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Quién fue… Helene Mayer: la judía que hizo el saludo nazi para proteger a su familia

Helene Mayer, en 1928 (WIKIPEDIA).

Hace un par de domingos os conté la historia de Rudi Ball, y este os traigo otra parecida: la de una deportista judía que fue utilizada por los nazis para blanquear sus Juegos Olímpicos: es Helene Mayer.

Helene Mayer nació el 20 de diciembre de 1910 en Offenbach am Main, Alemania. Su madre era luterana y su padre era un médico judío. Empezó a practicar esgrima muy joven y con 13 años ganó su primer campeonato alemán de florete. Cuando tenía 20 años ya había ganado seis veces el campeonato nacional.

Antes, en 1928, representó a Alemania en los Juegos Olímpicos de Amsterdam, y ganó una medalla de oro, convirtiéndose en una heroína nacional. Desgraciadamente, cuatro años después, en los Juegos de Los Ángeles, no le fue también, afectada por las recientes muertes de su padre y de su novio.

Pero como sabéis, a partir de 1933 las cosas se pusieron feas para los judíos en Alemania: fue expulsada de su club de esgrima y se le retiró la nacionalidad alemana por ser judía. Mayer decidió establecerse en California, donde dio clases de alemán y donde compitió en el equipo de la USC.

En 1936, Alemania organizaba los Juegos Olímpicos, en concreto en Berlín, y los nazis decidieron que tendrían que recurrir a la mejor tiradora alemana, pese a ser judía, y al mismo tiempo mostrar una cara amable ante la prensa internacional. Con el tiempo se supo que Meyer se vio obligada a aceptar para proteger a sus familiares que aún permanecían en Alemania. Joseph Goebbels aleccionó a la prensa para que nadie hiciera preguntas acerca de la etnia de Mayer.

Imagen del podio de florete femenino en los Juegos de Berlín de 1936, con Helene Mayer alzando el brazo (WIKIPEDIA).

La tiradora compitió y en su categoría logró la medalla de plata. Cuando subió al podio a recibirla, Mayer levantó el brazo e hizo el saludo nazi. En su momento, algunos la consideraron una traidora a su raza, pero después, la deportista explicaría que lo hizo para proteger a sus familiares, internados en campos de concentración en Alemania.

Tras los Juegos, Helene Mayer regresó a Estados Unidos y en 1952 retornó a Alemania, donde se casó con un amigo de la infancia. Se establecieron primero en Stuttgart y luego en Heidelberg, pero desgraciadamente, un cáncer de mama acabó con su vida el 10 de octubre de 1953, cuando aún contaba con 42 años.

En 1968, Alemania le dedicó un sello postal y hoy en día está considerada como una de las mejores deportistas de la historia del Olimpismo en Alemania, y también en Estados Unidos se la reconoce: forma parte del Salón de la Fama de la Federación Americana de Esgrima.

Espero que os haya gustado el artículo. Hasta el jueves.

Quién fue… Rudolf Caracciola: el piloto de carreras del Tercer Reich

Caracciola, en 1938 (WIKIPEDIA).

Caracciola, en 1938 (WIKIPEDIA).

Vamos a cerrar la semana con motor, y con motor en blanco y negro. La verdad es que las historias de los deportistas en la época de la Alemania nazi dan bastante juego, así que sin más dilación os paso a hablar de Rudolf Caracciola.

Otto Wilhelm Rudolf Caracciola nació en Remagen, Renania-Palatinado, Alemania, el 30 de enero de 1901. Sus padres regentaban un hotel. La familia procedía de la nobleza italiana, de la zona de Nápoles. En el siglo XVII, durante la Guerra de los Treinta Años, los ancestros del protagonista de hoy emigraron a Alemania.

