Qué fue de… Campanal II (por Bayer-74)

El lector Bayer-74 me ha enviado un artículo. Al ser un personaje, no lo neguemos, viejuno (con todo el cariño), lo he decidido incluir en la sección Quién Fue (y así mato dos pájaros de un tiro, para que luego beckenbauer me critique y diga que me toco los huevos, jejejeje). Os lo pongo tal cual, sin tocar. Saludos.

Marcelino Vaquero González del Río (Gijón 13/02/1931), conocido como Campanal II en honor a su tío que le llevó desde su Asturias natal hasta Sevilla para buscarle un porvenir como futbolista. En la capital andaluza triunfó en la década de los 50 y los 60 esquivando las tentaciones de la animada vida social sevillana de la época.

¿Quién fue?: Defensa central insuperable por alto y de potente tiro con la izquierda, jugó 16 temporadas en el Sevilla y 11 partidos con la Selección española, de la que llegó a ser capitán con sólo 23 años. En 1954, además, logró el galardón de mejor deportista hispano del año por delante de otros futbolistas de la talla de Zarra o Kubala. A pesar de los años que han pasado todavía se le recuerda en Sevilla como una leyenda viva del balompié. Bastaría con preguntar a algún sevillista que visite este blog. Como anécdota mencionar que jugó sus dos últimas temporadas con el menisco roto (una de ellas en el Deportivo de La Coruña en la que cobraba por partido jugado).

En torno a su persona se forjó una leyenda negra sobre «Campanal el Ogro», que le acusaba de ser excesivamente duro. Llegó incluso a pasar dos días en el calabozo por una tángana durante un partido en Oporto (tumbó a un contrario que le había roto la nariz al sevillista Romero) y a ser vetado por Santiago Bernabéu en un partido del torneo veraniego Ramón de Carranza (según cuenta el propio Campanal II en represalia por no querer fichar por el club blanco). A pesar de todo esto sólo fue expulsado 3 veces en sus 20 años de profesional y cometió el mismo número de penaltis (3). Con su gran nobleza, supo borrar esa imagen y hacerse conocer por el apodo de «Capitán Maravillas» o el «Huracán de Avilés», época en la que recibió ofertas de los mejores clubes de Europa, incluidos Barcelona, Real Madrid e Inter.

El futbolista atleta

En una época donde no se cuidaba mucho el físico (sólo hace falta ver las barriguitas que se gastaban algunos grandes como Di Stefano), Campanal II era un atleta en toda la extensión de la palabra. Un privilegiado de la genética. Tenía una gran velocidad y saltaba más que nadie.

Ajeno al entrenamiento específico de cada especialidad, siempre destacó en las pruebas de atletismo aunque al ser futbolista profesional, sus marcas, que habrían sido récord, no eran homologadas.

Otras marcas en atletismo:

–         50 metros: 5,7 segundos.

–         110 m vallas: 15,8 s

–         Triple salto: 15 metros

–         Longitud: 7,40  m

–         Peso: 12,5 m.

–         Jabalina: 52 m

–         Disco: 36 m

Retirado del fútbol, vive desde hace décadas rodeado de sus hijos y nietos en su ciudad de adopción desde los 4 años, Avilés, atendiendo un gimnasio durante muchos años. A sus 78 primaveras sigue sumando medallas todos los años en los campeonatos de España de atletismo para veteranos. Ha sido campeón en peso, longitud, triple y 110 metros vallas. También destacó en el tenis (después de retirarse del fútbol) e hizo sus pinitos en el boxeo y en el piragüismo.

Para finalizar os dejo una anécdota relacionada del paso de Campanal por la «Furia roja» que refleja su carácter duro, competitivo y luchador.

Superviviente del partido de ’El bambino’

Marcelo Campanal tomo parte en un partido histórico de nuestra selección: el desempate entre España y Turquía, de clasificación para el Mundial de Suiza 1954, en Roma. El partido de «El Bambino».

Después de dos choques (ida y vuelta), los 90 minutos y los 30 de prórroga del partido de desempate (no había tanda de penaltis), todo se decidió con un par de bolitas y un niño italiano con los ojos vendados que no tuvo a bien sacar la que decía España. En recientes entrevistas Marcelo explicaba la decepción que supuso el quedar eliminado de esa forma (hasta la fecha España solo había participado en un mundial, 4º puesto)  y que el partido de vuelta en tierras turcas fue el más duro de su vida, con un árbitro más que permisivo con los locales. Detalla muy gráficamente que en cada córner cuatro españoles se iban al suelo, parecía lucha libre pero nuestro protagonista no se amilanó y lo que hizo fue jugar igual que ellos. El saldo de ese partido fueron cinco lesionados, varios jugadores tocados y un desempate por delante. Eran otros tiempos.

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