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Quién fue… Tofik Bakhramov, el juez de línea más famoso de la historia

Si alguna vez vais a Bakú, capital de la antigua república soviética de Azerbaiyán, quizá os acerquéis al estadio en el que juega sus partidos la selección nacional y el FK Bakú, el Tofik Bakhramov Stadium, con capacidad para casi 30.000 personas. Este estadio tiene algunas curiosidades, como que fue construido por prisioneros de guerra alemanes tras la II Guerra Mundial o que tiene forma de C (la ‘S’ en alfabeto cirílico) en honor a Stalin. Pero la principal curiosidad es que toma su nombre de un personaje destacado del fútbol de aquel país. Y no es futbolista ni entrenador, ni siquiera presidente. Es uno de los pocos estadios del mundo que debe su nombre a un árbitro. Pero conozcamos mejor su historia.

Nacido en 1925, Tofik Bakhramovich Bakhramov era un joven futbolista soviético al que una lesión le obligó a colgar las botas y que decidió dedicarse al arbitraje. En 1964, alcanzó la internacionalidad como trencilla.

Pero vayamos al grano. En 1966 se celebraba Mundial de la FIFA en Inglaterra. A la final, disputada el 30 de julio en Wembley, Londres, llegaron el equipo anfitrión y la República Federal de Alemania. El trío arbitral designado para impartir justicia estaba formado por el suizo Gottfried Dienst como árbitro principal (en la foto, el del centro) y el checoslovaco Karol Galba (izquierda) y el soviético Bakhramov como líneas. El partido llegó a los 90 minutos reglamentarios con empate a dos goles. Geoff Hurst y Martin Peters habían marcado por los ingleses y Helmut Haller y Wolfgang Weber por los teutones.

Todo iba más o menos bien hasta que en el minuto 101, es decir, tras 11 minutos del primer tiempo de la prórroga, Geoff Hurst lanzó un disparo que golpeó el larguero del meta alemán Hans Tilkowski y botó. Los jugadores ingleses pidieron gol. Los alemanes rodearon al árbitro Dienst negándolo. El suizo se acercó al línea de aquella banda, el soviético Tofik Bakhramov. Todo el campo entendió lo que el juez de línea decía. Con ostensibles gestos de cabeza, Bakhramov asentía: había sido gol. Los alemanes estallaban en ira y los ingleses de júbilo. En el último minuto de la prórroga, de nuevo Hurst hacía el 4-2. Acababa el partido y la selección inglesa se quedaba con la copa Jules Rimet.tofik

Bakhramov entraba así en la historia. En Inglaterra se le bautizó como The Russian Linesman y ambos países se dividieron. Todo el mundo en Reino Unido pensaba que había sido gol, mientras que en Alemania todo el mundo daba por hecho que no. Tened en cuenta que esto ocurrió hace 47 años y en aquella época no había ni tantas cámaras, ni tantas tomas, ni tanta tecnología como ahora. Bien es cierto que parecía que no había entrado, pero sin una toma concreta, era difícil afirmarlo. Los alemanes aseguraban que había dos pruebas para no conceder el gol: una, que saltó cal en el bote del balón, señal inequívoca de que la bola había botado sobre la línea. La otra, que el balón, tras el bote, salió fuera. Decían que si hubiera botado dentro, el balón se hubiera movido hacia la red.

La polémica duró 30 años, ya que en 1996, un estudio de la Universidad de Oxford determinó que el balón había botado 6 centímetros delante de la línea de gol. A esta revelación se sumaron muchos temas, como por ejemplo, el insistente rumor de que tras el partido, la Reina Isabel II le regaló a Bakhramov un silbato de oro por sus servicios. Y la cosa tomó tintes míticos cuando empezó a circular la historia de que en octubre de 1993, estando Bakhramov en su lecho de muerte, fue preguntado cómo pudo saber si el balón había traspasado o no la línea de gol. Al parecer, el ex colegiado respondió: «Stalingrado», en referencia a la batalla en la que 1,1 millones de soviéticos perdieron la vida… ante los alemanes. No obstante, lo que sí es cierto es que Bakhramov escribió unas memorias en las que afirmó que según él, el balón no botó en el larguero, sino en la parte superior de la red (algo difícil de creer), por lo que el bote era ya irrelevante.Tofik_Bahramov_stamp

Todo este chorreo (yo, de ser alemán, estaría mosqueado), siguió cuando en la fase clasificatoria para el Mundial de 2006, Inglaterra y Azerbaiyán cayeron en el mismo grupo. Antes de ese partido, Geoff Hurst, Michel Platini (como presidente de la UEFA) y Sepp Blatter (como presidente de la FIFA), desvelaron una estatua de Bakhramov frente al estadio que lleva su nombre. El hijo de Bakhramov, además, recibió a decenas de hinchas ingleses, todos en amor y compaña, sin ningún tipo de disimulo. Y es que en el lejano país ex soviético, Bakhramov, que fue directivo de la federación de fútbol azerbaiyana antes de morir, es toda una institución. Tuvo hasta un sello dedicado en su honor.

Toda esta historia parecía zanjada, pero no tuvo su colofón, su guinda, su fanfarria final, hasta el 27 de junio de 2010. Se enfrentaban en el estadio Free State de Bloemfontein, Sudáfrica, las selecciones de Inglaterra y Alemania, en partido de octavos del pasado Mundial. Alemania ganaba por 2-1. En el minuto 38, un tirazo del inglés Frankie Lampard golpeaba el larguero y botaba claramente dentro. El árbitro uruguayo Jorge Larrionda no dio gol y, de alguna manera, se equiparaba la justicia o mejor dicho, la injusticia, en la historia mundialista de dos de los grandes: Inglaterra y Alemania.

Os dejo unas imágenes de este mítico momento:

Que paséis un buen fin de semana.