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Luis Moya: "Cuando dije 'Trata de arrancarlo' sabía que era imposible"

El expioloto Luis Moya, en una imagen actual (cedida).

El expiloto Luis Moya, en una imagen actual (cedida).

Hace siete años le dediqué un artículo al protagonista de hoy. No suelo reeditar artículos, pero creo que en esta ocasión merece la pena, porque el artículo de hoy es en realidad una entrevista a uno de los deportistas más conocidos de los 90 en nuestro país, cuya fama en realidad trascendió el deporte. Es Luis Moya.

En 2009 estaba usted en la directiva de la Federación Española de Automovilismo. ¿A qué se dedica ahora?

Dejé la Federación en 2012. Ahora soy embajador de Volkswagen en el Mundial de rallies. Hace un tiempo nos llamaron a mí y a Carlos Sainz para desarrollar el modelo de competición del Polo y después me ficharon como embajador de la marca. Asisto a las 14 carreras del Mundial y estoy acompañando a la prensa, ofreciéndoles formación, etcétera. Además, trabajo para Volkswagen España, en el proyecto VW Driving Experience, recorriendo los diferentes circuitos de España (Jarama, Montmeló, Cheste…), soy imagen de Coyote, un avisaror de radares legal y también participo con Castrol en unos vídeos formativos con consejos sobre conducción.

Cuando usted y Carlos Sainz estaban en activo, los rallies ocupaban mucho espacio en informativos o programas deportivos. Ahora ya apenas si se ve rastro de esta modalidad deportiva. ¿Cuál cree que es el motivo?

En nuestra época, España no triunfaba en el deporte. La selección de fútbol no ganaba títulos, ni la de baloncesto, ni la de balonmano, no había un Alonso, un Nadal, un Gasol… Por eso, cuando ganábamos éramos portada no sólo de los diarios deportivos, sino de los nacionales. Ahora hay menos espacio para nuestro deporte. Aparte de Dani Sordo, además, no tenemos un piloto gordo, no tenemos ganadores. Al no tenerlos no hay patrocinadores… es la pescadilla que se muerde la cola.

Nombra a Fernando Alonso. La Fórmula 1 ocupa ahora un espacio muy importante en los gustos deportivos de los españoles y en ella está el hijo su amigo Carlos Sainz. ¿Cómo ve su carrera? ¿Por qué prefirió la F1 siendo su padre campeón del mundo de rallies?

Carlos, al que conozco desde que nació, lo tenía claro desde pequeñito. A él le gustaban los circuitos. Le gusta mucho el rally, pero desde siempre le gustó más la Fórmula 1. Carlos es buenísimo. Es una gran persona, tiene buena imagen… y me gusta de él que no busca disculpas nunca cuando algo sale mal y es por su culpa. Lo tenemos que creer porque siempre es muy claro. Acaba de renovar con Toro Rosso y es una buena noticia. La Fórmula 1 es un campeonato de ingenieros, pero creo que con el coche adecuado, Carlos puede ser campeón del mundo.

Luis Moya fue, junto a Carlos Sainz, campeón del mundo de rallies en dos ocasiones (cedida).

Luis Moya fue, junto a Carlos Sainz, campeón del mundo de rallies en dos ocasiones (cedida).

Muchos creen que, en el mundo del motor, las motos están adelantando a los coches en cuanto a interés del público…

Están haciendo las cosas muy bien. Y tenemos muchos pilotos. Pero son ciclos. Ahora viene uno buenísimo para los rallies. Toyota vuelve, Citroën vuelve… hay 14 carreras, países como  Nueva Zelanda, Chile, Turquía o India quieren su carrera… Lo que pasa es que en los rallies es complicado. Para jugar al fútbol solo necesitas unas botas y un balón. Para competir en rallies necesitas comprar un coche, mantenerlo, viajar… todo eso es caro. Hasta en categoría amateur hace falta dinero. Pero hay que tener paciencia. Yo tengo el ‘feeling’ de que vamos un poquito mejor.

El pasado mes de febrero se produjeron graves accidentes en dos rallies populares en Cantabria y en Baleares. Hace un año fallecieron varias personas en otro rally en A Coruña… ¿Qué está ocurriendo?

No se puede fallar en seguridad. Hay que poner más énfasis, no más dinero. Si pasa el jefe de seguridad de una carrera y no se puede garantizar la misma, se anula el tramo y se acabó. Hay que tomar decisiones y no tener miedo a anular pruebas o tramos.

Si por algo es recordado Luis Moya es por sus frases y sobre todo, por aquella de ‘Trata de arrancarlo, Carlos’…

Aquello ocurrió en noviembre de 1998 y no hay semana en la que no me lo recuerden. Pero yo mismo utilizo aquella anécdota cuando doy conferencias. Había un agujero en el motor. Sabía que era imposible arrancar, pero hay que intentarlo, siempre. Quisimos llegar al final, es la parte positiva de todo aquello.

Usted y Sainz, por esa y otras anécdotas, se ganaron la fama de gafes…

Carlos es un deportista afortunado. Empezó a competir a los 16 años, fue campeón del mundo, tuvo una carrera de 40 años… es una carrera afortunada.

En la actualidad, además, está aprendiendo idiomas.

