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Quién fue… Jeff Hall: el futbolista cuya muerte fue la mejor campaña por las vacunas

Hall, con la camiseta de Inglaterra y la gorra de internacional (WIKIPEDIA).

De un tiempo a esta parte, existe un debate en algunos países acerca de las vacunas. Los movimientos antivacuna ponen en duda la eficiencia de este método, lo relacionan con efectos secundarios nocivos y hacen campaña contra ellos. Estos ignorantes no sólo ponen en peligro sus vidas o las de sus hijos, sino que le dan alas a enfermedades ya erradicadas. Hoy voy a hablaros de un deportista cuya muerte sirvió precisamente para lo contrario: para concienciar de lo fundamental que es vacunarse. Es la historia de Jeff Hall.

Jeffrey James Hall nació el 7 de septiembre de 1929 en Scunthorpe, Lincolnshire, Inglaterra. Tras acabar sus estudios en 1945, jugó en varios equipos amateurs, hasta que en 1950, cuando jugaba de interior derecho en el equipo de los Royal Electrical and Mechanical Engineers mientras hacía el servicio militar, un ojeador del Birmingham City se fijó en él. En 1950 firmó su primer contrato profesional.

En el Birmingham fue reconvertido a lateral derecho, y debutó con el primer equipo en 1951, aunque estuvo alternando presencias en el equipo de reservas y el ‘A’ hasta 1953. En 1955 ascendió a primera división y en 1956 jugó como titular la final de la FA Cup, que perdieron ante el Manchester City por 3-1.

Esa temporada fue convocado por primera vez con la selección inglesa, en un partido en Dinamarca. Los siguientes 16 partidos de los tres leones los disputó íntegros.

Pero el 23 de marzo de 1959, empezó a sentirse enfermo y fue hospitalizado. Se le diagnosticó poliomielitis. En tan sólo 12 días perdió el habla y quedó paralizado. Murió el 4 de abril de aquel año, con tan sólo 29 años.

En aquella época ya existía la vacuna de la polio. Se suministraba en tres veces, a los niños, desde 1956. Aproximadamente, sólo la mitad de los niños se la ponían. Algunos casos de vacunas defectuosas en Estados Unidos, que provocaron polio en vez de combatirla, ayudaron a que las vacuna no tuviera muy buena imagen.

El primero en darse cuenta de que la muerte de Hall podría no ser en vano fue el sacerdote que ofició su funeral. Respondía al nombre de H. B. Marlow, y dijo «es posible que su muerte salve muchas vidas». Marlow quizá sabía que desde que se hizo público el diagnóstico de Hall, el Departamento de Salud de West Bromwich, muy cerca de Birmingham, recibió numerosas llamadas de gente interesada en la vacuna.

Tras la muerte de Hall, el interés por la vacuna se multiplicó. Empezaron a formarse colas en los centros sanitarios de toda Inglaterra. En Birmingham, las empresas más grandes vacunaron a sus trabajadores. Incluso en las salas de fiesta se ofrecía la posibilidad de vacunarse. El ministro de Sanidad, Derek Walter-Smith, remitió una carta a todos los clubes del país: «La muerte de Hall nos hace pensar de repente y con pena que la polio puede golpear incluso a los más sanos de entre nosotros. Incluso cuando no es fatal, puede dejar incapacitado de por vida. Así, hago un llamamiento a todos los menores de 26 años, con firmeza y sinceridad, para que se aseguren de obtener su vacuna contra la polio. No se demoren. Háganlo pronto».

El 16 de abril de 1959, las autoridades sanitarias británicas empezaron a reportar falta de vacunas. El 20 de abril, algunas clínicas de Birmingham cerraron. El 22, ocurrió lo mismo en Manchester. Hubo que importarlas desde Estados Unidos.

Por si fuera poco, la viuda de Jeff Hall, Dawn, inició una campaña de concienciación. Acudió a televisión para contar la historia de Jeff y convencer a la gente de que no debían pasar por la misma experiencia. Llegó a grabar un disco, traducido a varios idiomas y difundido por todo el mundo, con su mensaje pro-vacunación. Dawn Hall dedicó toda su vida a este asunto y tras su muerte, a los 79 años, fue galardonada con la Medalla del Imperio Británico a título póstumo por su labor contra la polio.

Para que os hagáis una idea, en febrero de 1959 se habían suministrado 500.000 dosis de vacuna contra la polio en Reino Unido. En diciembre, ya eran 2,5 millones de dosis. Si en 1958 sólo el 5% de las personas de 20 años o más y el 3% de las personas de 30 años o más se habían vacunado, en 1961 los porcentajes eran del 63 y del 53%, respectivamente. En 1955 hubo 3.712 casos de poliomielitis en Inglaterra y Gales. En 1960 sólo hubo 257. En 1963, sólo 39. El reverendo Marlow tenía razón: la muerte de Jeff Hall no había sido en vano.

Hasta el miércoles.