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Quién fue… Terry Fox: recorrió 5.400 km con una sola pierna para luchar contra el cáncer… y recaudó millones

Fox, corriendo por Toronto en 1980 (WIKIPEDIA).

Hace bastante tiempo que no os traigo una historia de domingo tan inspiradora como la de hoy. Vamos a conocer más de cerca a Terry Fox.

Terrance Stanley Fox nació el 28 de julio de 1958 en Winnipeg, Manitoba, Canadá. De niño practicó fútbol, rugby y béisbol, aunque su pasión era el baloncesto. Pese a su estatura y a que el entrenador del equipo le intentaba disuadir, Terry era muy cabezota y no paró hasta hacerse con un hueco en el equipo.

El 2 de noviembre de 1976, Terry sufrió un accidente de coche en el que sufrió una herida leve en la rodilla derecha. Pese a la levedad de la herida, sufría dolores constantes hasta que en marzo del 77, acudió a un médico. Tras diversas pruebas, le diagnosticaron un osteosarcoma, un tipo de cáncer de huesos que suele manifestarse en las rodillas en primera instancia. Pese a que Terry pensaba que el accidente había sido clave para el desarrollo de la enfermedad, los médicos le contaron que no había relación. Sólo casualidad. Le dieron también la mala noticia de que iban a amputarle la pierna y a someterle a sesiones de quimioterapia. Y no sólo eso: tenía un 50% de posibilidades de sobrevivir.

Tres semanas después de la amputación, Terry Fox ya caminaba con la ayuda de una pierna ortopédica. El joven quedó muy impresionado cuando supo que en solo dos años, la tasa de supervivencia del osteosarcoma había pasado del 15% al 50% gracias a los avances en investigación. Tras 16 duros meses de quimio, Fox decidió luchar por la investigación contra el cáncer.

Inspirado en la historia de Dick Traum, el primer amputado que completó la maratón de Nueva York, empezó a entrenar. Le dijo a su familia que quería correr una maratón, pero su propósito era más ambicioso: recorrer Canadá de punta a punta para recaudar fondos contra la enfermedad, la ‘Maratón de la Esperanza’.

Pese a los dolores que le causaba correr, Terry Fox completó su primera carrera en septiembre de 1979, con una longitud de 27 km. Tras ella, reveló sus planes a su familia, que se mostraron en contra. Terry planeó recaudar 24 millones de dólares: un dólar por cada canadiense.

Empezó a buscar patrocinadores, como la Canadian Cancer Society. Además, Ford le donó una furgoneta, Imperial Oil el combustible para hacerla andar y Adidas unas zapatillas.

Así, el 12 de abril de 1980, Terry Fox inició ‘La Maratón de la Esperanza’. Empezó cerca de St. Johns, Newfoundland, en la orilla del mar. Llenó dos botellas de agua del Atlántico, una como recuerdo y la otra para derramarla en el Pacífico, adonde tenía previsto llegar. El mal tiempo y la escasa atención fueron la tónica de sus primeros días, hasta que en un pueblo llamado Port Aux Basques recibió una donación de 10.000 dólares.

El 22 de junio, Terry llegó a Montréal, aproximadamente un tercio de su trayecto, con 200.000 dólares recaudados. Fue entonces cuando Isadore Sharp, un magnate hotelero canadiense que había perdido a un hijo a causa del cáncer, conoció la historia de Terry Fox y decidió aportar dos dólares por cada milla que recorriera, y además convenció a otras 1.000 empresas de todos los tamaños a que hicieran lo mismo.

Cuando llegó a Ottawa, capital del país, fue recibido por Pierre Trudeau, presidente de Canadá (y padre del actual) y participó en diversos homenajes. Días después, fue recibido por 10.000 personas en Toronto. En un sólo día en esta ciudad recaudó 100.000 dólares. La estrella del hockey Bobby Orr le entregó un cheque de 25.000 dólares.

Mientras proseguía su carrera, Terry sufría numerosos problemas de salud: tendinitis, inflamaciones e incluso quistes. Pero él rechazaba la atención médica y sólo quería continuar. El 1 de septiembre, en Thunder Bay (Ontario), un fuerte dolor de pecho le hizo detenerse. Fue hospitalizado. El cáncer había vuelto y se le había extendido a los pulmones. Acababa su aventura, tras 5.373 kilómetros y haber recaudado 1,7 millones de dólares.

Una semana después del final de su carrera, la televisión canadiense organizó un telemaratón en el que se recaudaron 10,5 millones de dólares. La cuenta siguió abierta y en abril de 1981 se habían recaudado ya 23 millones.

Terry Fox, mientras, recibía miles de cartas de apoyo. Fue nombrado miembro de la Orden de Canadá y fue ingresado en el Salón de la Fama del Deporte Canadiense. Por desgracia, el cáncer seguía imparable y su salud se fue deteriorando. El papa Juan Pablo II envió un telegrama en el que mostraba su apoyo y expresaba que rezaba por la salud de Terry. El 19 de junio de 1981, el atleta fue ingresado en el Royal Columbian Hospital de New Westminster, con neumonía provocada por el cáncer. Entró en coma y murió, rodeado por su familia, a las 4:35 de la madrugada del 28 de junio. Tenía 22 años.

Al día siguiente, el Gobierno ordenó que todas las banderas ondearan a media asta. Su funeral fue retransmitido en televisión para todo el país. Había nacido una leyenda.

Con su nombre fueron bautizados colegios, institutos, edificios, barcos, parques, calles, avenidas e instalaciones deportivas de todo el país. Se erigieron varias estatus en su honor y lo más importante: cada año se celebran en todo el mundo carreras con su nombre para recaudar dinero contra el cáncer. Se calcula que en 2018 se habían recaudado ya unos 750 millones de dólares. Desde su muerte, la ratio de supervivencia de un osteosarcoma ha aumentado hasta el 70% gracias a la investigación.

Hay un libro y un par de películas inspiradas en la vida de Terry Fox, uno de esos nombres que conviene no olvidar.

Nos vemos el jueves.