta semana con un ciclista, uno de los que mejor representa la parte más oscura y más sórdida de uno de los deportes más bellos del mundo. Sin ánimo de crear polémica, creo que la historia del protagonista de hoy debe ser conocida por todos los amantes del deporte en general. Más que nada, para que no se vuelva a repetir nunca más. Es la historia de Tom Simpson.

El 30 de noviembre de 1937 nacía en Haswell, Inglaterra, Thomas Simpson, el sexto hijo de un minero, que se llamaba como él, y que había sido atleta semiprofesional. Cuando tenía 12 años, la familia Simpson se mudó a Harworth, y fue allí donde el joven Tom Simpson empezó a tener contactos con la bicicleta. Empezó a trabajar de repartidor en bici de una tienda de ultramarinos y a disputar sus primeras carreras.

Simultaneó sus estudios con la práctica del ciclismo y en 1955 ganó sus primeras carreras. Ese año se puso en contacto con un ciclista profesional llamado George Berger, al que le pidió consejo para iniciar una carrera profesional. Berger le recomendó que empezara practicando ciclismo en pista. Empezó a entrenar en Manchester y en 1956 se proclamó subcampeón nacional de persecución. Estas actuaciones le valieron un puesto en el equipo olímpico británico de ciclismo en pista para los Juegos Olímpicos de Melbourne 1956, donde lograron la medalla de bronce. Al año siguiente, Simpson participó en los Juegos de la Commonwealth, donde logró la plata en la prueba de persecución.

En septiembre del 58, Tom Simpson participó en el Mundial amateur y al año siguiente, se trasladó a Francia con un objetivo: hacerse profesional. Se estableció en Saint-Breiuc, en la Bretaña, donde empezó a  participar en critériums y en clásicas hasta que decidió dar el gran salto y correr el Tour de Francia. En junio de 1959 firmó su primer contrato profesional con el equipo Rapha, por 80 francos al mes.

Durante su primera temporada estuvo corriendo clásicas y carreras menores, acumulando nada menos que 28 victorias. En 1960 debutó en la Milán-San Remo, en la París-Roubaix, en la Flecha Valona y en la Lieja-Bastogne-Lieja, y en mayo logró la victoria en el Tour del Sudeste, su primera victoria profesional. Un mes después, debutaba en el Tour de Francia con 22 años. En aquella época, los corredores corrían representando a sus países, de modo que Simpson lo hizo con los colores de Reino Unido. En su primera actuación, acabó en el puesto 29.

En 1961 corrió la París-Niza y fue líder durante una etapa, y ese mismo año ganó el Tour de Flandes, si bien en el Tour de Francia tuvo que abandonar debido a una lesión. En 1962 lo contrató el equipo Gitane-Leroux-Dunlop. Revalidó su título en Flandes y llegó al Tour como jefe de filas del equipo. En la decimosegunda etapa, en el Tourmalet, un ataque le valió enfundarse el maillot amarillo. Era el primer británico que lo conseguía y tendrían que pasar 32 años (Chris Boardman lo logró en 1994) para que se repitiera esta hazaña. Ese año acabó sexto (ganó Jacques Anquetil).

Asentado como uno de los más destacados ciclistas del panorama internacional, la primera gran victoria de Simpson no llegó hasta 1965, cuando se proclamó campeón del mundo en carretera. Fue el 5 de septiembre de aquel año, en San Sebastián. Se convirtió en el primer británico que logró el maillot arcoiris, algo que no se repetiría hasta 46 años después, cuando Mark Cavendish lo logró.

Simpson empezó a notar los efectos de la famosa maldición del maillot arcoiris cuando, de vacaciones en 1966, se fracturó la tibia en un accidente de esquí. Se recuperó milagrosamente, pero en el Tour sufrió una caída en el descenso del Galibier y tuvo que abandonar. No competiría más ese año.

Recuperado para la temporada de 1967, Simpson se fijó como objetivo ganar el Tour de Francia. Ganó el Giro de Cerdeña y participó por primera vez en la Vuelta a España, donde ganó dos etapas (una de ellas, en San Sebastián, donde dos años antes había conseguido ser campeón del mundo). Y llegó el Tour. Simpson tenía marcadas tres etapas de montaña donde acometería sus intentos de llevarse la general. Una de ellas era la decimotercera, el 13 de julio, en el ascenso al Mont Ventoux.

Monumento en memoria de Tom Simpson en el Mont Ventoux (WIKIPEDIA).

Monumento en memoria de Tom Simpson en el Mont Ventoux (WIKIPEDIA).

En la décima etapa, tras subir al Galibier, Simpson enfermó. Sufrió diarrea y dolores de estómago. Su rendimiento bajó escandalosamente y le recomendaron abandonar. Pero él no quiso. Llegó la etapa del Mont Ventoux, y Simpson, que aún no se había recuperado de sus problemas estomacales, fue visto tomando pastillas con brandy antes del ascenso. El día de la subida al Mont Ventoux, la etapa salió de Marsella con unas temperaturas que superaban los 40º C. En el ascenso, Simpson consiguió ponerse al frente del grupo de los favoritos pero pronto se quedó descolgado. Empezó a zigzaguear y sus mecánicos le pidieron que parara. El ciclista no les hizo caso y continuó. A un kilómetro de la cima, se desplomó. Intentaron que abandonara, pero él se empeñó en seguir. Avanzó 450 metros más y perdio la consciencia, aún agarrado al manillar de su bici. En el Mont Ventoux le hicieron el boca a boca, masaje cardiaco y le pusieron una mascarilla de oxígeno. 40 minutos tras su pérdida de conciencia, fue trasladado en un helicóptero de la Policía al hospital de Aviñón, donde falleció esa misma tarde. En el bolsillo de su maillot se hallaron tres tubos de anfetaminas, dos de ellos vacíos.

La carrera estuvo a punto de suspenderse, pero al día siguiente volvió a salir y los ciclistas decidieron no disputarla y dejar que otro británico ganara la etapa. Fue Barry Hoban quien lo hizo. Al tiempo, la autopsia reveló la existencia de anfetaminas en el organismo de Simpson, y la causa de la muerte fue un fallo cardiaco debido a la deshidratación y al calor, circunstancias agravadas por el uso de las drogas. Su muerte fue la que provocó la llegada de los controles antidoping. Mientras, Tom Simpson fue enterrado en Harworth, ante 5.000 personas.

Al año siguiente, la revista Cycling comenzó una recolecta para instalar un monumento en el lugar donde Simpson murió. Su viuda, Barry Hoban y su manager estuvieron en la inauguración al año siguiente de su muerte. Se trata de una lápida de granito situada donde Simpson se desplomó. Actualmente, es un lugar de peregrinaje para ciclistas y aficionados de todo el mundo, donde depositan flores u objetos como bidones o gorras. Por lo demás, se sigue celebrando en Harworth una carrera anual con su nombre y también tiene un museo en esta localidad.

Os dejo con un documental sobre Tom Simpson (en inglés) con imágenes de lo que ocurrió aquel día:

Buen fin de semana.