Desde niño, Rudolf Caracciola se interesó por el motor, y con 14 años empezó a conducir. Antes de tener los 18, se había sacado la licencia. Su padre le exigía que estudiara en la universidad, pero Rudolf no quería. Como el progenitor murió antes de que llegara el momento, nuestro protagonista pudo irse a vivir a Aachen (o Aquisgrán, si lo preferís) para trabajar en la fábrica de automóviles Fafnir.

Compaginó su trabajo con sus primeras carreras. Curiosamente, la primera la ganó en moto. Ganó unas cuantas carreras más hasta que se trasladó, al Este, a Dresden, aún trabajando para Fafnir, esta vez como representante. Ahí siguió compitiendo. En 1923, lo contrató Daimler, y al año siguiente ya estuvo en el GP de Italia, como piloto reserva de Mercedes.

En 1926, Caracciola explotó como piloto. Disputó el GP de Alemania, el primero de todos, en el circuito AVUS de Berlín, al volante de un Mercedes. La lluvia y la niebla era tan densa que ningún piloto sabía en qué posición iba. Caracciola decidió simplemente conducir y acabar la carrera. Para su sorpresa, ganó.

Caracciola y su mujer, en el circuito AVUS de Berlín en 1931 (WIKIPEDIA).

Caracciola y su mujer, en el circuito AVUS de Berlín en 1931 (WIKIPEDIA).

Al año siguiente logró 11 carreras y en 1928, entre otras, ganó de nuevo el GP de Alemania. En 1929, entre otros logros, subió al podio en el primer GP de Mónaco. En 1931, el piloto alemán se fue a Alfa Romeo debido a que Mercedes dejó la competición por la crisis. En la firma milanesa se afianzó como piloto de lo que sería el equivalente actual de la Fórmula 1.

En el GP de Mónaco de 1933, Caracciola tuvo un grave accidente que puso en duda que pudiera seguir compitiendo, con múltiples fracturas y con una pierna más corta que otra, lo que le dejó una permanente cojera. Pero se recuperó milagrosamente tras seis meses de hospitalización. Mientras, en su país el Partido Nazi ascendía al poder. Esta novedad benefició a las firmas alemanas, que volvieron a competir. Así, Caracciola regresó a Mercedes y en 1935 ganó su primer Mundial. En 1937 repitió triunfo. Fue en esta época cuando se ganó el título de ‘Regenmeister’ o ‘Maestro de la Lluvia’, por su dominio de las carreras con meteorología adversa.

En 1938 ganó de nuevo el Mundial y además, consiguió pasar a la historia al batir, con un Mercedes, el récord de velocidad. Compitiendo en la autpista entre Frankfurt y Darmstad, alcanzó una velocidad de 432,7 km/h, al volante de un Mercedes-Benz W125 Rekordwagen. El récord tardó décadas en ser batido, aunque sigue siendo la velocidad más alta jamás alcanzada en una carretera pública.

La II Guerra Mundial supuso que la competición se parara. Al acabar el conflicto, Caracciola siguió compitiendo en exhibiciones y en 1952 regresó a la competición, pero un accidente supuso su retirada. Ejerció como vendedor del grupo Daimler-Benz, aunque pronto empezó a mostrar síntomas de ictericia y luego, de cirrosis. El 28 de septiembre de 1959, Rudolf Caracciola sufrió un fallo hepático y murió. Tenía 58 años.

Como a muchos deportistas alemanes de su época, a Caracciola se le reprochó su relación con los nazis. En su contra hay que decir que ejerció de chófer de lujo para Hitler para mostrarle una de las novedades de Mercedes, o que estuviera afiliado al NSKK, una organización nazi paramilitar dedicada al mundo del motor. En su descargo, decir que para competir la afiliación al NSKK era obligatoria, que nunca usó su fama para darle propaganda a los nazis y que ni siquiera llegó a tener palabras elogiosas para Hitler.

Os dejo con un fascinante vídeo de Caracciola batiendo el récord del mundo de velocidad al volante de un Mercedes en 1938:

Buen fin de semana. Que se presenta movidito, por cierto.