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Quién fue… Saturnino Navazo y cómo el fútbol lo salvó del infierno de Mauthausen

Saturnino Navazo (YOUTUBE).

Saturnino Navazo (YOUTUBE).

Tenía ganas de escribir este artículo. No soy el primero en hablar de este personaje. De hecho, conocí su historia hace un año. Pero quiero traerla al blog. Es la historia de Saturnino Navazo.

Saturnino Navazo nació en Hinojar del Rey, provincia de Burgos, en 1914. A los siete años se trasladó con su familia a Madrid, donde se hizo futbolista. Empieza a jugar en el Deportivo Nacional de la capital. Tras destacarse como goleador en Tercera y jugar un par de años en Segunda, estaba a punto de fichar por el Betis, en Primera, cuando estalló la Guerra Civil. Combatió en el bando republicano y al final del conflicto se refugió en Toulouse, con tan mala suerte que en 1940 los nazis le hicieron prisionero y lo mandaron al campo de concentración de Mauthausen.

Convertido en el preso 5.656, ser futbolista le salvó la vida a Navazo. A los guardas nazis les gustaba el fútbol y cuando vieron las dotes del burgalés le hicieron responsable de 200 presos españoles, la dieron un puesto en las cocinas y lo pusieron a organizar partidos. Esta situación dentro del campo le dio a Navazo la oportunidad de sobrevivir y la de ayudar a muchos españoles.

Pero fue un niño el que más ayuda recibió de Saturnino. Siegfreid Meir era un niño judío, de Frankfurt, que llegó a Auschwitz con sus padres en 1940, con ocho años. Sus progenitores murieron y fue trasladado después a Mauthausen. Un guarda llamado Bachmayer se apiadó de él por ser rubio y de ojos azules y lo puso a cargo de Saturnino. Desde entonces, fueron inseparables. Siegfried ayudaba en todo a Saturnino, que por su parte, se hizo cargo del pequeño.

El 5 de mayo de 1945, los americanos llegan a Mauthausen y lo liberan. Saturnino decide seguir haciéndose cargo del niño. Le alecciona, le dice que desde ese momento es madrileño, se llama Luis Navazo y es su hijo. Los estadounidenses aceptan la historia. Los Navazo regresan a Francia, en concreto a una localidad llamada Revel, donde Saturnino se establece. El burgalés se casa y tiene cuatro hijos. Mientras, Siegfreid empieza una nueva vida que le lleva a dedicarse a la canción y a vivir a Ibiza. Muchos años después, Saturnino Navazo llegó a visitar unas cuantas veces a su ‘hijo’ a la isla.

Saturnino Navazo murió el 27 de noviembre de 1986. A Siegfreid Meir se le murió un padre. Hoy, conocemos la historia de ambos gracias al libro Los últimos españoles de Mauthausen, de Carlos Hernández (Ediciones B). Siegfreid Meir sigue viviendo en Ibiza.

Os dejo con el maravilloso reportaje de ‘Informe Robinson’ sobre Navazo:

Buen fin de semana.