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Quién fue… Gigi Meroni (por Rubén Baños)

De nuevo nuestro corresponsal en Italia, Rubén Bagni, nos manda una maravillosa historia del calcio del país transalpino, tan bien escrita como siempre. Espero que os guste. A mí me ha molado mucho. Os dejo la historia de Gigi Meroni.

Os tengo que confesar que a pesar de los posts sobre la Sampdoria, o el del jugador del Napoli Salvatore Bagni, mi equipo es el Torino Calcio, la squadra que tiene todo el sabor de la épica, el mito y los eternos perdedores en Italia. Y hoy os voy a hablar de una de sus leyendas más locales y desconocidas fuera de lo stivale. Gigi Meroni, la farfalla granata.

1963, Turín, norte de Italia. Una ciudad elitista de retrogusto aristócrata. La ciudad de la Sindone y la Fiat. Precisamente el equipo de esta empresa es el que ha eliminado de la memoria de muchos al gran Torino Calcio. La Juventus, controlada por quien mueve el dinero e influencias en la ciudad, y con el apoyo de toda la masa social obrera asociada a la Fiat, es casi el único equipo de Turín. Las gestas del primer balón de oro del calcio Omar Sivori, y las ligas 57/58, 59/69 y 60/61 tienen gran culpa de ello, influencias a parte.

Con este panorama, los aficionados granata no pueden tener la moral más baja. Hace ya casi 15 años del incidente de Superga (donde falleció toda la plantilla del Grande Toro), y el equipo no ha conseguido rehacerse. Incluso ha pasado un año en el infierno 59/60. Y en estas condiciones desde el Genoa llega un tímido chico de 20 años con melena y patillas a la ciudad.

Gigi se adapta perfectamente al equipo. No es un gran goleador, pero juega con fantasía, se echa el equipo a la espalda y lo hace funcionar, es elegante como una mariposa (la farfalla granata). El equipo recupera la moral y termina el año en 3ª posición y cayendo en la semifinal de la Recopa con el Bayern Munich en el partido de desempate.

En los cuatro años de Meroni en el Toro marca 22 goles y disputa 103 partidos. Pero sobre todo, el equipo ha empezado a jugar con fantasía. Esto trae gente a su estadio, dinero a sus arcas, y futbolistas dispuestos a formar parte del nuevo «Grande Torino».

La popularidad de Meroni es tal que en 1967 una manifestación de tiffosi granata obliga al club a romper un contrato ya firmado con la Juventus por la nada despreciable cantidad (para la época) de 750 millones de liras (unos 65 millones de pesetas).

Y es que, a parte de un jugador de fantasía y el líder del equipo, Gigi Meroni es todo un personaje en Torino. Amante de los Beatles y el jazz, lee, escribe poesía y pinta cuadros. Además, suele disfrazarse de periodista para abordar a la gente por la calle con la pregunta: «¿Qué piensa usted de Gigi Meroni?»

Popularísima fue en el papel couché de la época su relación con Cristiana la bella tra le belle Understadt. La riquísima familia de Cristina había prohibido la relación de su hija con el futbolista, y decidió que para sus intereses debía esposar a otro hombre; pero Gigi se presentó durante la ceremonia, evitó la boda y se marchó con la chica hacia Torino.

En la selección, en cambio, tuvo algunos problemas. El seleccionador Edmondo Fabbri le impone cortarse el pelo y afeitarse si quiere ser convocado. Pero el entrenador azzurro no tiene más remedio que aceptarlo con la melenita y patillas, y lo convoca para el desastroso, para Italia, Mundial del 66, y aunque no jugó contra Corea del Norte en la más importante derrota italiana, fue a él a quien consideraron máximo responsable del desastre de la azzurra. Para la conservadora sociedad italiana Gigi estaba demasiado adelantado a su tiempo y había que machacarlo. Solo contabilizó 6 convocatorias con la azzurra en toda su carrera.

Pero es por todo esto que la afición del Torino lo ama, y les ayuda a sentirse grandes. De hecho en la 67/68 toda Italia les considera favoritos para hacerse con el scudetto gracias a Meroni y el goleador Prati. Pero no cuentan con un imprevisto.

Tras el partido con la Sampdoria del 15 de octubre de 1967 (ganado por 4-2), su compañero de equipo Polletti lo convence para saltarse la concentración post-partido e ir a tomar algo a su bar preferido. Atravesando el Corso Re Umberto ambos jugadores se paran en medio de la carretera debido al intenso tráfico y… ¡bam! Una Fiat 124 Coupé que circulaba en sentido contrario le rompe la pierna izquierda y lo manda varios metros hacia atrás, no dando tiempo a reaccionar a un Lancia Appia que le pasa por encima a más de 70 km/h.

Meroni murió apenas llegado al Hospital Mauriziano, seguramente en parte debido al gran embotellamiento que se producía tras los partidos del Toro (Turín, un hombre, un coche, un Fiat) que dejó a la ambulancia que lo transportaba encerrada en el tráfico, hasta que un peatón de nombre Giuseppe Messina se ofreció para llevarlo en brazos hasta el hospital. Para añadir más dramatismo a la escena, el conductor del Fiat 124 era Attilio Romero, socio del Torino Calcio y gran fan de Meroni, que incluso se había dejado crecer el pelo y las patillas como su ídolo. Gigi Meroni tenía solo 24 años.

Ese año el Toro sacó todo su orgullo, y aún terminando la liga en una modesta 7ª posición, consiguió ganar la Copa de Italia. Por desgracia tras esa temporada el equipo necesitaría otros 10 años para reconstruirse y volver a ser competitivo.

P.D: Para enrrevesar aún más esta historia, os diré que Attilio Romero, el fan que atropelló a Meroni llegaría a ser el presidente del Torino en el 2000; y en 2005 conseguría otro gran hito para la historia del Toro… llevar el club a su récord de temporadas seguidas en serie B, la bancarrota y la pérdida de la clásica denominación Torino calcio por Torino Football Club. Todo un talismán mister Attilio…

Os dije que era buenísima. Grazie, Rubén.