Sí. Hablo inglés, francés e italiano. Ahora estoy aprendiendo alemán en la academia Berlitz en Barcelona para hablar en los rallies a los que asisto con Volkswagen. Estoy muy agradecido. Tengo una vida muy cómoda, mis hijos estudian en universidades privadas y todo gracias a los rallies. A cambio, a mis 55 años, les devuelvo algo aprendiendo alemán. Es importante el estudio de los idiomas. Si mis padres no me hubieran enviado a los 13 años a estudiar a Inglaterra nunca habría formado equipo con Carlos Sainz.

Quién fue… Rudolf Caracciola: el piloto de carreras del Tercer Reich

Caracciola, en 1938 (WIKIPEDIA).

Caracciola, en 1938 (WIKIPEDIA).

Vamos a cerrar la semana con motor, y con motor en blanco y negro. La verdad es que las historias de los deportistas en la época de la Alemania nazi dan bastante juego, así que sin más dilación os paso a hablar de Rudolf Caracciola.

Otto Wilhelm Rudolf Caracciola nació en Remagen, Renania-Palatinado, Alemania, el 30 de enero de 1901. Sus padres regentaban un hotel. La familia procedía de la nobleza italiana, de la zona de Nápoles. En el siglo XVII, durante la Guerra de los Treinta Años, los ancestros del protagonista de hoy emigraron a Alemania.

Desde niño, Rudolf Caracciola se interesó por el motor, y con 14 años empezó a conducir. Antes de tener los 18, se había sacado la licencia. Su padre le exigía que estudiara en la universidad, pero Rudolf no quería. Como el progenitor murió antes de que llegara el momento, nuestro protagonista pudo irse a vivir a Aachen (o Aquisgrán, si lo preferís) para trabajar en la fábrica de automóviles Fafnir.

Compaginó su trabajo con sus primeras carreras. Curiosamente, la primera la ganó en moto. Ganó unas cuantas carreras más hasta que se trasladó, al Este, a Dresden, aún trabajando para Fafnir, esta vez como representante. Ahí siguió compitiendo. En 1923, lo contrató Daimler, y al año siguiente ya estuvo en el GP de Italia, como piloto reserva de Mercedes.

En 1926, Caracciola explotó como piloto. Disputó el GP de Alemania, el primero de todos, en el circuito AVUS de Berlín, al volante de un Mercedes. La lluvia y la niebla era tan densa que ningún piloto sabía en qué posición iba. Caracciola decidió simplemente conducir y acabar la carrera. Para su sorpresa, ganó.

Caracciola y su mujer, en el circuito AVUS de Berlín en 1931 (WIKIPEDIA).

Caracciola y su mujer, en el circuito AVUS de Berlín en 1931 (WIKIPEDIA).

Al año siguiente logró 11 carreras y en 1928, entre otras, ganó de nuevo el GP de Alemania. En 1929, entre otros logros, subió al podio en el primer GP de Mónaco. En 1931, el piloto alemán se fue a Alfa Romeo debido a que Mercedes dejó la competición por la crisis. En la firma milanesa se afianzó como piloto de lo que sería el equivalente actual de la Fórmula 1.

En el GP de Mónaco de 1933, Caracciola tuvo un grave accidente que puso en duda que pudiera seguir compitiendo, con múltiples fracturas y con una pierna más corta que otra, lo que le dejó una permanente cojera. Pero se recuperó milagrosamente tras seis meses de hospitalización. Mientras, en su país el Partido Nazi ascendía al poder. Esta novedad benefició a las firmas alemanas, que volvieron a competir. Así, Caracciola regresó a Mercedes y en 1935 ganó su primer Mundial. En 1937 repitió triunfo. Fue en esta época cuando se ganó el título de ‘Regenmeister’ o ‘Maestro de la Lluvia’, por su dominio de las carreras con meteorología adversa.

En 1938 ganó de nuevo el Mundial y además, consiguió pasar a la historia al batir, con un Mercedes, el récord de velocidad. Compitiendo en la autpista entre Frankfurt y Darmstad, alcanzó una velocidad de 432,7 km/h, al volante de un Mercedes-Benz W125 Rekordwagen. El récord tardó décadas en ser batido, aunque sigue siendo la velocidad más alta jamás alcanzada en una carretera pública.

La II Guerra Mundial supuso que la competición se parara. Al acabar el conflicto, Caracciola siguió compitiendo en exhibiciones y en 1952 regresó a la competición, pero un accidente supuso su retirada. Ejerció como vendedor del grupo Daimler-Benz, aunque pronto empezó a mostrar síntomas de ictericia y luego, de cirrosis. El 28 de septiembre de 1959, Rudolf Caracciola sufrió un fallo hepático y murió. Tenía 58 años.

Como a muchos deportistas alemanes de su época, a Caracciola se le reprochó su relación con los nazis. En su contra hay que decir que ejerció de chófer de lujo para Hitler para mostrarle una de las novedades de Mercedes, o que estuviera afiliado al NSKK, una organización nazi paramilitar dedicada al mundo del motor. En su descargo, decir que para competir la afiliación al NSKK era obligatoria, que nunca usó su fama para darle propaganda a los nazis y que ni siquiera llegó a tener palabras elogiosas para Hitler.

Os dejo con un fascinante vídeo de Caracciola batiendo el récord del mundo de velocidad al volante de un Mercedes en 1938:

Buen fin de semana. Que se presenta movidito, por cierto.